Vacaciones con los primos I – Introducción
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por chicochica.
Terminé con mi novio, terminé la prepa y llegaron las vacaciones de verano; mis papás decidieron que debíamos visitar familia cerca de Mazatlán, específicamente, en un pequeño poblado llamado El Quelite. A mí me pareció una excelente idea porque me ayudaría a despejar mi mente y a tratar de decidir lo que haría con mi vida; no estaba del todo seguro de querer seguir llevando una doble vida ni cómo podría hacerlo ahora que ya no tenía pareja.
Salimos de madrugada, el viaje transcurrió de lo más normal y llegamos casí a las 12 del día al pintoresco pueblo, con sus calles empedradas y nos dirigimos a una casona muy antigua donde nos recibió mi tía Domitila, con su esposo Julián y sus hijos Lulú de 18 años y Fabían de 17 (igual que yo); rápidamente nos ayudaron a acomodarnos en nuestras habitaciones.
Después de comer, todos fuimos a una playa cerca de Mármol de Salcido, como a 25 minutos de El Quelite; para ser sinceros, no me agradó mucho porque había muchas rocas, pero no importó, nos pusimos los trajes de baño y nos metimos al agua cálida.
Lulú no tardó en darse cuenta de la carencia de vello en mi cuerpo y me preguntó si era lampiño; la respuesta fue la misma que le inventé en su momento a mis padres: Sudo mucho y mi piel tiende a generar hongos, hace tiempo yo era todo un "atleta": pie de atleta, ingle de atleta, axilas de atleta, etc.; todo eso era verdad; un dermátologo me recomendó depilarme para superar el problema; esto último lo inventé y me ha funcionado hasta ahora.
Si bien, había algo de cierto en ello, la causa de esas afecciones no era solo por el sudor, sino por una etapa de mi vida en la que la higiene adecuada no formaba parte de mis hábitos cotidianos; eso cambió cuando descubrí mi lado femenino; tenía que acercarme a la pulcritud si quería que mi imagen de chica pareciera lo más real posible.
Luego de esa explicación, mis primos se me quedaban viendo y reían entre ellos, aunque no me decían nada. Más tarde me enteré que me veían muy "delicadito" y "refinado", aunque siempre he tratado de ser "normal" en mi rol de chico, nunca he sido afeminado, pero mi apariencia no ayuda con esto.
Regresamos a casa de mi tía, donde ya nos esperaba Lalo, el novio de Lulú, que es de Mazatlán. Durante la cena, mis padres hablaban de visitar a otros familiares en poblados cercanos, mientras Fabián, Lulú y Lalo sugerían que nosotros fuéramos a algún antro; fue difícil convencer a los adultos, pero al final estuvieron de acuerdo, sobre todo porque el novio de mi prima, de 20 años, juró que nos cuidaría y vería que nos portáramos bien.
Al día siguiente (jueves) por la mañana hablamos del plan: Pasar el día en Mazatlán, visitar el malecón, el puerto, el acuario y, por la noche, ir a Sr. Frogs; el problema es que yo iba escaso de fondos y no podría costearme el cover, mucho menos las bebidas, sabiendo que es un lugar caro.
– A ver cómo le hacemos, primo – dijo Lalo – de una u otra forma lo solucionaremos
– Según recuerdo, las mujeres no pagan cover – dijo Fabián con una sonrisa maliciosa
– Sí – respondí – pero eso solo vale para tu hermana
– Yo te puedo prestar ropa, primo – dijo Lulú secundando la moción de su hermano, mientras su novio parecía no entender
– ¡Ah, no!, ¿cómo crees? – respondí tratando de parecer molesto y ocultar mi excitación – ¡yo no me voy a vestir de mujer!
– Mira, Alex – dijo Fabián en tono tranquilizador – eres delgado, tienes cabello largo, bonito trasero y buena pierna, seguro que sí pasas por chica
Mientras mi primo y yo discutíamos mis características físicas, Lulú le explicaba algo a su novio, seguramente lo ponía al tanto de lo que vieron en mí cuando estábamos en la playa.
– Supongamos que lo hago – dije – eso me libera de pagar el cover, pero no el consumo
– No te preocupes – replicó Fabián – si vas de chica, serás mi pareja y me corresponderá cubrir tus gastos
– ¡No se diga más! – acotó Lalo – vámonos de una vez si queremos aprovechar el día
– Sí, amor, pero recuerda que vamos a quedarnos en tu casa – dijo Lulú – deberíamos salir desde aquí como dos parejas
– ¡Hey, esperen! – traté de defenderme
– Tú cállate, primo – dijo Fabián – verás que la pasamos a toda madre
Aclaro que "me resistí", aunque no con mucha convicción, simplemente no quería ponerme en evidencia tan fácilmente; aunque ellos no parecían ser tan prejuiciosos como la gente de mi pueblo, tampoco quería que se enteraran de lo puto que soy, al menos no sin dar pelea.
Los tres me llevaron al cuarto de mi prima para escoger mi atuendo; entre avergonzado y excitado por la oportunidad de pasar el día como chica le pedí a Lulú que ella eligiera lo que creyera más adecuado, ella era la que conocía los lugares a los que iríamos y sabría lo que me vendría mejor.
