Nuevos vecinos.
Una mujer casada, madre de dos hijo y además, bastante atractiva, se verá envuelta en una aventura (sobre todo sexual) con su nuevo amante ante la atenta y discreta mirada de su hijo mayor. .
Esta historia sucedió cuando yo tenía 9 años; vivía con mis padres y mi hermano menor de 5 en un pequeño departamento que rentábamos desde hace un tiempo en una residencia que aunque era algo vieja, sobre todo en su instalación eléctrica que fallaba algunas veces, era un sitio tranquilo para vivir. El resto de la casa se conformaba por la señora Luisa (la dueña) quien a pesar de vivir sola siempre tenía una actitud amable y alegre (sobre todo con mi hermano y conmigo por ser los únicos niños de la residencia), la familia Pérez que estaba conformada por un matrimonio alrededor de los 50 años y su hijo de unos 16 0 17, nosotros y por último, otro pequeño departamento enfrente del nuestro que hasta ese momento estaba inhabitado; pero tenía conocimiento (debido a las repentinas pláticas de la señora Luisa con mi madre que a veces llegaba a escuchar) de que ya habían encontrado inquilinos para ese lugar y que llegarían en los próximos días.
Antes de continuar, quisiera hablar un poco más a fondo sobre mi familia para dar contexto a todo lo acontecido posteriormente. Mis padres estaban a punto de cumplir su décimo aniversario de bodas, el cual, visiblemente no les hacía mucha ilusión. Mi padre, un hombre de 38 años de edad, trabajaba como chofer de un arquitecto que debido a su demandante agenda de proyectos, requería que mi padre estuviera fuera de la ciudad en varias ocasiones, lo que por supuesto, se traducían en varios días o incluso semanas de ausencia en casa, algo que no le hacía mucha gracia a mamá; que por su parte, era una mujer de 36 años dedicada al hogar, como mencioné anteriormente, el hecho de que mi padre en ocasiones la dejara sola con dos niños a su cargo por semanas le parecía algo un tanto injusto y desconsiderado por parte de él, lo cual generaba constantes desacuerdos y discusiones entre ellos.
Al ser clave en el desarrollo de la historia, me detendré a describir un poco mejor a Martha, mi madre, tanto interna como externamente; su personalidad era mayoritariamente seria, es decir, siempre se dirigía a las demás personas con educación y respeto, pero casi nunca se relacionaba más a fondo con ellas, a menos que fuera por una cuestión de «conveniencia» (como con la Sra. Luisa) aunque desde luego, debo reconocer que lo que más destacaba es que era bastante atractiva; de 1.68 m. de estatura, tez blanca, cabello negro lacio que le llegaba un poco más abajo de los hombros, ojos oscuros, facciones finas, cuerpo esbelto acompañado de unas piernas atractivas y un busto de buen tamaño, en resumen, ciertamente comparada en el plano físico con el promedio de las mujeres de la colonia, mi madre sobresalía en ese aspecto.
Era el mes de Junio, mi padre tenía apenas una semana de que había salido a otra de sus tantas «giras de trabajo» y que no regresaría hasta por lo menos dentro de dos meses, debido a que ese proyecto era la construcción de un centro comercial que querían terminar lo antes posible para inaugurarlo a más tardar en septiembre; mientras tanto, yo acababa de salir de vacaciones, así que tenía todo el verano para descansar, jugar y hacer prácticamente lo que quisiera en casa, ya que me negaba a ir a cursos de verano por lo aburridos que habían sido lo que tomé en años anteriores.
A mamá esta cuestión de tener que atendernos a mi hermano y a mi todos los días durante el casi mes y medio de periodo vacacional, sumando lo de mi padre, le generó un estrés que derivaba en un aspecto de irritabilidad y fastidio. Esos primeros días de vacaciones se limitaban a permanecer en casa la mayor parte del día sólo saliendo cuando mi hermano y yo acompañábamos a mamá al supermercado (lo cual eran unas dos veces por semana). Por cierto, he de mencionar que en la casa de la esquina de nuestra calle, vivía un señor de edad avanzada que se encontraba la mayor parte del día sentado en la banqueta tomando el sol y viendo pasar a la gente, y quien cada vez que veía pasar a mi mamá le decía cosas como «guapa» «hermosa» «mira nomas ese cuero» «´tas rebuena chula» sin importarle si estaba sola o con nosotros, incluso cuando llegaba a voltear hacia él, me señalaba a mi madre con la mirada para luego levantar el pulgar en señal de lo buena que estaba, creo; el señor claramente por su forma de vestir y hablar era el clásico «ranchero», lo cual, juntado a su aspecto anciano, provocaba que mi mamá simplemente lo tirara de a loco y lo ignorara.
