Mariposa de Metal – Primer Encuentro
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por squidward.
Capítulo 3 – En el nido de la araña
Selene abrió por fin los ojos, era imposible saber cuánto tiempo había pasado desde que su mente se había desconectado de su cuerpo, lo sucedido minutos antes de perder la consciencia lo recordaba como si hubiera sido un sueño, como si lo hubiera visto en una película en vez de haberlo vivido, ahora parecía haber recobrado todos sus sentidos, el efecto de lo que le habían administrado ya había salido por completo de su sistema, ya sin nada que nublara sus pensamientos comenzó a entrar en verdadero pánico, lo que se incrementó exponencialmente al notar que no podía mover casi ninguna parte de su cuerpo, comenzó a respirar agitadamente, su corazón se aceleró tanto que casi le dolía el pecho, pero era una chica valiente y trató de controlar su miedo y vencer la desorientación.
“No seas estúpida, cálmate y concéntrate” pensó.
Respirando lenta y profundamente para tranquilizarse trató de evaluar su situación. Podía notar que estaba de pie con las piernas juntas, estaba recargada sobre alguna superficie rígida y fría, casi no sentía sus brazos, se dio cuenta de que estaban levantados sobre su cabeza quién sabe desde hace cuánto, por lo que les faltaba circulación, trató de mover la cabeza para ver mejor el lugar en el que estaba pero tampoco pudo hacerlo, sintió algo presionando su frente, por lo que únicamente lograba ver la parte de la habitación que le quedaba de frente, parecía estar en un cuarto de un edificio viejo, el área que podía ver era grande, como una cochera para dos autos, las paredes agrietadas, sin ventanas, la pintura descascarada, había unas cuantas vigas de acero verticales sosteniendo un techo alto, el lugar estaba precariamente iluminado por lámparas fluorescentes tubulares, pero la mayoría estaban apagadas, y de las que estaban encendidas muchas parpadeaban continuamente, lo que acrecentaba la decrepitud del lugar, había dos viejas mesas de madera, una era de altura normal y la otra un poco más baja.
“¿Qué hago ahora?” pensó.
Aparentemente podía abrir la boca y hablar, pero ¿sería seguro pedir ayuda? No sabía si el tipo que la llevó hasta ahí estaba cerca, tal vez si no hacía ruido podría escapar, así que trató de soltarse, forcejeó contra lo que la tenía inmóvil, se sacudió, se contorsionó, pero no logró nada, apenas balancearse unos milímetros.
—Veo que ya estás despierta —dijo esa voz desde atrás de ella.
Sintió que la sangre se le congelaba, juraría que su corazón dejó de latir por un instante, el terror volvió a llenar todos sus pensamientos, y entonces entró a su campo de visión, llevaba una máscara de las que utilizan para jugar “paintball” así que no podía ver su cara, era de hombros anchos y alto, al menos 1.80 de estatura, completamente vestido de negro, incluso llevaba guantes de ese color, imposible reconocer quien era, suponiendo que fuera alguien que hubiera visto antes
—–Supongo que quieres gritar, en realidad quisiera que lo hicieras, no quiero que después pienses “¿por qué no grité cuando tuve la oportunidad?” y te culpes por ello, nada me desagradaría más que te quedaras con la idea de que fuiste una tonta por no hacer todo lo posible, sólo te pido que no lo hagas por mucho tiempo, ya que no quisiera que te lastimaras la garganta ni que me desconcentraras mientras preparo mi presentación para ti.
Dudó por un segundo ¿en realidad le estaba permitiendo gritar? O era únicamente que necesitaba un pretexto para castigarla.
—Anda, en serio, grita un poco, comprueba por ti misma que no hay nadie más por aquí que te pueda escuchar —la animó de nuevo.
Entonces lo hizo, gritó lo más fuerte que jamás lo había hecho en su vida, pidió ayuda con toda la potencia de sus pulmones, lágrimas de miedo y desesperación corrieron por sus mejillas.
—Shhhh! —dijo él después de dejarla gritar por unos momentos, mientras colocaba su dedo índice sobre sus labios—. Creo que ya fue suficiente, como ves, nadie vino en tu auxilio, no tiene caso que te hagas daño, como ahora sabrás soy un hombre de palabra, y como tal te prometo que vas a estar bien, no tiene caso que llores, te arruinarás el maquillaje, sería una lástima, te ves tan hermosa así como estás.
Sacó un pañuelo del bolsillo de su camisa y le secó las lágrimas con mucha delicadeza.
