Miradas cómplices
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Volvía de fiesta en metro un sábado de madrugada, algo borracha y frustrada por cómo pudo terminar la noche y no terminó.
Al ser el primer metro de la mañana iba bastante lleno, y tras muchos empujones por entrar, terminé pegada a una pareja, poco más jóvenes que yo, que se enrollaba y se metía mano descaradamente en un rincón.
Lo que me faltaba.
un "sutil" recordatorio de que yo acabaría la noche sola en casa.
Enfadada con la situación, no levantaba la vista del teléfono móvil, pero eso no evitaba que sintiese sus roces en la espalda ni que dejase de oír los suaves gemidos que profería la chica mientras su novio le besaba el cuello.
Algunas paradas después la gente empezó a bajarse, y me apresuré a sentarme lo más lejos que pude de ellos, que, entretenidos como estaban tardaron en percatarse que se habían quedado solos.
Finalmente se sentaron varias filas de asientos por delante de mi.
Lo que empezaron siendo roces por encima de la camiseta pronto derivó a la mano de él por debajo de su camiseta y a la de ella dentro del pantalón.
Y yo, con cierta curiosidad por saber hasta dónde serían capaces de llegar, no podía apartar la mirada.
Me di cuenta que me estaba excitando la situación cuando me percaté que llevaba varios minutos frotando suave y sutilmente mis muslos entre si.
Desde donde estaba pude observar claramente como ella terminó por liberar su pene del pantalón, completamente erecto y de buen tamaño, para tener mayor libertad de movimientos.
Se besaban mientras le acariciaba de arriba a abajo, y yo comencé inconscientemente a acariciarme sobre la ropa.
Los malditos pantalones no me dejaban sentir tanto como me gustaría, así que me quité la chaqueta, dejando al descubierto una camiseta con bastante escote que llevaba, y colocándome la chaqueta sobre las piernas como si de una manta se tratase, me solté el botón del pantalón y metí la mano dentro.
Estaba muy mojada ya, que pudiesen pillarme me excitaba sobremanera.
La chica se cambió al asiento de en frente y comenzó a hacerle una mamada a su novio, que, con la cabeza caída hacia atrás sobre el asiento y los ojos cerrados bien podría parecer desde fuera que se encontraba dormido, de no ser por la respiración agitada que lo delataba.
Yo me frotaba suavemente el clítoris, disfrutando del momento, completamente concentrada en la cara de éxtasis de él.
De pronto, abrió los ojos y me encontré directamente con su mirada fija sobre mi.
Sobresaltada, saqué la mano del pantalón e intenté disimular en vano.
Él, lejos de decírselo a su novia o sentirse incómodo, me sonrió.
No paraba de mirarme fijamente a los ojos y yo no podía apartar la mirada de él.
La situación era incluso más excitante ahora que me sentía descubierta.
Haciendo acopio de valor, o puede que solo del alcohol en sangre, quité la chaqueta que tenía sobre mi y volví a introducir la mano dentro del pantalón.
Claro está que él tan solo podía ver mis movimientos bajo la ropa, que solo podía intuir mis dedos entrando y saliendo de mi coño mojado, pero sin duda sabía que era por él.
Me bajé un poco más la camiseta, dejando mis pechos sin sostén a la vista y el lanzó un suspiro que pude oír desde donde me encontraba.
Su novia levantó la cabeza y a punto estuvo de poder vernos, pero él rápidamente volvió a dirigirla a su pene y seguimos con nuestro excitante juego de miradas.
Mi respiración se aceleraba y mis movimientos pélvicos eran cada vez más descarado.
Él se lamía los labios, sin perder detalle de lo que frente a él acontecida y envuelto en el placer que su novia le estaba dando.
Yo contenía mis gemidos, metiendo y sacando bruscamente dos dedos en mi vagina mientras con mi otra mano me acariciaba el clítoris como podía.
Estaba al límite, y él también.
Me eché hacia delante para que pudiese ver mis pechos con mayor facilidad y con el movimiento y mirándole a la cara como estaba me corrí en un orgasmo bestial de gemidos silenciados.
Él no tardó mucho más en venirse.
Para entonces yo ya había vuelto a recobrar el aire.
Me vestí correctamente antes de que su novia se incorporase y pudiera verme, y fingí estar enfrascada en una conversación por whatsapp durante dos paradas más.
Si levantaba la vista, ahí estaba él, mirándome todavía, mientras ella charlaba despreocupadamente, un leve rastro de semen aún en su comisura labial izquierda.
Una vez pasada la excitación del momento, la situación se tornó muy incómoda para mi y terminé bajándome un par de paradas antes de mi destino.
Al salir del vagón vi que había un hombre de cuarenta y muchos años que probablemente se dirigía al trabajo sentado varios asientos detrás de mi.
No sé si pudo llegar a presenciar lo que ocurrió en aquel vagón, solo sé que la idea de que nos estuviese observando no se me quita de la cabeza y que no veo el momento de volver a masturbarme en público.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!