Los guardias nos sorprendieron follando en la universidad
Las luces de una linterna entre la oscuridad donde nos ocultamos para follar fueron a parar al trasero desnudo de mi novia, provocando su sorpresa y excitación .
A Andrea le calentaba mucho hacerlo al aire libre durante aquellos años que fuimos compañeros de universidad. Probablemente su temperatura era tan alta porque la había hecho convencerse de lo enorme de su culo y lo delicioso que era manosearlo, especialmente, con los hilos dentales con los que solía andar el día viernes, al igual que sus amigas, con quienes bebíamos y a quienes había instado a ir a una liquidación de ese tipo de lencería y que pude constatar con furtivas miradas y en medio de descuidos de ellas, que usaban los mismos que mi novia.
Las amigas de mi novia y sus amigas eran un ramillete de mujeres que desfilaban por la universidad robando miradas y tentando con sus voluptuoso cuerpos a cuánto varón se les atravesaba, los que, sin disimulo volteaban a mirar sus traseros, aprisionado por estrechos pantalones que dejaban imaginar, por la definición de sus glúteos, que usaban diminutas prendas para contener sus vulvas lubricadas de tantas historias eróticas que solían contar mientras estaba con ellas. La confianza de contar sus aventuras eran reprimidas cuando empezaban a arrancarse detalles, que las excitaban, pero al igual que mi pareja, tenían destinatarios definidos: sus novios, hombres privilegiados que tendrían la dicha de verlas pasearse en la mínima lencería que ocupaban.
A mi novia le excitaban también los relatos de sus amigas, quizás por ese motivo imaginaba cumpliendo sus fantasías de sexo en público y tenía la fortuna de que fueran conmigo.
Solíamos, tras oírlas, ir al baño juntos, me invitaba poniendo su cara tierna y enamorada, y yo, sin esperar que sus arrebatos sexuales la encendieran al punto de comenzar a besarme, levantando su cola y pidiéndome que mi mano tocara los hilos con los que me encontraría antes de lo que imaginaba.
El camarín de varones aún conservaba 3l calor del agua caliente que había bañado a los jugadores del campeonato de fútbol que se llevaba a cabo ese mismo día viernes. Al percatarse de que el camarín estaba abierto y que en el de damas se oían voces de otros varones que se estaban duchando, elevó su excitación, me hizo entrar, me apoyó en la puerta para contener el ingreso de cualquier persona y tomó distancia suficiente para comenzar a bajarse de un modo muy sexy sus pantalones. Luego caminó hasta la banca y levantó el trasero para dejarlo a mi vista y disposición mirándome por encima del hombro y contemplar mi cara de caliente. Mi pene se erectaba al mínimo movimiento de su culo entangado con un triángulo de tela que se posaba alrededor de sus caderas. «Me calienta oír voces y que nos puedan sorprender. Y a ti?» Subió sus pantalones que con dificultad retomarán su lugar por la enorme cantidad de carne que acumulaba entre sus piernas y su cola. Sin cerrar el pantalón caminó hacia mí, me tomó el paquete, bajó mi cierre y el calzoncillo dejando escapar mi verga hinchada y levantada con la angulatura que solo conseguía cuando la veía con esas diminutas tangas. Acto seguido, me abrazó y sin soltar mi verga comenzó a besarme y a girarme para quedar ella contra la pared. Sin desperdiciar tiempo, llevó mi pene hacia su vagina y arrancó el hilo para que la penetrara mientras yo enredaba mis dedos alrededor del hilo tirándolo hacia arriba mientras apretaba con mis enormes manos su culo. Dejó de besarme y comenzó a respirar cada vez más rápido, mordiendo mi oreja y diciéndome que lo tenía muy rico, que estaba muy grueso. Sentí salir a los hombres que habían usado el camarín de mujeres y decirle a la auxiliar de aseo que ya solo quedaba una persona. «Ya voy a partir por el de al lado entonces». La vagina de mi novia estaba muy húmeda y sus movimientos eran cada vez más duros. Pero la aparté cuando sentí a la señora golpear y preguntar si había alguien. Nos perseguimos y respondí que salía inmediatamente. Nos miramos , nos reímos nerviosos y salimos sin mirarla. » estas cabras de ahora que son calientes. Los hombres han sido siempre igual. Estos baños parecen motel».