— ¿Por qué yo? —Fue lo único que pudo decir ella entre sollozos.
—Y ¿por qué no? —Fue la única respuesta.
—Por si no me creíste cuando dije que te veías hermosa —salió de su campo de visión por un instante y regresó cargando un enorme espejo de cuerpo completo y lo colocó frente a ella a la distancia exacta para que pudiera verse entera sin necesidad de mover la cabeza.
Ahí estaba esa imagen, se encontraba de pie perfectamente derecha, con su espalda apoyada contra una de esas vigas de acero como las que había visto poco antes, estaba fuertemente atada con cuerdas, varias vueltas de ellas enrolladas a diferentes alturas del cuerpo, sobre el pecho, bajo el pecho, a la cintura, las rodillas y los tobillos, y como ya lo había notado antes, sus muñecas atadas juntas una sobre la otra sobre la cabeza, había una banda ancha, posiblemente un cinturón de cuero sobre su frente, lo que le impedía mover la cabeza. A pesar del impacto de verse así, no pudo evitar pensar que en verdad se veía de cierta manera… sensual. Selene era de verdad muy atractiva, era pequeña de estatura, mediría aproximadamente 1.63 metros de altura, era delgada pero bien formada, tenía una cintura de verdad diminuta ahora acentuada por las múltiples vueltas de cuerda sujetas a su alrededor, sus pechos eran del tamaño ideal para ese cuerpo, redondos y firmes, sus piernas largas en proporción a su cuerpo, aun cuando no acostumbraba ejercitar mucho, tenían buen tono y forma
Las curvas de sus caderas creaban una perfecta figura de reloj de arena, pero aún con esa delicia de cuerpo, su mejor atributo era su rostro, sus mejillas redondeadas le daban una apariencia aún más juvenil e inocente que otras mujeres de su edad, ojos levemente rasgados le brindaban un ligero aire oriental, la boca pequeña pero los labios carnosos, sobre todo el inferior, la nariz era un poquito ancha, pero combinaba perfectamente con el resto del rostro, su cabello natural era negro y liso, aunque en este momento estaba cubierto por la peluca azul. Casi había olvidado las circunstancias de su rapto, no recordaba que llevaba un disfraz hasta este momento, de hecho le sorprendió verse así, por un instante llegó a pensar que ese lunático la tendría desnuda o con la ropa sucia, arrugada y rasgada, pero no, su vestido estaba en perfectas condiciones, las medias estaban colocadas ambas a la misma altura, lo mismo los guantes, y el cabello, para haber sido drogada y secuestrada lucía cuidadosamente peinado y completamente despejado del rostro. Parecía haber sido muy cuidadoso con ella en todos los detalles, claro que debido a la posición en que tenía los brazos el ya de por sí diminuto vestido quedaba aún más arriba de lo normal, permitiendo dar un vistazo a su ropa interior de barras azules y blancas.
Capítulo 4 – La presentación
Tan entretenida estaba contemplando su situación que hasta había dejado de llorar, por un instante incluso había olvidado el miedo que tenía, su mundo se sacudió de nuevo cuando él retiró el espejo.
Mientras ella estuvo observando su reflejo, él se dedicó a preparar el “espectáculo” que le había prometido, había llenado la mesa más alta con algunos objetos que no alcanzaba a distinguir bien, además ahora había un enorme baúl de apariencia antigua. En verdad se había distraído mirándose en el espejo para no haber visto pasar semejante objeto a su lado.
Abrió la tapa del baúl, metió una mano y sacó una cadena de acero reluciente, ésta se tensó como si estuviera sujeta a algo pesado dentro, tiró con fuerza y completamente desconcertada vio salir de la caja a otra persona, era otra joven mujer, tenía un collar también de acero alrededor del cuello con un gran aro del mismo material al frente, de donde estaba enganchada la cadena que él sujetaba, la chica parecía estar de rodillas dentro de la caja y le costaba trabajo incorporarse, con firmeza él la metió sus manos debajo de sus axilas para levantarla y colocarla de pie fuera de la caja. Ahora podía verla mucho mejor, sería aproximadamente de la misma edad que ella, un poco más alta y más delgada, tenía una figura muy estilizada, parecía que ejercitaba con frecuencia, pero no exageraba, tenía un cuerpo como el de una modelo de trajes de baño y también era muy bonita, llevaba el cabello largo hasta la media espalda, de un color rojo intenso, su cara era delgada con unos pómulos definidos, una boca que parecía esbozar una ligera sonrisa, unos ojos grandes y expresivos que parecían los de una niña a punto de hacer una travesura, por cierto, tenía una línea pintada desde la frente hasta la mejilla pasando justo por la mitad del ojo derecho.
