UN PADRE EJEMPLAR
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por leeyoungjee.
Hola, mi nombre es Víctor, soy padre de tres hijos, dos chicos el mayor de 20 años el menor de 11 y una nena de 8, vivo con mi esposa en sonora y hoy quiero contarles acerca de nuestra vida, se que tal vez suene muy extraña mi presentación, pero desde hace un par de años en los que he seguido de cerca esta página y he sido recompensado con muy buenos relatos y anécdotas para mantener a tope mi sexualidad siempre he querido compartir con ustedes un poco de mis experiencias y no es hasta ahora que por fin me anime a hacerlo.
He decidido comenzar desde el principio claro, ya que las cosas que nos han pasado han sido tantas que si empezara en algún punto intermedio al final todo sería un revoltijo.
Bueno como les decía mi familia y yo vivimos en sonora, mi esposa rosa y yo nos conocimos en el trabajo, yo soy médico de un hospital particular y ella estaba trabajando por aquellos años en el área de contaduría, desde el principio me llamaron la atención su mirar distraído y su rostro infantil pero más que nada las curvas tan definidas de su cuerpo, que a pesar de que trataba de ocultar con vestimentas serias y largas eran completamente visibles cada vez que caminaba o se acercaba a alguien, sus senos muy generosos apresados detrás de blusas largas completamente abotonadas y su trasero prominente cubierto por una falda de oficina rápidamente me despertaron el deseo de ver más, la verdad no me costó nada de trabajo llamar su atención, no es por presumir pero a mi las mujeres y las zorritas hambrientas de hombre nunca me han faltado, no es que sea muy agraciado en el rostro pero mi 1.
80 de estatura, mi piel morena clara y mi físico viril como debe ser un hombre siempre me han servido a la hora de encontrar una buena hembra, después de unos meses de cortejarla (sabía muy bien que tenía que andarme por las ramas, la pobre de mi mujer tenía finta de haber sido criada en un convento) logre llevármela a la cama, sus piernas abiertas cediéndome el paso a restregar mi pene atraves de mi pantalón contra sus pantaletas, sus brazos cruzando mi espalda, la tibieza de sus labios y el sabor dulzón de su saliva en mi boca correspondiendo a mis besos, cuando por fin estuvimos desnudos y nos besábamos apasionadamente sobre la cama de mi departamento su mirar de temor ante mi desnudez, al saber lo que iba a suceder y la extrañeza de ver por vez primera el cuerpo desnudo de un hombre adulto me excitaban demasiado, la primera vez que vio mi verga estaba completamente empalmado, con el prepucio retraído y escurriendo preseminal y a escasos centímetros de su vagina, vamos que estaba que me moría por enterrarme en lo más profundo de su ser y preñarla de lefa, sus ojos se abrieron sorprendidos al ver mis 19 centímetros de virilidad y mi cuerpo cubierto de vellos recortados, esa primera vez en que la embestí jamás se me olvidara y es que fue una de las pocas mujeres que tuvieron el placer de tenerme como su primer hombre, rosa era virgen y a pesar de que batalle más que con ninguna otra para hacerla llegar al orgasmo (salió muy quejumbrosa y asustadiza, no me dejaba enterrarla completa, se asusto por el sangrado y se quejaba demasiado del dolor por la rotura de su himen), cuando por fin lo alcanzo supe que ya no había marcha atrás, había despertado a la mujer dentro de la niña y esa sensación y el placer, de sentirse consumada como hembra por un macho se le volvería una adicción.
Dicho y hecho, desde entonces fue rosa la que se prendió de mí, me colmaba de detalles, de caricias y mimos, se ofrecía para cocinarme y ayudarme en las cosas que según ella estaban mal hechas en las labores de mi casa, siempre estaba yo primero que nadie incluso que ella misma y esa dependencia emocional y sexual completa hacia mi lejos de molestarme me encanto, empecé a sentir más que simpatía por ella y la llegue a amar, me case con ella porque tenía todo lo que alguna vez llegue a imaginar en mi mujer: era bella, estaba convertida en una ninfómana jajá (nunca me decía que no), era limpia, se cuidaba para estar guapa y yo era su centro.
Después de que rosa se fue a vivir conmigo, pasamos por una etapa de acoplamiento bastante graciosa y caliente.
Sus primeros días en mi casa se sorprendió de verme solo en calzoncillos por toda la casa, para mí era de lo más normal por haber sido criado en casa con cuatro hermanos mayores, mi viejo y mi madre, apenas llegar quitarme la ropa, meterme a la ducha, secarme y quedarme en pelotas o ponerme una trusa pero para ella era algo casi escandaloso, los primeros días se lo tomaba como una insinuación permanente de mi parte y nos pasamos cogiendo como conejos hasta que por fin se fue diluyendo un poco el morbo en ella por verme el paquete y los vellos de las piernas y el pecho.