Después de varios días de ese ritmo, por fin llegaron nuestros nuevos vecinos, era una pareja relativamente joven, el esposo de nombre Raúl, era de unos 30 años, delgado, de tez morena, de estatura promedio (1.75 m. aprox.), de barba arreglada, se veía un tipo correcto; y su esposa, de nombre Julia, de unos 28 años, bastante carismática y simpática, además de ser muy amable con todos los vecinos, aunque también he de admitir, que físicamente no era la más agraciada que digamos. Según nos contaron ellos mismos, eran provenientes de un poblado en Michoacán (tierra natal de Julia). Cuando llegaron Julia tenía 6 meses de embarazo, la razón principal para mudarse a la zona conurbada, además de que Raúl, electricista de profesión, comenzaría a trabajar en una planta eléctrica cerca de la colonia.
Después de haberse instalado y presentado con los vecinos de la casa, la relación de nuestra familia con ellos, o mejor dicho, la de mi mamá con ellos, se limitaba a saludarse cordialmente cada vez que se veían, «buenas días», «buenas tardes», «buenas noches», etc. Realmente todo parecía estar tranquilo hasta cierto día que todo comenzó a cambiar.
Era un martes por la noche, mamá preparaba la cena mientras mi hermano y yo veíamos la televisión. Como les mencioné al inicio de este relato, uno de los defectos de la casa donde vivíamos era que la conexión eléctrica carecía de mantenimiento, lo que provocaba en repetidas ocasiones que la luz de nuestro departamento se fuera desde 20 minutos hasta 3 horas debido a una falla de nuestro transformador. Ese día ocurrió lo mismo, en el pasado, mamá junto con la Sra. Luisa se las tenían que ingeniar para reestablecer la corriente; pero harta de ese situación, mi madre recordó que Raúl, el nuevo vecino, era electricista, por lo que inmediatamente fue a buscarlo a su departamento para pedir su ayuda. Raúl se encontraba cenando con su esposa, pero aún así aceptó ayudarnos gustosamente; tardó unos 15 minutos para cambiar los fusibles y acomodar bien una que otra cosa pero finalmente logró que la luz regresara y nos dijo que ya no tendríamos más esa molestia con lo que había hecho, mi madre desde luego le agradeció mucho su ayuda, al grado que inclusive se quedó a platicar con él y con Julia por un poco más de una hora, algo muy raro en ella.
Después de aquel acontecimiento, mamá se comenzó a acercar mucho más a los nuevos vecinos; solía hablar más tendidamente con ambos sobre cualquier tema, la confianza llegó a tal punto que incluso les platicó lo de mi papá, con Julia platicaba sobre su embarazo y como mi madre había vivido los suyos, entre otras cosas. Parecían estar formando una relación de amistad, aunque en ese momento no sabía porqué se me figuraba que mi mamá platicaba un poco más a gusto y relajado con Raúl que con Julia.
Los días pasaban y mamá parecía estar contenta con los nuevos vecinos, tal vez eso también se debía a que en esos momentos ella necesitaba relacionarse con gente adulta más o menos de su edad. Un día en específico, los vecinos nos invitaron a pasar a su departamento para que lo conociéramos y como una muestra de «fraternidad». Su departamento a pesar de ser un poco más pequeño que el nuestro, estaba bastante bien arreglado, su puerta, a diferencia de las demás de la casa, era una puerta que se recorría horizontalmente, transparente, aunque obviamente ponías cortinas gruesas para cuidar su privacidad al interior, la sala tenía una pequeña mesa de centro acompañada de dos sofás, uno individual y otro de 3 piezas; en una esquina tenían una barra donde comían y más pegados a la pared se encontraba su estufa y alacena y refrigerador; al igual que todos los departamentos, tenían dos recámaras, una para ellos y otra reservada para su bebé en camino; finalmente su baño se encontraba afuera de su departamento, exactamente a un lado (como el de la Sra. Luisa). Durante su charla los tres estuvieron muy amenos entre sí en la barra por varios minutos mientras mi hermano y yo jugábamos en la sala. Fue hasta que Julia se levantó para salir al baño que el tono de la conversación cambió un poco cuando mi mamá y Raúl quedaron solos, su platica se tornó un más lenta y tenía la sensación de que la forma en la que se miraban no era tan común entre amigos; durante la ausencia de Julia su platica era algo como:
-Entonces tu marido los tiene descuidados- Mamá asentó con la cabeza.
-Por el trabajo según él- Raúl reía
-No, eso está mal, descuidar a la mujer, luego llega cualquier wey y te la quitan- Mamá también sacó una ligera risa.
-No que va, si yo ni salgo ¿con quién me voy a andar metiendo?- Raúl sólo alzó los hombros.
-Pues creo que el viejito de la esquina te anda tirando los perros no?- Ambos rieron
– Ay ese viejo ridículo, ya ni ha de poder.
-Jajaja ¿Y hasta cuando regresa tu esposo?
-Pues supuestamente en un mes pero antier me dijo por teléfono que lo más probable era que se tardara un par de semanas más porque van medio lento con la construcción…., pues ya ni sé cuando regrese.