Llevaba un pantalón de cuero a la cadera que le quedaba como una segunda piel y un top del mismo material, éste se ajustaba perfectamente a su cuerpo y se amoldaba a sus pechos, era muy escotado y además muy corto, dejaba ver completamente su abdomen y costados, incluyendo un gran tatuaje de símbolos tribales que parecía comenzar debajo del pecho izquierdo, bajando por el costado y perdiéndose debajo del pantalón. No podía verle los brazos, parecía que llevaba las manos atadas detrás de la espalda, esa posición la obligaba a echar los hombros hacia atrás proyectando sus preciosos pechos al frente, lo que le daba una apariencia aún más provocadora.
“Un momento —pensó— creo reconocer esa ropa, también es un disfraz, un “cosplay”, le faltan detalles, debería llevar una especie de armadura, y una chaqueta encima de ese top, pero seguramente no hubiera podido acomodarse dentro de esa caja con todo eso puesto. De hecho el tatuaje también es parte del personaje. ¿La habrá raptado igual que a mí? Maldito enfermo, a cuantas les habrá hecho esto, aunque no se ve asustada ni forcejea, bueno, podría ser que esté drogada, pero se ve tan normal, tan expresiva y despierta…”
Él tomó a la nueva chica por los hombros y le dio media vuelta y pudo ver que sus manos no estaban atadas como ella pensaba, sino que ambos brazos estaban metidos en una especie de funda cónica de piel, tan estrecha que parecía mantener ambos brazos tan juntos como si fueran uno sólo detrás de ella, en una posición que le parecía digna de un contorsionista. Esa extraña prenda llevaba una cremallera a todo lo largo, la cual él deslizó hacia abajo abriendo la funda a la mitad permitiendo a los esbeltos y blancos brazos volver a la posición normal, luego desabrochó unos cinturones que mantenían el dispositivo en su lugar y lo depositó dentro del baúl, él masajeó suavemente sus brazos aparentemente para estimular la circulación, no podía imaginar cuanto tiempo llevaría la pobre chica con esa cosa puesta.
La volvió a colocar de frente a ella.
—Manos atrás del cuello —ordenó.
Inmediatamente entrelazó los dedos y colocó sus manos en su nuca, otra posición que hacía destacar esos lindos pechos, él desenganchó la cadena del collar y la dejó caer también dentro de la caja con un fuerte tintineo del metal contra metal, luego desabrochó el top que se abría por la parte de atrás y lo dejó caer al suelo a unos metros de distancia, se quitó los guantes y comenzó a masajearle el busto, primero con suavidad, luego más fuerte, hasta que llegó a apretarlos de manera que al soltarlos las marcas de sus manos quedaban visibles por unos segundos, luego comenzó a acariciar sus rosados pezones con un dedo, haciendo círculos sobre ellos, pero igual aumentaba la fuerza hasta que los pellizcaba, les daba pequeños jalones e incluso los retorcía, ella parecía disfrutarlo, su boca hacía muecas de dolor cuando los presionaba más fuerte, pero sus ojos demostraban placer, sus manos no se despegaban de su nuca. Estiró un brazo y tomó algo de la mesa, se acercó a Selene y lo puso cerca de su cara para que pudiera verlo bien, era una pequeña y extraña pinza de metal de forma ovalada, al presionarla por los lados angostos se abría y al soltarla volvía a cerrarse, además llevaba un pequeño trozo de cadena colgando de un lado, la abrió una vez más y “mordió” el puño de su camisa con ella, luego dio unos tirones de la cadena para que viera lo fuerte que se sujetaba al dejar de presionarla.
Regresó al lado de la otra chica y colocó la pinza sobre su pezón derecho, una breve mueca de la chica, tomó una pinza idéntica de la mesa y la colocó en el pezón izquierdo, otra mueca, Selene apretaba los ojos y trataba de voltear la cabeza hacia otro lado cada vez que ponía una pinza al imaginarse el terrible sufrimiento que estaba experimentando la pobre muchacha, pero de nuevo al ver su cara, parecía que le gustaba. Tomó más objetos de la mesa, esta vez unas esferas metálicas del tamaño de nueces con un gancho de alambre cada una, y las fue colgando una a una de las cadenas que colgaban de las pinzas, parecían ser más pesadas de lo que aparentaban, ya que cada vez que colocaba una, podía ver como el peso tiraba del pezón hacia abajo, en total colocó tres en cada lado, no podía creer lo que estaba pasando, pensó que tenía que ser una pesadilla y que despertaría en cualquier momento, pero no sucedía, forcejeó un poco más contra las ataduras tratando de liberarse de nuevo, pero sin éxito.
