ATRÉVETE, por ErotikaLectura
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por ErotikaLectura.
Tengo un contacto en mi messenger que me trae loca; para referirme a ella la llamaré caperucita o cape en mi manía de acortar siempre los nicks. No es que seamos lesbianas, al menos de momento, pero la verdad es que nos traemos un jueguecito que nos mantiene sexualmente muy, muy unidas; y eso es lo que quiero compartir con vosotros, la historia de nuestra particular relación, y lo hago con la intención de dedicársela a ella. Un beso Caperucita.
Érase una vez una mujer. Inteligente, sensible, coherente, divertida, equilibrada, serena, y con buen uso de las palabras. Eso es lo que vi cuando leí sus opiniones, ¿cómo sería si conseguía leer sus fantasías? La cuestión es que llamó mi atención y por eso me puse en contacto con ella. Mantuvimos correos dispersos durante un tiempo hasta que un amigo común y el azar de una madrugada nos juntó.
El aprecio y respeto que nos teníamos era mutuo, pero lo mejor fue la conexión que se estableció entre nosotras; esa que tienes con una vieja amiga, la de quien te entiende y comparte tus bromas, desvaríos y ritmo de conversación. Vamos, que entramos en sintonía nada más contactar.
Desde ese día comenzamos a hablar por messenger con asiduidad. Nos reíamos muchísimo y nos robábamos horas de sueño sólo por el gusto de decirnos lo primero que se nos ocurría y descubrir que la otra lo entendía con todas las entonaciones y matices de una conversación a viva voz.
Nos escuchamos las voces, nos conocimos las caras y empezamos a hacernos confidencias.
Ese fue el pistoletazo de salida para la carrera que estaban preparando nuestras imaginaciones. Echaron a correr compitiendo por encontrar la fantasía que más podía encajarle a la otra a partir de lo que hasta el momento habíamos hablado. En un momento de la conversación le dije:
– Estaría bien que mañana te fueses a un sex-shop y te comprases un vibrador enorme después de preguntarle al dependiente cuál te aconseja.
Después de reírse se quedó sin escribir nada durante un rato, cosa rara en ella que tiene palabra fácil y dedos ágiles; pensé que se había caído la conexión o que se había distraído con algo y como era bastante tarde me dispuse a despedirme:
– Nena, que mañana seguimos, que nos han vuelto a dar las tantas… vamos a parecer bailarinas, de tanto ir de puntillas a acostarnos…
Esta vez me contestó rápido.
– Erot ¿y si lo hago?
Rebobiné mentalmente y supe a lo que se refería, aún así contesté a mi manera:
– ¿Te vas a poner el tutú para bailarme algo?
– Ja ja ja ja ja, si quieres también, pero tenía más morbo lo otro.
– Cape, hazlo. Hazlo y luego me lo cuentas al detalle… Y si me mandas fotos de los distintos “productos” desde la tienda para que pueda ayudarte a elegir, mejor aún… O mejor todavía, me llamas y me los describes tú y si el dependiente escucha la conversación, mmmm, ya la situación me parece de película.
– Ufffff, sólo imaginarlo ya me tiene cardiaca.
– Ya me conoces, si me dejas seguir inventando vas a tener que llevarte el carro de la compra a la tienda.
– Ja ja ja ja ja ja. Vale! Decidido, mañana mismo lo hago, pero con una condición.
– A que me va a implicar a mí!!?
– Si yo lo hago luego te toca a ti, sí. Si una se atreve la otra se tiene que atrever también.
– Para cualquier cosa que se nos ocurra?
– Bueno, no te pases! Tendremos que estar de acuerdo las dos con la ocurrencia, no?
– Venga, va. Si tú te atreves yo me atrevo.
– Pues mañana te llamo, si es que me llego a animar.
Y se animó. Cuando sonó el teléfono y vi su número se me quitó de golpe todo el sueño que tenía.
– Cape?
– Hola reina. Qué estoy aquí en el sex-shop como hablamos ayer para comprar el encargo que me hiciste.
– Tienes ahí al dependiente?