En ese momento volvió Julia y todo regresó como estaba, pero sinceramente, después de lo que había escuchado «discretamente», la convivencia de mi madre con Raúl me comenzaba a incomodar un poco.
Así transcurrieron los días posteriores, sin novedades, bueno, sólo una; resulta que en una ocasión que vi al anciano de la esquina sentado en la banqueta como era costumbre, tenía una cámara fotográfica de esas viejas de rollo para revelar las fotos, me sorprendía ver a alguien con una de esas cosas en esos días; yo las conocía debido a que nosotros también teníamos una en casa que evidentemente, ya no ocupábamos. El señor lucía como si la estuviera aprendiendo a utilizar, tomaba fotografías a cosas que tuviera cerca: arboles, arbustos, autos, rocas; y estoy casi seguro que una vez lo caché tomándole una foto a mi mamá mientras pasábamos, pero la verdad, el tipo me daba un poco de temor, por lo que no dije nada en el momento.
Una mañana de jueves como cualquier otra en la que estaba ayudando a mi mamá a tender la ropa en la azotea, Julia nos acompañaba para hacer lo propio, durante su platica, escuche que Julia le comentaba a mi madre que el fin de semana debía regresar a su pueblo en Michoacán para arreglar una documentación y que volvería hasta dentro de dos semanas; mamá le preguntó si su esposo la acompañaría, a lo que ella respondió que no, que Raúl se quedaría para trabajar y cubrir los gastos de la renta, que ella iría con su hermana que también estaba en la ciudad para cuidar de su embarazo. Mamá le deseo un buen viaje, Julia le agradeció y en tono de broma, le dijo que le encargaba a su marido, ambas rieron.
Finalmente llegó el fin de semana, Julia salió muy temprano por la mañana, así que prácticamente todo el día permaneció vacío su departamento, ya que Raúl de igual manera, trabajaba desde temprano y regresaba alrededor de las 6:00 o 6:30 pm. Ese día cuando llegó, al estar sólo decidió pasar a saludarnos, mamá lo invitó a tomar un café, a lo que él respondió que estaba algo cansado en ese momento, pero que con mucho gusto se lo aceptaba al día siguiente (que era su día de descanso), mamá también aceptó y se dieron un beso en la mejilla de despedida.
Al día siguiente y al no tener mucho que hacer, Raúl se ofreció a acompañarnos al centro comercial, mamá aceptó; en el transcurso de las compras podía ver que mi mamá y Raúl ya se llevaban muy bien al no parar de hablar y reír como cada dos minutos, a tal grado que mi mamá casi no nos dirigió la palabra ni a mi ni a mi hermano, mientras tanto Raúl trataba de mostrase amable con nosotros comprándonos algunos dulces. Ya de regreso, el anciano de la banqueta al vernos pasar en la compañía de Raúl le dijo a mi mamá «¿ya con nuevo galán preciosa?»; ante esto Raúl solo sonrió ligeramente mientras mi madre volteó los ojos y negaba con la cabeza sin decir nada.
Ya en casa Raúl ahora sí aceptó el café que mamá le había ofrecido el día anterior, ella lo acompañó con otro; al principio Raúl interactuaba con los tres en la mesa, mamá tapó la ventanas y el vidrio de la puerta con las cortinas, como si no quisiera que los vecinos y la Sra. Luisa vieran que Raúl estaba en nuestro departamento. Al poco rato, mi hermano y yo nos aburrimos, así que decidimos levantarnos de la mesa para retirarnos a nuestra recámara a ver televisión. Raúl se quedó un muy buen rato hablando a solas con mi mamá, habían pasado del comedor al sofá; yo cerré la puerta de nuestra habitación para que nos dejaran ver la televisión a gusto; así pasó el tiempo hasta que noté que por la ventana que empezaba a oscurecer, voltee a ver el reloj que teníamos en nuestras recámara y marcaba las 8:53 pm. Pero lo que más me llamó la atención, fue el hecho de ya no escuchar el ruido de la platica y las risas de hace algunos momentos; por lo que al salir de la habitación no sabría decir si el sorprendido fui yo o ellos, ya que lo primero que vi al abrir la puerta fue a mi mamá despegándose rápidamente de Raúl, era como si se hubieran estando besando, al verme, con una notoria cara de sorpresa, mamá sólo atinó a decirme «Hola amor» a lo que respondí con un seco «Hola mamá». Raúl se quedó serio, mamá se levantó del sofá para ir por vaso con agua a la cocina, tenía la cara un poco roja. A los pocos minutos, Raúl se despidió y se fue a su departamento no sin antes intercambiar algunas palabras con mi mamá que no alcancé a escuchar debido a que lo hicieron en un tono bajito.