Él tipo se acuclilló y le sacó las botas que ella llevaba, luego le quitó el cinturón de un tirón y ya sin estorbos bajó el pantalón de cuero hasta sus tobillos, ella inmediatamente sacó los pies y pateó el pantalón lejos de ella, debajo del pantalón lucía una diminuta tanga, apenas un pequeño triangulo de tela sujetado por unos delgados cordones, la imagen era espectacular, las piernas eran preciosas, su piel ligeramente bronceada inmaculada, los pies pequeños y delicados.
—Las manos en la mesa.
Dio media vuelta y puso ambas manos sobre la mesa vacía, como ésta era muy baja, aproximadamente a un metro del suelo, necesitó agacharse hacia adelante, por lo que quedó mostrándole el trasero, prácticamente desnudo, la ropa interior era apenas un hilillo entre las nalgas, ella nunca había visto a otra mujer así de expuesta, obviamente había visto a otras mujeres cambiarse de ropa frente a ella, pero jamás algo así, había perdido de vista al enmascarado por un segundo, cuando lo vio de nuevo, notó que había tomado otra cosa de la mesa.
“¿Una espada? ¿Pero qué va a hacer con ella?”
Abrió bien grandes sus ojos, al igual que su boca dispuesta a gritar de nuevo, él se dio cuenta de lo que estaba pasando por su mente, obviamente parecía que pretendía cortar en dos a la pobre mujer, por eso se dio unos golpes con ella en la palma de la mano para que escuchara el sonido que producía.
—Madera, no está afilada —dijo él, eso la tranquilizó un poco.
Ya entonces notó que era una espada curva muy ornamentada y que era parte del disfraz que llevaba la chica al principio, era solamente un accesorio del personaje. Acarició las nalgas de la chica con la espada, dando suaves círculos, primero en un lado, luego en el otro, y de repente. ¡PLAF! Golpeó repentinamente el trasero de la chica con la parte más ancha de la espada con gran fuerza, Selene se asustó tanto que de no estar atada hubiera dado un salto, sintió que el corazón se le salía del pecho, la chica solo emitió un pequeño quejido y casi no se movió, aún con la tenue iluminación pudo ver como la piel se ponía roja en la zona que había recibido el impacto. ¡PLAF! Otro golpe y otro sobresalto, y otro y otro, y muchos más. Perdió la cuenta de cuantas veces golpeó el trasero de la joven, después comenzó a golpear un poco más abajo, en los muslos.
—Separa las piernas. –dijo, e inmediatamente obedeció colocando los pies aproximadamente a un metro de distancia uno del otro, y también le golpeó la parte interna de los muslos, una de las partes más sensibles del cuerpo.
—Ven hacia acá —dijo, y la colocó en la misma posición pero ahora podía verla de perfil.
—No quiero que te pierdas de nada —dijo él y colocándose detrás de ella siguió con los azotes, ahora podía ver como se balanceaban las pesas que colgaban de sus pezones, cada azote provocaba un nuevo bamboleo. No podía negar que había algo de hipnótico en ese movimiento. Cuando le propinó los últimos golpes, aún más fuertes y sonoros que todos los anteriores, la chica ya estaba contorsionándose tras cada azote, sus gemidos eran un poco más fuertes e incluso llegaba a levantar los pies, pero nunca quitó las manos de la mesa ni dijo ni una palabra.
