Una gordita simpática y diferente…
Hace algún tiempo, pase por una de mis experiencias más raras..
Hace algún tiempo, pase por una de mis experiencias más raras. Me encontraba de viaje de negocios por México, debido a los múltiples compromisos que había hecho, renté un auto.
Pasaba por Poza Rica en el estado de Veracruz, cuando mi auto se accidentó, en medio de la carretera. El detalle que ya eran cerca de las nueve de la noche, y en el paraje en que me encontraba era bastante desolado, digo no se veía casas a simple vista, el teléfono que cargaba en esos momentos al parecer no podía activar las llamadas, en fin, pensé en quedarme en el auto y esperar que alguien pasara para poder auxiliarme.
Pero de momento me doy cuenta de que hay una pequeña carretera y al final una casa, que hasta esos momentos no había notado al parecer prendieron la luz de la casa, y en ese instante me di cuenta de su existencia.
Como el auto estaba bien parado, decidí llegar hasta esa casa, que ha pie se encontraba algo distante. Ya a medio camino, de momento sin aviso alguno se ha desatado un temporal, comenzó a llover de forma y manera tal que en cosa de unos segundos me encontraba empapado hasta los huesos.
Pero ya me había mojado por lo que decidí continuar, hasta que me encontré frente a la puerta de la casa. Desde afuera pude ver la figura de una joven gruesa y robusta mujer, en bata de casa.
Que iba de un lado a otro, al parecer se encontraba leyendo algo con sumo interés. Yo la verdad es que hasta en cierto momento pensé que no me abriría la puerta, ya que toqué por un rato, y pensé que de seguro si estaba sola le daría miedo abrir la puerta.
Ya comenzaba a retirarme, cuando sentí que la puerta a mis espaldas se abría, no del todo. Al voltearme a ver me encontré con la joven, en una de sus manos mantenía un libro mientras que con la otra sujetaba la puerta.
De manera seca me preguntó que deseaba. Fue cuando procuré usar todo el encanto de mi parte, para convencerla de que no corría ningún riesgo conmigo. Le comencé a explicar que mi auto se había accidentado y que mi celular no funcionaba que, si por favor ella podía llamar a una grúa, para que me viniese a buscar, y que yo regresaría al auto, para su mayor tranquilidad.
Fue cuando la escuche decir en un tono más amigable. Por favor pase, que si no va a pescar una pulmonía. Ya dentro de la casa, la joven dijo llamarse, Miriam. Nuevamente le di una explicación de lo sucedido, cuando ella tras escucharme con tanta paciencia. Me comentó algo apenada por mi situación, diciéndome. “Lamento mucho lo que le ha pasado, pero desde que comenzó la tormenta la línea telefónica se cortó. Así que lo único que le puedo ofrecer mientras deja de llover, es que se quede aquí, tengo una habitación extra que usa mi hermano, ocasionalmente cuando me visita. Ya le doy una toalla para que se sequé, no sea que agarre una pulmonía. No le puedo ofrecer ropa porque el nunca deja nada. Pero mientras, después de exprimirla, la ponemos a secar y quizás ya para mañana no esté tan mojada.”
La verdad que la oferta no la discutí. Ya una vez en la habitación, me despojé de todo lo que tenía puesto, y tras secarme con la toalla, la puse alrededor de mi cintura. Cuando salí de la habitación Miriam ya me tenía una sabrosa y caliente taza de caldo, que en un dos por tres me la he tomado toda, luego ella agarró la camisa y mi pantalón, así como mi interior y medias y rápidamente los exprimió a mano. No fue hasta el momento en que agarró mis interiores que me di cuenta de ello.
La verdad es que me sentí algo avergonzado. Ya que esa joven tan robusta con una carita tan simpática me hiciera ese favor me hizo sentir sumamente agradecido.
Al terminar de comer, y de ella exprimir mi ropa me invitó a tomar asiento en la sala. Fue cuando me enteré de que Miriam se encontraba estudiando para un examen sobre computadoras y sistemas.
Me pareció muy joven y tras decírselo, ella me comunicó que ya tenía 27 años de edad. La verdad que aparentaba muchísimo menos. Yo me disculpé por causarle tantos inconvenientes, ya que como la había visto leyendo por la ventana, supuse que estaba repasando.
Pero Miriam de manera muy franca me dijo. “No te preocupes por eso, la verdad es que no puedo seguir leyendo más me encuentro sumamente ansiosa, estresada, y aunque quiera no puedo seguir leyendo más bien debo distraerme relajarme un rato. De lo contrario pienso que, de seguir así, ni tan siquiera me voy a presentar al examen, que es pasado mañana.”
En esos instantes lo único que se me ocurrió decirle, fue. “Lo que más te viene bien son dos cosas, una es tomarte una cerveza, y la otra es que te den un buen masaje en la base del cuello, para relajarte.”
