Un sueño convertido en realidad. raí
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Mayela.
Nuestra relación laboral se fortaleció con el tiempo y surgieron detalles que me causaban excitación. Noé empezó a visitarme fuera del horario laboral en mi propio hogar. Para no incomodar a mi pareja sólo charlábamos en el portón de mi casa y deseaba subir a su auto para salir de ahí. Siempre supe que no era muy asiduo a visitar los bares; siempre que nuestros compañeros de trabajo organizaban una salida al “table dance”, él se disculpaba para atender la empresa y buscaba pretextos para tratar conmigo asuntos de la coordinación en su oficina. De esta manera las horas se incrementaron para nosotros dos. Estas actitudes de su parte me daban placer porque presentía que le gustaba estar conmigo; me hacía feliz.
En este ambiente de confianza, la charla era más coloquial, abierta y locuaz a pesar de las diferencias de edades – soy menor que él con 12 años- y platicábamos de muchas cosas personales. Ya en este plan, Mi jefe me platicaba detalladamente, la forma en que el trata a las nenas. Al escucharlo un calorcito invadía mi cuerpo entero. Ahí comprendí que él es un hombre seguro de lo que busca en una mujer con el firme propósito de atender y apoyar a su amor.
Fue como una provocación; sus palabras escurrían por todo mi cuerpo; su voz manipulaba cada palmo de mi piel y la hizó reaccionar. Rendida por mi amante, decidí contarle un sueño recurrente: me veía bailando con él, usando un delicioso minivestido lila y zapatillas blancas con tacón de aguja. De mi piel morena resaltaban exquisitos brillos del maquillaje. Lucía hermosos aretes de brillantes que se ocultaban maliciosamente entre mi peinado. Noé me cobijaba entre sus brazos y mi rostro se apoyaba en su varonil pecho.
Ante esta confesión me ausente de la realidad … Noé me pidió salir de su oficina, Estaba desbastada esa noche; cuando llegué a casa decidí dormir en otra recamara y el sueño tomo tintes de imaginación. Me excite todas las veces que sus labios abrían los míos en mi mente.
Muy serio – días después- me llamó a su oficina y extendió un memorándum para acudir a una capacitación en la capital del estado. Para que no tuviera dudas me explico algunos detalles: la capacitación era de 5 días pero la empresa obligaba a sus empleados participantes a estar en el lugar los fines de semana anterior y posterior a la capacitación [un beneficio laboral], es decir viajar un viernes para llegar y regresar un domingo, viajaríamos de noche para aprovechar los fines de semana; lo que más me emociono fue que la empresa afrontaría los gastos del jefe de coordinación y del asesor laboral. Había sucedido un milagro -pensé- pero la indiferencia de mi jefe me desconcertó un poco. Aún así prepare mis cosas comprando lencería muy coqueta y depilando todo mi cuerpo.
[…]
Cuando pasó por mí pude ver en el asiento trasero de su auto una caja de zapatos y una bolsa de ropa de marca. El viaje fue de 3 horas y me sentí complacida y a gusto. La molestia de conducir la deje en sus manos y disfrute el paisaje y una excelente música de su gusto. Con unas cuantas complicaciones por calles cerradas en la ciudad llegamos con un retraso de dos horas. Ansiaba meterme en la ducha del hotel para recibir el agua tibia en mi cuerpo. Las sorpresas empezaron.
Cuando estacionamos frente a la verja de una casa en un fraccionamiento privado pregunte:
– Dónde estamos Noé?
– Rente un lugar para trabajar mas tranquilos- dijo apenas.
El lugar estaba amueblado y limpio, iluminado y lleno de plantas y flores. Me encanto el enorme espejo en una de las habitaciones [la recámara principal]. Descubrí que el refrigerador y la alacena estaban abastecidas generosamente. Abrí una de las botellas de vino y serví para calmarnos la sed. Noé apenas lo probo. Me duche y humecte mi piel con crema y fragancia de jazmín; dormí tranquilamente.
Al día siguiente encontré junto a las llaves del auto este mensaje: Buenos días, regreso en una hora! Mi curiosidad se despertó y busque la caja y la bolsa. Estaban en el portaequipajes; me resistí para no abrirlas y así las deje. Puntual llegó acompañado de una interesante persona, un chico para maquillarme, ponerme extensiones y vestirme. Iba preparado menos con lo que iba a vestir. No discutí, no alegue y deje que Noé le dejare en claro lo que desea en mí; estuvo muy entretenido con programas de fútbol y una cerveza [me encanta verlo disfrutar de esa manera y saber que esta ahí en casa, conmigo].
