ALEX Y RICKY
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Corría el año de 1997, cuando todo esto pasó en honor a la verdad, si, fue en un pueblo rural del estado donde nací en una pequeña propiedad agrícola de mis humildes abuelos, era inocente como todo niño de campo a mis ocho años, donde los niños mayores nos decían lo que teníamos que hacer, recuerdo muy claramente esto en los juegos que hacáimos libremente en un ambiente sano, desde muy pequeño tenía amistad con los niños hijos de los patrones de la hacienda donde trabajaban mis padres
Mi mamá le hacía a la cocina y mi papá era vaquero arreador de vacas, yo, en lo que podía ayudaba con tareas menores especialmente dentro de esa casa grandota, me acuerdo como si fuera hoy ordenando mis ideas viendo a don Nicanor Leobardo el dueño un anciano que pasaba los setenta años, robusto como su mujer de casi la misma edad, vivía feliz con sus consideraciones, para mi cumpleaños me regalaban calzado o vestimenta, allí se hacía manjar, queso, dulces de leche y mermeladas, tenían un gran corral de gallinas de campo, un establo muy grande y ni hablar del granero que era también especie de bodega donde se guardaban las herramientas de labranza, a los niños como yo se nos daba fácil acceso a esos lugares porque ayudábamos a los mayores en sus tareas agrícolas y ganaderas
Así pasé mi vida como se las estoy compartiendo, recuerdo también la llegada de los familiares de los ancianos patrones, eran muchos, los más grandes eran mandones con nosotros, a mi me tocaba a obedecerles muy resignado viendo la cara pasiva de mi mamá y papá, en ese entonces yo era el mayor junto con dos hermanos que me seguían y mi mamá tenía embarazo, me acuerdo de sus pies hinchados, de su molestia al caminar, los patrones me decían que era muy curioso e inteligente y eso se demostraría años despúes en el colegio y ahora en la universidad.
Fue en aquella soleada tarde en la que fui a recolectar frutas para los familiares de los patrones, recuerdo que mi papá llevaba el costal junto con otros trabajadores, la casa de los patrones quedaba lejos, yo iba con otros amigos cuando a uno de ellos se le ocurre insinuar para bañarnos en la compuerta del canal de riego que pasaba por la propiedad, los adultos nos dieron permiso y corrimos, yo era el más pequeño del grupo y caí raspándome las rodillas, los otros de lejos se burlaban de mi torpeza y corrieron dejándome solo, me resigné a trotar y terminar por caminar, me acordé de un atajo entre la plantación de cacao y tomé el sendero, fue ahí donde todo empezó, y digo esto porque cerca de donde andaba escuché el crujir de hojas y ramas secas, alcancé a ver a uno de los molestosos nietos del patrón que vivían en la capital del estado y se daban a muy muy, su nombre es Leobardo que por aquel tiempo tenía catorce años, era el nieto favorito de los ancianos por parecerse más a ellos, piel blanca, pelo castaño claro, alto, delgado, muy delicado al hablar y al caminar, engreído, recién llegado con sus padres de los Estados Unidos, iba acompañado por uno de sus primitos que se llama Alejandro que por ese entonces tenía cuatro años, yo como ya conocía a Leobardo por lo molestoso que era con su autoritarismo heredado de sus chocantes padres presumidos lo que hice fue esconderme evitando que me moleste, quise apartarme de ellos pero vio algo que me llamaba la atención y era que Leobardo le iba pasando las manos por el culo a su primo, cada vez regresaba a ver como si se apartase para que no lo vieran
Vi que se metía las manos en su pantalón jean, mi curiosidad primó sobre mis temores, así que me dio por seguirlos, no caminaron mucho luego de correr tomados de la mano los dos primos hasta llegar a un montarral donde había un claro entre la plantación, habían llegado a los linderos de la propiedad a unos terrenos abandonados por el cultivo, el lugar quedaba apartado, lo recuerdo claramente, Leobardo se bajó el pantalón y la trusa orinando frente al tronco del árbol, le vi su culo blanco como ese pene haciéndolo mover con las manos, recuerdo que la ropa le quedó en los tobillos, el niño quiso también orinar y su primo le bajó pantalón y trusa a los tobillos, Leobardo se acostó en el suelo estirándose el pene bajo la sombra del árbol viéndolo a “Alexito” como le decían sus tías chochas a Alejandro, me inquieté cuando vi a Alejandro que se acostaba sobre Leobardo, ambas caderas estaban unidas con los penes haciéndose frotes, después los vi sentados con sus culos blancos sobre el suelo sacándose el calzado, pantalón y trusa quedando descubierto medio cuerpo con calcetines puestos, mi sorpresa fue mayor al momento en que vi a Leobardo acostando d epecho a tierra a su primito y después entallando el pene en el culito de cinco años, ese pene con pelitos que se deslizaba por el culito hasta que lo vi hacerse a un lado agitando el pene muy rápido con las manos, quietecito estaba Alejandrito con un liquido brilloso en la espalda
