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Voyeur / Exhibicionismo

mis primos

Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por markite.
Mi madre se llama Elsa ronda los 40 años, es una mujer con un cuerpo sensual pero bastante atractivo, tiene la piel blanca, cabello castaño, ojos verdes, nariz pequeña y respingada, labios gruesos y carnosos, mide aproximadamente 1.70 con pechos medianos y firmes, cintura pequeña, unas piernas carnosas y muy tonificadas las cuales acompañan perfectamente a su espectacular trasero, uno muy grande, pero redondeado y duro.

Ella por lo regular va a correr tres o cuatro veces a la semana a un bosque a un par de estaciones de nuestra casa.
Cada vez que se dispone a correr se arregla para la ocasión, se pone un chándal y sudadera holgada a juego a veces gris, a veces verde u otras veces negra, los chándales a pesar de ser amplios no logran ocultar su espléndido trasero, un trasero que obtiene las miradas de los hombres, jóvenes, adolecentes e incluso de algunos niños pervertidos.
Sin embargo no siempre disfrutó de un cuerpo atlético y hermoso, ella era un poco rellenita e insegura; de la clase de mujeres que nunca supieron apreciar su belleza innata, debido a que desde pequeña tuvo una educación religiosa estricta por parte de mis abuelos católicos, y también porque mi padre tuvo la osadía de abandonarnos cuando era un crio de apenas 7 años, hecho que la acomplejó mucho y la volvió adicta al ejercicio.

Al principio mi madre se dedicaba en cuerpo y alma para mantenernos estables trabajando como profesora de prescolar, se negaba a que yo trabajase por miedo a que abandonara mis estudios.
Sin embargo una mañana recibimos una noticia de mi tía, hermana de mi madre.
Nos dijo que pronto regresaría a la ciudad de México y que podríamos ir a vivir con ella con la única condición de cuidar a mis tres primos, los cuales yo no conocía: dos niñatos muy traviesos de apenas 12 y 9 años y una niña de 12 durante dos semanas.
Mi madre naturalmente se entusiasmó muchísimo con la noticia, en parte porque quería ver a su hermana, una mujer de la misma edad que ella, con la que vivió muy gratas experiencias, y en parte porque sabe que mi tía es una mujer adinerada que heredó las fortunas de mi difunto tío, además de poseer un carácter benigno que posiblemente, trás cumplir con su demanda la dejaría vivir con ella siempre.
Mi tía es una mujer físicamente idéntica a mi madre, pose un cuerpo sexy con buenas curvas.

Al llegar a su súper casa quedé flipando por la gran cantidad de lujos que tenían; su casa era muy amplia
Mi primito pequeño fue el primero en recibirnos gritando y corriendo mientras le perseguía su hermano mayor con una pelota en mano y un pastor alemán pequeño de escasos meses , a lo lejos de ellos vi a mi prima aproximarse brincando hacia nosotros, mientras sus coletas se meneaban de un lado a otro y saboreaba una paleta de dulce.

Cuando su madre llegó al portal nos invitó a pasar presentándonos a toda la familia: primero al más pequeño, un crio de 9 años flaquito y frágil de ojos marrones y cabello castaño claro: al decir nuestros nombres pude percatarme que Leo miraba disimuladamente mi paquete y al piso varias veces, hecho extraño debo decir; luego nos presentó a Angélica, una niña muy bonita, de 12 años, con una sonrisa fascinante, piel blanca pero doradita a la vez, con cabello castaño claro, ojos grandes y verdes con el resto del rostro muy fino, ella giró presumiendo su atuendo de princesa, un atuendo que juraría le resaltaba atributos no muy comunes en niñas de su edad, sobre todo por ese trasero, me imaginé por un par de segundos que era grande.
Y por último nos presentó a Esteban un niño de 11 con mirada pícara y un semblante desafiador, el corrió sin pleno aviso hacia mi madre sujetándola fuerte por la cintura dejando caer sus brazos en ambas nalgas, ella al sentir el toqueteo gritó sorprendida y entre risas: ¡mi niño no tan fuerte! Pero él siguió aferrado a ella moviendo despacio sus manos alcanzando así a abarcar un poco de esas impresionantes nalgas; la travesura de mi primo no duró mucho ya que fue increpado por mi tía, quien lo obligó a soltarla tras hacerle cosquillas.
Este hecho curiosamente no me causo ni intriga debido a que lo hizo con una inocencia que hasta a mí me causo ternura, no obstante esa ternura se iría remplazando por emociones nuevas.