Su pudor no era normal según mi manera de ver las cosas para una mujer casada que solo vivía con su marido, a la hora de follar o bañarse eran los únicos momentos en los que podía verla completamente desnuda de lo contario siempre andaba cargando algún mendigo fondo o vestido por más caluroso que fuera el clima, varias fueron las ocasiones en las que en medio de risas y juegos le tuve que quitar el vestido y liberar sus pechos y vagina de tanta tela, entre risa y risa pero no sin enojarse la perseguía por toda la casa hasta terminar sometiéndola en el sillón o la cama y sacándole los calzones y el brasier.
Bañarse juntos para ella era algo igualmente vergonzoso, le parecía algo tan chusco y penoso como el que yo orinara con la puerta del baño abierta o mientras ella se lavaba los dientes, no voy a negar que el quitarle estas ideas puritanas de la cabeza me fue muy divertido y excitante, porque el simple hecho de verla caliente a pesar de que no quisiera admitirlo bastaban para ponerme el pito como piedra, sus labios vaginales la delataban al empezar a hincharse y humedecerse y sus pezones erguidos no hacían más que corroborar que estaba tan urgida y caliente como yo por sentirme dentro de ella.
Después de apenas un año de matrimonio, las pastillas fallaron y quedo embarazada de nuestro hijo julio, durante todo el embarazo nuestra vida sexual no se detuvo y lejos de frenarse su impulso sexual, me buscaba día y noche o apenas llegando a casa del trabajo para que la tomara de nuevo y hundiera mi virilidad en su cuerpo, sus pechos crecieron aun mas y sus pezones ahora bien prietos reclamaban mi atención, la verdad estoy consciente de haberme pasado de culero y es que aunque sabía perfectamente que el calostro y la leche materna era propiedad de nuestro hijo, varias semanas antes de su nacimiento me la pase mamándole las tetas hasta dejarlas vacías de leche, cuando por fin nació julio, se topo con unos senos que dispensaban mas leche que los de ninguna recién parida y aunque fue un niño un poco enfermizo por no haber alcanzado a saborear la primera leche de su madre creció sano y fuerte.
La cuarentena fue de lo peor que me ha tocado vivir, por mas deseos que tenia por penetrar a mi mujer y aunque se le hizo una cesárea (no queríamos que dejara de apretar) seguía lo suficientemente adolorida como para gritar de dolor cuando apenas iba por la mitad del tronco, sea como sea rosa se esforzó por no desatenderme y a punta de mamadas me quitaba lo inquieto, los años pasaron, nuestro matrimonio fue resistiendo los golpes del tiempo y la costumbre y ya para cuando julio cumplió los nueve años no había rincón oculto de nuestros cuerpos para el otro, rosa seguía siendo muy bella y seguía tan dócil y complaciente para conmigo como siempre, pero decidí que no había razón para no aprovechar las oportunidades que a todo hombre se nos presentan aun sin que las busquemos intencionalmente y comencé a dar batería a varias chicas y mujeres interesadas en conocerme “mejor”, las pasantes de medicina y enfermería que llegaban al hospital que no se resistían en absoluto a mis halagos y atenciones pasaron más de una vez por mi cama y lograron conocer lo que es coger un hombre de verdad, muchas de ellas al principio se resistían a mi forma salvaje de hacer el amor, pero después del primer encuentro eran ellas las que me buscaban y me seducían para que me las cogiera.
Disfrutaba mucho follando con ellas y a fin de cuentas me servían para distraerme y no perder el interés en rosa, culos apretados, culos mas laxos, vaginas infantiles en las que apenas cabían dos tercios de mi herramienta, vaginas profundas que a pesar de estar apretadas no llegabas a sentir el tope, provee de todo, aun lo hago y disfruto mucho.
La sexualidad llego a la vida de mi hijo julio a sus tiernos 5 años de edad y es que una noche en la que yo y rosa estábamos en plena faena en nuestra habitación y creyendo que el niño dormiría toda la noche como leño o en caso de despertarse nos gritaría desde debajo de sus sabanas aterrado por la oscuridad como a menudo pasaba, no fue hasta después de que eyacule y estuvimos un buen rato desnudos sobre la cama acariciándonos mutuamente jugueteando e incluso rosa me dio una mamada para levantarme de nuevo los ánimos, que me di cuenta que en el marco de nuestra puerta había una pequeña figura, la figura de un hombrecito que miraba por entre la rendija.
La escena era de lo más rara, la cama estaba justo en frente de la puerta del cuarto a unos 7 metros, mi cuerpo completamente desnudo y velludo recargando las espaldas contra la cabecera de la cama, tenia los brazos detrás de la cabeza y a momentos me restregaba un ojo mientras que rosa completamente desnuda y con el culo apuntando hacia la puerta me mamaba tragándose mis 19 centímetros de verga hasta el fondo, la estábamos pasando tan bien hasta que vi a mi hijo mirándonos entre las sombras, el estaba tan interesado en descubrir que era lo que su madre hacia exactamente que no se percato de que yo lo miraba, contrario a lo que harían la mayoría de los padres, que sería entrar en pánico, jalar una sabana, cubrirse los genitales y gritar el nombre del niño seguido de un -que chingados haces ahí!!? Jaja bueno al menos en mi caso así fue, yo decidí hacerme de la vista gorda y hacer como si nada estuviera pasando, total el niño seguramente ya había visto demasiado, con toda seguridad estaba en la puerta desde que hace apenas unos minutos yo cabalgaba rápidamente a su madre y seguramente igual estuvo presente cuando eyacule y saque mi verga de lo profundo del coño de rosa.
