Este verano en Caños de meca!!
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por deborahytony.
Parecía como borracha de morbo y excitación. Ese deseo incontrolable de ser penetrada por las miradas… No sabía que postura seria la más sexy o que ángulo seria el más morboso para aquel desconocido.
Quería que me viera desde todos los ángulos posibles, quería que mi hombre notara lo caliente que estaba y la excitación que provocaba en los hombres. Allí estaba yo tumbada, desnuda completamente y con las piernas bien abiertas.
Así que le dije a mi hombre que tenía el chocho muy mojado y chorreando que necesitaba bañarme o explotaría en un orgasmo allí mismo delante de todos jejeje.
Me encanta exhibirme así que caminé despacio hasta la orilla del mar contorneando mis caderas y mis nalgas provocativamente. Mis labios estaban muy suaves después de afeitarlos y aplicarles cuidadosamente crema. Se podía ver todos los pliegues de mi coño. Observe que no solo aquel hombre me estaba explorando de arriba a bajo también había dos chicos jóvenes que no dejaban de comerme con los ojos.
Por supuesto aquello me gustaba, sentirse deseada es sentirse ¡viva!!
Al final de la playa empezaban unas rocas y aquel hombre no paraba de ir y venir paseando por aquellos caminitos que se adentraban hacia el interior de aquellas rocas.
Estaba tan cachonda que rogué a mi hombre que me metiera un poquito los dedos en alguno de mis hermosos agujeritos…
El me dijo que no nos pasáramos, que estaba siendo muy descarada.
Luego dijo que, podríamos dar un paseo y mirar hasta donde conducen aquellos caminos entre las rocas, a orillas del mar.
Caminamos paseando hasta llegar a las rocas, yo con mis gafas de sol observé como aquel desconocido se dispuso a seguirnos. Era muy excitante aquella situación.
Resulto ser alucinante, aquellos caminos daban a calitas pequeñas como para dos o tres personas como máximo.
Decidimos ir a coger las cosas, toallas etc.… y nos instalamos en una de aquellas calitas.
Una que estaba bastante escondida entre rocas, pero preciosa.
Llevábamos un rato tomando el sol y besándonos, sabiendo que estábamos observados por aquel desconocido pero esta vez con mucha mas intimidad, así que muy excitada le dije a mi pareja, ¡Morreame el coño!…. Quiero correrme con tu lengua.
Esas palabras salidas de mi boca retumbaron. No sabía que me estaba pasando. Sí, si lo sabía. No aguantaba más, iba a correrme.
Dicho esto, acercó su cara a mi sexo y empezó a besar los labios de mi boca íntima.
Mi pareja sumergido entre mis piernas. Con sus manos acariciaba mi vientre y con su lengua lamiendo el interior de mis muslos. Subiendo hasta las ingles, recorriendo
lentamente ese camino, mojándome con su saliva, derritiéndome con su lengua. Puso sus manos en mis caderas, rodeándolas, para meterlas debajo de mi culo.
Elevando mi coño para ponerlo más cerca de su cara. Mi excitación aumentaba con el ritmo de sus lamidas.
En un momento dado, le agarré por el cabello empujando su cabeza contra mi sexo, quería sentir su lengua dentro de mi coño. Solté un gemido de placer cuando empezó a mover la lengua en todas direcciones, a sorber audiblemente el abundante néctar que no paraba de brotar de mi coño y esos pequeños mordiscos que el también sabe dar.
Estaba corriéndome a la vez que vi a aquel desconocido entre unas rocas masturbándose; Me quede mirando fijamente sintiendo el morbo que me producía ante su atenta mirada. Mmmmmmmm que sensación Mmmmm… tuve uno de los orgasmos múltiples más intensos que puedo recordar.
Quedamos exhaustos y fuimos a darnos un baño, que se prolongo entre risas y juegos, estábamos pasando un día perfecto en aquellas calitas de Caños de meca.
Fueron unas vacaciones inolvidables en Andalucía, desde la playa de la Regla hasta Tarifa, con una pequeña visita a Gibrartal.
Estábamos tumbados tomando el sol y me fije que aquel hombre venia hacia nosotros, abrí por completo mis piernas, quería que pudiera verme mi almeja bien abierta.
Quería fuego para encender un porro. El descaro de sus miradas me sorprendió, aunque también actuó como un detonante para empezar a activar mi más que sensible libido.
Mi hombre le dio fuego, y el dijo si queríamos unas caladas. Les dimos unas caladas y entre la conversación mi hombre le dijo que si quería podía quedarse allí con nosotros. Yo le mire y se me escapo la sonrisa picara, pensé, ¿así que quieres jugar?