La primera noche en esa casa ocurrió un acontecimiento extraño que provocó una serie de trasformaciones en mi personalidad: era medianoche cuando tuve que levantarme para orinar, después de caminar un par de habitaciones por el pasillo, justo antes de entrar, vi al fondo una puerta cerrada con luces emitidas que salían por debajo de ella, era la habitación de Leo mi primo de 9 años, la curiosidad me ganó y tuve que asomarme, le di vuelta despacio a la habitación para no ser descubierto y por suerte pude abrirla, tras moverla un poco me sorprendió la escena que mis ojos contemplaban: mi primo Leo estaba sólo con una trusa acostado boca abajo flexionando una pierna sin ninguna sabana que lo cubriese y mi primo Estaban, el mayor se lo estaba sobando con ambas manos sin ningún reparo, Leo no parecía reaccionar ante tales manoseos, por lo que supuse que estaba dormido, no obstante en su rostro me pareció ver además de los ojos cerrados, una ligera sonrisa mientras Esti primero lo tocaba y después se escabullía para besar sus nalguitas blanquitas para luego lamer con su lengua el área del ano tapado por la trusa del niño Después de tal espectáculo decidí apartarme para no ser descubierto, pero no sin antes echar un vistazo a la televisión que estaba prendida, la cual fue el motivo de mi curiosidad.

Al día siguiente estuve pensando en los hechos que ocurrieron esa noche sin poder evitar preguntarme el porqué de ese comportamiento y desde cuando Esti actuaba así, pero no fue hasta que mi tía tuvo que salir de viaje que descubrí las respuestas.

Mi tía antes de irse le comentó a mi madre que debía cuidar a sus hijos llevándolos a la escuela, procurarles una buena dieta alimenticia y ejercicios para mantenerlos en forma, además le dijo que el profesor de música vendría los fines de semana y que debía estar pendiente, a lo que mi madre contestó con un sí digno de una escuela militar.
Luego de despedirse de ellos, se fue en su auto de lujo dejándolos en sus quehaceres habituales.

El lunes por la mañana de la primera semana mi madre me comentó que comenzaría con sus ejercicios para mantenerse en forma, ya que no quería perder su físico ni condición, aunque ahora su empleo constara de cuidar a sus sobrinos.
Así pues se puso su chándal, sudadera y sus zapatillas deportivas habituales, se recogió el cabello con una coleta y se aproximó a la puerta, pero una vez ahí escuchó el grito de Leo, un grito aterrador que nos causó intriga y obligó a ir.

Estando mi madre y yo en su habitación lo vimos tirado llorando en el suelo junto a Max el pastor alemán y a su hermano encima de la cama con las piernas cruzadas.
Leo llevaba un short corto y playerita pegada y Max parecía extraño, un tanto acelerado, entonces recordé cómo su hermano noches atrás se divertía con su culito, así pues no pude evitar creer que Max le hizo lo mismo, pero lastimándolo.
Mi madre se acercó a hablar con él, por lo que se tuvo que agachar dejando su espléndido trasero a escasos centímetros del suelo, lo que provocó su admiración, puesto que Esteban no dejaba de mirarlo con su rostro expresando sorpresa Mientras ella lo consolaba y ayudaba, pude percatarme que Max salió al pasillo que une las habitaciones, tras asomarme para averiguar dónde estaba, se azotó la puerta donde estaban mi madre y Leo, e inmediatamente escuché que pusieron el seguro.

También escuché las risas de mi prima, unas risas extrañas que provenían de su habitación, me acerqué a ella y quedé perplejo: Max estaba debajo del vestido de Angélica, mientras ella estaba roja como una cereza procurando la salida con su vestido, ella reía y miraba hacia arriba extasiada, pronto perdió el equilibrio ocasionando que el perro tuviera más alcance: yo sólo miraba como la silueta de Max se dibujaba a través de la ropa de mi prima y ella reía.