Más tarde esa noche mi hermano y yo ya estábamos acostados, mamá se quedó en la sala viendo televisión (algo que hacía siempre) yo, a diferencia de mi hermano, no podía conciliar el sueño pensando en lo que había visto hace apenas un par de horas, estaba algo confundido. Pasé como una hora en mi cama dando vueltas observando como mi hermano dormía de maravilla en la suya; esa incomodidad se convirtió en incertidumbre cuando oí que mi madre se levantó del sofá y caminó hacia nuestra habitación, yo cerré los ojos dejando entrecerrado uno para poder ver que pasaba. Fue entonces que mi madre abrió con cuidado la puerta de nuestra recámara para cerciorarse que estuviéramos dormidos, yo incluso lanzaba uno que otro ronquido leve para tratar de dar más veracidad; mamá se quedó parada ahí unos cuantos segundos más y posteriormente cerró la puerta de igual manera, con mucho cuidado para no hacer ruido. La verdad no sé si mi mamá había hecho eso anteriormente, pero en ese instante me pareció algo muy raro, por lo que me levanté de mi cama tratando de no hacer ruido y me asomé por la rendija de la puerta, ahí vi a mi mamá salir de su habitación en pantuflas y bata de dormir, aunque la bata de dormir la traía abierta, pude ver que llevaba abajo lencería negra, algo raro ya que ella siempre dormía con una playera ligera y un short en tiempos de calor, jamás en ropa interior; posteriormente vi que tomó las llaves de la mesa, se acomodó en cabello y se se cerró la bata para finalmente abrir la puerta y salir de nuestro departamento dejando la TV encendida
Después de que se cerró la puerta de nuestro departamento decidí esperar unos segundos para tratar de escuchar si el zaguán de la casa se abría (aunque aún así pensaba que era extraño que mamá saliera a la calle en bata), pero no, lo que escuché fue como se abría y se cerraba casi al instante la puerta de los vecinos de enfrente. En ese momento yo salí de mi recámara y me asomé por el vidrio de la puerta; en el departamento de enfrente se podía ver una luz tenue a través de las cortinas de la puerta. Yo no tenía muy claro lo que quería hacer, por un lado, si quería saber porque mi madre había entrado al departamento de los nuevos vecinos casi a media noche cuando sólo estaba Raúl ahí, pero por el otro, si iba y no me abrían por alguna razón, mamá se había llevado las llaves y no teníamos ninguna copia de estas (cabe aclarar que mi madre nos regañaba a mi hermano y a mi si dejábamos la puerta abierta cuando salíamos); la única que tenía duplicado de las llaves de mi departamento y de los demás, era la Sra. Luisa, que las tenía colgadas entrando a su casa a mano derecha; pero no iba a ir a despertarla a esa hora para algo así.
Pasé un par de minutos pensando si me animaba o no a ir, por un momento consideré la posibilidad de volver a mi cama y dejar pasar lo que pasara; pero al final, el morbo y la ansiedad que sentía pudieron más y fue así como tomé la decisión de salir hacia el departamento de enfrente. Llegando al lugar, tomé un respiro, no se escuchaba nada al interior del departamento, así que toqué la puerta con los nervios de punta; pasó un momento que habrán sido segundos pero que yo los sentí como minutos sin que nadie respondiera, volví a tocar -¿Quién?- se escuchó que dijo Raúl al fondo -Yo- respondí de forma temerosa y dudosa; esperé otros cuantos segundos hasta que oí pasos que se acercaban a la puerta, el clima que de por sí ya era frío, lo sentía mucho más con la sensación curiosidad tan grande que tenía. La puerta finalmente se abrió, de ella se asomó la cabeza de mi madre y atrás de ella estaba Raúl.
-¿Tú qué haces aquí?- Dijo mi mamá en un tono más molesto que apenado.
-Es que oí que que saliste y como vi la luz prendida, quise ver si estabas aquí- Había notado que mamá traía la bata algo desacomodada, así que ella trató de acomodársela bien lo más discretamente que pudo. Seguido de eso mamá volteo a ver a Raúl que estaba vestido con una camiseta blanca y un pans negro (por el cual se le notaba un ligero bulto en la entrepierna); mi madre sin nada más que decir salió del departamento de Raúl, me tomó por la mano y me llevó de regreso al nuestro, Raúl cerró la puerta del suyo. Ya una vez dentro de nuestro hogar, mamá dejó las llaves sobre la mesa para después apagar la televisión, fue cuando entonces me atreví a hacerle una pregunta fundamental.
-¿Para que fuiste allá mamá?
-Es que… se me perdió una pulsera y quería ver si no se me había caído ahí de casualidad- Respondió mi madre en un tono medianamente inseguro.
-¿La encontraste?
-No, el vecino me estaba ayudando a buscarla, pero no estaba, mañana la sigo buscando por aquí; mientras tú ya vete a dormir, corre.