Leobardo sacó papel del bolsillo y se limpió el pene luego fue a pasarlo por la espalda de su primito, se sentaron a ponerse la trusa y el pantalón jean, caminaron aprisa por el lugar, yo salí en carrera y no me detuve hasta llegar a la compuerta del canal, sopresa para mi viendo a los hijos del patrón, sus esposas e hijos que se bañaban, al rato se acercan los dos primos, recuerdo que con mis amiguitos me bañé más abajo donde estaban ellos, me di cuenta que Leobardo estaba en trusa y desnudos los primos pequeños incluyendo Alejandro, jugaban brinacando, a las lanzadas de clavados, cuando los alzaba los detenía para que su pene tieso por la tela de roces sobre el culito, mis amiguitos ya se iban, yo decidí quedarme un rato más, me quedé con un amiguito que se llama Gonzalo, es de mi edad, jugamos a las carreras en el agua por ese amplio canal de riego, Leobardo ahora por las orillas corría con los primos que se lanzaban al agua, los adultos estaban en lo suyo conversando en grupos, de vez en cuando se percataban de la seguridad de los niños, estaban en familia, Leobardo corrió siguiendo a Ricardo de cinco años, un niño de piel morena clara pelo negro ondulado, ojos cafés, gruesito, pasaban por donde nos bañábamos muy lejos de los adultos, al atraparlo lo llevaba al niño alzado abrazado por detrás el culito escurrido de agua era rozado por el pene erecto de Leobardo, después lo llevaba caminando abrazandolo por atrás bien apegado su pene rozando la espalda, mi amiguito y yo salimos hacia nuestras humildes casas.
Recuerdo que por ese tiempo recién habían puesto luz eléctrica en el sector, así las fiestas eran más dinámicas, en el parque del pueblo hacían bailes populares, el patrón y su familia eran muy considerados por los habitantes, era costumbre el baño previo ida al baile, me gustaba ver los fuegos artificiales antes de la verbena, correteaba con mis amiguitos por el parque viendo la animales con fuegos artificiales, los danzarines, fue en una elección de la reina del pueblo, estaban dispuestas y a la orden las sillas y mesas especiales para la familia de don Nicanor Leobardo, los adultos bebían cerveza y ron y los niño bebían gaseosas, algunos ya muy entrada la noche dormían en el regazo de las madres, Leobardo llevó de la mano a su primo Ricardo detrás de unas construcciones abandonadas donde era un improvisado urinario, mi curiosidad y mi juicio hizo que discretamente los siguise para ver lo que me imaginaba iba a pasar porque lo vi a Leobardo manoseándose el pene, la tía le había poedido a su sobrino para que llevase al niño a orinar con mucha confianza, lejos estaría en pensar que Leobardo le desabotonó y bajó el zipper del pantalón liberándole el pene al niño para que orine
La oscuridad y lo apartado del lugar en donde lo llevó dentro del monte hizo que con seguridad Leobardo se baje el pantalón orinando junto a su primo, escuché un crujir de pasos a mi lado, me asusté cuando vi a mi amigo Gonzalo que me había puesto una mano en mi hombro sujetándose de mí para no caerse por ese piso irregular con restos de tejas, ya el pene de Leobardo estaba rozando el traserito del cuerpo encorvado de Ricardito, lo puso en posición perrito y el niño se iba para adelante pese a lo sujeto que tenía agarrado de la cintura, pese a lo oscuro pude ver borrosamente el movimiento de los cuerpos, lentamente lo hacía acostar al niño diciéndole que rápido, se acostó sobre el niño por unos instantes viendo alzar y bajar el culo de Leobardo, Ricardito gemía, luego se levantaron pero Leobardo agitaba el pene que se limpiaba con papel higienico, el niño se subió la trusa y el pantaloncito corto, mi amiguito sonreía viendo eso, al regresar a ver atrás vi a dos amiguitos más que se reían, vimos irse caminando rápido a los dos primos,salimos nosotros por otro lado, recuerdo que jugué con normalidad con mis amiguitos, en mí quedó aquella inquietud que se ampliaría meses después.
Aspiro a sus comentarios, por favor.
Saludos
Teobaldo Basiliso
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