mi primera vez en una playa nudista 1ª parte
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por woster.
-Hoy era el día. En cuanto me desperté, se me ocurrió ir a la playa, a una playa nudista.
-Desde hacia mucho tiempo tenia esa curiosidad de ir a este tipo de playa. Ya sea por morbo o por experimentar algo como mi cuerpo completamente desnudo
al contacto directo del viento, del mar, y porqué no, de las miradas de las otras personas que me encontrara.
Me preguntaba como reaccionaria mi cuerpo; me daría vergüenza, y no aguantaría mucho allí, o me excitaría tanto que me llegara a empalmar a la primera. O simplemente
estaría a gusto, sin llegar a ponerse la polla tiesa, o sin sentir vergüenza de mi cuerpo, que aunque no me considero un adefesio, tampoco soy un sex simbol ni mucho menos. Soy un tío de los que se dice del montón, no muy alto, guapete, yo diría que me sobra solo un par de kilitos, y de miembro viril de talla mediana, aunque si es un poco mas gruesa de lo que se suelen ver. Por así decirlo, a mis 35 años estoy mejor que nunca.
-Ya camino a la playa empezaba a fantasear con lo que me iba a encontrar allí, desde famélicos hippies a parejas de setentones turistas del norte de Europa o a gays en busca de algún rollo
fugaz. Para amenizar el viaje se me ocurrió poner un CD de relatos eróticos que llevaba guardado en la guantera del coche. De esta manera me puse a escuchar unas historias "subiditas de tono"
entre las cuales estaba una que se desarrollaba en una playa. La voz de la locutora, que era de una chica joven, muy sugerente y el tema que trataba y el modo de contarlo, me hizo calentarme
de tal manera que en plena autopista y mientras conducía, me hizo bajarme el bañador que llevaba, y empezarme a tocar. En principio poco a poco, me fui acariciando suavemente los testículos
advirtiendo como iba creciendo mi polla, como se iba llenando ese trozo de carne, endureciéndose a cada instante. Mi placer aumentaba a la par del la entonación tan sensual de la narradora,
hasta el punto de conseguir una erección imponente, mientras mi respiración se hacia cada vez más profunda y más rápida.
Allí estaba yo en el coche, conduciendo por una autopista y haciéndome una paja, paja que no pude terminar por razones de seguridad, puesto en uno de esos gestos involuntarios que producen ese placer divino, me llevé un pequeño susto. Pero así, con el bañador bajado, con todavía una erección en plenitud, tuve que cruzar el pueblo donde se encontraba la playa. Yo como si no
quisiese la cosa pasaba por la estrechas calles del pueblo, encontrándome de esa guisa a varios viandantes.
Desde una mujer de unos 45 años que al verme se quedo fijamente mirando, como para no perderse detalle, hasta con un par de veinteañeras que al verme, se miraron sonriendo y haciendo un gesto de aprobación. Aunque el momento mas excitante fue cuando tuve que parar
por el trafico que había. En ese momento paré justamente donde se encontraba unas chavalitas de unos 14 o 15 años acompañadas por una chica de unos 30 y pocos. En ese momento que me estaba acariciando el miembro, con suavidad, echando hacia atrás el prepucio, dejando ver el enorme capullo, la chica mayor se percato, poniendo cara de asombro, y esgrimiendo una sonrisa picara y de complacencia. Debido a la tardanza de ponerse en marcha el trafico, le dio tiempo a la chica, la cual vestía unos pantaloncitos vaqueros cortitos y una camiseta blanca, que hacia que se le notase los pezones a pesar de llevar sujetador, para advertir a las quinceañeras del espectaculo que habia dentro del coche que tenian delante. Entonces+se pusieron a reir y a mirar descaradamente pegadas al cristal de la ventanilla, a lo que respondí devolviendo le la sonrisa y mostrando si aun cabía mas mi, en ese momento, descomunal polla. fue cuando dos de esas tres chicas empezaron hacerme gestos suficientemente obsceno como para encenderme más, haciendo como si me la estuviera mamando, sacando la lengua, mojándose el dedo indice en la boca,
incluso una llegó a enseñarme un pecho, un pequeño pero terso pechito, tan rosadito, turgente como el seno de una quinceañera pueda ser. En ese momento el coche de delante comenzó a moverse. Sin más remedio y no menos contrariado tuve que seguir mi camino.
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