Como novia, evitaba que viera mi arreglo; el chico que me maquillaba no calló y me comento que la cena sería muy romántica, que conocía el lugar y que ameniza un grupo “ah doc” para bailar hasta amanecer. Como pude conseguí saber que había una reservación para nosotros dos pasadas las once de la noche. Yo también me había preparado con una sorpresa para él. Durante la noche anterior prepare mi cuerpo con una vagina. Sí, subí mis testículos por la entrepierna y con pegamento cerré el escoto sobre mi pene para simular un pequeño clítoris y unos labios vaginales. La lencería lucía hermosa en mi cuerpo. Cerca de las ocho de la noche estaba maquillada con lindas extensiones que daban bonita forma a mi rostro, solo faltaba el calzado y el vestido.
Sola con Noé tome una copa de vino que él me ofreció y tomando mi mano suavemente me dirigió a su recamará. Cerró la puerta. Él quedo afuera. Sobre su cama brotaba un hermoso vestido corto lila con brillantes en el escote de hombros caídos y unas zapatillas con tacón alto color nude. Sentí húmeda mi vagina y empece a calzar los zapatos cuando escuche a Noé decir:
– Abby, sólo dos prendas. Sin lencería.
No repare en aclarar. Le obedecí y me concentré en Abby, -quién es Abby?-. En el espejo la descubrí cuando Noé me hablo para atender unos asuntos que quería que yo resolviera. Al teléfono estaba la encargada de la casa y tuve que ponerme de acuerdo con ella para liquidar la mitad faltante de renta por la casa. Me presente como la Sra Abigail esposa del Sr. Noé y quedamos en liquidar por Internet a su cuenta bancaria el dinero. Una vez que quedamos de acuerdo en eso, nos despedimos con la promesa de vernos al día siguiente para confirmar el pago. Nos despedimos. Su trato hacía mí fue siempre como Sra. Abigail.
[…]
Dispuesta a recibir más sorpresas subimos al auto para dirigirnos a cenar y bailar. El lugar es un salón elegante y semioscuro estilo “steampunk” gay. Estaba tan nervioso que no casi no cene y el vino lo dejaba en mis labios. La pista se despejo de meseros y luces tenues iluminaron algunos puntos en la pista para bailar; la música que ofrecían era ideal para volver realidad mi sueño: suave y romántica. No espere y le pedí a Noé bailar con él; accedió, y en los primeros compases no pude evitar pegarme a su varonil cuerpo que lucía un impecable traje negro. Mientras mis brazos se posaban sobre sus hombros, sentí como rodeaba con los suyos mi cuerpo; quede atrapada sin resistirme a sus labios que no pararon de besarme. Perdí la noción del tiempo; recuerdo que mis orgasmos bajaban por mis piernas. No salimos de la pista. No dejó de tenerme prisionera entre sus brazos. Mis manos recorrían su rostro como el ciego que lee en los demás lo que no puede ver.
Pedí muy sutilmente a su oído que regresáramos a nuestra casa.
Bastaron dos movimientos de sus hermosas manos para posarme en la cama desnuda; bocabajo. Quise anticiparme a sus intenciones y morder la almohada. No tuve tiempo. Curve mi cuerpo para sentir muy dentro de mí a Noé, a mi esposo. Escuche de él decir …”perra, … verga para la puta de mi Abby”. Quise prolongar más tiempo la curvatura de mi cuerpo, pero no me dejó. Sus manos sujetaban mi espalda contra la cama mientras su miembro me provocaba el dolor más perfecto para mí. Mis piernas no existían. Mis brazos dejaron de responder. Mi cabeza explotó. Llené el lecho con orgasmos. Los poros de mi piel reclamaban sus caricias, sus besos; nunca sus embestidas; estaba segura de su penetración. Esa noche aprendí a conocer su miembro. Mi ano repasaba cada una de sus excitadas venas, cada uno de los pliegues de su glande; por la forma que hacía en mi culo, jugaba a adivinar la forma de la cabeza en su verga. Conté mentalmente sus palpitaciones, mientras acomodaba las otras partes internas de mi cuerpo que desplazaba con su sabrosa verga.
En ningún momento me resistí, tampoco pregunte. No pedí un “te amo”. Nada pedí. Lo tenía a él, dentro, profundamente en mi cuerpo y en mi pensamiento. Sus “huevotes” golpeaban mis nalgas ….hasta ahí dirigí mi mano para acariciarlo ….apenas lo hice y un flujo de moco caliente inundo mi culo; lo abrí como soplando para recibir más su semen, ese veneno suyo que me convierte en su puta….no desperdicie gota de esto. Noé me ayudo. Casi amanecía y el permanecía con su miembro duro, palpitante, baboso, dentro de mí. Su puta Abby sometida movía las caderas para mantener esa verga rompiéndole el culo. Apenas si podía respirar. Lo hacía entre las sábanas tratando de adivinar donde habían quedado las zapatillas y el vestido. No supe. No quería saber. No pregunte. Deje que sus manos siguieran en mi espalda. La tenue luz del día me ofreció su reflejo en el espejo. El cuerpo de mi esposo me tenía dominada. Aún estaba tenso, cabrío, estúpidamente duro. Desconsiderado. Cabrón. Pedante. Hombre.
Deliciosamente puerco.
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