Allí estaba yo, agachado junto a la puerta
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por zinedin.
Hacía frío en aquella madrugada de sábado pero notaba la cara caliente. Además de la policía, ¿quién más quedaba por aparecer en aquella retirada área de descanso?
Afortunadamente la patrulla prosiguió su marcha. No repararon tampoco en el megane amarillo limón que estaba aparcado aproximadamente cien metros más atrás. Otra parejita mas.
La humedad de la arena del suelo había traspasado mis pantalones vaqueros y hacía tiempo que ya la sentía clavarse en mis rodillas y ahora también en las palmas de mis manos. Volverán.
Tenía grabada la imagen de la sirena azul y las luces de pare en mi retina. Mejor me aparto de la puerta y me escondo detrás de aquel árbol cercano. Lancé una última mirada al retrovisor para ver qué ocurría en el interior del coche, aunque no pude ver nada . Me giré, agachado como estaba y aunque ya para entonces casi había perdido todo mi pudor, practicamente a gatas me oculté detrás de un árbol cercano.
Permanecí con la bragueta bajada, pero esta vez de pie apoyado en el árbol. Me toqué y ya no estaba erecta. Miré hacia el coche que estaba a menos de diez metros de distancia y distinguí la figura de una mujer que se incorporaba. Sus brazos resaltaban sobre un ligero vestido oscuro de tirantes.
Todo sucedió como lo habíamos planeado…, o casi . Ella no debía saber que estábamos compinchados. Fumarían un cigarro y pasados diez minutos yo me acercaría con discreción y podría mirar.
Y allí estaba yo agachado observando por la ventana del coche. Había tardado bastante más de diez minutos en acercarme, imagino que por un exceso de discreción agudizado por la indecisión del novato. Él estaba recostado en el asiento delantero previamente abatido. Y a través del cristal, a apenas cuarenta centímetros, lo pude ver dividiendo la redondez de aquellas nalgas.
Tenía un coño bonito, de los que salen dibujados en los comics de Manara, pensé mientras nerviosamente me resultaba complicado sacarme la polla. Jamás había estado tan excitado.
Esa noche había tardado más de media hora en ducharme. La erección hacía que el deslizar de la cuchilla fuera más fluido pero más peligroso dado el grosor de aquellas venas. ¿Es así como se prepara una cita especial?. Había estado varias veces a punto de correrme ya que no podía evitar tocarme mientras el agua caliente hacía rebosar el sumidero de pelillos hasta casi atrancarlo.
La imagen se hizo realidad a medida que descendía la ventanilla. ¿Te gustaría que te lo comieran , cariño?. Se lo había preguntado a ella. No hubo contestación pero apenas tuve tiempo para quitarme las gafas. Mi propia excitación no me impidió sentir una rítmica oscilación de sus caderas pese a que la presión sobre mi cara y cierta timidez me impidió actuar como realmente hubiera querido. Un leve suspiro seguido de un profundo gemido. Y de repente, un destello de luces; me tengo que agachar.
De pie, apoyado en aquel árbol, noté que la excitación recorría de nuevo mi estómago.
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