El nuevo reto era que debía salir de casa de mi tía como Alex y transformarme en Lorena en los 40 minutos que duraba el viaje a casa de Lalo; me puse un short, una playera tipo polo y unas sandalias de cuero. Ya en la carretera, Lulú me pasó un vestido floreado de algodón, sin mangas, que más bien parecía una camiseta de basquetbolista pero larga y muy pegada al cuerpo. Me quité la playera, me puse el vestido y luego me quité el short, acomodando mi pene entre los testículos y apretándolo bien bajo mi trusa de licra.
– Esto no va a funcionar – dije – ¡no tengo tetas!
Todos comenzaron a reír y mi prima sacó un brasiere de su maleta y me lo dio junto con un par de calcetines para usarlos de relleno; Fabián me ayudó a ponérmelo sin quitarme el vestido y soltó mi cabello. Al llegar a Mazatlán, Lulú me ayudó con peinado y maquillaje; ya me sentía y estaba lista para disfrutar mi día fuera del clóset.
– ¡Guau, prima! – exclamó Lalo – si no anduviera con Lulú si te tiraba los perros – reímos todos
Entramos a casa de Lalo y nos recibió, Doña Juana, su mamá:
– Hola, chicos, ¿cómo están?
– Muy bien señora – contestó Lulú – mire, le presento a mi prima… (pausa incómoda)
– ¡Lorena! – me apresuré a decir – mucho gusto, señora
– ¡Qué linda chica!, vengan tú y Lulú, les voy a decir dónde van a dormir
– Pero, mamá – dijo Lalo – Lulú se queda conmigo y Lorena con Fabián
– ¡No, señor!, esta es una casa decente y las chicas dormirán aparte
Creo que los cuatro pusimos cara de decepción, de una forma u otra, todos esperábamos tener acción, pero la suegra de mi prima no lo permitiría, así que dejamos el equipaje en nuestras respectivas recámaras, comimos y salimos de ahí lo más pronto posible para aprovechar el tiempo; la primera parada fue el acuario y, por fortuna, pudimos ver el espectáculo de lobos marinos. Lo curioso fue que mi primo estuvo muy caballeroso todo el tiempo, cediéndome el paso, abriendo puertas y comprándome recuerdos; por supuesto, aprovechaba cada oportunidad que tenía para abrazarme y decirme que me veía muy bien.
Después fuimos a caminar al malecón y Fabián me tomó de la mano; realmente me estaba tratando como si yo fuera una chica y estuviéramos en una cita. Debo decir que el romanticismo es parte fundamental de mis relaciones con hombres, rara vez me dejo llevar solo por el deseo; esto me estaba gustando cada vez más.
Volvimos a casa de Lalo para cambiarnos; entré a la recámara con mi prima y "juntas" vimos lo que había empacado:
– ¿Tienes inconveniente en compartir tu lencería conmigo? – pregunté y agregué – es que es difícil esconder a mi amiguito con esta licra, además de que trajiste puras minifaldas y se podría salir por debajo
– ¡Ay, primita! – contestó con tono burlón – no me digas que ya tienes experiencia en esto
– Algún día te contaré – contesté y ambas reímos
Elegí una minifalda de mezclilla, blusa sin mangas rosa con blanco, calcetas blancas, tenis tipo Converse y, por supuesto, un conjunto de brasiere y pantaleta de satín y encaje en color rosa. Parecíamos un par de amigas preparándose para ir juntas a una fiesta, hablábamos de tonterías y nos ayudábamos mutuamente a vestirnos. Esta vez me maquillé y peiné yo sola, porque sé que es lo que me hace ver más natural y me puse un par de aretes de broche con forma de delfín que compré en el acuario, bueno, yo los escogí pero Fabián los pagó.
Al bajar a la sala, los chicos ya nos estaban esperando y ambos me recorrieron con la mirada como si quisieran comerme. Subimos a la camioneta y nos dirigimos al Sr. Frogs. En todo el trayecto Fabían tenía su vista fija en mí, especialmente en mis piernas, me llevaba abrazada y no dejaba de sonreirme.
Eran como las 11 de la noche, entramos al lugar sin mayor problema, ni siquiera nos pidieron comprobar la edad… y sin pagar cover, porque no era temporada alta
– Primo, ¿tú ya sabías esto? – pregunté a Fabían mientras la otra parejita se miraba y reía con expresión de complicidad
– Sí, Lorena – contestó – perdóname, pero no podía dejar pasar la oportunidad de verte así – me regaló una sonrisa tan sincera y pícara que me doblegó y tuve que dejar de fingir enojo
Nos asignaron mesa en el rincón más oscuro del lugar, los chicos ordenaron por nosotras; a mí me trajeron una bebida tipo margarita sabor cereza, deliciosa y refrescante. Lalo y Lulú se abrazaban y besaban cada 5 segundos, hablábamos de tonterías, que si el clima, que si la delincuencia en la zona y cosas así. No me di cuenta en qué momento Fabián comenzó a acariciarme una pierna; a veces cruzábamos miradas y sonreíamos.
