Una Ración De Chorizo, Por Favor!
Christopher miraba sin poder creerlo, el notorio bulto de esa exótica mesera negra; que sonreía disimuladamente mientras anotaba los pedidos y de reojo observaba al adolescente sentado a su lado y en donde tenía la mirada….
El viaje hasta ese momento estaba siendo algo monótono y aburrido para Christopher, que no hacía nada más que mirar por la ventana de la camioneta, sin señal en el teléfono y con batería escasa como para acabarla en solo 30 minutos. Iban de camino por el interior del país hasta una finca que pertenecía a uno de sus tíos, que viajaba en otra camioneta justo detrás de ellos. El adolescente pálido y de cabello castaño viajaba junto a sus padres y una de sus primas cuando de repente se dejó oír la voz de Oriana a su lado.
“Mira tía, creo que esa es una cachapera, deberíamos parar aquí y almorzar,” dijo la muchacha de 15 años, un año mayor que Christopher.
“Seguro que si, además ya empiezo a tener algo de hambre y aún falta camino,” respondió su tía, la madre de Christopher, mirando a su esposo que manejaba.
“Pues una cachapa bien resuelta, quesito guayanés y cochino no me caería mal,” comentó el papá de Chris, que comenzó a bajar la velocidad y puso la intermitente para cruzar y parar.
Christopher resopló algo molesto, habría preferido quedarse en casa mirando porno y matándose a pajas pero era lo que tenía al ser un chamo muy rebelde y sin mucha confianza de sus padres y no dijo nada. Mientras ambos vehículos se estacionaban frente al restaurante y la familia estiraba las piernas y charlaban animadamente, el muchacho se desperezó y esperó a que se decidieran a entrar al negocio.
El adolescente, además de blanco, era un jovencito delgado y agraciado. Su cara carecía del típico acné que muchos de sus conocidos tenían o de vello facial; su rostro era terso y bien suave, característica heredada de su mamá, hija de inmigrantes italianos. Sus ojos eran color miel y sus labios, finos y con un tono de rojo que daba la impresión a primera vista de estar pintados pero en absoluto. Llevaba puesta una camisa deportiva de su equipo de fútbol favorito y bermuda estilo casual color negro; que dejaba al descubierto sus blancas extremidades.
Pronto les llegó a todos el delicioso olor de cachapa en budare y cochino frito, lo cual solo aumentó las ganas de comer de todos. Al ver el concurrido grupo que llegaba, el dueño del negocio ordenó a otros dos jóvenes que colocasen dos mesas juntas para la familia con sus respectivas sillas. Hacía bastante calor y Christopher, acostumbrado a la comodidad del aire acondicionado; comenzaba a transpirar levemente.
Habían otras dos mesas ocupadas, lo cual no era de extrañarse por lo apartado del lugar; y viendo las pintas que llevaban los clientes, el dueño de la cachapera dedujo que eran gente de plata y buscaba atenderles de la mejor manera posible. Christopher se sentó en uno de los extremos de la mesa, con su prima Oriana a la izquierda y el pequeño Piero a la derecha. En tanto se acomodaban y conversaban, les llegó la mesera que iba a anotar su pedido.
“Muy buenas tardes, ya la familia está lista para pedir? Tenemos de todo, cachapas, cochino frito en su punto, un queso que ni les cuento, tienen que probarlo; y el mejor chorizo traído del oriente… pidan, que aquí estamos pa’ servirles!” dijo la voz alegre de la mesera, de pie al lado de Christopher.
Mientras el padre de Chris y su hermano sacaban cuentas de cuántas cachapas, queso y cochino se iban a pedir; el adolescente apenas les prestaba atención. Sacó su teléfono apagado del bolsillo y se miró en la pantalla, acomodándose el cabello y secándose alguna gota de sudor en la frente, en tanto se miraba de perfil para comprobar que estaba presentable… y fue cuando se dio cuenta de algo que nadie parecía haber notado.
Primero, levantó la miraba para ver a la mujer. Era una mujer joven, negra, de cabello largo enredado, labios carnosos y ojos negros brillantes. Llevaba una camisa azul oscura, que no podía disimular el par de grandes tetas firmes bajo el sostén, además que estaba bien ceñida a su torso lleno de curvas. Por último, vestía un legging rosa que marcaba cada centímetro de sus caderas, piernas firmes y aunque no era capaz de verlo, un culo grande y redondo que daban ganas de hundir la cara entre esas carnosas nalgas.
