Un Sueño Realizado
Tarde descubrí mi atarcción primero por vestirme y después gozar como mujer. Con practicamente mi vida hecha como hombre, la vida me regaló la oportunidad de descubrir y disfrutar mi verdadera vocación sexual..
Un Sueño Realizado
Ofreciéndome una cuba, el chico se sentó junto a mí en el sofá.
Mientras le agradecía y tomaba un largo trago, percibí su aroma de limpieza mezclado con un agradable perfume varonil, diferente al de la crema corporal Victoria Secret que me había aplicado en todo el cuerpo.
Era un chico bien parecido, con una mirada limpia, casi ingenua, pero con un cuerpo bien desarrollado que se adivinaba debajo de los jeans y la playera polo que vestía, además de los fuertes brazos que lucía cubiertos de fino vello que reflejaba la luz de la lámpara que entraba por la ventana de la casa de mi “amiga”.
Mi “amiga Karla”, a quien conocí a través del Facebook en mis andanzas en las redes en la búsqueda de almas que como yo, a través del anonimato dan salida a ese deseo oculto de poder liberar ese yo femenino oprimido por una masculinidad que estorba.
De mensajitos e intercambios de fotos pasamos a largas y tendidas pláticas nocturnas de “nenas”, cada una desde la seguridad de su respectivo closet, hasta el rompe hielo de un café y de ahí convertirnos en grandes “amigas” compartiendo en inolvidables veladas de transformación donde con pelucas, maquillaje y linda ropa y accesorios lográbamos que Carlos el apuesto ingeniero de Pemex y Alejandro, atildado gerente de sucursal de BBVA, se convirtieran en dos alegres y maduras chicas de buen ver: Karla y Talina, mi nombre femenino adoptado.
Aunque las dos decíamos que nos vestíamos solo por gusto y no por una necesidad sexual, en el fondo sabíamos que no era así. Prueba de ello era que además de vestirnos, muchas veces también veíamos algo de porno, que era comúnmente de tema travesti o gay, coincidentemente tanto Carlos como yo habíamos terminado poco antes de conocernos, la relación hetero con nuestras respectivas parejas.
Nos habíamos atrevido a salir vestidas solo al cine o a tomar un café, y comentábamos la idea loca de salir una noche de conquista a un bar o a un antro, pero solo como broma. Por eso me sorprendió esa tarde cuando Karla me habló para vernos en su casa y me dijo: -Vente temprano para arreglarnos de lujo, y tráete tus mejore garritas porque vamos a tener invitados. No le entendí bien como fue, creo que el día anterior la loca de mi amiga se le ocurrió salir a caminar vestida con tacones, sufrió la rotura de uno y un chavo que pasaba insistió en ayudarla y llevarla a su casa. Como el chavo se deshacía en atenciones, en un rasgo de honestidad mi amiga Karla que por lo demás arreglada si da el gatazo de fémina mucho más que yo, le dejó entrever que no era lo que parecía, pero el galán le contestó de manera directa: -No soy homofóbico y quiero tu amistad.
Y así fue como se dio esta reunión, llegó con un amigo, como Karla le pidió. Tomamos vino tinto, comimos piza, oímos música y nos enteramos que los jóvenes son de San Luis y estudian Ingeniería en el Poli, buenos conversadores los dos, con buen sentido del humor y muy educados, aunque con más chispa e ingenio el amigo de Karla; mi acompañante un poco más serio y reservado.
Por mi parte, al principio me negaba a esta reunión, sí deseaba avanzar en la profundización de mi feminidad, pero una cosa es desearlo y otra enfrentar de manera real esa situación. Gracias a la insistencia de Karla, más abierta y aventada aquí estoy vestida provocativamente en el papel secretamente deseado tanto tiempo: recibir como reina la atención de un macho.
Hacía un rato que Karla y su pareja, más aventado, y ya con el efecto des inhibidor de unas cubas habían empezado a intimar con tiernos abrazos y arrumacos, hasta terminar por irse a encerrar a la recámara según a mostrarle su colección de alebrijes (¡!??. Antes de irse llevando de la mano a su admirador me susurró: Te quedas con el sofá a tu disposición, en el baño está la ducha de limpieza, lubricante y condones, disfrútalo corazón, y se retiró dejándome una pícara sonrisa.
Al quedarnos solos, nos quedamos un momento en silencio, hasta que me ofreció una cuba y se sentó junto a mí. Sin saber que decir, lo primero que se me ocurrió fue la frase -¿Tienes novia?, a la que contestó con el monosílabo –No, para continuar después de una breve pausa –No soy bueno para eso de enamorar a las chicas. No sé qué más le dije acerca de que con su juventud, apariencia física y trato agradable, no debería tener problema con eso y que le habrían de sobrar admiradoras.
Mientras así hablaba me percaté que lo hacía con una natural coquetería femenina y que me estaba comportando como cualquier lagartona que se quiere ligar a un prospecto, lo cual me hizo sentir raro al principio, pero que definitivamente me estaba gustando comportarme así.
