LA VENTANA DE JULIA, (1ª)
El cartel «SE VENDE», ha desaparecido, han llegado gema y su hija Julia para revolucionar mi vida.
Mi matrimonio se fue a pique, un buen día descubrí que mi esposa tenía un amante, pero no ocasional, después de más de dos años viéndose a escondidas y últimamente no tan a escondidas, habían decidido iniciar una nueva vida, y yo no formaba parte de ella, dividimos lo que habíamos conseguido en estos años de matrimonio y sin más nos deseamos suerte en la vida y se marchó. Me quedé con la casa y el coche, ella prefería el dinero puesto que su nueva vida era en otra ciudad, y allí había ido acumulando todo lo que dejaba atrás.
Nuestra casa era pareada con otra, nuestros vecinos se habían marchado hacia unos meses, un buen día apareció en la verja de entrada un cartel de “SE ALQUILA O VENDE”, en alguna ocasión vi agente de vivienda con posibles compradores, las dos tenían jardín y piscina en la parte de atrás, y por delante una zona de césped antesala a la cochera.
Pasaron las semanas y como todo buen divorciado o abandonado por su pareja me dedique a viajar, gym, club de tenis y cenas con el resto de amigos que habían quedado en mi parte, mis amigos me buscaron mil posibles parejas, en alguna ocasión acabé acostándome con ellas, aunque no fue a más, incluso hice alguna llamada a agencias de escort , pero mi economía no me lo permitía ni era la solución a mi vida, ya avanzada la primavera una tarde al volver a casa vi un pequeño camión de mudanzas junto a casa. Aparqué y al salir del garaje, me encontré una chica junto a mi puerta con una sonrisa, intenté hacerme el interesante y me aproximé a ella
– ¡Hola!, Que tal está usted, yo soy Gema, y voy a ser vuestra vecina
-Por favor no me hables de usted, me llamo Fran, y no vas a ser “nuestra” vecina, porque vivo solo, me alegro de que estéis por aquí, si necesitas algo no dudes en pedirme
-Gracias, igualmente, creo que nos la ingeniaremos bien, mi hija Julia me ayuda.
Entré en casa, deje la chaqueta y mire entre los visillos más que por curiosidad, por puro aburrimiento, veía entrar y salir los operarios descargando cajas propias de mudanza y a Gema dirigiendo, por fin el camión se marchó, eran algo más de las 7 de la tarde y habían pasado todo el día trabajando, tuve la feliz idea de preparar un sándwich y un refresco, me acerque a la casa de mis nuevas vecinas con la bandeja, llamé al timbre y salió una chica con algo más de 18 años, con camiseta de tirantes algo holgada, se le marcaban los pezones, me presenté:
-Hola, soy Fran, vuestro vecino, tú debes ser Julia.
Me sonrió, tenía un aire angelical, los labios gruesos, el pelo recogido, aunque le caían unos mechones por la cara, su piel aun siendo primavera se mostraba algo dorada, y unas piernas bien definidas bajo aquel short tejano más bien corto, imagino que realizado por ella misma con sus propias tijeras
Al instante apareció su madre, les deje la bandeja y me lo agradecieron, tenían las caras del agotamiento de un largo día, me despedí deseando que descansaran, y no se preocuparan por la bandeja, otro día me la devolverían.
Dos días después era sábado y había quedado en el club de tenis con unos amigos, salí temprano, por lo cual no las volví a ver hasta la tarde en que llegué de nuevo a casa, al meter el coche vi cómo se acercaba Gema con la bandeja. Paré y la invité a entrar,
- No quería molestarte, he oído el coche y como ayer no te vimos, he aprovechado para devolvértela, y darte las gracias, fue nuestra tabla de salvación estábamos exhaustas.
Le pregunté cómo llevaban la mudanza y me dijo que prácticamente acabada, aunque me veía muy ocupado pensó si me gustaría tomar una copa de vino el próximo sábado en su jardín, acepte con la condición que el vino lo pondría yo, le pregunte si seriamos más personas, ella me contesto que solo los dos si no me molestaba, y que quizá estuviera Julia.
Mientras teníamos esa conversación informal me fije el cuerpo tan lindo que tenía, el primer día no había reparado en ello, ahora con ropa de estar en casa, con pantalón corto y un top que le marcaba el pecho, más grande que el de su hija, veía claramente que madre e hija tenían el cuerpo similar, ella de una mujer madura de alrededor de 47 o 48 años, los ojos claros y el pelo rubio, algo corto rizado, intercambiamos el número de teléfono y nos despedimos.
Entré en casa, abrí el frigorífico para coger una botella de agua, me fui desvistiendo hasta llegar al baño, había sido un día muy excitante en el club, las esposa de un amigo me tenía loco, jugaba con una mini falda blanca y un polo muy ajustado sin mangas y creo que se dedicaba a calentarme, porque usaba una ropa interior no expresa de deporte, por lo cual cada vez que tenía un juego ella dejaba ver de más, el deporte hace que se generen más endorfinas y testosterona por lo cual mi deseo de follar con ella o con cualquier otra mujer estaba siempre al límite, ya no tenía solución, en el baño me masturbe, pensando en la esposa de mi amigo, sus piernas mojadas de sudor, su pecho y el volar de su falda, pensé en mi nueva vecina, en su hija, no tardé demasiado en estar lanzando un chorro de semen contra la pared de la ducha, cuando terminé y mientras me caía el agua tibia por el cuerpo, desde la ventana del baño pude ver a Julia, tumbada sobre su cama, desnuda, solo estaba con unas braguitas de color azul celeste, tenía unas tetas más bien pequeñas, los pezones rosados, mientras hablaba por el móvil y se reía, se hacía selfie, no se a quien se los enviaba, pero seguro que lo estaba calentando tanto como a mí, observé como bajaba la parte delantera de sus braguitas y se fotografiaba su coño que desde mi posición se mostraba oscuro, sin depilar, ese triángulo oscuro de niña joven, mi mano volvió a coger la polla que se había puesto dura, comencé de nuevo a moverla, mientras me hacia la paja observé un cambio radical en ella, se tapó con la sabana porque había llegado su madre a la habitación, y en ese momento también se dio cuenta que yo con el cuerpo desnudo y mojado tras la ventana la había estado observando.
