Jugando a medicos
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anónimo.
Mi nombre es Juan, y voy a relataros cómo conocí a la que actualmente es mi mujer, Eva, una exuberante y ardiente hembra española de largo cabello negro, esbelta figura, pechos pequeños y preciosa cara.
La gente suele mirar con deseo todas aquellas cosas que les atraen poderosamente (automóviles de lujo, joyas, dinero, mujeres provocativas, etc.) pero, curiosamente, intentan tenerlo todo salvo las mujeres provocativas. Me refiero a que todos los hombres vuelven la cabeza para mirar a una chica que va enseñando más de lo habitual, deseando hacer el amor con ella, pero no les gusta que su chica haga lo mismo. Es una especie de contrasentido: si te excita algo, ¿por qué privarte de ello?.
Hay gente a los que les excitan terriblemente las prostitutas, pero nunca se casarían con una de ellas, con lo cual se casan con la más recatada y se van de putas todas las semanas.
En mi caso, siempre he querido tener todo aquello que me resulta atractivo o excitante, sin excepciones de ningún tipo. Por ello, siempre he buscado que mis novias fueran, y parecieran, auténticas bombas sexuales, para regocijo mío y envidia del prójimo.
Cuando estaba de estudiante en el instituto, mi íntimo amigo Isaac me habló de una chica, Eva, a la que le gustaba jugar a “los médicos” después de clase con algunos compañeros, a los que ponía cachondos dejándose meter mano por encima de la ropa, a condición de que, si lo pregonaban a los cuatro vientos, se acabaría el juego. De este modo, conseguía su propósito sin dañar excesivamente su reputación.
Por lo visto, la chica los masturbaba y se dejaba meter mano, pero no dejaba que le quitaran las bragas.
Observé a Eva por los pasillos del instituto, y comencé a sentirme muy atraído por ella, tanto como para entablar relaciones con ella. Pero antes debía confirmar que era lo suficientemente zorra como para satisfacer todas mis fantasías sexuales.
De este modo, quedé con Isaac para que organizara uno de esos juegos “de médicos” y me invitara a jugar, sin que ella lo supiera. Para ello, como parte del juego, le vendaron los ojos pues hoy tocaba operación y, al estar anestesiada, no podría ver nada de lo que ocurría en la sala.
Al entrar en el aula, me encontré a Eva, con un vestido abotonado por delante, los ojos vendados, tumbada sobre la mesa del profesor a modo de improvisada mesa de operaciones, y a sus cuatro compañeros habituales de juegos alrededor. Cerré la puerta por dentro y me acerqué sigilosamente al grupo. No sin antes instalar mi videocámara cerca para poder filmar toda la operación sin que ella lo supiera.
Isaac, que hacía de cirujano, dijo que iban a hacerle una serie de retoques estéticos por toda su anatomía, y me cedió su puesto, sin que ella se percatara.
Con este pretexto, los cinco chicos comenzamos a tocarla, teniendo claro que ella interrumpiría el juego si alguien osaba quitarle las bragas. Todo lo demás estaba permitido.
Mientras uno de los chicos la besaba en la boca, comencé a desabotonarle el vestido, descubriendo un hermoso y bronceado cuerpo en ropa interior que ya comenzaba a jadear de la excitación de ser sobada por tantas manos y el morbo de tener los ojos vendados.
Pronto la despojaron del sujetador para, acto seguido comenzar todos los chicos a chuparle los pechos, pequeños, pero de grandes y sonrosados pezones que, al ponerse erectos, se mostraban desafiantes y pidiendo a gritos ser lamidos, mordidos y succionados.
A estas alturas como se puede suponer, el coño de Eva era sobado, por encima de las bragas, a placer de los cinco chicos que allí estábamos y ella, disfrutando como una loca, las había mojado de modo exagerado.
Así continuamos hasta que Isaac me susurró al oído que debía ser por el morbo de la venda en los ojos, pero que la veía más cachonda que de costumbre.
En este momento, decidí dar un paso al que ella no estaba acostumbrada: saqué unas afiladas tijeras y, sin que pudiera darse cuenta, le separé ligeramente las bragas por los laterales, cortándoselas. De este modo, la parte delantera de las braguitas quedaba totalmente libre para poder ser bajada sin que ella se diera cuenta.
Y así lo hice: descubrí ante todos un precioso coño depiladito casi en su totalidad (sólo conservaba una fina tirilla de suave pelo negro) y una vulva completamente mojada, hinchada, y abierta de tanta excitación.
Todos los chicos quedaron alucinados. Llevaban un par de meses jugando con Eva a lo mismo, deseando ver su coño, y había sido un extraño quien había tenido la habilidad de quitarle las bragas sin que ella pudiera protestar.
