Escuchando a mis padres follar.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Dile.
Pero no era ni una cosa ni la otra. Todo lo contrario. Era una vivencia que se repitió una y otra vez en mi adolescencia, si bien alterada en las siguientes por alguna que otra circunstancia que la hacían especial cada una de ellas. Una vivencia que decididamente me acompaña entre los recuerdos de mi vida y, ¿por qué no decirlo? sin duda me dejó marcado…
Era una noche de otoño cualquiera. Pronto llegaría el invierno. Mis padres apremian a sus hijos para irse a la cama. Todavía ellos tenían cosas que hacer. Sobre las once el silencio se instala en la casa. Cada uno de los tres hijos en su cama. Sólo escuchaba el ir y venir de mis padres apurando los últimos momentos del día.
Mi padre se mete el primero en la vieja cama de muelles que se queja levemente cuando lo recibe. Minutos más tarde llega a la cama mi madre. Hace unos veinte minutos que los hijos nos hemos acostado, pero yo aún continuo despierto. No sé si porque aún no me viene el sueño reparador o quedo a la espera de conocer si mis padres iban a tener sexo. No era la primera vez que los escuchaba…
Cuando mi madre entra en la cama se escucha acomodarse. Era fácil suponerlo pues como digo los muelles delataban cada movimiento que se producía en la cama. Escucho a mi madre comentarle cosas a mi padre, cuchicheando, en voz queda. Se para un momento y sigue hablando. Seguramente le está comentando cosas ocurridas en el día, pienso. O bien planificando el día de mañana. Lleva ya un ratito. Sigue mi madre hablando, muy bajito, preguntado a mi padre que le responde con un leves monosílabos o asiente con un ruido gutural. Sigo expectante pues ya conozco el juego…
Han pasado desde el inicio de la conversación al menos diez minutos. Me da la sensación que mi madre tiene ganas de “guerra” pero que mi padre está cansado para hacerlo. Mi madre insiste en su lenguaje bajo una y otra vez ¿qué le estará diciendo?
Ellos no son conocedores que estoy aún despierto y que sigo a la espera de posibles acontecimientos. No pierdo la esperanza. Han pasado cinco minutos más y mi madre no cesa. Continua hablando por lo bajini…
Se hace el Silencio por unos segundos… Inmediatamente escucho el crujir de la madera de la cama como si alguno de los dos estuviera acomodándose en ella…
-¡¡Aaayyyy!! Escucho el seco gemir de mi madre en voz queda muy que muy bajo.
Mi padre empezaba a penetrar a mamá. Comenzaban a follar.
Mi madre parece que encontró lo que estaba buscando. Y mi padre ha entrado en razones; o se ha resignado simplemente. Se ha calentado pensando en lo que le solicitaba su hembra. Y es que aún le quedaba por hacer para terminar el duro día; el montar a su mujer que se lo estaba solicitando.
Siempre pensé que en esos segundos previos a la penetración, mi padre se giraba, se acomodaba en la cama entonces de espalda a mi madre, y le pedía que abriera las piernas. Se subía encima y provocaba el característico gemido de mi madre cuando recibía su vagina, aún sin mucho lubricar, el pene de mi padre…
En el silencio de la noche sólo se escucha a una pareja follando que los delata el rítmico sonido de una cama vieja. De una cama de madera que parecía por momentos venirse abajo y que siempre resistió a los empujes de mi padre.
Mi madre siempre, siempre hablando bajito para no despertar así a sus hijos. Parecía ignorar el cadencioso y rítmico sonido de la cama capaz, como de hecho ocurría, de despertar a alguno de ellos y encontrarse con la pareja en pleno acto.
Seguía escuchando el rechinar de los muelles al son de las embestidas de mi padre. A mi madre quejándose de vez en cuando con su característico gemir y a mi padre con su respirar agitado. Ambos de vez en cuando tosían como para exhalar el aire de unos pulmones excesivamente llenos por la excitación.
En ocasiones, el crujir de la cama era un estallido seco que venía acompañado de un ¡Aaayyyyyy!! mayor y prolongado de mi madre. Mi padre había dado una metida profunda a mi madre que había provocado la queja de ésta. Un día de estos parten la cama, pensaba. Sin duda mi madre estaba encontrando lo que quería pero no podía aguantar tanta fuerza.
Cuando esto ocurría que era muy habitual, se escuchaba además, como hablaba mi madre muy bajo a mi padre. Seguramente le estaba recriminando su desbordada virilidad y su excesiva brutalidad. Entonces el ruido de la cama se aplacaba y casi no se oía. Ya por entonces llevarían unos cinco minutos de faena.
Pasados unos segundos, si acaso un minuto, mi padre retomaba la penetración y fielmente la cama era testigo de la carencia en sus movimientos. Lo creía entre los muslos de mi madre. Totalmente encima. Con sus antebrazos en el colchón para descargar su peso sobre mamá. Ésta con la cabeza ladeada y mi padre besando su cuello empujando para una y otra vez dentro de ella…
Para entonces la excitación que yo tenía era importante y más de una vez terminaba masturbándome al compás de mis progenitores.
Después de varios minutos, nunca he logrado conocer el motivo, los sonidos volvían a callar. Se desvanecían en la noche. El silencio reinaba nuevamente en la casa. No se escuchaba ni siquiera a mis padres. Difícilmente creo que cambiarían de la posición del misionero (eran una pareja algo mayor y muy recatados ambos). No he logrado explicar lo que pasaba…
Había momentos, los menos, donde habían terminado de follar. Mi padre en ocasiones no duraba mucho. Nos pasa a cualquiera. En otros yo pensaba que habían terminado y al cabo de un par de minutos y después de un nuevo crujir seco de madera de la vieja cama, retomaban la acción. Mi padre aún no había eyaculado y se había tomado su tiempo de descanso.
Ya para entonces mi madre no gemía tanto y no se quejaba de los empujes de mi padre. Ya su vagina parecía convenientemente mojada.
El silencio de la noche sólo era roto por el continuado y acompasado crujir de la madera de la cama. Como otras tantas veces sabía que era la parte final…
Pasados un par de minutos mi padre empieza con los empujes rápidos, y la cama rechina más y más rápida. Lo escucho resoplar.
En ocasiones, alcanzado este punto, seguía oyendo los ¡¡¡¡Aaayyysss!! de mi madre que estaría deseosa de que mi padre llegara al orgasmo. Esto ocurría cuando mi madre se veía obligada a follar por mi padre y la lubricación no le llegaba a su vagina. Simplemente se había abierto de piernas y se dejaba hacer…
Minutos más tarde y de forma repentina el ruido cesaba. El silencio se instala nuevamente en la casa. Alguna tos y respiraciones agitadas revelan que la faena ha concluido.
Llegado este momento mi orgasmo también ha llegado casi coincidiendo con el de mi padre que se había vaciado en mamá.
De inmediato se enciende una luz. Escucho pasos y el cerrar de la puerta del cuarto de baño. Es mi padre que pasa a limpiarse en el bidel. Escucho el agua correr por unos segundos.
Mientras, en la cama, mi madre se estaría limpiando el semen de mi padre que aún resuma por su raja.
Vuelve mi padre a la cama y lo oigo aún con la respiración honda del esfuerzo e intentando recuperarse del mismo.
Ya sólo queda que todos, incluido yo, durmamos la noche. Hacia al menos cuarenta minutos que yo había llegado a la cama.
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