Di un paso atrás, pero estaba claro que los dos sabíamos que nos habíamos estado observando, me tumbé aun húmedo sobre la cama y allí termine de hacerme la paja que había comenzado con ella, ahora solo veía su cuerpo y como a cámara lenta, el triángulo oscuro y poblado, cerré los ojo e imaginé que metía mi boca entre sus piernas, aquellos labios vaginales, rosados y dulces como el néctar, que la penetraba, que posiblemente le haría perder la virginidad, y así de nuevo llego mi orgasmo, de nuevo salió, manche las sabana, pero satisfecho, caí rendido.
Había caído en mi propia trampa, ahora solo quería volver a verla, miraba a escondidas desde mi ventana, pero sus cortinas estaban cerradas, no podía quitármela de la cabeza, en los próximos días no dejé de masturbarme, pero el jueves por la tarde vi salir a Gema con el coche, Julia se despedía desde el porche de entrada, me miró y me sonrió, cerró la puerta, yo me quede algo bloqueado, pensé:
-Será un señal de que se quiere exhibir de nuevo, solo para mí?
Entré en casa, subí rápido hacia el baño, no encendí la luz, y desde mi posición observé que la ventana estaba cerrada, al instante se abrió, miro hacia la calle como si yo no existiera, y se puso a desvestirse con calma y sensualidad, primero dejó caer un tirante de su vestido, uno de esos vestidos cortitos de algodón con un estampado floral pequeño, se miraba en el espejo sin prisa, se tocaba el pelo mientras uno de sus pechos se quedaba al aire, realmente estaba jugando conmigo, se colocó frente al espejo y dejo caer su vestido, estaba totalmente desnuda, veía un culo perfecto, redondo con una cintura pequeña mientras se reflejaba en el espejo su cuerpo por delante, ese triángulo que me estaba volviendo loco desde hacía días, de nuevo comencé masturbarme, ella lo sabía, se acariciaba el pecho y pasaba los dedos por su vagina, se estaba excitando frente a mí, pensé en llamarla, pero lo que más me excitaba era esa situación de imaginar que el otro no nos está viendo, se tumbó en la cama y comenzó a masturbarse, con calma, tenía todo el tiempo del mundo, su dedos entraban de dos o en tres, suavemente, desde la distancia que nos separaba aun podía ver su boca abierta, su cuerpo se movía sobre la cama, se arqueó y tubo un orgasmo, en ese momento mi polla volvió a lanzar el semen contra la pared, ella se llevó los dedos desde su vagina hasta la boca mientras me miraba, nos quedamos como si se hubiera detenido el tiempo, después una camioneta pasó por la calle, ella se giró, bajó de la cama, se dirigió desnuda a la ventana y cerró, el espectáculo había terminado.
El sábado por la mañana recibí una llamada de Gema:
-Buenos días, soy Gema, sigue en pie tu visita para esta noche?, recuerda, es informal, solo estaremos los tres
-Por supuesto, estaré encantado de visitaros.
No sabía como nos sentiríamos al vernos frente a frente, sabiéndonos cómplices de un mismo juego, amantes. Me presente con una botella de vino y un postre, Julia me abrió, se había maquillado, los labios pintados con carmín rosa y sus ojos con una raya negra que le hacía parecer mayor y más sensual, de nuevo ropa muy ligera y corta, llevaría bragas debajo?
Salió Gema a recibirme, me invitó a pasar, la casa estaba decorada de una manera muy informal, en colores claros, casi todo en blanco, me invito a salir al jardín donde tenían la piscina, era el lado que yo no podía ver, había montado una mesa junto a un sofá y unas butacas tapizados en blanco,
-Ya ves, Julia al final le ha salido un plan con sus amigos del instituto, y no nos acompañará.
Realmente lo sentí, pero por parte era mejor así, no podía imaginar estar toda la noche con ella insinuándose delante de su madre, ella sabía que me tenía cogido, que podía jugar a torturarme si era necesario, que yo me dejaría, mientras su madre preparaba algo en la cocina me dijo:
-Fran, Eres un vecino muy caliente, espero que lo estés pasando bien, quiero que me invites un día a tu casa y me muestres desde donde me observas, aún tengo muchas cosas que mostrarte.
Me quedé atónito,, se acercó y me besó en los labios, había dejado su marca de pintura en los míos, pase la lengua para llevarme todo, no quería dejar nada, se giró e hizo como coger algo de una mesa baja, levantó su vestido y me mostro su culo, esplendido, joven, duro, redondo y con unos labios entre las piernas pidiendo que la penetraran, después me giñó un ojo, se rió y se marchó.
Gema se instaló frente a mí, brindamos por nuestra nueva amistad, la noche pasó de un forma amistosa, sin poder quitarme de la cabeza a Julia, cuando descubrí, que realmente Gema era una mujer joven muy necesitada de un hombre, debía olvidarme de Julia, pero eso es otra historia que pronto os contaré.
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