Secuestro intergaláctico parte 4
Una familia es secuestrada y llevada al otro lado de la galaxia para participar en un espectáculo depravado .
Antes de continuar: la siguiente historia es de ciencia ficción con toques de splatterpunk. Léase con discreción
Debido al acercamiento que tuve con Mathezard, podía moverme con toda liberta y sin ser vigilado por las secciones verdes de la Tueris.
Así me encontraba en el sector 34 b de los hangares de servicio cuando.
- —acompáñame – dijo Ta´ar guiándome por un laberinto de corredores vacíos – estamos en las viejas cubiertas intermedias. Estos sectores servían de almacenamiento de equipamientos durante la construcción de la estación, ahora son utilizados por Errantes y Chacales de Túneles así que – mirándome con un semblante severo – no te alejes
- —adonde vamos – pregunté
- —hace siclos que trabajo para los Drentas, es hora que tú los conozcas también
- —Drentas…esos son policías no?
- —Son los encargados de impartir la ley en la galaxia.
Continuamos bajando por escaleras derruidas por otras cuatro cubiertas. Entre más descendíamos por los recovecos abarrotados de escombros cochambrosos, las sombras resguardaban a un sinfín de seres multiformes, tirados entre los restos de lo que alguna vez fueron los asentamientos de los constructores.
Por la apariencia de dichos seres, daba la impresión que estuviesen drogados por algún tipo de sustancia, alienígenas Yonkis. Errantes. Al fin La Tueris era como cualquier ciudad, y ahora deambulábamos por callejones cargados de adictos tirados en rincones y prostitutas atendiendo a sus clientes entre oscuras y sórdidas esquinas.
Este era el único lugar donde los sistemas de vigilancia de los Tertium no alcanzaban. A quien le interesaría vigilar a cucarachas a medio morir.
Al fin entramos a una antigua bodega de materiales radioactivos.
- —Kapali este es el terrano que te comenté – dijo Ta´ar acercándose a un hombre – Sebastián
- —Nunca había visto a un terrano antes – exclamó Kapali – su raza es una primitiva clase 6, nos servirá
Parecerá patético pero, las palabras del policía me ofendieron, un poco. Me acerque al centro del cuarto, estando allí me fijé bien en los Drentas: eran 3, dos hombres y una mujer; eran individuos altos, fácilmente pasaban los 2 metros y delgados de cuerpo ágil, blancos como la leche. Los tres llevaban el cabello largo y plateado, con unas raras líneas geométricas negras grabadas en el rostro. Claro que le presté mayor atención a la mujer, ella era de una hermosura exótica, y aún tras una especie de coraza pectoral, se podían apreciar dos tetas enormes.
Los Drentas comenzaron a contarme de su misión y los requerimientos para completarla, cuando llegaron al tiempo invertido en llevarla a cabo me encabroné
- —y que esperaban…matarles de viejos, si hicieran su trabajo mi familia estaría en La Tierra y no aquí, de putas baratas
- —Es que no entiendes, los Tertium – continuo Kapali, que al parecer era su líder – tienen en su nomina a gran parte de los Drentas, junto a los Impartidores de Ley. Si quisiéramos tribunalizar y erradicar a Tueris, requeriríamos pruebas sólidas.
- —Y que más solidó que un humanoide primitivo como tú – agregó Yalida, la policía – tú testimonio y el de Ta´ar pueden ser claves
- —O tal vez no lo suficiente – acotó Wargo, el tercer policía – tendríamos que pasar por sobre los Impartidores e ir directamente con los ajusticiadores, y para eso necesitamos mucho más que sus testimonios
- —Y si yo consigo las pruebas para desbaratar toda la operación – dije decidido
- —Pero como? – preguntó Yalida
- —Yo lo sé – siguió Kapali – Mathezard. Es el encargado de encontrar activos para los Tertium, y publicitarlos en cuanto los capturen por lo que, debe tener acceso directo al ordenador centrar. Si obtuviésemos acceso a su Nexux nos infiltraríamos en su sistema y descargaríamos sus archivos
- —Nexux? Que es eso? – pregunté desconcertado
- —Es una neurointerfaz holográfica – respondió Yalida – debe tenerla conectada en uno de sus brazos
- —el brazalete dorada con luces – dije
- —eh…si, se puede decir que si
- —puedo hacerlo…solo díganme que hacer – dije
- —primero – exclamó Kapali – debes ganar la absoluta confianza de Mathezard, solo así te podrás acercar lo suficiente como para conectar un Enhebrador. Descuida Sebastián, sigue ganándote su confianza, nosotros te daremos indicaciones cuando llegue el momento.
