Ella es Geraldine
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Ella es Geraldine, ella es hermosa, sexy, tiene una sonrisa perfecta, sus ojos son… hermosos, muy hermosos en realidad he estado pensando en cómo describirlos sin parecer demasiado entusiasmado y más aún cuando sonríe, son brillantes , tiene un andar femenino y sus caderas… ahhh sus caderas, es Chaparrita, es llenita, es extremadamente femenina, su figura es marcada, y el contraste entre sus caderas y su cintura es “de infarto”, su piernas son torneadas, ella toda es un delicia, compacta y rolliza, tiene dos hijos, el mayor ya es más alto que ella, así que no es una jovencita y ella misma insistió en que la describiera como es, sin decir que es alta o esbelta, y ello, según ella porque quiere que quien lea esto sepa que una mujer, real, trabajadora, con defectos y virtudes por igual puede disfrutar el ser tan deseada, tan amada, tan sexy y cuidada como ella lo ha sido.
Lo más importante no es su cuerpo, es ella misma, femenina, coqueta, sonriente, simpática, de mente agil e inteligente.
Ambos trabajamos fuera de la ciudad, y muy seguido nos encontramos en la carretera, nuestros coches son negros, y yo la voy cuidando porque maneja bastante mal,
Un dia habíamos ido a tomar un café y yo llevaba su brasier bajo la chamarra, el juego de pedirle que me lo prestara para que el mesero se diera cuenta de que no lo llevaba puesto lo habíamos hecho ya un par de veces y siempre había resultado en momentos exitantes, un poco de complicidad y el intercambio de miradas se estaba volviendo adictivo. Sin querer, el brasier se me cayó, y nos dimos cuenta de ello hasta que el mesero lo levanto y nos lo dió, Geraldine se puso de mil colores porque habíamos pasado del delicado terreno de lo insinuante al agreste terreno de lo obvio, pero ese hecho también nos éxito y nos puso de un humor más “juguetón”.
Cada quien en su coche decidimos hacernos a un lado en la carretera, ella se había puesto un capa muy amplia que la cubría toda y debajo de esta solo llevaba unas medias de red y la lencería sexy y negra que me vuelve loco.
Solo hicimos los coches a un lado., ambos nos bajamos y actuamos como si se le hubiera descompuesto el coche a ella,.
Estaba ya muy oscuro, y solo la iluminaban las luces de los coches que pasaban a nuestro lado, nos besamos y comencé a acariciar debajo de su capa, no hacia demasiado frio y por momentos ella abria la capa y dejaba ver su cuerpo, solo la podian ver quienes al pasar junto a nosotros voltearan la derecha, fue cuando se nos ocurrio tomarle una foto, el momento no podía ser más exitante, los dos estábamos húmedos, ella casi desnuda y cientos de personas podrían verla…
Entonces ocurrió. Abri su capa a los faros y a los ojos de los viajantes, conductores y pasajeros que se apresuraban a regresar a sus domicilios. El momento fue mágico, se hizo un silencio curioso, en medio del tráfico y del ruido de los coches, pareciera que todos dejaron de acelerar, mi corazón bombeó un poco más rápido la sangre y tal vez eso hizo que me ensordeciera un poco, sus ojos brillaron y tome la cámara, en medio de la noche, en el lugar mas inapropiado, etaba Geraldine, como en el centro del escenario de un enorme teatro con cientos de reflectores iluminándola. En ese instante era una diosa, una fantasia, un símbolo sexual. Era la definición misma del erotismo, de la sensualidad y de la femineidad.
Hicimos el amor sobre el cofre de su coche, (se sumió un poco) le arranque la pantaleta, y la amarramos en un pequeño poste junto a los coches, sudamos, gritamos, y tuvimos un par de orgasmos deliciosos, nos abrazamos y finalmente la acompañe a su auto, sin ropa, le bese la mano, nos despedimos y ambos nos subimos a nuestros vehículos, durante el camino la escena se quedó grabada en mi mente, y estoy seguro que en la mente de muchas personas más.
Después de algún tiempo intentamos ser amigos, pero ella es muy intensa, y yo, no pude con eso, pero si la amé, la amé mucho, aunque ella no lo sepa, la amé como nadie, y su recuerdo me lleva a una frase de Jorge Luis Borges:
Dime por favor donde no estás, en qué lugar puedo no ser tu ausencia, dónde puedo vivir sin recordarte, y donde recordar, sin que me duela.
Ya deberías saberlo.
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