Nos paramos a bailar al escuchar las primeras notas de una canción de Julión Alvarez, el espacio era reducido y quedamos muy pegados; yo con mi mano izquierda libre y la derecha sobre el hombro de Fabián, él con su mano derecha libre y la izquierda en mi cintura, pero a veces se volvía juguetona y bajaba a mis glúteos para luego regresar, mientras él respiraba en mi cuello y, ocasionalmente, en mi oreja, produciéndome una inevitable excitación.
Regresamos sudorosos a la mesa, pedimos más bebida y ya Fabián no era tan recatado para abrazarme o acariciar mis piernas. Se veía que moría de ganas por besarme y yo también lo quería, pero la presencia de mi prima y su novio era como un freno de mano para nuestros deseos.
Para colmo de males, mi excitación iba en aumento al percatarme de que Lulú acariciaba el bulto entre las piernas de su novio y creo que Fabián estaba tan entretenido conmigo que ni lo notaba, solo tenía ojos para mí. En un movimiento rápido, Lalo bajó el cierre de su pantalón y alcance a ver un pene de considerables dimensiones y que mi prima, ni tarda ni perezosa se apresuró a tomar entre sus manos para masajearlo.
– Me siento un poco mareada – dijo Lulú no muy convincente
– Recuéstate un poco amor – fue la respuesta de Lalo
Yo fingía no ver, pero hice que mi primo se acercara más a mí para intentar que nadie descubriera lo que estaba pasando en ese rincón.
La cabeza de Lulú se movía de arriba a abajo y era imposible ocultar que estaba mamando la verga de Lalo, quien solo recorría el lugar con los ojos para asegurarse de que nadie los veía; no sé si yo fui la única que se enteró de esto, pero se me estaba antojando cada vez más hacerlo yo también.
Mi prima aceleró sus movimientos, su novio cerró los ojos y no pudo ocultar su orgasmo por los espasmos que recorrían todo su cuerpo, aunados a un sudor copioso y leves gemidos que intentaba ahogar mordiéndose el labio inferior. Entre tanto, la mano de Lalo volvia a recorrer mis piernas y casi llegaba a tocar mi pequeño pene, luego la retiró y repitió la operación un par de veces, haciendome desearlo cada vez más.
Finalmente Lulú se incorporó y me dedicó una sonrisa lujuriosa, acompañada de un guiño de complicidad; con un dedo retiré restos de semen de la comisura de sus labios, lo llevé a mi boca y lo saboreé como si fuera el más exclusivo y exquisito postre… yo también le guiñé un ojo y creo que los chicos ni se enteraron.
Nuevamente Fabián me llevó a bailar y, aunque la música era electrónica y muy movida, estábamos abrazados, como si fuera una balada, mejilla con mejilla, mis dos brazos en sus hombros, su pene sobándose en mis muslos, sus dos manos en mi cintura y, en breves lapsos, reconociendo las suaves curvas de mi trasero, mientras sus labios recogían el sudor salado de mi cuello cuando lo besaba.
– Lorena, me gustas mucho – susurró en mi oído
– Pero… recuerda que somos primos – contesté, haciendo énfasis en la palabra PRIMOS, dándole a entender que no solo se trataba de incesto, sino de una relación hombre con "hombre"
– Eso no me importa – respondió
– ¿Estás seguro? – pregunté y nos vimos brevemente interrumpidos por Lalo y Lulú que ya habían pagado la cuenta y nos hacían señas de que nos esperarían afuera
– Sí, muy seguro – contestó – es más… – hizo una pausa y yo lo miraba con expectativa – ¿quieres ser mi novia?
– Fabián, ¿qué estás diciendo?
– Mira, me encantaría que seas mi novia mientras estés aquí, no solo esta vez, sino cada que vengas a visitarnos
– Pero… – traté de encontrar algo para argumentar y él me interrumpió
– Será una o dos semanas por año, pero te aseguro que tú serás mi dama y yo tu caballero
Con estas palabras me desarmó, ya estaban en juego todos los elementos que me hacen soñar con una relación y no podía negar que Fabián me gustaba, era un poco más alto que yo, moreno, fornido y tenía unos ojos castaños que movían todas las fibras de mi ser cuando me miraba fijamente.
– Entonces, ¿aceptas ser mi novia vacacional?
– Sí, acepto
Nos dimos un beso tierno y, a la vez, apasionado; por unos segundos, nuestras lenguas se fundieron en una sola mientras explorábamos la boca del otro. Salimos abrazados a donde nos esperaban Lalo y Lulú. No hubo necesidad de hablar, ellos estaban tan excitados como nosotros planeando lo que pasaría más tarde, en la cama. Con lo que no contábamos era con Doña Juana, que a las 2:30am nos esperaba despierta para asegurarse de que dormiríamos en los cuartos que ella nos asignó.
Continuará…
Nota: Todos sus comentarios y críticas son bienvenidos, seguramente me serán de utilidad para mejorar en siguientes relatos.
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