– Sí, un chaval muy majo. Me ha sacado un montón de vibradores, pero no sé por cuál decidirme. Él me dice que hay uno que se vende más, y la verdad es que tiene buena pinta, tiene buen tamaño sin ser enorme.
– Jajajajajaja, te da corte?
– Ya me lo dirás tú cuando te toque.
– Va a pensar que es cuando me toque metérmelo – yo estaba asombrada, medio excitada y muerta de risa a la vez.
– Tiene forma de polla real y es de color carne, aunque de color carne muy fea, la verdad. Con lo maniática que tú eres seguro que no te gusta el color.
– Vale, vale, vamos a jugar. Pero tú crees que me entrará en la boca?
– Hoooombre, entera no. Que tu tienes una boca muy viciosa pero esto es mucho cacharro para comérselo entero.
– Y cuantas vibraciones distintas tiene?
– A ver, eso dónde lo pone? … aquí. Doce distintas y velocidad graduable.
– Pregúntale si lo suelen comprar para orgías o para uso en pareja.
– …… te vas a enterar tú, jajajaja, sí sí primero yo y luego tú….
– Jajajajajajaja…. Vale, vale… lo retiro
– Oye tú sabes si los que lo compran es para uso en fiestas o en pareja? – oí que le preguntaba, y la respuesta del dependiente también la oí, pero a pesar de todo ella me la repitió.
– No le preguntan a la gente el uso que le va a dar, es lógico. Te gustaría que nos preguntase a nosotras para qué lo queremos?
– Jajajajajaja, eres la mejor.
– Sí nena, sí. Yo también lo estoy deseando. Entonces ¿compro uno sólo? Sigo pensando que deberíamos comprar cada uno de un color, así los distinguimos rápidamente. Espera que ahora pregunto si los tienen de cinco colores distintos.
Ese día la tuve en mi pensamiento cada instante, y la sonrisa no se me borraba de la cara; estaba deseando que llegase la hora de coincidir con ella en el msn. Una foto del consolador fue lo primero que vi cuando abrí su ventana de conversación, tenía razón, el color era horrible, pero era el que ella había elegido. Quedamos en que yo lo haría la semana siguiente y que compraría un huevo vibrador en vez del consolador; luego pasamos el resto de la charla intercambiando opiniones sobre lo que habíamos sentido cada una. Fue genial.
Cuando me llegó el turno lo hice tan descarada como pude. El dependiente no era tan seco como el que le había tocado a ella y nos dio más rollo. Hubo un momento en el que hasta le pasé el teléfono para que le explicase él las características del huevecito. Una vez metida en el papel lo disfruté una barbaridad. El chico ya no sabía cómo insinuarme su ofrecimiento de ser admitido en lo que fuese que estuviésemos preparando y cuando salí de la tienda me llevaba una tarjeta con su nombre y número de teléfono, “por si nos apetecía llamarle cualquier día”.
A los tres días ya teníamos la siguiente prueba; al igual que la anterior nos surgió en medio de una de nuestras alocadas conversaciones.
– Sí, todos piden fotos, es que a los tíos les entra todo por los ojos, son más simples que nosotras.
– Te atreverías a mandar alguna foto así subidita de tono, erot?
– Uy, que te veo venir…
– Podemos hacernos fotos y colgarlas de alguna de las páginas que tú conoces.
– Bueno, podemos hacernos fotos y ver qué tal quedan, luego ya decidimos si las colgamos o no.
– Eh, el juego no es así, si una de las dos está dispuesta a hacerlo la otra queda obligada, qué? jugamos otra vez?
– Jajajaja, eres una caperucita perversa. Va, venga. Fotos eróticas.
– Vamos a concretar, que ya me conozco yo tus fotos eróticas y luego no enseñas nada.
– Jajajajaja. A ver, podemos hacer una secuencia de fotos en plan striptease. Por ejemplo seis fotos en las que pasemos de vestidas a desnudas, sin que se nos vea la cara, por supuesto.
– Síiiiiiiiiiiiiii, me parece genial. Y ponemos la dirección de correo para que nos escriban a ver qué les parecen las fotos?