Miriam por unos segundos se quedó pensativa y dijo. “Lo malo que lo único que tengo en casa, y no es mío sino de mi hermano, es una botella de tequila. Pero no me agrada beber, pero en una situación, así como esta soy capaz de hacerlo para relajarme. Lo segundo me agradaría mucho recibir un buen masaje en la espalda. Tengo tiempo que no me dan uno.”
Mientras decía eso Miriam, se levantó y dirigiéndose a la cocina regresó con una botella y dos vasos pequeños, tras servirme uno a mí y otro para ella, nos los tomamos como si fuera medicina. De un solo golpe.
Fue cuando cortésmente me ofrecí a darle un masaje, Miriam no lo pensó mucho, ya que de inmediato me dijo que sí. Cuando le pregunté donde se dirigió a su habitación y me dijo. “Entiendo que el lugar apropiado sería una mesa, pero la que tengo es pequeña y con tope de vidrio, así que el otro sitio pudiera ser mi cama.” La verdad es que no vi nada malo en ello. Y de inmediato la seguí hasta su habitación delicadamente decorada con motivos de rosa.
En ese momento sin que yo le dijese nada, ya estando acostada, Miriam se quitó la bata casera quedando en pantaletas y sostén frente a mí. Hasta esos momentos, les juro que no había pensado ni remotamente en el sexo, pero cuando vi esas hermosa y grandes nalgas, cubiertas por esos pantis ajustadas.
Mi mente voló bien rápido, aunque mantuve el control todo el tiempo. Miriam bastante pudorosa se cubrió con una sábana, pero aun y así de mi mente no se borraba la imagen de sus hermosas nalgas.
Luego soltó el broche de su sostén, y ligeramente pude ver sus hermosos senos, calculé que debería ser talla 36C. Ella algo sonrojada me pidió que colocase el sostén en la mesa al lado de su cama. Lo que hice gustosamente. Su manera de hablar y de actuar, tan ingenua me había conmovido. Por lo que procuré realmente apartar de mi mente la imagen de sus bellas y bien formadas nalgas.
Aunque era algo incomodo comencé por darle el masaje sobre los hombros y parte de la nuca. Se cabello oscuro en ocasione se enredaba entre mis dedos, y la verdad es que tenía que hacer un verdadero acto de control para no caerle encima de su cuerpo.
Durante un buen rato, me concentré en el masaje. Fue cuando la escuche pedirme de favor si podía continuar masajeando la parte media de su espalda, por lo que ella misma bajó la sabana hasta ese punto.
Le recomendé que el masaje fuese mucho más beneficioso sí tuviera alguna crema humectante o aceite para la piel. Miriam me dijo algo contrariada, que el único aceite que tenía en la casa era de oliva, que usaba en las ensaladas.
Fue cuando me inventé que, en el mundo antiguo, las mujeres griegas y romanas, apreciaban mucho los masajes de aceite de oliva. Ella se me quedó viendo con cara de no te creo, pero luego dijo. “Bueno vamos a ver cómo es eso, y me indicó donde encontrarlo, al regresar me encontré con la botella de tequila y los dos vasos, por lo que procedí a servirnos otro trago nada más para relajar la tensión.
Al regresar a la habitación, Miriam después de que se tomó al igual que yo el tequila de un solo trago, me dijo. “Este es el último luego no quiero volverme loca.”
Con rapidez me embadurné las manos con el aceite, y comencé a pasarlo por sobre la suave piel de su espalda. Aunque mi posición era algo incomoda disfrutaba de lo que hacía con mis manos, y por lo visto Miriam también lo estaba disfrutando ya que al rato nuevamente me pidió que bajase un poquito más, dejando la parte superior de sus bellas nalgas ante mis ojos. Mis manos comenzaron a deslizarse, con suavidad nuevamente sobre su piel.
En esos instantes de manera realmente involuntaria, me quejé debido a la incómoda posición en que me encontraba. Ya hasta pensaba dejar de darle el masaje a la joven, cuando Miriam me preguntó que me pasaba.
Le expliqué que debido a lo incomoda de la posición, sentía un ligero dolor de espalda. Pero fue ella misma quien me propuso lo siguiente. Mejor para que no te dobles tanto, porque no te sientas sobre mis piernas, y así de seguro podrás terminar de darme este divino masaje.
Al escucharla, no perdí el menor tiempo en seguir su recomendación. Pero en ese mismo instante me pidió de manera algo cortada, por la situación que si por favor pudiera continuar con el masaje un poco más debajo de las caderas.
Para buen entendedor pocas palabras bastan, así que de inmediato procedí a bajar un poco más tanto la sabana como los pantis que ella estaba usando en eso momentos.
Mi verga se encontraba a mil por segundo, Miriam abrió un poco más las piernas y su lindo y bien formado culo, quedó frente a mis ojos en vivo y en directo y a todo color como dicen en la TV.
Ya en esos instantes no se ha donde fue a dar la toalla que yo mantenía alrededor de mi cintura. Mis manos recorrían desde la base de su cuello, hasta los gruesos y bien formados muslos de Miriam.