Su respuesta fue casi en automático al decirme: -No me entusiasman las chicas de mi edad, siento verdadera atracción por mujeres de verdad, como usted.
Y al decir esto metió su mano en el escote de mi vestido verde para acariciar mis senos que debidamente levantados le debieron parecer atractivos. El toque de su mano masajeando me electrizó, era la primera caricia que recibía de un hombre ¡Y me encantó!
Siguieron besos y caricias apasionados que me excitaban y casi me hacían sollozar de deseo y felicidad, pero al mismo tiempo me preocupaba que Enrique, que así se llamaba, me estuviera confundiendo con una mujer biológica, ya que en verdad bien vestida y arreglada lo parezco, aunque un poquito pasada de carnes.
Pero el deseo pudo más y haciendo a un lado mi reserva dejé correr mi mano a su entre pierna para buscar el tesoro más preciado, que se hacía notar por la excitación debajo de la mezclilla. Sentir ese bulto palpitante de carne en mi mano a través de la tela, derrumbó por completo mi reserva para dar el paso soñado secretamente que me haría pasar del juego de vestirse de nena, al placer prohibido de tener sexo con un hombre.
Enrique abrió la bragueta de su pantalón y yo metiendo mis manos por debajo de su playera acaricié sus pezones mientras veía como se delineaba su verga aprisionada por un ajustado bóxer. Sin pensarlo dos veces me puse en cuclillas frente a él y deslice su bóxer hacia abajo sobre sus piernas, descubriendo una hermosa verga totalmente erecta y de buen grosor, bastante más grande que mi pequeño pene que a estas alturas también se me había parado y buscaba salirse de mi panty de seda y encaje que lo oprimía.
Tomé su pene con las manos con una sensación extraña, era un contacto nuevo para mi, pero sumamente placentero y sin casi darme cuenta comencé a subir y bajar mis manos a lo largo de todo su tallo con una facilidad y soltura como si lo hubiera hecho desde siempre.
Observé la gran cabeza de forma perfecta que remataba el extremo de ese glorioso trozo de carne, y en un impulso irresistible deposite en ella un tierno beso con mis labios seguido de una serie de lamidas con la lengua, para después comenzar a introducirla en mi boca mientras toqueteaba sus huevos. Me sentí una verdadera puta y me gustó. Todo lo que había aprendido jugando a la “garganta profunda” con plátanos lo puse en práctica, pero era mucho más placentero desaparecer en las profundidades de mi boca esta verga de muy buen tamaño, que cualquier fruta.
Sentía sus manos apoyadas en mi cabeza que me empujaban hacia abajo haciéndome tragar buena parte de su verga, mientras con mi lengua jugueteaba con las partes más sensibles de su glande. Sentí el salado sabor de sus secreciones lubricantes y las palpitaciones de la cabeza de su miembro mientras escuchaba sus suaves quejidos alternados con frases cachondas: -que rico la mamas nena; trágatela toda putita; me lo haces delicioso mi reyna…
Lo sentía tan excitado que supuse que en cualquier momento se vendría inundándome la boca de semen, pero tomándome de los brazos me levanto y se puso de pie atrás de mi pegándose a mi cuerpo y tallando su dura verga en mis nalgas me susurró al oído “te quiero coger”, mientras me mordisqueaba el cuello y las orejas, y sus manos apretaban mis pequeños pezones.
Sin esperar respuesta bajó el cierre e mi vestido que cayó a mis pies, quedando solo con mi pequeña panty, mi corset sin copas además de zapatillas y medias. Me contempló un rato y tocando el pequeño bulto que se notaba en la panty comentó: – Que bueno que tu amigo también lo está disfrutando.
Sentí un alivio enorme, pues entendí que no había problema, mi galán no se había engañado, sabía que yo era una travesti y lo más lindo; que parecía disfrutarlo. Le dije que volvería en un momento, me fui al baño; hice pipí, sentadita como niña, claro, pues a esas alturas mi masculinidad estaba totalmente olvidada, me sentía una mujer admirada, deseada e iba a completar en un momento mi sueño más anhelado, así que me hice el aseo más profundo que pude, me retoqué el labial, me perfumé y caminando lo más coqueta que pude regresé a la sala armada con mi cosmetiquera bien surtida de lubricantes y condones.
Me acerqué al sofá, donde Enrique me esperaba completamente desnudo, y mientras yo depositaba mis cosas en la mesa de centro, él se levantó y poniéndose atrás de mi me abrazó y comenzó a juguetear con mis pequeños senos y repegándose a mi cuerpo me hacía sentir la dureza de su verga sobre mis nalgas, a lo que yo respondí con gusto empujando el culo hacia atrás y girándolo para masajear su verga con mis nalgas.
