PILLADOS EN EL PARKING
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Maduritaseconfiesa.
No lo esperaba en absoluto. Justo cuando mi relación de pareja estaba en su momento más dulce, me topé con él en un foro de internet. Charlamos de todo un poco, nos contamos nuestras respectivas vidas y hubo un momento en que sentía que lo conocía de toda la vida.
Dicen que todo el mundo miente en internet, pero el hecho de hablar con un perfecto desconocido, que no podía incidir de ninguna manera en mi vida a mí me proporcionó la libertad absoluta para ser completamente sincera, con él y conmigo misma. Era una auténtica gozada.
La verdad es que llevábamos poco tiempo charlando por escrito cuando quedamos para tomar café y conocernos en persona, pero por cuestión de horarios, la cita se retrasó cerca de tres semanas, y cada vez que hablábamos en esas tres semanas (y hablábamos casi a diario) él pedía algo más para nuestro encuentro. Yo le decía que no al principio, pero no sé lo que me había dado con este tipo, cómo era capaz de convencerme o incluso de hacerme sentir que era yo la que había pedido las cosas. Resumiendo, lo que al principio era un café… (vale) un piquito y un café… (vale) un morreo y un café… (vale) un morreo, un magreo en el culo y un café… (vale) Bueno, acabó siendo un encuentro sexual en toda regla.
– ¿Y si no te gusto? Promete que si no te gusto no te sentirás obligado a nada. Si no te gusto, lo dejamos en café y ya ¿vale?
– Sí que me gustas, claro que me gustas.
– No lo sabes. Promételo.
– Vale, prometido.
Así llegó el día D. Quedamos en el párking de un centro comercial bastante popular de nuestra ciudad. El plan era que yo aparcaría el coche en el sitio más oscuro y menos concurrido que pudiera encontrar y le mandaría un mensaje al móvil con el número de la plaza de aparcamiento. Cuando llegué una de las plantas del aparcamiento estaba cerrada al público, por lo que las otras plantas estaban bastante llenas. Me costó bastante encontrar un sitio por el cual decidirme; todo me parecía demasiado luminoso o demasiado cercano a los otros coches o demasiado cercano a los accesos, o…
Finalmente me decidí por un rinconcito, no demasiado iluminado, en el que cabían únicamente dos vehículos; sí, había otro coche allí aparcado, pero estaba tan lejos de los accesos que di por sentado que el vehículo era de un trabajador del centro y que era muy poco probable que en el transcurso de la cita apareciese por allí. Aparqué, le mandé el mensaje al móvil, salí del coche y me encendí un cigarrillo mientras esperaba.
Apenas tuve que esperar un par de minutos para que apareciese por allí, me acerqué para saludarle y él me besó en la boca. Nos acercamos a mi coche; él también estaba fumando, así que decidimos acabarnos el cigarro tranquilamente. Mientras tanto, nos besábamos, me metía mano en las tetas o le palpaba la polla por encima del pantalón. Llegó un momento en que estábamos los dos muy, muy, muy calientes…
¡A la mierrrda el cigarro! Nos metimos en el asiento trasero del coche. Me quité el sujetador mientras seguíamos besándonos y sobándonos. Le metí las tetas en la boca mientras él se desabrochaba el pantalón. Yo llevaba los pantalones más anchos que tengo, así que no necesitó desabrocharlos para meterme la mano entre las piernas. Estaba empapada ya llegados a ese punto. Estaba de rodillas sobre el asiento y él sentado. Me cogió del pelo y me empujó la cabeza para que empezase a mamársela. Y lo hice, tragándomela toda de golpe en el primer empujón, jugando con mi lengua, sin dejar de moverla, sintiendo sus dedos jugando en mi interior, loca de deseo. Lo miraba a la cara cada vez que podía, veía cómo se le cerraban los ojos de vez en cuando, cómo me miraba a mí de vez en cuando y, cuando menos me lo esperaba:
– ¡Ostias!
– ¿Te he hecho daño?
– Noooo, no. Jejeje Es que hay un tío durmiendo en el coche de al lado.
– ¿Qué? –miré y lo vi. No me había dado cuenta al aparcar… mierda.
– Pero está durmiendo… tú sigue –y volvió a empujar mi nuca.
Seguí chupándosela dejando que mi saliva resbalase por toda su polla e incluso más allá, bajando por sus huevos, que acariciaba con la mano… Se me había ido la cabeza por completo, loca de deseo y de placer. Hasta que él volvió a hablar:
– ¡Joder! Que ha cogido el móvil.
– ¿Se ha despertado?
– Hace un rato, pero ahora ha cogido el móvil. Vámonos, no vaya a ser que esté llamando a seguridad…
– ¡Mierda!
Salimos del coche para sentarnos en los asientos delanteros, yo procuraba no dirigir la mirada hacia el tipo del coche; no creía que estuviese llamando, creía que estaba inmortalizando el momento y por nada del mundo quería que mi cara saliera en esa más que probable grabación. Puse el coche en marcha y fuimos a aparcar en otra plaza, cercana a los accesos y lejana al tipo del coche…
Tras aparcar nos fuimos al centro comercial a tomar un café. Mientras charlábamos de nada y de la vida, las imágenes de lo que acababa de suceder se agolpaban en mi mente y me mojaban por momentos, me acordaba de que no llevaba bragas debajo del pantalón y me mojaba más, y recordaba un flash de la cara del tipo del coche y me empapaba del todo. Y más aún cuando él reconoció que el tipo llevaba un rato mirando con cara de flipado mientras yo se la mamaba. Aquello ya me acabó de poner cachonda perdida.
– ¿Por qué no me lo has dicho?
– Porque no quería que parases.
– No hubiese parado.
Lo cierto es que nos quedamos los dos a medias, fatal, con un calentón en el cuerpo para no contarlo. Pero tranquilos; no tardamos mucho tiempo en resarcirnos.
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