PARQUE INFANTIL 4. Probando con mi sobrinita (Continuación de “PAEQUE INFANTIL”)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por mecatronico.
Mi exaltado cerebro mecatrónico seguía diseñando una increíble máquina que haría muy feliz a más de una nena que tuviera la inquietud sexual suficiente y quisiera disfrutar del placer más natural del mundo: La Masturbación.
¿Que puede haber más natural y humano que eso ?
La primera prueba con mi sobrinita de 7 años había sido un total y rotundo éxito a juzgar por su delicioso disfrute sobre el unicornio regordete que yo solo había podido comprobar a través de sus gemidos, pues no quise incomodarla con mi inoportuna observación, lo cual me había dado la idea de colocar una cámara oculta en la parte de atrás de la cabeza del Unicornio que me transmitiera las imágenes de las caritas preciosas de las nenas en medio de tan hermoso transe y la saqué de un viejo helicóptero de control remoto que había estrellado hacía poco y tenía el equipamiento perfecto de cámara a distancia y pantalla receptora a color en el control remoto; además le agregué un micrófono que me transmitiría los sonidos que se produjeran cerca a la cabeza del muñeco y yo los recibiría en unos audífonos conectados al control.
Aprovechando mis conocimientos de telemetría, podría también transmitir otros parámetros medibles al control remoto que me dieran la certeza de los disparos de placer que iban teniendo las pequeñas jinetes al repetir los ciclos del muñeco; volví a internet y encontré que en el orgasmo femenino coinciden dos factores fisiológicos medibles: un aumento significativo de la temperatura corporal en la zona vaginal y un aumento en el pulso cardíaco y los dos eran fácilmente medibles a través de un termómetro en la silla flexible y un medidor de pulso de contacto digital, de esos que usan las máquinas trotadoras de banda en los manubrios para sensar la frecuencia cardíaca y ambos parámetros serían transmitidos al control remoto, pero luego reflexioné: bueno, si tengo un control remoto en mi mano que me trae señales visuales a la pantalla y parámetro fisiológicos para comprobar el arribo de los orgasmos, ¿ por qué no transmitir desde el control remoto señales que modifiquen a mi voluntad los movimientos del muñeco y las frecuencias de vibración del estimulador que había puesto en la silla ?? Al fin y al cabo para eso es un control remoto; entonces me fijé este nuevo desafío el cual culminé 15 días después.
La increíble máquina estaba lista para ser probada y ya sabía quién iba a ser mi piloto de prueba.
Entonces llamé a mi sobrinita de 7 años que presurosa pidió permiso a mi hermana para ir a probar el muñeco y efectivamente esa noche llegaron como a las 7 p.
m.
a casa las dos.
En eso no había pensado; mi hermana también tenía interés en ver las pruebas del juguete; menos mal ella no se podía montar por tamaño y peso.
Además yo ya tenía el control total de los actuadores del muñeco en mi control remoto; solo era cuestión de disimular el uso del control y a disfrutar todos; y así fue.
La nena se montó feliz en el unicornio regordete rosado dispuesta a cabalgar por horas; mi hermana y mi mamá miraban curiosas la prueba y yo me retiré a un rincón del taller con la disculpa de observar los parámetros de funcionamiento del muñeco y me aferré al control remoto y su pantalla.
Con mi control podía encender el muñeco para no usar el cuenta-monedas y así hicimos los primero ciclos solo cabalgando con movimientos pendulares y combinándolos con ascensos y descensos; mi sobrina confirmó que estaba todo muy bien y rápidamente mi mamá y mi hermana perdieron el interés y se retiraron a conversar a la sala; la nena les dijo: yo si me quedo aquí con mi tío probando el muñeco mientras me miraba picaronamente.
Y aquí empezó la más hermosa e increíble experiencia que he podido disfrutar en toda mi vida.
Cerré la puerta del taller, me retiré al rincón con mi control remoto y la nena me dijo ansiosa: DALE TÍO DALE.
Me puse los audífonos, encendí el muñeco y a disfrutar.
La pantalla a color me daba una imagen perfecta de la nena y podía oír lo que decía con toda claridad.
Apenas paró su primer ciclo de un minuto y medio ella volvió a decir: dale tío, dale otra vez.
Entonces no pude resistir la tentación de encender el vibrador en su mínima frecuencia, 120 Hz.
e inmediatamente vi su carita transformarse con una preciosa sonrisa que me confirmaba el comienzo de una visita al paraíso para los dos.
Al tercer ciclo volvió a repetirme: Dale tío dale más, más y más; muchas veces porfa.