Ya como a la quinta o sexta vez que con mis manos recorría el cuerpo de la joven Miriam, note que mi verga llevaba ya rato rozando las nalgas de ella. Lo raro era que Miriam no comentó nada hasta que la retiré con una de mis manos.
Fue cuando la escuché decirme. “A mí no me molesta si gustas déjala ahí.” Eso para mí fue como si me diera el permiso de continuar, con lo que más estaba deseando en esos instantes.
Gracias al aceite me deslicé con suma facilidad por su apretado y colorado roto. Pensé eventualmente clavárselo por el coño, pero esas nalgas me tenían hipnotizado, mi cuerpo se fue enroscando sobre el de ella, hasta que nuestros labios estuvieron juntos.
Por un buen rato mi lengua jugó con la suya, mis manos acariciaron sus formidables pechos.
Hasta que se me ocurrió introducir mis dedos dentro de su coño, ya estaba por agarrárselo, cuando una de sus manos me detuvo.
Lo que me excitó más todavía, haciendo que le diera con mayor fuerza por el culo, mientras que Miriam, movía sus caderas como si fuera una puta profesional. Durante un buen y largo rato, mi verga entro y salió innumerables veces de sus apretadas y sabrosas nalgas.
A cada envestida mía, Miriam gemía de placer y con mucha pasión. Hasta que comenzó a decirme. “Ya no más papi que me estas volviendo loca, por mamártelo ahora mismo.”
En esos instantes, escuchar esas palabras, me hicieron el hombre más lujuriosamente feliz del mundo. Sin perder tiempo, extraje mi verga de su sabroso culito, y colocándome frete a su boca, Miriam en un dos por tres se ha puesto a chuparla como una desesperada. Yo pensaba para mis adentros, su eso ha sido por el culo y con su boca como será cuando se lo meta en el coño.
La manera en que Miriam me chupaba la verga era bien diferente a las que, en otras ocasiones, algunas mujeres me la han mamado. Para ella como que no había límite alguno, sin delicadeza alguna, bien a lo bestia. A tal grado que ya no pude contenerme más y me vine completamente dentro de su linda y carnosa boca.
Apenas terminamos, Miriam de un salto salió para el baño, ocultándose bajo la misma sabana, que había usado para taparse antes de los masajes.
Yo por mi parte quedé bien satisfecho, aunque con verdaderas intenciones de seguir un segundo asalto. Esa bella gordita me tenía loco, pero no sé qué pasó si fue el tequila o lo caliente de nuestra primera relación que me he quedado dormido como un tronco.
A la mañana al levantarme, sobre la mesa se encontraba un sabroso y caliente desayuno, el cual devoré sin tan siquiera ponerme la ropa que ya se había secado, solamente estaba usando la toalla sobre mi cintura.
Al ver a Miriam la boca se me hizo agua, y no de hambre precisamente. Cuando le pregunté si deseaba que le diera otro masaje, su respuesta me dejó confundido. “Yo si quiero otro masaje, pero querrás tu dármelo después de que te diga algo.”
La verdad no me pasó por la mente lo que ella me dijo en ese instante, sencillamente no podía creer que ella fuera un él. Hasta quise pensar que me quería bacilar, pero cuando con gran delicadez se levantó la bata que estaba usando.
Me quedé sorprendido, si tenía una verga más bien un pene, pero no nada del otro mundo, más bien se podía decir que era entre pequeño y chico.
Todo su alrededor al igual que el resto del cuerpo de Miriam se encontraba depilado. Ha ella le corrían las lágrimas por su lindo y regordete rostro, digo a ella porque para mí Miriam sencillamente es toda una mujer, no por lo que hicimos en la cama, sino porque, aunque me precio de tener buena vista para darme cuenta de cuando estoy frente a un travesti, transformista, transgénero o como los quieran llamar, hasta que ella no me lo dijo y lo vi con mis propios ojos no lo podía creer.
Así que, en lugar de encolerizarme, y salir de la casa mentando madres, me acerqué a ella, la tomé de las manos y la conduje a su habitación donde mientras nos besábamos, lentamente se fue colocando para que yo la volviera a ensartar con mi verga.
Mi relación con Miriam era algo esporádica, ocasionalmente cuando viajaba a México y tenía la oportunidad de pasar por Poza Rica en el estado de Veracruz, es que podía visitarla.
Pero ya la última ocasión me dijo llorando con todo el dolor de su alma mientras teníamos una ardiente sesión se sexo, que había conocido a un buen chico que la aceptaba tal y como ella era, por el respeto que le tenía a su novio, había decidido el terminar nuestra relación.
Hasta estaba pensando en serio hacer el cambio de documentación, para casarse por lo civil. Actualmente llevo un tiempo que no se de ella, pero desde el fondo de mi corazón, le deseo a ella y a su marido la mejor de las suertes y bendiciones.
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