– Nooooo,…bueno, si quieres abrimos una nueva sólo para este juego. Podemos abrir una compartida, si las dos conocemos la contraseña podemos acceder a los correos que envíen cuando nos venga mejor.
– Ahora mismo la abro. Y mañana mismo te quiero ya haciéndote fotos.
– Eh, que seguro que me lleva mi tiempo, voy a necesitar hacerme cien para elegir una…. y si el reportaje es de seis, imagina.
Tardamos bastantes días en tener las fotos listas para publicar, pero no importaba, el tiempo que pasamos haciéndolas, enseñándolas, opinando sobre ellas y maquinando sobre el juego, lo pasamos tan bien que era obsesión lo que teníamos por conectarnos o hablar por teléfono.
Las publicamos juntas, ella como “rubiasedesnuda” y yo como “morenasedesnuda”. Cape empezaba con un conjunto de lo más elegante, con sus taconazos; en la segunda se desabrochaba la camisa y dejaba ver su sujetador y la forma de sus pechos; luego aparecía con la falda caída a sus pies en una foto que a mí me encantaba; la cuarta ya sólo con ropa interior de pié con las piernas entreabiertas y las manos abrazándose la cintura, muy sugerente; la quinta era como para no dejar de mirar sus tetas mientras intentabas adivinar si el tanga se lo habían regalado los dioses de lo bien que le quedaba; la sexta era ella desnuda, tímida pero provocadora, sencilla pero increíblemente excitante. De las mías no voy a hablaros demasiado, sólo deciros que los días que pasé haciéndolas estuve cachonda casi a todas horas y que me llegué a masturbar hasta ocho veces en un día sin conseguir dejar de excitarme cada vez que pensaba en las posturas que probaría.
Los correos no tardaron en empezar a llegar a montones. Leerlos y comentarlos se convirtió entonces en la segunda parte del juego; la mayoría los mandaban con intención de establecer contacto con nosotras, otros elegían a una de las dos como su favorita, algunos sólo eran desvaríos obscenos, proposiciones de masturbaciones mutuas por cam y de tríos había a patadas, de todo recibimos, hasta nos escribió alguna chica, aunque teníamos nuestras dudas de si eran tías o tíos “disfrazados” intentando llamar nuestra atención.
Disfrutamos de la sensación de que hombres desconocidos se excitasen y masturbasen gracias a nuestras fotos. No es que a mí no me gustase, que me gusto muchísimo, pero creo que Cape gozó más aún que yo porque la siguiente prueba la planteó ella y era como una continuación de ésta que ya dejábamos atrás. Quería exhibirse de verdad, elegir a uno de los que nos habían escrito, citarle en algún sitio y dejar que nos mirase. A mí eso ya me parecía bastante más fuerte, quedar con alguien implicaba dar un paso que yo no me había planteado hasta el momento y no sabía si aceptar su idea. Para no presionarme demasiado propuso estudiar a nuestros admiradores a partir de los mensajes que nos habían enviado y elegir cada una a los que nos gustasen más, luego ya veríamos.
Había unos cuantos que me parecían bastante interesantes, no coincidimos en muchos, el tipo de personalidad que le atrae a ella es más dulce que el que me atrae a mí. De entre los interesantes tuvimos que tachar también muchos por el tema geográfico, deberíamos elegir sólo con los que pudiésemos llevar a cabo el juego, por si acaso decidíamos hacerlo realidad. Al final me quedaron tres posibilidades, a ella dos. Les contestamos a sus correos y esperamos las respuestas, tras dos o tres mensajitos de ida y vuelta yo ya tenía a uno de los desconocidos en mi msn y Cape a los dos suyos.
Charlamos con ellos durante unas semanas para ver qué tal rollo nos daban y qué tal reaccionaban ante la idea de quedar para hacer de mirones. Me gustó mi voyeur, así que decidí darle la aprobación al juego de mi amiga.
Quedé con él en la sección de lectura erótica de un gran comercio audiovisual, él debía quedarse de pié junto a las estanterías hojeando algún libro, yo llegaría y me sentaría en una zona preparada para la lectura, él sólo debía mirar.