Evidentemente no me convencieron del todo (si no es que nada) las excusas de mi mamá, pero sabía que aunque insistiera no conseguiría más información al respecto, por lo que decidí mejor obedecer e irme a mi cama; pero antes, mamá me pidió de favor que no le contara nada de lo sucedido ese día a mi papá (tanto el hecho de que Raúl nos acompañara al centro comercial como el haber encontrado a mi madre en su departamento en la noche), yo al realmente no tener muchas opciones en ese instante, terminé aceptando.
El día martes de la semana siguiente la colonia en donde vivíamos se empezaba a preparar para la feria anual que organizaban los residentes de la misma por motivos únicamente recreativos, era una feria en donde se instalaban varios juegos mecánicos para niños y adolescentes en diversas calles (entre ellas la mía), puestos de comida, antojos, botanas, juegos más tradicionales y sobre todo, un escándalo inmenso por la música de diversas partes; el ruido era tal, que incluso costaba demasiado conciliar el sueño esa noche. Aún así, mi mamá y mi papá (cuando se encontraba en casa) nos sacaban a dar la vuelta por la feria un rato y a subirnos a los juegos para distraernos, ese año no sería la excepción.
Después de lo ocurrido el sábado, los días siguientes mi mamá y Raúl no volvieron a invitarse a sus respectivas casas, su contacto se limitaba a sonreírse ligeramente cuando se cruzaban y saludarse con un seco «hola», saludo que también nos daba Raúl a mi hermano y a mi cuando nos veía con nuestra madre, yo le respondía el saludo por educación, pero realmente él ya no me caía tan bien como al principio por obvias razones. Esos días durante las noches siempre me dormí mucho más tarde de lo que acostumbraba, ya que quería «asegurarme» de que mi mamá después de apagar la televisión y la luz de la sala se fuera directamente a dormir a su recámara; aunque varias veces me pasó por la cabeza el pensamiento de que tal vez, algunos de esos días mamá utilizara esa estrategia como pantalla para salir después de que me durmiera, pero ahí no había nada que hacer, puesto que evidentemente, me era imposible quedarme despierto toda la noche, y no iba a dormir del todo tranquilo, hasta que mi padre o Julia regresaran de sus respectivos viajes.
Finalmente llegó el viernes, el día de la feria, era a penas medio día y la música ya se empezaba a escuchar en ciertas partes mientras que algunos comercios comenzaban sus actividades; mi madre se quejaba de que esa noche no la dejarían dormir con tanto ruido; sin embargo, nos dijo que más tarde nos sacaría a dar una vuelta a la feria como en años pasados. Así pasó el tiempo hasta que dieron alrededor de las 6:oo pm. hora en que mi mamá decidió sacarnos, como a esa hora todavía se sentía un poco de bochorno por el calor de la temporada, por lo que mamá llevaba el cabello suelto, iba vestida con un vestido blanco con flores que le llegaba hasta poco arriba de las rodillas sin mangas, unas zapatillas tipo sandalias color café de tacón bajo y un bolso también color café. Para mi mala suerte, antes de que saliéramos rumbo a la feria, Raúl entró por el zaguán de la casa, había recién llegado de trabajar, al verlo, mamá se detuvo a saludarlo y a hablar con él por unos segundos.
-¿Legando de trabajar?
-Sí ¿tú crees?
-Qué bueno, ¿No vas a salir a la feria? para que la conozcas
-A lo mejor al rato, ahorita primero voy a comer y descansar un poco.
-Bueno, pues provecho- Raúl nos miró a mi hermano y a mi de reojo.
-¿Los vas a llevar?
-Sí, un rato, para que se distraigan
-Está bien, a ver si al rato los veo por ahí
-Vale, bye
-Bye
Ya estando en la feria dentro de nuestra misma calle, mamá nos llevo a algunos juegos, la calle estaba repleta de gente y la música se había intensificado bastante. Había visto al anciano de la esquina pasar un par de veces, llevaba su cámara de rollo en la mano, ciertamente al ver a mi mamá con el vestido, no le quitaba la vista de encima (y probablemente habrá aprovechado alguna oportunidad para tomarle una foto); pasó como un hora, quise subirme a una de esas canoas que van de un lado a otra, así que estaba formado para poder hacerlo; para esto, mi madre se había encontrado con nuestros otros vecinos, la pareja Pérez, quienes se le acercaron para hacerle la plática, mamá a pesar de que no se veía muy cómoda, les respondía con amabilidad. Estando en la fila, vi a Raúl al fondo acercándose a nosotros, cuando por fin llegó, saludó a mi mamá, a mi hermano que estaba con ella y a los Pérez, creí que se trataba de una broma.