Con gran habilidad había puesto el coño de Eva para que todos pudieran observarlo desde bien cerquita sin que ella fuera consciente de lo que estaba pasando.
En ese momento, dos de los chicos sacaron sus tiesas pollas y las pusieron en las manos de Eva, que hábilmente comenzó a masturbarlos, mientras seguían tocándola a placer. Entonces yo le separé las piernas, para que todos pudiéramos ver bien su precioso e inexplorado coño, y para que la cámara de vídeo pudiera registrar un buen plano del mismo.
A partir de ese momento nos empleamos en refregar las pollas contra su cuerpo, a metérselas en la boca, que gustosamente chupaba y a calentarla de tal manera que cuando por fin me decidí a lamer su coño desnudo ella no dijo ni hizo nada, de tan excitaba como estaba. Se acababa de dar cuenta de que estaba sin bragas, pero se estaba dejando hacer.
Es más, cuando pudo comprobar la gran habilidad de mi lengua, levantó el coño hacia arriba, apoyando los pies en la mesa, para que pudiera comérmelo más a gusto.
Cuando la llevé al orgasmo, dejé de mamarla para dar ocasión a los chicos para que pudieran explayarse tocándole bien el coño.
Ella debió decidir que, ya que estaba sin bragas y todos le habían visto el coño durante un buen rato, lo mejor era dejarse hacer y disfrutar lo más posible, así que, abriendo descaradamente las piernas, se dejó tocar por una marea de manos.
Todos los chicos se corrieron y ella tuvo varios orgasmos, hasta que Isaac, muy lanzado, quiso follarla. En este momento, sin quitarse la venda, Eva se incorporó y dijo: Está bien. No sé cómo me habéis quitado las bragas ni me importa, pero no estoy dispuesta a que me folléis, eso lo reservo para alguien especial.
Mientras Isaac se disculpaba y le pedía que no se molestara, yo aproveché para coger la videocámara y salir del aula, ya que en mis planes estaba que Eva no me conociera aún.
Mis planes eran que debía someter a Eva a una prueba definitiva, para averiguar si era lo suficientemente zorra. La chica me gustaba mucho, pero además tenía que ser la más puta que me hubiera encontrado nunca.
Así, junto con Isaac, planeamos un chantaje contra Eva: tendría que venir el sábado de esa misma semana a un cine, llevando falda corta y top y portarse bien con Isaac y un amigo suyo (que era yo) para recuperar el original de la cinta, si no quería que todo el instituto tuviera una copia.
Llegó el tan ansiado sábado y allí estaba ella, saludando a Isaac en la puerta del cine. Yo observaba algo retirado, para permanecer de incógnito.
Si Eva había venido sabía que no era para jugar a los médicos, sino para dejarse follar a cambio de la cinta de vídeo, y eso me excitaba enormemente.
Habíamos escogido un cine en un barrio alejado al nuestro, para que nadie nos conociera, donde proyectaban una mala película erótica, de esas que acaparan público masculino.
Entraron al cine cuando la película acababa de comenzar. No había demasiada gente (unas 50 personas), y se acomodaron en la penúltima fila. Yo los seguí y me senté junto a ellos, dejando a Eva en medio.
Ella pidió que le entregáramos la cinta, a lo que Isaac respondió que estuviese tranquila que la tendría, que él era un hombre de palabra, pero que no podía negarse a nada mientras que durara la película, y que tendría que ser complaciente. Eva asintió y se dispuso a dejarse hacer.
Comenzamos a acariciarla y a besarla y mucho antes de lo que yo imaginaba, ella comenzó a excitarse y a jadear. Probablemente, el hecho de no controlar la situación y verse obligada por dos chicos la había excitado sobremanera.
No puso ningún impedimento cuando la despojamos de sus braguitas y comenzamos a chuparle su depilada vulva. Todo lo contrario, separaba las piernas todo lo que podía para que encontráramos el camino despejado.
Nos estuvo mamando ávidamente las pollas a los dos amigos, antes de que la despojáramos del top y quedara allí, en la sala de cine, con los pechos al descubierto.
Los jadeos de Eva hicieron que dos chicos que estaban sentados tres filas más adelante se percataran de lo que estaba ocurriendo y comenzaran a mirar hacia nosotros dejando de prestar atención a la película.
Realmente el espectáculo debía ser alucinante, pues en las escenas más luminosas se veía lo que ocurría con bastante claridad: una chica medio desnuda se lo estaba montando con dos tipos a la vez.
Debieron pensar que si se lo montaba con dos tal vez accediera a hacerlo con más gente, de modo que se levantaron y se sentaron en nuestra misma fila, como tanteando el terreno, separados unos asientos de nosotros.