Podía ver al perro lamiendo sin parar los pequeños y puntiagudos pezones de mi prima para luego pasar a su cavidad virginal, por las expresiones que ella reflejaba, supe que Max era muy habilidoso con su lengua, además de persistente, ya que sólo fue cuestión de segundos para que lograra con sus patas delanteras tirarla sobre el piso e incluso voltearla boca abajo, una vez abajo su faldita quedo hacia arriba dejándome a la vista unas nalgas muy carnosas y grandes dignas de una mujer mayor entalladas en un calzoncito infantil, ella con su brazo intento alejar al animal mientras gemía débilmente, pero no pudo, puesto que Max era más fuerte y ágil, él comenzó a lamer con maestría las nalgotas de Angélica como si se trataran de caramelos, el calzón de ella rápidamente se humedeció ocasionando que Max usara sus dientes para bajárselo, pero cuando Max se dispuso a ir por más, ella consiguió zafarse y lo obligó y lo corrió de su habitación.
En ese momento confirmé que no trabamos con niños normales, sabía que debía advertirle a mi madre sobre ellos, así que me dispuse a entrar al cuarto, pero recordé que estaba asegurado.

Estando parado a un lado de la puerta escuché que Leo ya no lloraba, sino reía, entonces en lugar de tocar e interrumpir lo que sea que estuviesen haciendo, me dispuse a bordear la casa para ver por la ventana que casualmente daba hacia el patio, esto lo hice por la inevitable excitación que las acciones de Angélica me produjeron, al escalar con la ayuda de un banquito llegué a mi objetivo y pude ver una escena que me excitó mucho: mi primo Leo y Esteban estaban acostados boca arriba con sus playeras levantadas mientras mi madre usaba su boca para soplar sobre sus estomaguitos alternadamente, causándoles diversión y carcajadas

Ellos mirándose mientras mi madre se entretenía, se giñaron el ojo y se lanzaron a la acción: mi madre jugaba con el estómago de Esteban, cuando de pronto Leo velozmente se levantó y se lanzó sobre la espalda de mi madre, ella estaba sin flexionar las piernas con su rostro pegado en ombligo de mi primo cuando sintió el peso del pequeño sobre su espalda, ella sorprendida gritó que parara, que no era divertido, pero Leo riendo la ignoraba, esto ocasionó que se girara 180 grados dejando su magnífico trasero en frente de Esti, el aprovechando la confusión de mi madre se abalanzó sobre su culote bajándole el chándal mientras gritaba que la destruirían, que la harían caer como si un juego inocente se tratase, ella al sentir que su chándal estaba abajo, uso sus dos manos para taparse las nalgotas, pero al hacerlo Leo aprovechó para tocarle los pechos, lo que ocasionó que ella volviera a subir sus manos para quitar las de Leo, entonces Esti se aventuró y puso sus manos debajo de las bragas deportivas rosas fosforescentes de mi madre, mi madre gritó por la sorpresa y giró la cabeza con una sonrisa, una sonrisa acompañada de una amenaza: “si quieren guerra pequeños pillos, la tendrán” acto seguido dejo caer su culote sobre el regazo de Esti, ella hacia movimientos circulares muy morbosos sobre él riendose , mientras con sus dos manos se encargaba de Leo, Esti al igual que yo no lo podía creer, pero claro, él estaba en la gloría y yo de expectante.
De un momento a otro ella se zafó con mucha facilidad de Leo y se levantó del regazó de Esti, meneó su trasero como si de una vil puta se tratase y se subió el pantalón, entonces ella les dijo que debía preparar la comida y hacer otros quehaceres, inevitablemente ellos se entristecieron y le reprocharon que querían seguir jugando, a lo que ella contentó que sólo volvería a jugar con una condición y se fue.

Yo tras ver el espectáculo que mi madre y Angélica me propiciaron sólo me pude conformar con pajearme como loco.

3307 Lecturas/1 octubre, 2018/1 Comentario/por sexosintabues
Etiquetas: hermana, hermano, madre, mayor, padre
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1 comentario
  1. messach Dice:
    2 junio, 2020 en 5:38 am

    y la siguiente parte????

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