Conforme avanzaba en la fila veía como mi mamá y Raúl iban perdiendo interés en los Pérez hasta quedarse hablando ellos dos a una cierta distancia, llegó un momento en el que apreciaba como Raúl le decía varias cosas a mamá mientras ella se quedaba pensante y respondía espontáneamente, por un instante pensé en salirme de fila e ir a donde ellos, pero fueron tantas las emociones encontradas que mejor decidí quedarme donde estaba; mamá parecía alejar un poco a mi hermano como si no quisiera que escuchara lo que se decían ella y Raúl. Ya abordo de la canoa, los encargados acomodaban todo para dar inicio, Raúl se había retirado del lugar segundos antes despidiéndose de tod@s, mamá volteaba a verme a mi y a mi hermano. El juego dio inicio, cada vez que la canoa subía de mi lado podía ver prácticamente toda la calle, incluyendo la casa donde vivía; segundos después, vi como mi madre dejaba a mi hermano con los Pérez, ellos parecían decirle que sí a todo lo que ella decía, posteriormente mi madre le dijo algo rápido a mi hermano y finalmente, se marchó. Yo no entendía lo que pasaba, si de por sí el hacho de ver a Raúl ya me había incomodado bastante, el que mi mamá se fuera no sé a donde, terminó por estresarme como pocas veces lo había hecho; para fortuna mía, en una de las veces que la canoa subió de mi lado pude ver que mi mamá abría la puerta del zaguán y se metía muy rápido, fue en ese momento cuando me sentí más tranquilo,puesto que ya sabía a donde había ido y sólo era cuestión de ir a ver para que regresaba a la casa.
Cuando bajé del juego, los señores Pérez me dijeron que mi mamá había salido a un mandado urgente que tenía que hacer y que nos encargó a su cuidado, que regresaría en un rato, fue cuando entonces inventé que comí algo que me hizo daño y que necesitaba urgentemente ir al baño, ellos se ofrecieron a llevarme, pero les dije que yo iría sólo para que mi hermano siguiera disfrutando de la feria, solamente les pedí su llave del zaguán para entrar; a lo que la Sra. Pérez accedió amablemente diciéndome, que no preocupara por la llave, que se la regresará cuando volviera, ya que su hijo estaba adentro para abrirles por cualquier cosa, la Sra. término con un «vete con cuidado» a lo que yo ni siquiera respondí por ir volando hacia la casa.
Al llegar al zaguán, vi al anciano de la esquina parado cerca de la casa, cuando él notó que iba a entrar me hizo un ruido para llamar mi atención, el cual ignoré, pero justo antes de poner llave dentro de la chapa del zaguán, el sujeto me llamó por segunda ocasión.
-Oye, niño, ven- Yo lo voltee a ver extrañado.
-Ven para acá, no te voy a hacer nada.
-¿Para qué?- respondí.
-Es sobre tú mamá- al escuchar eso, aún no sé porqué a pesar de la desconfianza que me daba y lo que me había mi mamá, irresponsablemente me acerqué a él.
-¿Qué tiene mi mamá?
-¿Sabes a que entró a tu casa?- Yo negué con la cabeza.
-Ahorita vi entrar primero a su novio ese y casi casi después entró ella ¿qué crees que estén haciendo?- levanté los hombros.
-Yo digo que el cuate ese se la ha de estar echando al plato ¿sabes qué es eso? – volví a negar con la cabeza.
-Que se la está planchando, pues, que han de estar haciendo el amor- yo me quedé en silencio.
-Seguro ibas a entrar para verlos ¿verdad cochino?
-No- respondí titubeante.
-Ah como no ¿a poco no se te antoja ver como el wey ese se la mete a tu mamita?- de nueva cuenta sólo levanté los hombros.
-Mira te propongo un trato.
-¿Cuál?- en ese momento sacó su cámara de rollo y me la dio.
-Te voy a prestar mi cámara, tu entras a tu casa y si los encuentras revolcándose, les vas a tomar unas fotos para mi ¿te parece?
-Pero ¿para qué?
-Nada más, porque quiero ver a tu mamá en cueros y si se la están montando, mejor. Y a cambio. te ganas esto- sacó un billete- y te echas un buen taco de ojo aparte- me quedé parado por un instante pensando en que hacer.
-Ándale, corre, vas a ver que te va a gustar cuando los veas, a lo mejor tú mamá ya se las está dando y te estás perdiendo el espectáculo, corre. Ya le quité el sonido y el flash a la cámara que no te cachen, nada más no vayas a ser tan menso para asomarte mucho.
Así, sin decir nada más, me retiré con la cámara a mi casa, la verdad era que, después de lo que me dijo aquel sujeto,mi morbo y curiosidad por ver si era cierto lo que decía creció a tal punto, que no pude aguantar más la ganas de ir, por lo que en sí, me marché porque yo quería verlos, no tanto por complacer a ese pervertido.
Entrando a la casa lo primero que hice fue ir con la Sra. Luisa, quien parecía iba a tomar una ducha por la bata que llevaba puesta y la toalla que tenía en el brazo.
-Buenas noches señora ¿no ha visto a mi mamá por aquí?
-Hola mijo, no, no la he visto ¿No está con ustedes en la feria?
-Sí pero tuvo que salir a un mandado rápido y nos encargó con los señores Pérez, pero quería saber si no había pasado por aquí antes.