Eva se dio cuenta y dijo que nos fuéramos a otra parte del cine, a lo que yo le respondí que no nos importaba, y que el trato era que debía ser complaciente.
En este momento desnudé completamente a Eva, que se encontraba en un estado mezcla de vergüenza, pudor y morbo simultáneamente, que multiplicó por diez su excitación. Me la subí sobre mis muslos y le clavé la polla hasta el fondo, mientras que Isaac esperaba su turno sin dejar de meter mano por donde podía y Eva no paraba de gemir de placer.
Me encontré un coño húmedo y palpitante que debía estar deseando polla desde hacía bastante rato, pues no opuso ningún impedimento a que lo penetrara bruscamente.
Por su parte, los chicos que se habían acercado sacaban sus tiesas pollas y comenzaban a masturbarse y, al ver que no les recriminábamos nada, se acercaron hasta los asientos colindantes a los nuestros y empezaron a integrarse en el juego.
Eva, resignada pero más cachonda que una perra en celo los miró y no dijo nada.
El numerito, cuando las escenas luminosas de la pantalla iluminaban la sala, era de lo más excitante: una chica totalmente desnuda estaba siendo follada por un chico, mientras que otros tres chicos le metían mano y esperaban su turno con la polla fuera.
Cuando terminé de follarla le dije que se pusiera a cuatro patas sobre el asiento, y que se la chupara a uno de los chicos nuevos. Ella accedió sin rechistar y comenzó a mamarla con deleite, acariciándoles los güevos y tragándose toda la polla del chico.
Entonces Isaac se instaló detrás de Eva y comenzó a follarla desde atrás mientras que el tercer chico se masturbaba con una mano y con la otra acariciaba los pechos de Eva.
Evidentemente, con estas posturas y los jadeos, que cada vez eran mayores, había algunas personas en la sala que se estaban percatando de ello y que habían decidido, a media sesión, cambiar la película oficial por la que nosotros estábamos montando, de modo que llegó a haber, en las filas más cercanas a la nuestra, una docena de hombres mirando cómo nos follábamos a Eva y haciendo sospechosos movimientos como si se estuvieran masturbando.
Por cierto, que la película que proyectaban tenía bastantes escenas muy luminosas, con lo que la visión que se estaba ofreciendo era bastante explícita y Eva estaba totalmente desnuda y cambiando continuamente de posición, para lo que tenía que incorporarse, mostrando a toda la sala su desnudo cuerpo.
Con todo este público mirando, Eva se comió las pollas de los cuatro chicos, nosotros nos comimos a Eva por todos los rincones posibles. Adoptó casi todas las posturas del Kamasutra. Se corrió al menos media docena de veces y fue follada a placer por los cuatro, no sé cuántas veces, porque la mayoría de nosotros se la folló un par de veces.
Yo no sabría decir exactamente cuántas veces nos follamos a Eva, pero lo que sí es seguro es que entre el público que se masturbaba y nosotros, debía haber más de quince pollas encendidas por una sola mujer, y que en su honor se derramaron más de veinte corridas en una sola sesión.
Aquello duró hasta que la película estaba tocando a su fin. Momento en que decidimos que ya era hora de dejarla vestirse antes de que se encendieran las luces.
Eva se vistió (al final no encontramos sus bragas por ninguna parte), Isaac le entregó la cinta de vídeo y le dio su palabra de honor de que no había ninguna otra copia, que podía estar tranquila al respecto, y que nadie iba a saber lo que allí había ocurrido.
Justo antes de encender las luces, dejé mi asiento, para que Eva no pudiera ver mi cara, y me alejé un poco, desde donde pude ver como ésta, al encenderse las luces, abandonó rápidamente la sala, un poco avergonzada porque todos los mirones que habían estado contemplando la escena se la estaban comiendo con los ojos y le dedicaban alguna que otra frase subida de tono.
Para asegurarme de que ninguno de los mirones intentaría nada con ella, la seguí a cierta distancia hasta que llegó a una parada de taxi y se subió en uno, supongo que con destino a su casa.
Después de este día, tuve claro que Eva era la clase de zorra que me convenía, para poder desarrollar a gusto mi poderosa fantasía sexual, de modo que recurrí a amigos comunes para que me la presentaran, entablé amistad con ella y finalmente conseguí enamorarla.
Hoy llevamos ya seis años casados y os puedo asegurar que nunca me he aburrido con ella, en ningún aspecto, que cada día la deseo más y que he realizado con ella más fantasías sexuales de las que nunca hubiera imaginado poder llevar a cabo.
Juan.
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