Sin ropa frente al portero de mi edificio
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Pero ella, luego de quitarse la ropa y ponerse sólo una pequeña camiseta, se tiró en la cama a dormir. Yo la veía en su deliciosa tanga y me excitaba más… pero no quise molestarla y mejor me fui a la sala a tomar un trago antes de ir a dormir.
Estaba viendo hacia el edificio de enfrente por una de las ventanas; todos estaban dormidos, todo estaba a oscuras y se escuchaban pocos ruidos. Miré por la otra ventana, la que da al estacionamiento de mi edificio. No había nadie y nada se movía, eran las 12 de la noche.
Como hacía calor y el aire que entraba invitaba a sentirlo, me desnudé completamente y me quedé parado enfrente de la ventana, sintiendo el aire rico.
Entonces se me ocurrió la idea de ir a caminar desnudo por el edificio, bajando las 4 escaleras hasta llegar a la entrada y luego bajar una escalera más hasta el estacionamiento donde tengo mi auto. Iría y vendría tranquilamente, sintiendo el aire chocar contra mi. Si alguien me miraba, ni modo, aunque eso era prácticamente imposible a esa hora, pues ya todos dormían.
Siempre existía la posibilidad, sin embargo, de que alguien entrara al edificio, o de que alguien saliera de algún departamento y se cruzara conmigo en las escaleras, o de que alguien por casualidad me viera desde su ventana. Era un riesgo y era un reto el andar sin ropa a esa hora por los pasillos y llegar a la meta que era el estacionamiento.
Finalmente me decidí, tomé las llaves en mi mano y dejé la puerta medio abierta. En cuanto puse un pie afuera del departamento sentí el aire fresco de la noche, que se colaba por las ventanas abiertas del piso donde vivo. Miré hacia afuera y no vi nada, comencé a caminar siempre mirando a todos lados. La sensación era de emoción y de excitación creciente a medida que me acercaba a la puerta de abajo, la que separa los departamentos del pasillo de la entrada.
Por fin llegué a esa puerta y entonces caí en cuenta de que el portero del turno de la noche siempre se duerme junto a la entrada principal. Me fijé bien y vi el bulto acostado en el lugar de siempre. Abrí la puerta para salir al pasillo y bajar al estacionamiento y noté que el portero se movía, pues no estaba totalmente dormido a esa hora. Pensé en regresarme, pues me daba cierta inquietud que llegara a verme allí, a las 12 de la noche y desnudo completamente, caminando por los pasillos.
Pero luego me dije que finalmente yo quería correr el riesgo de que alguien me mirara así, la idea me excitaba en el fondo y quizá era la mejor oportunidad para que sucediera. Quería sentir la excitación de estar desnudo y ser observado por alguien, casi enfrente de mí. Así que, cuando abrí la puerta y vi que el portero no se dio cuenta de nada, regresé, entré y volví a cerrarla, para inmediatamente abrirla otra vez, de tal forma que hiciera el ruido suficiente para despertarlo.
Lo logré. Al abrir ahora con más ruido el portero se movió y volvió su cabeza hacia donde yo estaba, al final del pasillo. Yo me quedé parado en seco, mirando que él ahora me estaba observando sorprendido. Se frotó los ojos, tal vez porque se sobresaltó mucho de verme a esa hora, sin ropa, a unos 5 metros de distancia, con mi verga al aire a medio parar. El pasillo estaba iluminado con una luz que permitía observar todo.
Entonces hice algo todavía más atrevido: caminé hacia él diciéndole que me disculpara, que no había visto que estaba allí dormido y que la puerta al abrirse hizo demasiado ruido. Él se sentó en el piso y me miró, más sorprendido pero tomando las cosas con cierta naturalidad, pues tampoco se escandalizó. Me dijo que no había problema, que había pensado que el ruido era porque alguno de los vecinos estaba entrando al edificio.
Mi excitación subió de tono. Estaba yo totalmente desnudo a un metro de distancia del portero de mi edificio, platicando cosas medio absurdas. El sólo sonreía con cierta picardía. Luego le expliqué que estaba yo pagando una apuesta, que había perdido en un juego de cartas con mi mujer y que ella me había puesto de castigo que yo saliera desnudo y bajara al estacionamiento, donde ella me vería por la ventana para saber que había cumplido el castigo.
Le dije que por eso andaba desnudo y que debía ir al estacionamiento para saldar la deuda con mi mujer. Sonrió de nuevo, pues como que le agradó el juego, asintiendo cuando le dije: “ahora vuelvo, voy a que ella vea que estoy aquí”. Me volví dándole la espalda y caminé apresurado para bajar por la escalera. Sentí su mirada morbosa a mis espaldas al alejarme desnudo, ahora con las nalgas al aire y frente a sus ojos.
Bajé al estacionamiento muy excitado, corrí hasta el auto e hice la faramalla de pararme debajo de mi ventana, por si acaso el portero hubiera dudado de mi historia y me hubiera seguido para confirmarla.
Luego, ya con la verga más dura, corrí para subir de regreso al pasillo donde había dejado al sorprendido portero. Allí seguía, sentado, ya más despierto y quizá excitado por lo que estaba pasando. No me quitó la mirada de encima cuando me acerqué de nuevo a él, hasta pararme enfrente de donde estaba. Prácticamente mi verga, ya en erección total, quedaba a la altura de sus ojos, a un metro de distancia cuando mucho.
Entonces le dije que ya me iba, que disculpara la molestia, que ya había pagado la apuesta y que seguramente en alguna otra noche sería yo quien ganaría y entonces mi esposa tendría que bajar desnuda hasta el estacionamiento.