Le dije: Listo mi amor, agárrate duro de los manubrios que ahí va.
Lo puse en funcionamiento continuo y empecé a subir la frecuencia lentamente con pequeños descensos y regreso al aumento pero sin llegar a los 160 Hz.
que era la máxima recomendada.
Después de 2 minutos y ya con sus ojitos cerrados empecé a notar en las agujas de mi telemetría un aumento de su pulso y su temperatura.
Seguí lentamente aumentando la frecuencia de vibración y alternando distintos movimientos del muñeco, mientras ella subía y bajaba su cabeza entreabriendo sus ojitos que se veían perdidos mirando al cielo donde evidentemente estaba en ese momento.
Pulso y temperatura seguían subiendo lentamente y sus labios se fueron abriendo para esbozar los primeros gemidos de placer que eran música celestial para mis oídos.
Mi fabuloso invento funcionaba a la perfección y ella y yo cabalgábamos en el paraíso de donde no queríamos salir jamás.
De repente hubo un aumento súbito en el pulso y la temperatura que medía la silla y se disparó al máximo; entonces, ante la inminente llegada de su orgasmo aumenté la frecuencia del vibrador al tope de 160 Hz.
En ese precioso momento sus piernas se apretaron al muñeco, su carita quedó mirando arriba, entreabriendo sus ojos en los que solo pude ver el blanco de su mirada perdida en el infinito; sus gemidos ahora eran más que audibles, casi gritos ahogados que se escapaban incontrolados de sus labios.
Su placer extremo lo podía ver y disfrutar yo también mirando, cual observador curioso, aquella preciosa escena del más elemental y natural instinto de nuestra especie en todo su esplendor: La Sexualidad Humana, puesta allí sabiamente por Dios para nuestro disfrute, sin ataduras ni complejos, sin tabúes ni pecados, sin prejuicios ni reproches, sencillamente plana y placenteramente disfrutable.
Luego de aquel sublime momento, su pulso y temperatura bajaron un poco pero yo la veía a través de la cámara aún teniendo contracciones en su pelvis y apretando las piernitas contra el muñeco, como en una especie de “meseta” de placer.
Reduje la vibración de nuevo a 120 Hz.
mientras ella permanecía absorta disfrutando su experiencia y los diferentes movimientos del muñeco, cuando vi de nuevo un aumento súbito de su pulso y temperatura, señal inequívoca del arribo de su segundo orgasmo; entonces aceleré el vibrador al máximo y ella inició de nuevo sus convulsiones brincando sobre el muñeco desaforadamente, sus gemidos se convertían en gritos de placer que yo ahogué subiéndole el volumen a la música para que no pudieran oírla.
Yo subía y bajaba repetidamente las vibraciones mientras ella restregaba su pequeña vagina contra la silla repitiendo rítmicamente esos preciosos movimientos de la pelvis, adelante y atrás, que tanto nos encantan a los hombres o por lo menos a mi, me parece lo más excitante en cuanto a expresiones corporales femeninas, evidencia irrefutable de su goce infinito y obviamente del mío, pues estaba en tal estado de erección que aunque no me estaba tocando siquiera por tener las manos ocupadas en el control remoto, sentía tanta excitación viendo todo aquello, que no pude evitar correrme desaforadamente, eyaculando a borbotones dentro de mis jeans; estábamos los dos disfrutando a bocanadas el más delicioso y exquisito placer a cuenta de nuestro adorado unicornio regordete y la increíble naturaleza humana, capaz de sentir y vivir todo este placer sin hacer ningún mal a nadie; solo goce y disfrute a manos llenas.
Mientras yo terminaba mi orgasmo, ella se había calmado un poco pero permanecía absorta con sus ojitos cerrados de cara al cielo, como esperando la más leve señal para dispararse de nuevo y así fue; con solo subir la frecuencia del vibrador y sacudir un poco el muñeco se volvieron a subir rápidamente los parámetros fisiológicos y entró en su tercer orgasmo, aún más poderoso que los anteriores, de sacudía adelante y atrás apretando su vagina contra la silla y gimiendo a gritos como pidiéndome que nunca parara de mover aquella increíble fábrica de orgasmos que ahora tenía ya la aprobación total del piloto de pruebas; luego de un rato de descanso sobre el muñeco se bajaba jadeante, con sus piernitas temblando pero jubilosa y feliz.
Solo me dio las gracias y me encargó que la siguiera invitando más seguido a probar mis máquinas.
Entonces era hora de sacar al mercado de los parques mi maravilloso invento que muy a pesar mío y por obvias razones no podía patentar.
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