Las pantis de mi comadre.*
Jamás imaginé ver a mi comadre masturbarse y luego saborear sus líquidos en aquella prenda. Simplemente delicioso. .
Tengo una comadre de nombre Alejandra.
Alejandra es algo llenita, gordibuena, con pechos grandes, trasero mediano, mide 1.68, es blanca, cabello a los hombros. Muy femenina.
Mi esposa y yo seguido la íbamos a visitar; ya sea por cumpleaños del ahijado, navidad o año nuevo.
Ella es separada por problemas con mi compadre.
Cuando vamos al cumpleaños del niño, por lo regular nos quedamos el fin de semana.
El día en el cual nos regresaríamos a casa. Mi esposa salió a comprar algo para almorzar. Yo me quede acostado un rato más; pues me gusta ponerme algo alegre, pero no muy borracho.
Me levante para ir al baño y al pasar por la recamara de mi comadre, escuche que ahí estaba; la verdad pensé que no había nadie.
La puerta estaba entre abierta y tanto la curiosidad, como el morbo me hicieron espiar por la apertura.
Tremenda sorpresa que me lleve al ver a Alejandra, acostada en la cama, con unas pantis negras a la rodilla; teniendo alzadas las mismas, dándose tremenda dedeada de clítoris.
Me quede frio al ver esa situación y más al poder mirar esa vagina peludita de la mujer en cuestión.
Se metía un dedo, luego otro, hasta meterse cuatro.
El dedo pulgar era el encargado de masajear su clítoris.
Con la otra mano se estrujaba los pechos, atrapando con los dedos unos pezones erectos que apenas se alcanzaban a ver.
Las ganas de ir al baño se fueron, con tal de disfrutar aquel espectáculo tan excitante.
Parece ser que tuvo un gran orgasmo; pues se medio escuchaban unos gemidos entre apagados.
Antes de sacarse los dedos, se puso el calzón a la entrada de su chocho.
Pensé en entrar para darle consuelo.
En eso escuche que entro mi mujer; ya que por la confianza le presta las lleves del departamento.
Rápido fui a la recamara donde dormimos para hacerme el dormido.
Escuche que mi comadre y mi mujer se saludaron y que Alejandra entro al sanitario para darse un baño.
Mi esposa según me fue a despertar para almorzar con mi comadre y nuestro ahijado.
Al salir Alejandra del baño; entre ahora si a realizar mis necesidades.
Al disponerme a darme una rica paja. Veo que en el cesto de ropa sucia estaba la ropa de la comadre.
Pronto hurgué en aquellas prendas sacando sus pantis con las que se limpiaba sus ricos fluidos.
Como loco las olí, las lamí, las chupé, notando que el sabor de aquella mujer era delicioso.
Desde luego que con mi otra mano me la estaba jalando.
Su aroma, me embriagaba. No sé si por lo caliente que estaba Alejandra o lo caliente que estaba; pero me sentía en la gloria, del aroma y sabor femenino de la comadre.
Casi, metí toda esa prenda íntima en mi boca.
Acto seguido comencé a masturbarme con ella.
Por los pocos fluidos que quedaban de ella y mi saliva, tuve el mejor de los orgasmos.
Decidí sacar sus pantalones con su brasier, para hacer lo mismo.
Ahora no solamente gozaba del aroma vaginal; sino que también del aroma de sus pechos.
Como no podía venirme en los pantalones, tome de nuevo sus pantis negras, para darle una segunda roseada de mi leche.
Después de esto, seguía disfrutando tanto del aroma de su pantalón, como el de aquel sostén blanco.
Con esas dos descargas, me sentí satisfecho.
Al salir solo saboreaba el aroma y el sabor de mi comadre; tanto que ya no la podía mirar como antes.
Me percate que tanto como la visión de verla masturbarse, como la de su aroma y sabor, me excitaban.
Al grado de que cuando llegamos a la casa, mi esposa pago los platos rotos.
Eso sí. Al tener sexo con ella pensaba en Alejandra y su rica vagina.
Ahora la cosa era sencilla, darle a entender acerca de lo que vi y lo que me gustaría hacerle.
Vladimir escritor.
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