Fantasías de Marcela: Una mañana
Espero poder escribir una serie de relatos basados en Marcela, una amiga que recién acabo de conocer y con la que estoy compartiendo una amistad basada en Fetichismo. Espero les gusten estos relatos..
Marcela es una hermosa mujer entrada en los 50s, bajita de estatura y poseedora de una hermosa figura voluptuosa, que es coronada por unas espectaculares y amplias caderas que roban la atención de muchos hombres que la miran pasear en las calles, cual cumulo de niebla, con la gracia de un hermoso sueño que se desvanece con el paso del viento. Tiene una tersa piel que juguetea en el espectro de una deliciosa piel morena y la pálida textura de una flor que despierta a las mañanas otoñales.
Una hermosa mujer capaz de robar miradas, suspiros, y con la capacidad de robar la calma aquellos aventurados que la siguen con la mirada, y capaz de inspirar fantasías que van desde lo delicadamente morboso hasta lo húmedamente apasionado, de esas fantasías que te dejan con la mano mojada de vez en vez.
Ella así misma se ve como una mujer llenita, a la que en ocasiones le da por esconder esa hermosa figura que la naturaleza le dio. Si he de ser franco, en lo personal es de esas mujeres de las que me fascina su talla por que se le nota de lejos.
En alguna ocasión se vio en la necesidad de salir de casa, uno de esos fines de semana en los que pareciera que el mundo deja de rodar y la gente prácticamente abandona las calle y el bullicio para refugiarse en la tranquilidad de sus casas.
Se dispuso a abordar una unidad del transporte público ataviada de una ropa coordinada en colores negros ligeramente entallada, compuesta por una falda que daba ligeramente arriba de la rodilla dejando entre ver ese hermoso par de piernas deliciosa mente torneadas, adornadas con lo que parecía ser un juego de medias color humo, que remataban esa falda que dibujaban a la perfección sus caderas.
Lucia una blusa negra con botones que dibujaban un ligero pero llamativo escote que dejaban ver su piel que contrastaba con el color de la blusa invitando a mirar ay a perder en ese escote sin importar que el mundo siguiera girando.
Se preparaba para un recorrido un tanto largo y aparentemente en solitario, cuando de repente el vehículo se detuvo para que pudiera abordar una persona más.
Marcela no puso atención ya que estaba mirando por la ventana como la luz del día comenzaba a volverse más intensa. Cuando una voz grave le pidió por favor alcanzar el pago al operador de la unidad, era una de esas combis que tienen los asientos en los extremos dejando de frente y a la vista a los pasajeros del frente contra los pasajeros de atrás.
La sorpresa de Marcela fue grata, cuando al estirar la mano para recibir el dinero vio de frente a un hombre de contextura media, su cabello entrecano y la rigidez de su cara le regalaban con facilidad unos 60 años tal vez 63. Marcela tomo el dinero y volteo hacia el operador para pagar al momento de girar el cuerpo la falda logro subir un poco más allá de sus límites dejando entrever un delicado broche que pertenecía a un ligero color negro adornado con un coqueto encaje muy discreto. Y en ese momento fue inevitable que aquel hombre fuera hipnotizado por tan sublime escena quedándose estupefacto por tan maravillosa situación.
Cuando Marcela se incorpora para devolver el cambio al hombre, ella se percata que él, la miraba fascinado, al grado que tuvo que hablarle para poderlo sacar de su trance. El la miro con una sonrisa cínica, y cuando ella le entrego con la mano el dinero, el no dudo la oportunidad de rosarla palma de la mano de Marcela con las llamas de sus dedos.
Marcela se sorprendió un poco, pero se sintió entre ruborizada y un poco alterada… pero, no era enojo, no era enojo, era algo diferente, ella se sentía emocionada y un poco ansiosa por tan peculiar situación. Ya que, a pesar de ser casada, su esposo con el cual ya tenía varios años de matrimonio, era algo frío, y no contaban con una vida sexual muy activa, razón que detono todas esas sensaciones al sentirse admirada.