Nos reímos y volvimos donde estábamos junto a sus amigas quienes tenían que irse. Había llegado el pololo de la Coté, el Antonio, a quien le iban a dar una tanda de sexo intenso recordando al amarte colombiano que tuvo la amiga de mi pareja y al que describió como un hombre dotado, dueño de pene más grande que había tenido nunca dentro suyo y que a duras penas le entraba en la boca. La luci también se iba, pero a la casa de su pololo un hombre mayor, su profesor del colegio, a quien había engañado en más de una ocasión, pues contaba que las erecciones las conseguía con viagra, pero que no lo importaba tanto porque se le ponía más duro que en sus mejores tiempos y podían hacerlo más de una vez en poco tiempo, pues no se le bajaba y era ella quien hacía todo el trabajo, montándolo y poniéndolo contra la pared para incrustarse la verga entre sus labios. Nos dijeron que no sabían dónde estábamos, que nos querían pasar nuestras cosas, pero Coté mencionó en medio de risas que sospechaban que nos habíamos tomado nuestro tiempo. Nos reímos, sin embargo, noté que Luci miró mi paquete que aún se notaba pronunciado bajo el pantalón y me miró intrigada, seguramente,pensando en cuantos centímetros le entraban a su amiga y para calcularlo, cuando se despidió me dio un fuerte y apegado abrazo simulando que había perdido el equilibrio por culpa del botín con taco que elevaba aún más el culo que tocaba su novio mayor. A pesar de lo perversas de las amigas de mi pareja, sus culos no se aproximaban al tamaño de Andrea, que tenía de medida anatómica 110 centímetros a la altura de sus glúteos, lo que volvía aún más excitante el hecho de usar esas hebras de hilos que se perdían entre esas enormes nalgas. Sí, había visto esa tarde asomarse los hilos de sus amigas mientras estuvieron sentadas, pero no había parangón, mi pareja ganaba por lejos. Era uno de los traseros más deliciosos de la universidad. Los guardias con los que nos encontramos después puedes dar fe de ello.
«Estoy muy caliente, mi amor, la vieja maldita fue justo cuando me faltaba poco para acabar. Vamos al patio que está detrás del edificio de al fondo, estoy muy caliente y tu pene me dejó loca hoy». » Solo mi pene o también las historias de tus amigas? Qué les dijeron a ellas por los hilos que se fueron a comprar el otro día?» «No sé, los van a estrenar hoy, al igual que nosotros cuando lleguemos allá atrás. Vamos rápido, que después quiero hacerlo con los otros que me compré». La tentación de acabar pronto con la calentura que nos consumía nos hizo caminar de la mano presurosos rumbo a algún rincón oscuro donde pudiésemos terminar lo que empezamos en el camarín, sin embargo, no fue tan fácil pues vimos en el sector al que nos dirigíamos a varias parejas que venían de allá y a otras que también buscaban lo mismo que nosotros.