-No pues no mijo, bueno, yo no la he visto pasar ¿Y tú hermanito está con los Pérez todavía?
-Sí, es que yo me regresé porque tengo que ir al baño pero no tengo llave de mi casa ¿me puede prestar la que tiene usted?- La Sra. Luisa descolgó la lleve de repuesto de mi departamento y me la entregó.
-Ándale mijo, pero te encargo que me la subas cuando salgas por favor.
-Sí señora, no se preocupe, gracias- Le dije mientras bajaba las escaleras.
Entrando a mi departamento vi la sala vacía, la puerta de la recámara de mis padres estaba cerrada, por lo que me dirigí hacia allá con la determinación de abrir me encontrara lo que me encontrara, mi corazón latía muy rápido; cuando la abrí, una sensación de mezcla entre relajación y decepción me invadió al ver que no había nadie en la habitación tampoco, la cama de mis papás estaba tendida tal y como mamá la dejó esa mañana y no parecía haber rastro alguno de que alguien hubiera estado ahí recientemente. Cerré la puerta y salí del departamento haciendo lo mismo; llegué a la conclusión de que forzosamente tenían que estar en la casa, ya que yo mismo había visto entrar a mi mamá, por lo que deduje que si no estaban donde vivía, el único lugar donde podrían estar, era en el departamento de Raúl, pero como pueden imaginar, la puerta estaba cerrada con llave cuando intenté jalarla.
Todo parecía estar perdido hasta que noté que la Sra. Luisa se metió a bañar y dejó su puerta entreabierta (seguramente para entrar rápido cuando terminara), fue entonces cuando decidí hacer algo que aunque sabía, no era lo más honesto, era aparentemente la única solución para entrar a dicho lugar; sigilosamente entré a la casa de la Sra. Luisa aprovechando mi complexión delgada, tomé del estante donde estaban las llaves la que decía «depto 2» que era el de Raúl y Julia, salí de la casa de la misma manera y me dirigí de nuevo a la planta baja.
La música estruendosa de la feria me ayudo para tapar el sonido de la puerta abriéndose. Finalmente, lo logré, me metí rápido al departamento fijándome que nadie me viera y cerré la puerta cuidadosamente. Me quité los tenis y los cargué en mi mano para no hacer ruido cuando caminara; la sala estaba a oscuras, solo luz de la recámara de Raúl y Julia estaba prendida, la cual tenía la puerta abierta pero la cubría una sábana, se oían ruidos provenientes de allá, como rechinidos. A pesar de que estaba oscuro, pude ver en el suelo de la sala algunas prendas de ropa, entre ellas; las zapatillas de mi mamá, su vestido, los zapatos de Raúl, sus pantalones con el cinturón y su camisa. Lentamente me acerqué a la recámara, dejé mis tenis en el suelo, la música se combinaba con los sonidos provenientes de la habitación, pero aún así, cuando estuve lo suficientemente cerca, comencé a su escuchar unos gemidos y suspiros tanto de hombre como de mujer; abrí solo un poco y con mucho cuidado la sábana para ver lo que pasaba y fue ahí donde confirme que las sospechas del anciano de la esquina y las mías, eran ciertas. En la cama se encontraban mi mamá y Raúl completamente desnudos cogiendo, sobre la misma, se encontraba el brasier de mi mamá y en suelo sus calzones; mamá y Raúl estaban sentados frente a frente, aunque mi madre estaba sentada encima de él y se movía de enfrente hacia atrás para clavarse el pene erecto de Raúl, se besaban con todo y lengua, provocando chasquidos derivados de estos; fue ahí cuando saqué la cámara y sin pensarlo mucho por la excitación que sentía, les tomé la primera foto, no podía creer lo que veía, hubo un momento en el que incluso mamá comenzó a saltar mientras Raúl la sostenía por la cadera y la espalda y le mamaba las tetas, a lo que ella respondía con un «ay que rico» la verdad es que mi mamá gemía riquísimo –ahhh mmm….ahhhh…que rico mmm…mmm..», después de un rato Raúl se acostó y dejó a mi mamá encima de él, ella tomó la decisión de darle la espalda y tomándolo de las rodillas, comenzó lentamente a darle unos sentones a su verga, cuando mi madre dio el primer sentón, pude ver y escuchar como ambos echaron sus cabezas para atrás, cerraron los ojos y abrieron sus bocas para emitir casi al mismo tiempo un «ohh» de placer; mamá movía super rico la cadera a la hora de cabalgar de espaldas a Raúl y eso se hacia aún más evidente cuando a este le agarró una ligera temblorina mientras gruñía repitiendo constantemente «qué rico te mueves», seguido de eso, el amante de mamá levantó un poco la cabeza para observar fijamente como su miembro entraba y salía lenta y deliciosamente del interior de mi madre, ella solo gemía sin parar con cada estocada que se daba con los ojos cerrados, a veces se mantenía recta para mover lento su cadera; otras veces se inclinaba un poco hacia enfrente para moverse con mayor velocidad y darle a Raúl una mejor vista de sus nalgas, este por supuesto aprovechaba esas oportunidades para tocárselas y posteriormente, apretarlas. Comencé a sentir que mi pene se levantaba, noté que en mi pantalón se comenzaba a hacer una especie de carpa, la verdad se sentía muy rico, aunque evidentemente el tamaño de mi erección no se comparaba con la de Raúl al penetrar a mi madre; pero aún así la excitación era tal, que les tomé la segunda foto en esa majestuosa posición.