Pero precisamente, por lo apretado del legging fue por lo que Christopher se había paralizado. Y es que, en la entrepierna de esa mujer se podía apreciar algo más, algo que a sabiendas o no; era incapaz de ocultar.
Christopher miraba sin poder creerlo, el notorio bulto de esa exótica mesera negra de pueblo; que sonreía disimuladamente mientras anotaba los pedidos y de reojo observaba al adolescente sentado a su lado y en donde tenía la mirada, consciente de que algo había visto por la pantalla del teléfono y que los demás no le paraban en absoluto.
“Bien, en menos de lo que canta un gallo ya estará todo listo. Si necesitan algo más, me llaman que aquí les atiendo,” dijo la mesera mientras se daba vuelta y regresaba a llevar el pedido. Christopher pudo comprobar también el señor culo que esa mujer se gastaba.
Mientras los demás seguían hablando y comentando que actividades realizarían al llegar a la finca, Christopher aún permanecía en shock por lo que había visto. “Que nadie más se había dado cuenta?” se preguntaba el adolescente para sí. Como había prometido, la comida estuvo en la mesa en un santiamén y en tanto los demás disfrutaban un montón de la deliciosa comida, Christopher comía algo despacio y en par de ocasiones se atrevió a mirar por encima de su hombro y, comprobar que la mesera no le quitaba el ojo.
Sin embargo, el papá de Christopher se percató que algo se le había pasado por alto.
“Coño, se me olvido pedir los chorizos. Christopher, anda y pídele a la mesera que traiga una ración,” dijo su papá luego de apurar un trago de refresco.
Con flojera el muchacho se puso de pie y recorrió el corto trayecto de la mesa hasta un mesón alto y rustico donde estaba la mesera, que sonrió aún más al verle ir hacia ella.
Era un poco más alta que él, y el chamo no supo que hacer más que mirar instintivamente a su entrepierna, y en efecto confirmar lo que había visto con anterioridad.
“Que necesitas, mi lindo?” preguntó ella sonriente y jovial, haciendo caso omiso a la indiscreción del jovencito.
“Eh…” tardó en responder Christopher porque no le podía quitar los ojos a ese bulto extraño en ella y a la vez familiar, en otro cuerpo claro. “U-una ración de chorizos, por favor,” añadió con vergüenza el joven y volvió a levantar la mirada.
Volteándose a ver a otra trabajadora de la cocina detrás del mesón, exclamó.
“Una ración de chorizos, para la mesa familiar!”
Nuevamente clavó los ojos en el simpático muchacho y volvió a hablar.
“Y qué te parece nuestra comida?”
“Bien… rica…” apenas pudo balbucear Christopher, sentía un nudo en la garganta; esa mesera aparte que estaba buena… aquella mercancía simplemente le tenía desubicado.
“Y dime chico… te gusta el chorizo?” preguntó la mesera con picardía, tirando una indirecta con todo el descaro, tanta miradita tenía que ser por algo y no quería dejar pasar el chance; y menos con un catirito de ciudad como el que estaba frente a ella.
“Yo… pues… n-no mucho, la verdad…” respondió Christopher en voz baja, mirándola a la cara y luego a aquel amenazador paquete que poco a poco, empezaba a despertar de su letargo.
“Pues fíjate mi catire bello, te tengo un chorizo con natilla bien sabroso que te va a encantar. Esta así como pa’ ti pues,” murmuró ella, guiñando un ojo y al mismo tiempo se llevaba una mano a su pelvis, masajeando y apretando un poco aquel trozo de carne que el legging ya no podía esconder.
Christopher entreabrió los labios, e inconscientemente su lengua los humedeció un poco. Por fortuna, ni en las otras mesas ni en la de su familia estaban parando bolas a aquella llamativa seducción. Haciéndole señas con la mirada, el chamo torpemente la empezó a seguir a la parte trasera del restaurante, en tanto la mesera le decía a la misma señora que estaba atendiendo el budare y la parrillera.
“Ya vengo señora Carmen. Voy a enseñarle al muchacho donde esta el baño.”
Continuará…
Bravoooo!!!! quiero la 2da parte ahora ya!!! Iré a ver si ya esta.