Un hijastro con sorpresa
Era muy delgado y bajo de estatura, con proporciones pequeñas, pensaba que para su edad debería haber crecido más pero aún no sabía que tenía un secreto..
El verano del año pasado me casé con una mujer más joven que yo, ella tenía 34 y yo entonces tenía 45.
A los dos meses de haber contraido matrimonio nos mudamos juntos a un chalet adosado cerca de playa con su hijo de 13 años Marcos y nuestra perrita.
En ese entonces teníamos sexo muy a menudo, hacíamos muchas juntos pero hubo un periodo en el que ella estuvo renegada a tener relaciones. Confíe en que sería poco tiempo pero cada vez me mataban más las ganas de tener sexo y no me podía contener, aquí es cuando entra Marcos.
Su hijo era muy atractivo: ojos verdes, cabello rubio rapado y piel clara con pecas en las mejillas. Era muy delgado y bajo de estatura, con proporciones pequeñas, pensaba que para su edad debería haber crecido más pero aún no sabía que tenía un secreto.
Esa tarde mi esposa no estaba en casa, estábamos solos yo y su hijo, que estaba viendo la televisión en el salón.
Me fui a duchar para quitarme el sudor de haber estado podando el jardín y al salir me dejé el teléfono dentro del baño.
Recibía llamadas y mensajes importantes de trabajo, así que lo más pronto que noté su falta subí las escaleras a la planta de arriba para recuperarlo pero Marcos se había metido en la ducha a darse un baño.
Pensé que entre hombres no iba a pasar nada si abría la puerta, cogía el móvil rápidamente y la volvía a cerrar, pero al hacerlo me quedé atónito.
Marcos acababa de salir y se disponía a secarse con la toalla. Tenía el cuerpo resbaloso y húmedo y eso no era todo: era una niña.
Tenía pequeños pechos, caderas redondeadas, cintura marcada y una vagina pequeña y muy cerrada en la que casi no se podían distinguir los labios.
Cerré la puerta en ese mismo instante y noté como mi pene se ponía erecto con esa imágen y casi me palpitaba.
Esperé a que se secase, se vistiese y saliese de allí para al fin poder responder a los mensajes de mi teléfono. Marcos no se había dado cuenta de que abrí la puerta y lo vi desnudo así que actuó con normalidad y se fue a su cama a echarse una siesta.
Yo estaba tan caliente de tanto tiempo sin sexo que tenía unas ganas increíbles de ir a buscar a Marquitos y follarmelo como la zorrita que era en realidad.
Finalmente lo fui a buscar a su habitación, ya estaba dormido y tenía la boca entreabierta. Introduje mi dedo y traté de abrirla un poco más para meter mi verga pero no pude, no solo porque él la tenía demasiado cerrada sino porque sentí lástima de hacer aquello mientras él dormía.
Esperé a que estuviese despierto e intenté hablar con él de lo que había pasado.
– Marquitos- le dije cuando le vi pasar por el corredor.
– ¿Qué quieres?- preguntó cruzándose de brazos porque pensó que le mandaría a hacer algo.
– Ven aquí, que tenemos que hablar de una cosa.
Marcos se encogió de hombros y se sentó en una silla a mi lado.
– ¿De qué tenemos que hablar? Ya hice las tareas.
– No es nada de eso, antes entré al baño cuando te estabas dando una ducha…
– ¡Ay, no!- exclamó sonrojado de la vergüenza- ¡No se lo digas a nadie! ¡Hago lo que sea a cambio de que no lo cuentes!
Ahí tuve mi oportunidad de aliviarme por fin y no la desaproveché.
– Ven al sofá y quítate los pantalones y la ropa interior.
Marcos obedeció y se quedó desnudo de cintura hacia abajo delante de mí.
Yo abrí la bragueta de mi pantalón para sacar mi miembro, después, le hice un gestó para que se pusiese de rodillas y comenzase a chuparlo.
Su boca tenía una sensación cavernosa: humedad y calidez. Marcos no sabía como chupar una verga porque era la primera vez que veía una, al principio se la trató de meter completa en la boca pero empezó a dar arcadas hasta que poco después decidió sujetarla con ambas manos y pasar la lengua por el tronco de abajo a arriba.
Yo estaba muy excitado de saber que por fin me harían una mamada después de tantos años, porque mi mujer se negaba rotundamente ya que le daba repugnancia.
Marcos lamió la cabeza de mi verga, la envolvió con sus labios como dándole un beso y después retiró el rostro en señal de que había terminado.
Yo no estaba satisfecho del todo así que le empuje el cogote para que otra vez se la metiese en la boca casi a la mitad.
Continuó hasta que me vine en su boca y el semen descendió por la comisura de sus labios.
– Trágatelo- le dije.
Marcos lo tragó y sacó la lengua para que lo comprobase, yo me sacudi mi polla y le esparcí por el rostro los restos que quedaban de mi leche.
– ¿Ya está?- preguntó mirándome como un cachorro triste.
– Siéntate aquí- le dije dando una palmada sobre mis piernas.
El chico se sentó lentamente hasta que mi polla rozó su vagina.
La froté por su entrada mientras él gemía por notar que poco a poco empujaba para introducirla dentro de su cavidad.
Le sujeté las caderas y comencé a embestirle, una vez estaba dentro de él.
Marcos gemía muy fuerte y sollozaba como si le doliese, después él mismo empezó a mover sus propias caderas para continuar moviendo mi verga dentro de él.
Me vine otra vez esta vez fuera de su vagina y le dije que se limpiase porque pronto iba a venir su mamá.
A la hora de la cena actuó normal como si nada hubiese pasado y estuvo riendo mientras contaba lo que le ocurrió esa mañana en el instituto con sus amigos.
Después nos sentamos todos juntos para ver una película.
Marcos había subido a ponerse un pijama y ahora llevaba unos pantalones muy cortos, me extrañó porque siempre llevaba ropa muy ancha y larga pero no le presté mucha atención en un principio.
Después se dio la vuelta y se agachó para encender el televisor y vi como los pantalones se metían entre sus nalgas y marcaban su vagina de lo apretados que estaban.
Se me volvió a poner muy dura imaginando que no llevaba ropa interior.
Marcos se quiso sentar en mi regazo y a mi esposa ni le extrañó.
Toda la película se la pasó frotando su rajita con mi verga.
De vez en cuando cuando su mamá no miraba yo me sacaba la polla y él se movía el pantalón hacía un lado para frotarla también en su ano y vagina desnudos.
Todas las noches la zorrita de Marcos me lo hacía aprovechando que estaba oscuro. Cuando se enfadaba conmigo, se ponía un pantalón cortito y apretado para salir a la calle para que se le marcasen su culo y su vagina y que le mirasen.
Esa noche me dejaba sin poderlo tocar después de haber provocado a todos.
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