Mamá mientras cabalgaba y gemía logró intercambiar algunas palabras con su amante, la cama rechinaba muy fuerte.
-Ahh ¿te gusta?
-Sí, me encanta, coges delicioso- Decía Raúl mientras sentía el va y ven de mi madre encima de él y le agarraba las nalgas.
-Qué rico se siente, esa si es verga, no sabes como necesitaba esto.
-¿Te gusta mi verga?
-Me fascina
-¿Tu marido no te coge así?
-Ahhh nooo….que ¿quieres que te la chupe otra vez?
-Ahhh sí….
En ese momento mi madre se quitó de encima de Raúl y se agachó hacia su pene para comenzar a chuparlo, este por su cuenta se quedó en la posición en la que estaba con los ojos cerrados y la boca entreabierta disfrutando de tremenda mamada. Yo a esa edad ya había recibido cierta información acerca del sexo, pero para nada era un conocedor total en el tema y además, era muy distinto cuando se trataba de ver a mi madre en pleno acto sexual con alguien que no era mi padre siguiendo estando casada con él; yo no sabía si quedarme viendo todo el acto o salirme del departamento ante el riesgo latente de ser descubierto, en lo que pensaba que hacer, les tomé otra foto (ya después decidiría que hacer con ellas) y fue en ese instante cuando Raúl se enderezó un poco para decirle algo a mi mamá, algo que no logré escuchar bien debido al incesante ruido de afuera, pero sólo vi como mamá con una sonrisa en la cara le dijo que sí con la cabeza, por lo que ella se levantó para acomodarse en 4 frente a la cabecera de la cama, Raúl por su parte también se levantó y se puso detrás de mi madre; se llevó un par de dedos a la boca, embarró un poco de saliva en trasero de mi madre y tomándola de la cintura la penetró lentamente, al sentir a Raúl entrando en ella, mi madre pegó un gemido muy fuerte, lo que provocó que Raúl se detuviera.
-¿Te lastimé?
-No, no, tu sigue- contestó mamá de forma excitada.
Ante esto Raúl no lo pensó dos veces y retomó su labor; mamá gemía más fuerte mientras el vecino empujaba cada vez más hasta quedar casi montado por completo sobre mi madre. Ella al estar viendo hacia la cabecera de la cama, me daba la espalda, por lo que sólo podía ver la parte trasera del cuerpo de Raúl desnudo dándole mientras la carne de las piernas de mi madre temblaban con cada estocada y sus pies se retorcían del placer, los sonidos de las pieles chocando era intenso, fue ahí donde tomé la siguiente foto.
Después de un rato de estar así, mamá al parecer se cansó de que le dieran de a perrito, por lo que se acostó completamente boca abajo apretando una almohada con las manos. Raúl por supuesto aprovechó esto para subirse totalmente en ella y seguírsela cogiendo por el culo, mi madre no paraba de gemir de forma muy sensual, esto debió emocionar a Raúl ya que le seguía dando con la misma euforia de momentos atrás pero esta vez acompañado de una que otra nalga a las que mi madre respondía con un «ay que rico»; ella en un tono ya muy excitado seguía diciéndole cosas para su amante para que se emocionara más.
-Qué cogida tan más rica, eres un semental…
-Ahh qué rico te entra, te entra delicioso mi verga
-Ay sí, está muy rica, que sabroso me coges, esta sí es verga
-¿Te gusta?
-Sí, esto si es coger ahhh…ahhh…mmm… dame más , que rico coges
Así siguieron hasta que finalmente Raúl sacó su pene del interior de mi madre y eyaculó sobre su espalda (he de mencionar que en ningún momento usaron condón u otra clase de preservativo), mi madre mientras tanto suspiraba y movía las piernas. Raúl después de derramar todo su semen se quitó de encima de mi madre y se echó a un lado de ella para descansar un instante luego de tremenda faena sexual. Yo por precaución y por el hecho de que ya habían acabado, salí cuidadosamente de la casa apoyándome en la música que seguía (y seguiría toda esa noche); ya una vez afuera, antes de regresar a la feria con mi hermano y los Pérez, regresé un momento a mi casa para masturbarme recordando lo que había visto hace apenas unos cuantos minutos.
por favor continua mamá y su nuevo amigo
Delicioso, soy tu fan