Su trasero y muslos quedaron de un rojo escarlata, él los acarició suavemente con ambas manos, la tomó del collar y la hizo erguirse, había lágrimas en sus ojos, pero aun así su rostro irradiaba felicidad, respiraba agitadamente, él tomó la máscara con ambas manos y la deslizó hacia abajo, la chica cerró los ojos inmediatamente como si hubiera visto una luz brillante después de estar en completa oscuridad, Selene trató de ver su rostro, pero estaba casi de espaldas a ella, apenas alcanzaba a ver parte de la mejilla derecha, entonces él la tomó por la cintura y la besó en los labios, ella correspondió el beso salvajemente, obscenamente, ella puso una de sus manos en su costado y con la otra comenzó a acariciarle el bulto que se había formado entre sus piernas, él tomó el delgado cordón de la tanga y sin ningún esfuerzo la arrancó y la lanzó al suelo, todo esto sin dejar de besarse
Estuvieron así tal vez un par de minutos, a Selene le era imposible calcular el tiempo debido a la adrenalina fluyendo por su sistema, luego él se separó, ella no abrió los ojos en ningún momento, él colocó de nuevo la máscara sobre su rostro caminó hacia la mesa de sus “juguetes” recogió un rollo de cuerda y regresó con ella, tomó sus brazos y los colocó detrás de su espalda, los antebrazos juntos de manera horizontal, de tal manera que la mano derecha tomaba el bíceps izquierdo y viceversa, entonces comenzó a atarlos fuertemente en esa posición, mientras lo hacía ella abrió los ojos poco a poco, miró directamente a Selene y le dedicó otra sonrisa, increíblemente coqueta y seductora.
Selene quedó pasmada, no podía comprender como podía lucir tan tranquila después de recibir semejante tortura, sin duda ella estaría deseando morir si estuviera en su lugar, sin embargo había algo en la mirada de la chica pelirroja que la tranquilizaba, debía admitir que se veía espectacular, su cuerpo delgado e increíblemente estético, completamente desnudo su intimidad totalmente depilada, mostraba unos suaves labios rosados y húmedos, un poco hinchados de excitación, incluso lograba distinguir algo de fluidos escurriendo por la parte interna de los muslos.
Se estuvieron mirando la una a la otra, a la chica pelirroja también parecía gustarle el panorama que tenía frente a ella, la observaba de pies a cabeza, y ¡cómo sonreía!, al enmascarado le tomó varios minutos terminar las ligaduras, por lo tuvieron bastante tiempo para observarse, justo cuando él estaba terminando, la pelirroja le guiñó el ojo a su atónita espectadora. El enmascarado la tomó por los hombros y la hizo girar lentamente para que ella pudiera observar completamente lo que había hecho, los brazos estaban sujetos con infinidad de metros de cuerda, muchos nudos de apariencia complicada ligaban los antebrazos además los brazos estaban inmovilizados también por varias vueltas de cuerda alrededor del torso, luego la tomó del collar y la dirigió hacia abajo hasta que quedó de rodillas en el suelo. Acto seguido desabotonó su pantalón y sacó su pene, completamente erecto, palpitante, ella automáticamente abrió la boca lo más que pudo, y engulló ese miembro hasta el fondo,
El la tomó por la cabeza y la empujó hacia atrás y hacia adelante una y otra vez, cambiando la velocidad, en momentos lenta y suavemente, luego rápida y bruscamente provocando fuertes arcadas en ella, en ocasiones lo dejaba dentro de su garganta y sujetaba la cabeza fuertemente pegando su frente a su estómago y esperaba hasta que comenzara a ahogarse y entonces lo sacaba, ella no creía lo que estaba viendo, estaba estupefacta, no quería ver eso, pero a la vez era tan insólito que no podía cerrar los ojos, ese hombre estaba tratando a esa pobre chica como un juguete, como si se tratara de una muñeca sin vida, un vil objeto para su placer personal. Estuvieron así varios minutos, hasta que él se detuvo, dejó la punta de su miembro dentro de su boca, levantó el rostro al techo y dejó salir un quejido, pudo ver como las mejillas de la chica se contraían hacia adentro, como si estuviera succionando, y notó claramente el movimiento de su cuello al tragar. Él sacó el miembro pulsante de su boca, ella lo lamió cuidadosamente de la base a la punta varias veces, hasta que él estuvo satisfecho y lo puso de nuevo dentro de su pantalón.
“¿Pero qué acabo de ver?” —Pensó— “no puede ser real, esto debe de ser todo, no puedo soportar ver más, que termine ya, por favor…” —en eso otro pensamiento aún más aterrador hizo que su corazón se hundiera, sintió que su alma se le salía del cuerpo— “será eso lo que pretende hacer conmigo, seré yo la siguiente”.