Me puse una camiseta de tirantes y una falda cruzada, una de esas con las que tienes que tener cuidado cuando cruzas las piernas para que no se te abra hasta arriba, sólo que yo no tendría ningún cuidado y no llevaría bragas. Le di el visto bueno al aspecto de mi pubis casi totalmente depilado y me calcé los tacones más altos que tengo; me sentía tan sexy que me parecía que los hombres me miraban al pasar.
Llegué al sitio dónde habíamos quedado y no me atreví ni a mirar hacia las estanterías, había cogido un libro de otra sección y me senté a hacer como que leía. Cuando levanté la vista él ya estaba allí hojeando un libro, lo malo es que también había un chaval curioseando en la misma zona. Esperé un rato a ver si se largaba; los minutos se me hacían eternos, los nervios no hacían más que excitarme más, noté que empezaba a mojarme y deslicé un poco mi culo hacia delante para no manchar la falda. Así seguimos un rato y el chico no se iba, es más, parecía que había encontrado algo que le interesaba y pensaba leérselo allí mismo. Mi voyeur no parecía impacientarse, se lo tomaba con calma. Habíamos quedado en que el encuentro sólo era para mirar, nada de saludos ni otro tipo de contacto, por eso cuando se dirigió hacia donde estaba sentada casi echo a correr. Pero no, no me dijo nada, sólo dejó un libro abierto a mi lado y volvió a ocupar su lugar, eso sí, me devoró con la mirada mientras lo hacía.
Cogí el libro y comencé a leer por la página que había dejado abierta, describía una escena sexual de lo más tórrida y salvaje, aquello acabo de ponerme a cien. Lentamente comencé a mover las piernas como si siguiese el ritmo de la música que se escuchaba de fondo, mi falda resbalaba despacio abriéndose sobre mi pierna derecha, mi muslo estaba casi al descubierto. No quería saber si el chico se estaba dando cuenta o no, así que me escondí tras el libro para hacer acopio de desvergüenza.
Me atreví a asomarme y comprobé que mi contacto estaba atento a mis movimientos, el otro parecía no darse cuenta de la situación. Crucé las piernas y mi falda se descolocó del todo, ahora sólo tenía que descruzarlas para que mi sexo quedara a la vista. Él se acercó un poco, disimuladamente, ahora estaba como hipnotizado mirando mis piernas y esperando; el bulto que se apreciaba bajo su pantalón me confirmo que la situación no le parecía ridícula.
Cuando moví las piernas no fue sólo para descruzarlas, las abrí. Mi coñito húmedo quedó expuesto a sus ojos, pasó una mano por su entrepierna sin dejar de observarme. Deslicé una mano sobre mi pierna muslo arriba, la dejé posada en la ingle un instante mientras le miraba, entonces le sonreí y al tiempo mi mano alcanzó la entrada de mi vagina, introduje levemente el dedo y aproveché la humedad que desprendía para deslizarlo coño arriba y repartirla por mi clítoris. Me miré el dedo mojado como dudando qué hacer con él, tenía pensado llevarme aquél libro que me estaba “leyendo” como recuerdo de aquel día, así que en un gesto bastante evidente restregué el dedo por sus páginas para limpiármelo. Le lancé un beso a mi amigo, cerré las piernas y me fui a pagar. Estaba abriendo el bolso para pagar cuando él se me adelanto, pagó el libro, lo cogió, me sonrió y se fue. Debí parecer gilipollas quedándome allí petrificada sin decir ni mu y con la cartera en la mano.
Cape se saltó las reglas. Acabó retozando con su elegido en un hostal que había pegado al parque que ella había elegido para exhibirse. ¡Me mata esta chica!
Su aventurilla la tuvo ocupada un tiempo y contactamos menos durante una temporada pero últimamente hemos vuelto a las andadas. La propuesta que me ronda la cabeza es llamar por teléfono al azar para tener una conversación caliente con un desconocido o una desconocida; seguro que a ella se le ocurre algo más atrevido.
Un relato de Erótika Lectura.
erotikalectura@hotmail.com
Autor: ErotikaLectura
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!