La mami del nene quería una consulta 3
Todos adoran a manolito.
Al otro día, Mari me comentó que el supositorio le habia hecho mal a Manolito, que le costó mucho sacarlo, lo cual, a estas alturas, yo no sabía si era verdad u otra treta de Mari, pero como siempre, la llevamos al mejor de los finales.
Le dije que ya veríamos que hacer en la tarde, si es que quería que hiciera el tratamiento de nuevo a Manolito, a lo que me dijo que si, que quería que le hiciera el tratamiento de nuevo, así que fuimos de nuevo a la farmacia, con Manolito sin calzoncitos como siempre, y todos lo veían sin recato alguno, disfrutando de su pequeño pene, y nosotros, por supuesto, disfrutando de que lo vieran.
El farmacéutico nos recibió encantado, y nos preguntó muy emocionado si compraríamos un supositorio de nuevo para Manolito, a lo que dije que no, que le había causado molestia, así que tendríamos que llevar otra cosa, que tal vez solo llevaría unos guantes para estimularlo yo mismo con mis dedos. Huf!, Hubieran visto su cara, estaba a punto de llegar al cielo con mi contestación.
Me los despachó temblando, nos despedimos y nos fuimos a casa, de nuevo, exhibiendo a Manolito en la calle.
Por la noche hicimos lo mismo en el sillón, con su tío a un lado, y sus abuelos y bisabuelo en los sillones de enfrente, sin que ellos hicieran o dijeran mucho, pero su sola presencia hacia la situación muy morbosa.
Mari desnudo de nuevo a Manolito, yo puse aceite de bebé en el vientre de Manolito, y le hice masaje en su estómago, y con la mano izquierda, puse aceite en su anito y comencé a meter mi dedo índice, poco a poco, hasta que entró todo.
Manolito es super sumiso, se deja hacer todo lo que le hagamos, solo cerraba sus ojitos, pero nunca intentó quitarse o quejarse
Cuando mi dedo entró todo, lo saqué de nuevo diciendo que era para estimularlo mejor, y de nuevo lo metí, y lo volví a sacar, y de nuevo lo metí… En fin, comencé un mete y saca de mi dedo en el anito de Manolito, con la ayuda de su mamá, frente a toda su familia.
No hace falta decir la erección que ya teníamos todos.
Cómo era de esperarse, no paso nada de nuevo, Manolito no hizo del baño, por qué obviamente, solo era un invento de nuevo de su madre.
Le dije que no funcionaba de nuevo, y me dijo que no importaba, que mañana lo intentamos otra vez… Por supuesto que lo haríamos.
Al otro día fuimos a la tienda y a la panadería antes de ir a la farmacia, por supuesto, todos atendieron de maravilla a Manolito.
En la farmacia, nos sorprendió que no estaba solo el dueño, si no que estaba con su esposa y su hijo, de la misma edad de Manolito.
la señora estaba muy emocionada de ver a Manolito, y no dejaba de verle su pequeño pene. Su hijo parecía un poco sorprendido de ver a otro niño como el semidesnudo, se veía temeros.
Me sorprendió que su esposa, a la que nunca había visto, me dijera que tenía algo que nos serviría en lugar de los supositorios, y no tendríamos que gastar en guantes.
Sacó una cajita grande, y al abrirla, pudimos ver una serie de dilatadores anales, de muchos tamaños, desde uno muy pequeño, hasta uno de tamaño de un pene bastante grande.
Mari fue la primera en hablar y en decir que le parecía buena idea, que podríamos usar el pequeño en lugar del supositorio
Le dije que si, que me parecía buena idea, y le pregunté a la esposa del dueño cuanto costaban, a lo que me dijo
Nada! es mi regalo para Manolito.
Yo no tenía idea que la esposa estuviera al tanto de todo eso.
Quería saber hasta donde llegaríamos con esas personas, así que lo solté sin más. Le dije a la señora que si nos ayudaba a hacerle su tratamiento a Manolito. Ella dijo que si rápidamente, menos nerviosa que el resto de nosotros.
Acostamos a Manolito, adentro en una mesa que ellos usas en la trastienda, lo desnudé por completo y sostuve sus piernas arriba, tal como Mari lo hacía para mí.
La señora empezó con un poco de vaselina en el anito de Manolito, y un poco en el dilatador más pequeño, y poco a poco comenzó a introducirlo.
La cara de todos era un poema, completamente extasiados por la imagen, Manolito como siempre, sumiso y solo cerraba los ojos.
El otro niño, solo se ponía detrás de su madre, con una cara de mucho susto.
Después de un rato de estar mete y saca el dilatador, dijimos que ya era suficiente, que no había funcionado de nuevo, pero que mañana lo intentaríamos nuevamente.
El farmacéutico tenía una enorme erección, y se notaba muy conmocionado por lo ocurrido, pero todos estábamos muy complacidos por lo que habíamos compartido.
Agradecimos y nos despedimos con la promesa de regresar al día siguiente…
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