Mi cosita (1/2) – confesiones de una exhibicionista
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por mextwit
Como descubrí que era exhibicionista.
Soy una mujer de 25 años, mido 165, ojos marrones, pelo liso moreno, delgada, mis pechos son medianos, mi vientre plano, gracias al gimnasio, un culito respingón que es lo que mas me gusta de mi cuerpo junto con mis piernas gusto que comparto con todos los hombres que han tenido la oportunidad de verme, en definitiva no soy una mis mundo pero estoy lo suficientemente bien como para girar mas de una cabeza y mas dependiendo como me vista, pero eso creo que les pasara a la mayoría de las mujeres.
Todo empezó cuando tenia 10 años, por esa época hacia lo que las chicas de mi edad solíamos hacer, me acuerdo que algunos de los chicos del colegio iba detrás nuestro con la única intención de levantarnos la falda en cualquier momento de descuido, acción que despertaba la rabia y el enfado de mis compañeras pero que en mi caso lo que me producía era una sensación de cosquilleo en la boca del estomago nada desagradable, aunque eso si, me enfadara como ellas para disimular.
El verano de ese año como solíamos, fuimos al pueblo de mis padres en agosto, era un lugar de reencuentro familiar y a mi me encantaba ir porque sentía una libertad que en Barcelona no tenia, al ser un pueblo pequeño donde casi todos éramos primos o tíos los horarios y las vigilancias quedaban un poco mas flexibles, eran días de nadar en el rió correr por los pajares y acostarnos mas tarde de las diez de la noche, eso sin contar con los bailes en la plaza del pueblo o los distintos actos festivos que se desarrollaban tanto en nuestro pueblo como en los pueblos cercanos, localidades que lindaban con la nuestra a una distancia de entre dos y cinco kilómetros y que hacíamos todo el grupo de chicos y chicas andando tranquilamente por la vera del rió.
Ese verano en particular vino un primo mió que nunca había visto porque vivía en Francia, la verdad es que no tenia nada de especial, pero fue con el, con quien descubrí mi pequeño secreto y por ese motivo le guardo cariñosamente en la memoria, se alojaban con nosotros en la casa de mi abuela, y una tarde de domingo que estaba lloviendo ganduleábamos por las golfas cotilleando entre los baúles llenos de polvo en busca de algún secreto interesante, llevábamos ya un rato buscando entre las cientos de cosas que mi querida abuela tenia ahí guardadas cuando Enrique, que así se llamaba me dijo una cosa que me sorprendió, acercándose a mi me hablo en susurros diciéndome que si le enseñaba mi cosita el me enseñaba la suya, yo en principio no entendí a que se refería con “mi cosita” pero el me señalo con la mano indicándome que era mi coñito, la verdad es que la idea me pillo de sorpresa y me lo quede mirando un momento sin saber que decirle, pero al final decidí enseñárselo, así es que poniéndonos detrás de unas cajas que evitaban que nos sorprendieran si alguien subía allí, me baje las braguitas y cogiendo mi vestido de los bordes comencé a subirlo lentamente hasta descubrir mi imberbe sexo, me acuerdo que el estuvo un largo rato mirándolo y yo ahí, con la falda subida y mi chochito al aire, pero lo que mas me llamo la atención no fue eso, sino el echo de que me gustaba lo que estaba haciendo, sentí la misma sensación aunque mas intensa que cuando los chicos del colegio me levantaban la falda, no sabia definirla pero si que era muy agradable, cuando por fin me dijo que podía bajar la falda casi me costo obedecerle.
Tengo que decir que yo no tenia ningunas ganas de ver “su cosita” por lo que al oír un ruido decidí salir de ahí corriendo y de paso librarme de verla.
Me acuerdo que estuve pensando en lo que había pasado y tengo que reconocer que deseaba volver a hacerlo, por lo cual en cuanto tenia la oportunidad le preguntaba a Enrique si deseaba ver mi “cosita” a lo que el siempre me decía que si, llego un punto en el que yo decidí ir sin braguitas para de esta forma ser mas fácil conseguir mi deseo, que no era otro que el que ese chico me viera mi sexo.
El verano se acabo y yo volví a mi casa y con eso la etapa de levantamiento de falda finalizo, el tiempo paso pero siempre que pensaba en esos acontecimientos notaba como me excitaba.