Ella se incorpora para estarse en una posición cómoda y correcta como lo haría toda dama que se da a respetar. Aquel hombre se dispuso a sentarse exactamente frente a ella para poder seguir admirando a tan hermosa dama con esas prendas tan llamativas que se escondían por debajo de lo que todos alcanzaban a ver.
Marcela noto la intención del hombre y la situación la estaba inquietando cada vez más, con cada mirada que aquel hombre le lanzaba ya de manera directa y sin temor a ser interrumpido ya que la combi aún se encontraba vacía. Y notando que Marcela lejos de sentirse incomoda comenzaba a sentirse intrigada e incitada por esos ojos de lujuria que no dejaban de mirarla ni un solo momento, y que la recorrían una y otra vez como buscando ver algo más allá de lo que sus prendas le permitían.
Marcela comenzó a sentirse más y más abrumada y emocionada por la forma tan insistente en la que aquel hombre la miraba, al grado de comenzar a sentir su respiración agitada y entre cortada ocasionalmente, hasta que se percató que estaba completamente excitada.
Tal vez fue el momento, saber que estaban solos, o el sentirse absoluta y morbosamente deseada por un completo extraño que repentinamente sus piernas comenzaron a sentirse más y más ligeras, al grado que comenzó a abrir las piernas ligeramente cual flor de otoño que se abre con los pocos rayos de sol que entibien sus pétalos.
El hombre levantaba el entrecejo al unisonó en el que las piernas de Marcela se abrían…
Cual habrá sido la expresión de la cara de este afortunado caballero que Marcela sonrió con una mueca entre orgullosa traviesa y satisfecha, que provocó una reacción muy comprensible al tener a semejante mujer en una situación así, su biología lo traiciono, provocándole una notoria erección que el hombre tuvo que reaccionar poniendo su mano en el pantalón para acomodar su miembro que ya le incomodaba en el pantalón.
Marcela sintió como dentro de ella algo tibio se hacía más y más grande cada vez, después de haber visto como aquel extraño se tocaba el pene por la excitación que ella había provocado en él. Ya sintiéndose cómoda y editada ella coloco sus manos sobre sus piernas acariciándolas lentamente de arriba hacia abajo lentamente disfrutando la sensación de las medias en sus manos, sensación regalada por la excitación que sentía.
Ella continúo acariciando sus piernas ya completamente abiertas y dejando entrever sus bragas negras que eran ya completamente visibles debajo de esa falda negra que dibujaba de manera majestuosas sus pálidas piernas en marcadas por ese ligero de encaje.
Estaba tan excitada por la situación que comenzaba a acariciarse por debajo de la falda esas hermosas piernas rosando delicadamente su vagina por encima de su ropa interior. Mientras con su otra mano comenzaba a acariciarse los senos por encima de la blusa, la situación era cada vez más excitante al grado que ella comenzó a acariciar la piel que sobre salía por encima de su escote, llegando al grado de introducir la mano en su sostén y acariciar su seno excitado que dejaba entre sentir su piel erizada con el rose de su propia mano.
Llego el punto en el que la excitación que sentía provoco que la deliciosa humedad que emanaba de entre sus piernas fue tanta que comenzó a sentirse húmeda su ropa interior, y fue en ese momento que ella reacciono al sentir sus dedos húmedos por encima de sus delicadas bragas negras de encaje, que un golpe la devolvió a la realidad de la situación ella emocionada excitada y sorprendida se acomodó la falda, acomodo su brasier y su blusa, y pidió apresurada mente la parada, para bajar rápidamente dejando a ese hombre, estúpidamente petrificado por la excitación Marcela le había regalado en esa mañana abandonada por las personas que aquel día prefirieron quedarse en casa para regalarles a ambos esta extraña pero afortunada experiencia.
Marcela ya en la calle… caminaba absorta en si misma deleitándose con la excitación de ese viaje alucinante que aún le tenía con esa sensación de embriaguez dándose cuenta que le gusta ser observada por los hombres y que le gusta exhibirse en situaciones particulares. Pues ese hombre entrecano le había provocado una gran excitación.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!