Le dije que estuviera pendiente, para que se diera un buen taco de ojo. Entonces se emocionó notoriamente con la idea y sonrió abiertamente. Se despidió muy amable, diciendo que no había problema, sin dejar de verme de pies a cabeza. Me despedí, dejando en el portero la ilusión excitante de que una de estas noches pueda ver a mi mujer pasearse desnuda a las 12 de la noche.
Subí de nuevo y al cerrar la puerta detrás de mí vi al portero todavía sentado, mirándome con la misma extrañeza del principio pero con cierta excitación por lo que le había ofrecido: hacer que mi mujer bajara desnuda una de estas noches.
Exactamente le dije que yo viajaría el jueves y viernes, pero que seguramente la semana siguiente jugaríamos cartas de nuevo a la misma hora, para que estuviera pendiente y pudiera ver a mi mujer… Creo que eso le gustó y entendió que yo estaba sólo pagando la apuesta perdida, una apuesta y un juego que nunca existieron… pero en el momento fue la única explicación que se me ocurrió para justificar el andar desnudo por el edificio.
Al día siguiente me la pasé pensando en esa experiencia. No ví al portero porque él se iba temprano de su turno y regresaba hasta las 9 de la noche. También pensaba en cómo convencer a mi mujer para jugar y hacer esa apuesta realidad, pues ese tipo de cosas las rechaza completamente.
No podía esperar a ver cómo podía hacer para que mi guapa y sensual esposa aceptara bajar desnuda hasta el estacionamiento. Sería algo sumamente excitante para mi observar que alguien más la miré desnuda sin que ella se dé cuenta.
Así pasó el día, pero en la noche sucedió algo más impensado: cuando mi esposa se quedó dormida, a eso de las 11 de la noche, me asomé por la ventana otra vez y cuál fue mi sorpresa al ver al portero parado en el estacionamiento, mirando disimuladamente hacia mi ventana.
Sin pensarlo mucho dejé la ropa que llevada en mi recámara y volví a la sala desnudo, excitado, pensando en volver a salir desnudo a platicar con el portero. Entonces, para mi sorpresa, escuché unos toquidos muy suaves en la puerta, como queriendo no hacer demasiado ruido. Me asomé y ví que era él. Con mucha naturalidad le abrí, ocultando parte de mi cuerpo detrás de la puerta, pero obviamente él notó que estaba sin ropa.
Entonces me preguntó que si esa noche no pensaba salir, o que si mi esposa no iba a caminar desnuda por el estacionamiento. Todo lo dijo con voz pausada y excitada, mientras descaradamente se sobaba con su mano derecha el bulto que formaba su verga debajo del pantalón.
Eso me encendió mucho, sentí cómo crecía mi verga, la tomé en mi mano mientras dejaba que la puerta se abriera totalmente. Hablando en voz baja y temblorosa le dije que no sabía, que a lo mejor, al tiempo que dejé que me viera con la verga completamente dura y erguida.
Entonces él, sin dejar de tocarse, me preguntó que si podía pasar a la sala unos minutos, o que si yo quería bajar al estacionamiento así como estaba… Eso fue como un rayo en mi cuerpo: lo dejé entrar y cerré con cuidado para no hacer ruido. Lo sentí muy cerca de mí y mientras cerraba la puerta sentí también su mano apretando mi verga dura. Le pregunté ingenuamente que si qué quería, nervioso y excitado, porque mi mujer dormía en la habitación.
Su expresión se volvió más pícara y su voz adquirió más seguridad cuando me dijo que “tenía muchas ganas de coger”. Se abrió el cierre y dejó salir un miembro erguido de muy buen tamaño y grosor. Me preguntó que si quería que él me “atendiera” o que si prefería que mejor se cogiera a mi esposa.
Yo estaba muy excitado pero también temeroso de que mi esposa fuera a despertar y nos encontrara allí. Le dije que mejor iba a convencer a mi mujer de que bajara desnuda la siguiente noche, pero él no dejaba de sobarme la verga con una mano mientras que con la otra se tocaba la suya.
Pareció no interesarle mi respuesta, pues casi me ordenó: “¡Voltéate!”. No sé por qué lo obedecí, me di la vuelta y enseguida sentí sus manos apretando mis caderas y nalgas con mucha pasión, para luego sentir que me arrimaba su miembro duro y babeante. Me apretó y me lo pasó sobre las nalgas por unos segundos, dejándome un poco mojado.
Fue todo lo que le permití, le dije que mejor bajaba yo al estacionamiento en un rato más, que me iba a vestir y que quizá podríamos ir a platicar a la calle o al parquecito cercano. Aceptó, diciéndome que mejor me esperaba en el parque, pues a esa hora ya no había nadie allí.
Al cerrar la puerta estaba yo sudando, de excitación y de nervios. A lo mejor hubiera bajado, de no ser porque justo en ese momento mi esposa me llamó desde la recámara, seguramente por haber escuchado el ruido de la puerta. Fui a verla y me preguntó -media dormida- por qué estaba desnudo. Puse el pretexto del calor, pero entonces me pidió que me quedara con ella para volver a dormirse.
Al otro día no quería toparme con el portero de la noche, y casualmente al llegar a mi edificio observé que estaba el del turno de día. Me dijo que su colega había salido ese día a su pueblo y que regresaría en 4 días más. Ya van 3 días de eso, y no sé qué le diré si vuelve a insistir o a buscarme por la noche. Creo que eso me pasa por ser exhibicionista.
Esta historia es real. Por favor compartan opiniones a: rchl06@hotmail.com
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