Secuestro intergaláctico parte 6
Una familia es secuestrada y llevada al otro lado de la galaxia para participar en un espectáculo depravado .
Antes de continuar: la siguiente historia es de ciencia ficción con toques de splatterpunk. Léase con discreción
Unas grotescas figuras de dioses olvidados adornaban la habitación de Mathezard; velas de llamas turquesas inundaban el cuarto con una peste insoportable. En el centro del cuarto un altar de forma octogonal se alzaba unos treinta centímetros del piso. Dentro de el se encontraba el fisiólogo desnudo, susurrando unos abominables mantras ininteligibles.
Mi misión allí era llevarle el repulsivo pez dentro de un cuenco ámbar. El pez, que aún estaba vivo, me miraba como sabiendo que sucedería, cosa que me puso los pelos de punta.
Lo coloqué junto a Mathezard sobre el borde del altar, el ser celeste limo tomó el cuenco y luego de ofrecérselo a los dioses se lo tragó de un solo bocado.
El pez hizo efecto casi de inmediato quedando Mathezard tieso como un palo, esa fue mi oportunidad. Instalé el como se llame en el brazalete del fisiólogo, dando unos silbidos y chirridos y luces centellantes se desconectó.
Estaba hecho.
******
- —que tal fue? – pregunté
- —estupendo, hemos descargado una gran cantidad de archivos – respondió Kapali
- —entonces, como vamos con su parte del trato?
- —tenemos a Angélica, Jacinta y Xavier en potts de regeneración en un sito seguro – continúo Wargo – sabemos donde se encuentran Natalia, Vanessa y Helena, solo necesitamos una distracción para sacarles
- Habrá una fiesta esta noche – acotó yalida
- —lo sé, es el cumpleaños de xorento
- —ascensión – interrumpió Ta´ar
- —lo que sea, en un rato Mathezard se reunirá con el conde a ultimar los detalles de la fiesta – dije taciturno – el problema es que querrá aparear a los últimos especimenes antes de celebrarlo
- —Entiendo – me compadeció el policía
- —puede ser nuestra oportunidad – acotó Ta´ar – puedo interceptarlos cuando las saquen de las salas de apareamiento y llevarlas a las bodegas
- —Puedes hacerlo sin que te descubran? – indagué
- —A la larga se darán cuenta – dijo Ta´ar – pero, para ese momento no estaremos aquí
- —Este es el plan – dijo Kapali – Wargo sacará a Natalia y Helena del harén de Xorento, Yalida se encargará de Vanessa, Ta´ar desviará a las que saquen de la sesión y yo me encargaré de los potts y subirlos a la nave – mirándome – solo quedas tú. Tienes que hacer dos cosas: copiar los códigos de la puerta del harén y llegar a la plataforma de despegue sin que Mathezard se de cuenta
- —sin problema – confirmé
La reunión finalizo tan rápido como comenzó
- —Ta´ar – dije desplazándonos por los sucios corredores – creo que vi a tú hermana en Agartha
- —mi hermana – contestó apesadumbrado – esta muerta, murió hace mucho
No sé si era verdad, o si él quería creer que ya lo habría hecho, para no preocuparse más por ella, o en lo que pudieran estar haciéndole.
*****
Mathezard y yo nos dirigimos a los aposentos del conde Xorento; un penthouses el la parte más alta de la cubierta VIP. Con el aparato que Yalida me entregó, puede clonar el código de cierre de la escotilla y enviarlo con los Drentas mientras ingresaba.
El harén era tal como lo imaginaba: un montón de hembras de distintas razas retozando sobre mullidos cojines. En el centro de la habitación un estanque de aguas termales esmeraldas. La semejanza con un harén árabe eran increíbles, por lo menos el primer tramo.
Al atravesar la segunda puerta la apariencia cambió radicalmente: prisiones de cristal cilíndricos albergaban una variedad de mujeres de razas tan variadas como las de Agartha, por qué estaban allí?, no lo sé pero; en una de ellas se encontraba Natalia, seguía pariendo pequeñas arañitas, correteaban por sobre ella atiborrando la celda.
En una esquina y contigua a Xorento se hallaba mi madre: estaba sobre el piso tapizado en telas mugidas; sus manos permanecían atadas por sobre su espalda a la pared, dejando expuestas unas ubres 10 veces el tamaño original, desde sus gordos pezones salían unos conductos vasculares, estos iban conectados a una ánfora de cristal puesta sobre una pequeña mesa. Dentro de la ánfora se podía ver algo parecidos a un corazón que palpitaba bombeando leche al interior de la vasija.
Mi madre, con un rostro sudoroso me miraba con ojos suplicantes limitándose a solo dar gemidos guturales.
- —uno de los filtros esta tapado – dijo Xorento – límpialo
- —si mi señor – respondió servicial unos de sus sirvientes
El ser de apariencia reptiloide se acercó a mi madre, y tirando de uno de los ductos lo fue retirando; una serie de delgadas hebras salían del pezón rezumando leche. El sirviente apretó el cartilaginoso conducto donde, al parecer, estaba la obstrucción y empujando de ella, elimino un grueso coágulo de leche alojado en su interior, una vez completado el trabajo, acercó las hebras al pezón las cuales se introdujeron nuevamente al interior de la teta. hasta que el chupón se pego a la areola reiniciando el bombeo.
Los conductos se contraían y estiraban chupando la blanca leche y escupiéndola dentro del jarrón.
La vasija, de prácticamente un litro de capacidad estaba hasta la mitad cuando el conde se acercó, y colocando una taza orlada con intrincados diseños junto a un peculiar grifo, se sirvió una taza de tibia leche.
- —adoro este brebaje – enfatizo Xorento dando cortos sorbitos – tuve que modificar sus glándulas para obtener más liquido, pero valió la pena, esto me tiene adicto
La conversación siguiente; la verdad, no me interesaba, lo que atraía toda mi atención eran las mega tetas de mamá, y como eran ordeñadas constantemente por ese extraño aparato.
Desde que llegamos, hasta que nos fuimos la vasija se llenó y vació nueve veces seguidas. Taza tras taza el conde se las bebía a gusto, quedaba corto decir que era adicto a la leche.
Ciertamente todo lo pagaba mi pobre madre, utilizada como vaca una y otra vez.
Antes de irnos pegué un último vistazo al jarrón, y al “corazón” que bombeaba tenazmente; a los venosos conductos enviando leche en cúmulos, engrosando las vías a su paso y a mamá: a las lágrimas que recorrían sus mejillas y sus enormes tetas que se estrujaban cada vez que la maquina succionaba.
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