Aquel tipo no dejaba de mirar cada movimiento que hacia, eso precisamente es lo que mas me excita y mi hombre lo sabe muy bien.
Así que de pronto mi pareja empezó a decirle, ¿si le agradaba el cuerpo de una mujer desnuda ¿ o ¿que parte del cuerpo era la que mas le excitaba?
Entonces me dijo ¡cariño levántate y enséñale a este hombre tu hermoso culo.
Yo súper sensual y todo lo sexy que pude, empecé a provocar, era algo que sabia hacer y muy bien. Disfrutaba del espectáculo de verme contonear todas y cada una de mis preciosas curvas. Aquellas miradas parecían que iban a salirse de sus cuencas, esa sensación de sentirse penetrada por las miradas era algo difícil de explicar.
Mi hombre le pregunto ¿hay algo en especial que te gustaría ver en una mujer¿ a lo que el respondió que le encantaría ver como una mujer se da placer ante sus ojos.
Volví a su lado para torturarle un poco más, me rocé de espaldas a él, algo agachada, dejándole mi culito y mi rajita a la altura de su cara. Pudo rozarme con su cara, pero mi hombre le dijo que solo podía mirar. Me deje llevar por aquella placentera sensación, pero mi propio gemido me sacó del trance haciéndome reaccionar y continué bajando negándole la degustación de mis mieles. Me fui rozando por su pecho hasta quedar sentada cerca de su erecto miembro.
Empecé a masturbarme para él con mi consolador de mano. Él no perdía detalle Estaba viendo cumplida su fantasía: verme dándome placer ante sus ojos.
Me puse a cuatro patas, con las piernas bien abiertas. Mi sexo estaba empapado y latiendo, De rodillas detrás de mí, aquel hombre, comenzó a manosearse su polla.
Ya cuando a punto estaba de correrme hice arrodillarse ante mí a mi hombre para que continuara con su lengua el trabajito que habían comenzado mis manos.
Mientras le besaba como una posesa…dije: ¡Ahora te toca a ti!!
Aquel hombre creo que se corrió barias veces, mientras que nosotros jugábamos con nuestros cuerpos.
Mi hombre jugaba sin parar con mi coño, a lamerme el clítoris, primero en círculos, llenándolo de flujo, para después subir y bajar, endureciéndolo, y haciéndolo brotar de la carne, después lo tomó entre sus dedos y lo estiró, lo pellizcó para después morderlo delicadamente.
La verdad es que necesitaba que me mordiera el pubis, y los labios hinchados de mi coño. Entonces se agachó y empezó a pasar la lengua de abajo a arriba de mi sexo, desde el esfínter trasero hasta el pubis
El me decía que le encantaba mis flujos, que estaban deliciosos, que sabían a mí, yo solo sabía gemir y retorcerme.
Se puso a lamer mis labios menores y a introducir la lengua entre ellos recorriendo cada rincón de mi coño. Yo estaba completamente extasiada y notaba cómo mi coño liberaba su miel en gran cantidad.
Arrodillado entre mis piernas su lengua jugueteó con mi rajita, mi clítoris, mi
estrella trasera, mi culo y mis largas y preciosas piernas.
Introducía a intervalos la punta de su lengua en mi agujerito como si me estuviera follando con su lengua, y sin poder contenerme mucho tiempo me entregué a uno de los mejores orgasmos de mi vida hasta ese momento, apresando su cara entre mis piernas por las convulsiones que sacudían mi cuerpo y bañando su boca de mis dulces jugos, que él bebía con devoción.
Recuerdo que aquel desconocido no dejaba de decir
. ¡Uhmmm, que maravilla de visión!, ¡Estaría haciéndome pajas seguidas sin parar…
Vi como vació su semen varias veces sobre las rocas. Yo reía satisfecha.
Mi hombre me dijo que ahora venía lo bueno, iba a reventar a su zorrita cachonda. Se giró e introdujo la polla en mi vagina, y al mismo tiempo mi juguete especial en el agujerito del culo, presionando en medio, juntando las paredes de ambos lados, haciéndome dar un salto de placer.
Estaba siendo penetrada por ambos lados, ¡¡Mmmm…
Estaba más duro que nunca, temblaba y por su voz entrecortada por el deseo incontrolable entendí que faltaba bien poco para llenarme todo mi coño con su néctar divino y caliente, siguió así hasta que estallamos en un orgasmo brutal.
Al terminar aquel tipo se despidió, sin antes recordarnos que solía estar en aquella playa y que esperaba vernos otro día.
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