La sujetó de nuevo del collar, y la incorporó otra vez, tomó y apretó sus pechos con sus manos, y luego, tomó una de las pinzas y la abrió, esta vez la joven no pudo conservar la compostura y soltó un grito de dolor y luego apretó los dientes, él acarició suavemente el pezón inflamado y sumamente sensible, y quitó la otra pinza, otro grito más fuerte que el anterior y luego un par de maldiciones y dio unos cuantos pisotones, él repitió las caricias y el suave masaje sobre el otro pezón mientras ella respiraba profunda y lentamente y trataba de contener el llanto. Acto seguido la recostó de estómago sobre la mesa haciendo una escuadra con la cintura de nuevo mostrándola de perfil, las piernas seguían apoyadas en el suelo, apretó los dientes y cerró los ojos cuando los pechos quedaron aplastados sobre la dura madera, obviamente los pezones aún le dolían, luego tomó más cuerda, levantó sus pies cruzó sus tobillos y los ató juntos, los volvió a dejar sobre el suelo, tomó su cabellera, peinándola con los dedos recogió todo su cabella en la parte de atrás de la cabeza y le hizo una cola de caballo, con otro pedazo de cuerda ató fuertemente el cabello, luego tomó los pies y los levantó haciendo un arco hacia adelante, como la cola de un escorpión, tomó el extremo de cuerda atado a su cabello lo estiró hasta que su nuca tocaba su espalda y la barbilla quedó lo más lejos posible del pecho y anudó la cuerda que estaba atada al cabello con los tobillos, de manera que si bajaba los pies, éstos halaban aún más la cabeza hacia atrás, como los muslos no estaban apoyados sobre nada, ella tenía que mantener las piernas en el aire sólo con su fuerza muscular y de voluntad, obviamente el cuerpo no podía resistir mucho esa posición, después de unos cuantos segundos comenzó a gemir y quejarse del esfuerzo, cuando parecía que no iba a soportar más y comenzó a gritar de desesperación, él colocó bajo sus muslos unos taburetes un poco más altos que la mesa, sosteniéndolos al fin y permitiéndole algo de descanso. Ambas chicas respiraron con alivio después de eso, Selene sentía gran empatía por la chica torturada y deshumanizada de esa manera, y sufría con cada castigo que le era aplicado.
El enmascarado liberó de nuevo su pene, se colocó entre los bancos que sostenían las piernas de la chica y lentamente lo introdujo dentro de ella, la pelirroja cerró los ojos y abrió la boca emitiendo un gemido, definitivamente esta vez no era de dolor, él mecía su pelvis hacia adelante y hacia atrás cada vez más rápido, ella respiraba más rápido también, y gemía y se contorsionaba, Selene no podía creer que fuera posible que alguien pudiera sentirse así, ella había experimentado varios orgasmos en su vida, no era ignorante del tema, y los había disfrutado mucho, pero no recordaba jamás haber estado en la condición en que se encontraba ella, en los momentos que abría los ojos parecían no estar mirando nada, o estar viendo cosas que no estaban ahí, su rostro reflejaba una entrega, una excitación y un abandono que casi parecía estar agonizando, ¿qué podía haberle causado eso?, ¿en verdad el dolor y la humillación que soportó podría ser la causa? Y entonces llegó, sus ojos se abrieron grandes como platos, dejó salir un gemido y su cuerpo se convulsionó y estremeció tanto como las ataduras le permitieron.
Sin querer Selene también soltó un suspiro al mismo tiempo que ella, era tanta la conexión que sentía que sintió una inmensa paz cuando la vio relajarse, él sujeto se apartó tomó un extraño cuchillo de hoja curva que parecía una hoz en miniatura, la tomó de la frente y cortó rápidamente la cuerda que unía los tobillos con el cabello, cuidadosamente dejó descansar su cabeza sobre la mesa, cortó las ligaduras de los tobillos y con calma puso sus pies en el suelo, apartando a un lado los banquillos, y por último cortó todas las cuerdas que sujetaban sus brazos, una vez libres los fue separando poco a poco hasta dejarlos reposando sobre la mesa, su rostro parecía el de un ángel, tenía la apariencia de estar dormida, respiraba tranquilamente, cada que exhalaba se escuchaba como un ligero sollozo, él le acarició la cabeza y le peinó el cabello con los dedos otra vez, después de un par de minutos la dejó descansar mientras reunía todos los objetos que había utilizado y los sacaba de su campo de visión.