- —como digan, solo quiero algo a cambio
- —el que? – respondió Kapali
- —que me ayuden a rescatar a mi familia
- —es un trato
Espécimen 4:
El plan era simple: seguirle la corriente a Mathezard, de alguna manera jugar a las manitas con él e instalarle un chisme a su móvil sin que se de cuenta, de esa manera los Drentas podrán hackearlo, y me ayudaran a recuperar a mamá y a los demás; borrarles la memoria, reparar el daño que los bichos les pudieran haber provocado y devolvernos a la tierra a continuar con nuestras aburridas vidas.
De alguna manera era lo que más anhelaba, no obstante, acompañar al Fisiólogo y ver las atrocidades que estos depravados hacían, me estaban volviendo, de algún modo tan depravados como ellos. Por las noches; cuando dormía soñaba que era yo quien, con una larga y gruesa polla, me follaba a una hembra extraterrestre sin forma, otras veces era Yalida la sensual policía quien yacía bajo de mí.
Me estaba volviendo loco y lo peor es que comenzaba a gustarme.
Habían pasado tres ciclos. En todo ese tiempo la pasé estudiando todo lo que puede, razas y animales que guardan en la estación espacial, no llegué ni a la mitad cuando Ta´ar llegó a avisarme que, Xorento preparaba otra sesión con alguno de mis familiares.
Cuando llegué a la sala de carga Mathezard me esperaba ya conectado. Me conecté sin decir media palabra, increíblemente Mathezard era más predecible que las fanfarronerías de mi hermano. En la sala de carga, entre la niebla gris el Fisiólogo me miró, y me ofreció una pavorosa sonrisa.
Lo tenía en mis manos.
****
- —Jacinta la hembra terrana se apareara con un Hurox de los desiertos de Abrazzias – anunciaban las pantallas sobre nuestras cabezas mientras el salón cambiaba a un bioma desértico
Mi abuela se encontraba perdida en medio de enormes dunas color plata. La arena parecía cristal molido, centellando cada vez que le pegaban los rayos de un Sol grana, el cual, cubría una enorme extensión de firmamento color malva. Como era de esperarse estaba completamente desnuda: la generosidad de sus senos era la misma que recordaba aunque, el tiempo había reducido la resistencia de sus carnes, engordando su abdomen y volviendo sus gordas tetas en flácidas y caídas. El chocho por su parte, era la primera vez que lo veía; tenía un monte de Venus abultado y cubierto por una delgada capa de vello cano.
Entonces un silbido perforó mi cabeza, di un paso atrás, atento a una solitaria duna desde donde creí que el sonido provenía.
La aberración que apareció tras esa duna era indescriptible, solo puedo decir que, la cosa corría a por mi abuela a una velocidad de guepardo. Un pánico incontrolable se apoderó de mí cuando, a cada zancada podía apreciar mas detalles del alienígena: Las manos de 6 falanges y palmas dentadas, el cuerpo, una mezcla de reptil y algo más; la cabeza eran solo dientes afilados de color marfil, dos pequeños huecos hacían de fosas nasales y dos ojos laterales y amarillos se movían independientemente, los genitales erectos de lujuria, bífidos y escamosos azotaban contra el abdomen sacudiéndose a cada tranco.
Mi abuela al verlo acercare raudo, dio un alarido de terror al tiempo que le ordenaba a sus piernas moverse a toda prisa. Ninguna de las dos cosas completo antes que la criatura saltara sobre ella.
Los pequeños dientecillos de sus palmas se asieron a los hombros de mi abuela, girándola y Empujándola contra la arena multicolor. Con la fuerza de un buey la levantó en volandas y de una estocada le clavó la colosal polla en el coño mientras la otra se enroscaba abriéndose paso por su oscuro agujero trasero. El rugido que mi abuela emitió fue estruendoso y lastimero.
– —joder!, maldito engendro del infierno – berreaba Jacinta –me la has metido en seco cabrón de mierda – retorciéndose, luchando contra aquel coloso
No podía creer lo que veía por las pantallas; el engendro le clavaba a una velocidad endiablada las dos pollas a la vez, las dos pollas rugosas y escamosas, tal como el resto de su piel.