Me hizo dar vuelta y nos estrechamos en un tierno abrazo mientras nuestras lenguas se devoraban mutuamente en cálidos y húmedos besos, y nuestras respectivas vergas se rozaban mutuamente aumentando el deseo y la pasión. Bajando una mano envolví con ella nuestras vergas acariciándolas simultáneamente, fue hermoso sentir sus palpitaciones y la humedad de nuestras secreciones provocadas por el deseo humedeciendo mi mano. El por su parte, me seguía acariciando y besando, sus manos bajando por mi espalda apretujaban mis nalgas, y abriéndolas sus inquietos dedos buscaban el botón de mi ansioso y apretado ano. – Suavecito, le dije cuando la caricia de uno de sus gruesos dedos dejó de acariciar para pretender introducirse. – Perdón, le oí decir apenado mientras retiraba su mano de mis nalgas. –No mi amor, nada que perdonar, que tal si me pones lubricante para sentir más rico? Le dije mientras me daba vuelta y apoyándome en la barra del bar con las piernas abiertas le ofrecía la vista de mi culo.
Tomó el lubricante y acercándose aplicó a mi ano una generosa cantidad y continuó acariciándolo con su dedo. Poco a poco lo introdujo y la imagen que el espejo de la barra reflejaba me cautivó: Ahí estaba yo, como toda una puta retorciéndome de placer mientras un chico me acariciaba el culo, me metía u dedo, después dos, y yo imaginando la siguiente parte: ser cogida por el culo para transformarme real y definitivamente en una mariquita.
El chico era mucho más alto que yo, pero con mis zapatillas quedamos a una altura adecuada para intentarlo, así que con un poco de nerviosismo por ser mi primera cogida con una verga real, esperé el momento en que empujara la cabeza de su pene lubricado. Torpe al principio, no atinaba a colocarla en el lugar adecuado, por lo que con una mano tomé el tallo de su verga y la acomodé en la entrada. –Oh! exclamé cuando esa gorda cabeza comenzó a introducirse, tuve que apoyar mi mano en su abdomen para impedir que siguiera empujando. –Quieres que me ponga un condón? preguntó, y yo recordé que se me había pasado por alto. –Tú quieres? le pregunté. –Preferiría hacerlo al natural si no te importa, me respondió. Yo también lo quiero hacer contigo al natural, pensé. Mi primera cogida debe ser así! Y con ese pensamiento para afirmar mi decisión empujé el culo para recibir un poco más de esa cabeza dentro del culo.
Varias veces tuve que interrumpir sus avances por el dolor que me causaba el grosor de su verga al penetrarme, pero nunca permití que se retirara, debo confesar que fue paciente y delicado, lo que permitió que al poco tiempo logré tenerla toda adentro con una sensación de plenitud que nunca había sentido.
Me la sacó toda y después de mas lubricante me la metió con más facilidad e iniciamos un movimiento de va y viene que empecé a disfrutar realmente, pero Enrique me propuso: -No quieres coger de a perrito? De manera espontánea me salió del alma: –Contigo cojo como tú quieras, mi vida.
Y así fue, me puso en el sofá en cuatro con el culo al aire para después empujarme toda la verga, y cuando pensé que ahí se iba a venir, me volteó de espaldas y levantándome las piernas me la introdujo con fuerza y comenzó un rápido mete saca que me enloqueció, y más cuando tomando mi pequeña verga me la empezó a masturbar. Eso y la presión de su verga en mi próstata me hicieron venir provocándome un orgasmo fabuloso.
Estaba en las últimas olas de mi orgasmo cuando con unas embestidas profundas y unos roncos quejidos me anunció que se venía dentro de mí, fueron unos espasmos maravillosos y en cada uno de ellos me imaginaba ese torrente de leche que ese macho derramaba por mí.
Nos quedamos un largo rato fundidos en un abrazo, y así nos encontraron todavía mi amiga y su pareja cuando salieron de la recámara, el ya con su ropa puesta y ella vistiendo solo una bata. Enrique se vistió, yo también me puse una bata y los cuatro nos tomamos una última copa mientras hacíamos planes para salir el próximo fin de semana.
Después de despedirse los chicos, Karla y yo tuvimos una larga plática sobre nuestra aventura, al parecer habíamos encontrado una mina de oro, un par de chicos guapos, educados, solventes, dotados y sin inhibiciones sexuales. Que más puedes pedir en la vida?
El lunes siguiente, ya como Alejandro, Gerente de la sucursal BVVA, varonilmente vestido con traje y corbata, pero con panty y medias con liguero por debajo de la ropa, recuerdo la inolvidable aventura de la noche del sábado pasado al sentir una pequeña molestia cada vez que me siento a trabajar, pero el dulce recuerdo de mi debut como puta travesti me hace no arrepentirme, sino desear más!
Sí, porque había encontrado lo que necesito, lo que deseo, o más bien había encontrado después de media vida lo que realmente soy. No hay edad para descubrir quién eres, es perfectamente posible debutar de puta travesti y empezar a saborear vergas en la edad madura, te lo aseguro.
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