No sabía qué hacer, sólo se quedó observando a la chica recostada sobre la mesa. Instantes después, abrió los ojos, la miró de nuevo directamente a la cara y volvió a guiñarle un ojo y a sonreír como lo había hecho antes, para entonces no había ningún rastro de los objetos utilizados en el “espectáculo”, más que el baúl del que había hecho su aparición la chica, el hombre volvió con ella, notó que se había colocado los guantes de nuevo, la tomó del collar una vez más, la dirigió a la caja y la hizo pararse dentro de ella, tomó de dentro de la caja la extraña funda de cuero con la que había aparecido, y la colocó de nuevo tras su espalda, la sujetó de sus hombros con unos tirantes y subió la cremallera comprimiendo sus brazos de nuevo como si fueran uno sólo, otra vez sus lindos pechos se proyectaron hacia adelante, los pezones seguían erectos y sensibles por las pinzas, se puso de rodillas, se sentó sobre sus talones dobló la cintura recostándose sobre sus muslos y desapareció de su vista, no sin guiñarle el ojo por última vez. Cerró la caja la levantó y la puso sobre una plataforma con ruedas y se la llevó de ahí.
—Espero que te hayamos entretenido —le dijo al regresar, y soltó el cinturón que sujetaba su cabeza a la viga, la sintió increíblemente pesada y apenas la pudo sostener, el cuello le dolía por estar tanto tiempo sin moverse, instintivamente comenzó a girar la cabeza para aliviar el dolor. Pudo ver como acercaba el cuchillo curvo a su cuerpo, el miedo la dominó por completo.
— ¡Prometiste que no me lastimarías —dijo con voz entrecortada—, dijiste que eras hombre de palabra!
Y comenzó a cortar las cuerdas que la mantenían inmóvil, aparentemente las ataduras le ayudaban a sostener su peso, ya que con cada cuerda que cortaba, comenzaba a sentir más presión sobre las puntas de sus pies.
—“Esos malditos zapatos” —recordó.
Había olvidado los altísimos e incómodos tacones que llevaba puestos, afortunadamente no la molestaron mucho mientras estuvo ahí atada, hubieran hecho su suplicio aún más intolerable. Cortó las cuerdas del torso, luego las de los tobillos, las rodillas, muñecas y por último las de la cintura, su primer impulso fue patearlo y salir corriendo de ahí, pero el cuerpo no le respondió, estar inmóvil con ataduras tan ajustadas por tanto tiempo había hecho que todos los músculos de sus brazos y piernas se hubieran entumecido y sintió que se desplomaba, aparentemente él lo había previsto, porque la sostuvo firmemente de la cintura y luego la cargó en brazos, detrás de ella había un viejo y arruinado sillón que no había podido ver antes, la colocó sobre él y desapareció.
Capítulo 5 – Regreso a casa
El hormigueo en sus brazos y piernas al recuperar la sensibilidad era insoportable, le tomó varios minutos poder mover siquiera un dedo, cuando al fin pudo ponerse de pie, salió inmediatamente de la habitación, con el corazón sobresaltado, no sabía si el sujeto en verdad se había ido, tal vez aguardaba escondido para jugar con ella y atraparla de nuevo. Al cruzar la puerta se encontró en una especie de vestíbulo, cerca de la pared había lo que quedaba de un gran mostrador con vitrinas, todo en ruinas, parecían haber tapiado las puertas y ventanas principales del edificio, siguiendo con la vista las pisadas de su captor, ya que el piso en este lugar estaba cubierto de fino polvo, acumulado durante varios años aparentemente, y vio que llevaban a una puerta metálica entreabierta en una esquina, lentamente se acercó a la puerta, y pudo sentir aire fresco proveniente del exterior, reunió todo el valor que pudo y salió.
Se encontraba en una calle que ya conocía, era cerca del centro de la ciudad, hace años era una bulliciosa zona llena de locales comerciales, pero había caído en desgracia recientemente, la mayoría de los negocios habían cerrado, el edificio en que se encontraba era ni más ni menos que un viejo cine, sus paredes mostraban signos de haber sido vandalizadas por años, innumerables grafitis las cubrían, pero uno sobresalía entre todos, la imagen de una enorme mariposa, cuidadosamente dibujada con pinturas de color plateado, dorado y negro, sus alas ornamentadas parecían tener unos gigantescos ojos negros de mujer, que aparentaban observarla directamente con dureza, no supo por qué, pero ese dibujo le pareció especialmente atemorizante, a unos cuantos locales a su izquierda había una librería que ella conocía muy bien, uno de los pocos establecimientos que aún subsistían, frente a ella, un extraño edificio con una excéntrica estructura que parece una torre de cristal, siempre se había preguntado para qué había servido.