Llegamos al lugar que pensamos que estaría desocupado, pero vimos a una flaca mamándoselo a su acompañante, así que debimos dar con otro lugar que tuviese las mismas condiciones y se estaba haciendo tarde, ya pronto cerrarían la facultad pues vimos que se estaba yendo gran parte de la gente que aún quedaba, así que encontramos un lugar oscuro, pero algo que no estaba tan escondido. Las ganas fueron más fuerte y decidimos follar ahí mismo, pues no se oía a nadie pasar. Mi pareja se dio vuelta, puso su culo en mi paquete y empezó a moverse hacia atrás, golpeando mis genitales logrando que mi pene rápidamente comenzara a reaccionar e hincharse como lo había estado antes. Desabotoné su pantalón y agarré nuevamente su hilo dental con el que estimulé mediante el roce tenso de la tela, sus labios, para luego voltearla y presionar sus hombros hacia abajo. «Híncate y chúpamelo». Mi novia me miró y obedeció. Sentía su boca succionado intensamente mi verga, logrando que se pusiera tan dura como antes. Nuevamente empezamos a oír voces de los estudiantes que se estaban yendo y también a los guardias que les indicaban la puerta que permanecía abierta. «Apurémonos. Párate y entiérratelo» dije mientras me apoyaba contra la muralla de ladrillos que había en ese oscuro rincón. Los gemidos de mi novia comenzaron a aparecer y a ser cada vez más fuertes pues había comenzado a darle nalgadas que agradecía pidiéndome que no parara, pero debí hacerlo cuando vi las luces de una linterna alumbrando los rincones oscuros. Yo estaba a punto de acabar y mi novia también así que apuré la velocidad de penetración y me acomodé de tal manera que el ángulo de penetración permitió profundizar entre las carnes jugosas de mi pareja permitiéndome acabar junto con ella que no pudo contener un grito que terminó por alertar a los guardias a quienes sentí acercarse. Mi semen solo había logrado calentar más a mi pololo quien me pedía que no se lo sacara que si seguía iba a acabar de nuevo, lo que no pudo lograr pues me vi a los segundos encandilado por las luces de la linterna de uno de los guardias » ya, jóvenes, no pueden estar haciendo esto acá. Ya hay que irse. Mi polola pantalones hasta las rodillas me abrazó asustada » Ya , ya, si ya nos vamos dije, agachándome a subir sus pantalones y para evitar que siguieran viendo mi cara, pero era lo que menos les interesaba pues la luz se posó sobre el enorme trasero de mi novia, que tenía seguramente las marcas de mis dedos y estaría enrojecido por las nalgadas que le dí para aumentar nuestra excitación. » Ya, deja de alumbrar si ya nos vamos». «No, nos quedamos hasta que se vayan» «Ya pero deja de alumbrarnos» Corrieron levemente la luz del cuerpo de mi novia y se alejaron unos pasos más atrás «Tremendo culo que se come el joven. Se pasó la señorita. Pero acá no es para hacer eso, jóvenes» dijo uno sin dejar de mirarla pervertidamente, como pude notar cuando algo de nitidez alcanzó mi visión. Volví a agacharme para subir sus pantalones, pero solo conseguí hacerlo hasta donde comenzaba a pronunciarse el glúteo, dejándolos afuera e la cobertura del pantalón ,volviéndolo cada vez más apetitoso. «Ya, guardia, estamos casi listos. Nos vamos ya, dejen de alumbrarnos». Me saqué la chaqueta y tapé el culo de mi pareja y solo de ese modo, conseguí que dejaran de alumbrarla y se fueran. Alcancé a escuchar que comentaron que solo en las putas habían visto calzones tan chicos, «tremenda la mina, tremenda. Quiero una así esperándome en la casa». Rieron como enfermos degenerados por lo que acababan de ver mientras mi pareja se apretaba más contra mí diciéndome que se moría de vergüenza, que no quería pasar por delante de ellos, que quizás qué le podrían hacer cuando la vieran. Le dije que por ahora resolviéramos cómo lo haríamos para salir, que yo ya estaba expuesto, que me daba lo mismo que me dijeran algo, pero que saliera junto a un grupo de compañeros de carrera que iban abandonando el campus. «Pídeles un cigarrillo y te vas entre medio de ellos, yo paso haciéndome el loco, si ya me vieron. Menos mal que estos son los nocheros, no nos los encontraremos si no nos vamos tarde. «Pero voy llena de tu semen? Cómo lo hago? » «Pasemos al baño del MC Donalds», ahí te limpias. Y aprovechas de ponerte el otro hilo que me dijiste que andabas trayendo.
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