- —ay…ay…no más, por favor detente…detente – gritaba mi abuela forcejeando, mordiendo y pateando
La criatura, harta de la resistencia de la mujer, la giró violentamente apoyándole la espalda contra su robusto pecho. Las manos de palmas dentadas, se aferraron a sus gordas tetas provocando que la infinidad de dientecillos mordieran y atravesaran la piel de sus pezones,
- ahhh! Mis tetas – grito la mujer histérica
La bestia entrelazo sus piernas con las de ella para mantenerla izada. Entonces, sus pollas dobles volvieron a incrustarse en el interior de mi abuela, continuando con la demencial copula.
- —AY…mi coño…mi coño, detente por favor que me estas destrozando – suplicaba mi abuela vehementemente – me despedazas el coño
Y era cierto, hilillos carmesí escurrían lentamente entre sus piernas. Las pollas que entraban y salían también estaban manchadas con el mismo líquido.
La brutal follada duró al menos dos horas más. Mi abuela había dejado de llorar, suplicar y sollozar hacia tiempo y solo se dejaba perforar desfallecida, cosa que el ser realizaba una y otra vez. Se corría en el interior de Jacinta y sin sacar su verga, seguía martillando si piedad los agujeros ya torturados de mi abuela.
Gracias a la sangre, lefa y otros fluidos que la criatura soltaba, las embestidas no parecían tan dolorosas como al comienzo, sin embargo, se notaba como el rictus se tensaba en cada acometida.
En lo que duró el acto, lo único en lo que me fijaba eran las enormes tetas de mi abuela, apretujadas por las zarpas de la bestia y mordisqueadas a la vez; en lo doloroso que eso debería ser, y en lo mucho que me gustaría haber sido yo, quien mordiera y tironeara esos marrones y gordos pezones hasta hacerlos sangrar.
Habían pasado 6 horas terrestres cuando por fin la criatura soltó a mi abuela. Desvencijada, temblorosa e inconsciente fue llevada hasta la enfermería. Para ese momento el conde Xorento ya se había marchado, y por primera vez, fue el mismo Mathezard quien me detalló lo que sucedería con ella.
Le curarían los agujeros que, como podrán imaginar estaban enormemente abiertos y supurantes, una vez recuperada, la llevarían a Agartha junto a Xavier y mi tía. Aprovechando la confianza dada por el Fisiólogo le pedí: si algún día me podía llevar con él al famoso prostíbulo, su respuesta me dejo helado, con un simple – desde luego – posando sus amarillos ojos sobre mí, y mientras más inquisitiva era su mirada, más rojos se tornaban. Sabia que planeaba algo – y veremos – sentencio para luego retirarse de la sala.
Tiempo después Ta´ar llegó a mí cuarto entusiasmado, Mathezard quería que, de ahora en adelante vivieran en su camarote.
La cubierta del Fisiólogo se encontraba sobre las habitaciones de los huéspedes V.I.P. y bajo el sector restringido: que comprendía a la sala de comando de Tueris, los aposentos de los Tertium y por supuesto, Agartha.
Me ubiqué en un pequeño cuarto dentro del camarote del Fisiólogo, frente al cuarto de Ta´ar, quien se encontraba fuera del mismo. Ese era el principal problema del Buldariano, todos los años que lleva bajo las órdenes de Mathezard, nunca logro ganarse su confianza, no al grado que yo lo he hecho.
Ese mismo siclo Mathezard llegó con un traje de color blanco y líneas laterales magenta, como los que utilizan los asistentes.
- — ponte eso – dijo arrojándolo sobre mi cama – iremos a Agartha en seguida
El elevador ascendió 27 cubiertas antes de detenerse, el salón era enorme; adornado por elegantes piezas de arte repartidas por doquier, las estatuas eran un surtido de odiosas aberraciones cual mas deforme que la otra. Las paredes por su parte estaban adornadas por exóticas telas, las que hacían las veces de cortinas cubriendo nada.
Nos detuvimos frente a una puerta labrada con extraños símbolos, esta era custodiada por dos guardias Jerasios sobriamente vestidos, el Fisiólogo se identifico mostrando el brazalete dorado y ellos, ofreciéndole una solemne reverencia, abrieron las puertas: ahora un mundo de depravaciones se exponía ante mí.
Cómo disftruto