Era imposible saber la hora, pero era muy tarde y la calle estaba completamente desierta y todos los establecimientos estaban cerrados.
“Debo buscar a un policía” pensó, pero después de meditarlo un poco, comenzó a dudar de que fuera buena idea, sabía al igual que todos que la policía de este país es increíblemente corrupta, es una bestia lenta, pesada e ineficiente, tendría que contar con detalles todo lo sucedido, y eso la llenaba de vergüenza, además, recordó la forma en que iba vestida, seguramente la ignorarían y dirían que ella se lo buscó, y la fortuna de no haber sido lastimada sería un impedimento para que la justicia actuara a su favor, ya que sabía también que a menos que fueras violada, golpeada o asesinada, poco harían por iniciar una investigación seria.
Recordó que a escasas cuadras de donde se encontraba, habría mucha gente a esa hora, pero tampoco creyó que fueran los adecuados para pedir auxilio, se trataba de una zona roja de ésta ciudad, ebrios y prostitutas no era la mejor opción. Entonces decidió caminar hacia el centro de la ciudad, ahí siempre hay gente, cientos de personas que pasan por ese lugar de paso para llegar a sus trabajos. No soportaba los zapatos, pero el suelo estaba demasiado desigual, había muchas piedras y basura como para caminar descalza.
El camino más directo para llegar al centro pasaba por calles desiertas y casi sin iluminación, la idea de pasar por la zona roja no le parecía tan desagradable ahora, prefería los silbidos e insinuaciones de los transeúntes a volver a ser atacada. Y se decidió por la zona menos desolada.
Dobló la esquina a la derecha hacia los bares de mala muerte cuando afortunadamente pasó un taxi que iba vacío, le hizo la parada y lo abordó.
Se sentó en el asiento trasero y le proporcionó al conductor la dirección de su casa, miró el reloj del tablero, las 12:33 p.m. supuso que estaría con el tiempo correcto, no quiso preguntar, “no es tan tarde como pensaba” pensó, hasta entonces notó lo mucho que había sudado, no hacía mucho calor, pero el tener las piernas juntas y además llevar esa peluca la habían acalorado.
“La peluca” recordó, quitándosela de encima, casi le pareció gracioso pensar lo que el taxista pensaría de ella al abordar su vehículo a esas alturas de la noche, en ese lugar, vestida así, además luciendo una exuberante cabellera azul, hubiera reído de no ser porque tenía tantas ganas de llorar.
Se cubrió el rostro con las manos sollozando, el conductor le preguntó si le pasaba algo, pero ella no contestó, el viaje sería largo, en unos minutos la venció el cansancio y entre suspiros se quedó dormida.
Cuando abrió los ojos no pudo ver nada, estaba en completa oscuridad, le costaba trabajo respirar, parecía que se encontraba en un lugar estrecho, horrorizada se dio cuenta de que no podía moverse, sentía que estaba dentro de una caja, de rodillas con las nalgas sobre los talones y su pecho recostado sobre sus muslos, su cuerpo formando una especie de “Z”. No sentía sus brazos, estaban completamente entumecidos, pero parecía que estaban atados tras su espalda. — ¡AUXILIO, SÁQUENME DE AQUÍ! —gritó a viva voz, llorando de miedo una vez más.
De pronto la tapa de la caja en la que estaba se abrió, una luz cegadora la deslumbró, trató ver hacia arriba, era difícil voltear en la posición en la que estaba, pero pudo vislumbrar una mano entrando a la caja, en ese momento notó que tenía un collar alrededor del cuello, que dicha mano tomó y utilizó para levantarla bruscamente, y ahí estaba, el hombre de negro con su rígida máscara, riéndose de ella, burlándose de lo ingenua que había sido, diciéndole que era una estúpida por creer que la iba a dejar ir, jamás la liberaría, no mientras viviera, tirándola de los cabellos la volteó para que pudiera verse de nuevo en el espejo de cuerpo completo que ya conocía bien, ahora estaba totalmente desnuda, sus brazos estaban aprisionados en su espalda por ese mismo cono de cuero que había visto antes en la otra chica, él tomó las pinzas que ahora también le eran familiares, bruscamente las colocó en sus pezones, el dolor era mucho peor de lo que pudo imaginar, nada la había preparado para algo así, grito hasta casi desgarrarse la laringe.
—Señorita, ya llegamos —dijo el conductor, y de un sobresalto ella despertó esta vez de verdad.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!