No volví a hacer nada parecido, el tiempo fue pasando experimentando lo que poco a poco la naturaleza te iba reclamando, así llegue a los quince años de edad en la que comencé a salir con un chico que me impedía usar faldas o escotes, cosa que me molestaba pero como le quería lo aceptaba sin rechistar, la relación duro un año y cuando al fin se rompió fue el momento de salir con mis amigas, era la edad de la locura, deseábamos estar siempre guapas y nos pasábamos el tiempo hablando de chicos y de ropa que ponernos para llamar su atención, en esas fiestas locas me descubrí a mi misma usando cada vez minifaldas mas cortas y escotes de vértigo, conocía ya las reacciones de mi cuerpo y sentía que mi sangre corría cuando notaba que me miraban, el subirme a los podium en las discotecas con mis amigas a jugar a bailes eróticos ya era algo normal, en esos momentos disfrutaba al sentir sobre mi cuerpo las miradas atentas de decenas de ojos, pero no fue hasta un día en concreto en el que mi secreto se revelo ante mi desvelándome lo que mas me gustaba.
Había salido de la escuela y me encaminaba hacia mi casa, ese día había sido duro y estaba cansada con unas ganas locas de llegar para darme una ducha y relajarme, nada mas subirme al autobús me senté en la parte de atrás donde había solo dos asientos uno en frente del otro y apoyándome en el espejo cerré los ojos, mi recorrido era bastante largo por lo que mas de una vez me había quedado dormida, sobre todo por las mañanas.
Esa tarde debí de hacerlo un rato porque cuando desperté vi en frente mió la cara de un chico de mas o menos mi edad que me observaba con atención, siguiendo el hilo de su vista observe que la falda de tablas de mi uniforme se había soltado de su enganche mostrando todo mi muslo hasta el lateral de mi braquita blanca, automáticamente un escalofrió recorrió mi espalda, pero no me moví, deje que el chico siguiera disfrutando de la visión al tiempo que yo notaba como poco a poco iba excitándome, por fin me incorpore mirándole a la cara, el me sonrió y con gestos de cabeza me dio a entender que le gustaba lo que veía, cuando inclino la cabeza para bromear a ver si veía algo mas decidí lentamente abrí mas las piernas con lo que la falda cedió del todo mostrando claramente mi cuerpo de cintura para abajo, la cara de sorpresa de el al ver mi acción hizo que mi sexo saltara en su prisión.
El chico intentaba abarcar con sus ojos todo lo que yo le estaba mostrando hasta que al fin viendo que no me molestaba se envalentono haciéndome una señal con las manos para que me apartara la braguita, cosa que no me pensé dos veces pues era lo que mas deseaba en ese momento, así es que poniendo un dedo en el elástico de la prenda la separe mostrándole m sexo húmedo al desconocido, le vi pasarse la lengua por los labios al tiempo que su traquea subía y bajaba tragando saliva, yo por mi parte estaba en plena ebullición, disfrutando como nunca de esa situación extrema.
Cuando se recupero de su éxtasis me pidió juntando las manos en señal de oración que me lo abriera mas a cambio el me enseñaba su sexo, yo le sonreí y mirando por encima de su cabeza al resto del autobús contemple que no había peligro, por lo que colocando una pierna encima del asiento separe mis labios mostrándole perfectamente todo mi sexo, cuando levante la vista hacia el contemple como se había sacado la polla y se la tocaba sin perder detalle de lo que le enseñaba.
La sensación de ver como un hombre se masturbaba mirándome fue máxima, me sentí deseada al tiempo que atractiva y sexy.
El chico seguía con su monótono movimiento de mano mirándome el coño, yo excitada decidí darle mas, por lo que subiéndome el polo le mostré mis pechos, la visión de ellos fue el colmo para el, acelerando el ritmo exploto, ante mi su leche salio a borbotones llenándole toda la mano y parte del pantalón, cuando se detuvo por fin me tape mientras el se limpiaba con un pañuelo que saco de un bolsillo, no hubo mas contacto, no hubieron mas palabras, al poco tiempo vi que llegaba mi parada y sin despedirme baje del autobús dirigiéndome hacia mi casa, una vez dentro me desnude en el baño mientras abría el agua caliente, cuando esta recorría mi cuerpo se unió a la que salía de mi sexo impulsada por mis dedos en una masturbación maravillosa recordando lo vivido.
lei tus dos historias la verdad es que me encantaron besos