No se puede proteger a los hijos para siempre y aun así no hay por qué hacerlo, el sexo es algo completamente natural y obvio que lejos de prohibirse y ocultarse debería ser discutido y fomentado con salud y responsabilidad, el daño ya estaba hecho, las imágenes que acababa de ver no dejarían de recorrer sus pensamientos en años y lo único que ganaría al hacer un drama, sería hacer sentir a mi mujer la peor de las madres, a mi hijo victima de las circunstancias y vivir por varios meses en un ambiente enfermizo de incomodidad, me relaje y deje que mi mujer siguiera en su faena, mi pene se erecto en unos segundos y mientras ella chupaba y hacia sonidos guturales al tenerme hasta el fondo de su garganta, mis vellos rozaban su cara y nariz, ella aspiraba levemente embriagándose con el olor de mis genitales, miraba por el rabillo del ojo a mi pequeño hombrecito mirando curioso y sorprendido como mama le comía “la cosita” a su padre, mi mujer siempre uso esa tonta palabra para referirse a los genitales del niño aun que le insistí que lo mejor era llamarlo por su nombre real: pene y en lugar de huevitos: testículos, pero ella tan pudorosa como siempre sentía que ese simple hecho significaba destruir la inocencia del nene.
Cambiamos de posición cuando la separe de mi verga y después del último lengüetazo la acomode de ancho sobre la cama para evitar que fuera a ver a nuestro descuidado espía, la puse boca abajo y le separe las piernas y la puse de rodillas para tener libre camino a su vulva, ahí estaba su vagina húmeda he hinchada, empapada en mi semen y sus jugos, me acerque y después de hacerla reír olfateándole el culo como un perro, empecé a mamarle la vulva, el sabor amargo y acido de mi semen y su corrida mezclados me deleito las papilas, ella sollozaba mientras yo besaba su intimidad,
-Te gusta? Le pregunte separándome un poco y jalando con mis manos ásperas sus suaves caderas para impactar más fuerte su vulva contra mi boca.
-Si, ayyyy me gusta, si, ay Víctor! ay!!!!
-Te gusta cuando te la mamo? Que te gusta más que te la mame o que te entierre esta? Le dije acercando mi pelvis a su vagina por detrás dispuesto a hacérselo de perrito.
-Ayy Víctor! Decía bajando la voz pero echando hacia atrás su culo y rozando con fuerza mi verga.
-Eres una putita! Verdad? Te encanta que te monte!
-Víctor! Ya mételo! Y empujaba mas fuerte su culo hacia atrás para guiarme a su vulva.
Bruscamente la tire en la cama y la puse de misionero para que julio viera con lujo de detalle el momento de la penetración, le abrí bruscamente las piernas y tomando mi pene por el tronco lo guie hasta su cuevita, entro el glande y ella soltó un gemido, fue entonces cuando firmemente le deje ir el resto, ella sollozaba y gemía, la bese apasionadamente mientras ella acariciaba mis espaldas y recorría mis flancos, de reojo mire hacia la puerta y mi nene tenía su pene afuera del pantalón, el pantaloncito de pijama estaba en sus rodillas y sujetaba su miembro con dos deditos, no alcanzaba a distinguir por la oscuridad si estaba bien erecto, pero recordando mi infancia supe que de seguro tenia durito el pajarito.
Me sentía orgulloso de julio, no sé porque si es obvio que un niño se excite ante tal escena pero en ese momento lo vi como una muestra inconfundible de que mi morrito iba a ser un semental igual que su padre.
Mis embestidas eran bestiales pero no paraba de besar a rosa, me hubiera gustado que ella supiera lo que estaba pasando, que se enorgulleciera igual que yo de mostrarle a nuestro hijo la belleza del mundo y lo placentero del amor entre un hombre y una mujer, pero no había otra solución que callarme mi morbo y felicidad, pronto los sollozos de rosa se convirtieron en gritos ahogados y se vino entre pujidos y gemidos, ella acariciaba mi pecho y mis nalgas, la deje descansar apenas unos segundos y seguí montándola fuertemente, alcanzo pronto su segundo clímax y después de que sus paredes vaginales me ordeñaran de nuevo me vine yo también, las contracciones de mi glande estaban fuera de control, ella enterraba sus rodillas a los costados de mis muslos y me aprisionaba para no dejarme separar de su cuerpo, toda mi semilla termino en lo más profundo de su útero y entre besos, caricias, risas y un te amo de su parte como premio por mi buen rendimiento me Salí de mi mujer, su chocho estaba hecho una sopa de tantos líquidos mezclados.
-A ver espérate, le dije y tomando mi bóxer le limpie la vulva, quedo bien empapado como si lo hubieran orinado y lo deje tirado bajo la cama a un lado del buro, rosa se metió al baño y yo hice como que me miraba en el espejo, me acaricie los huevos y el pene y me paseé por el cuarto para que julio viera todo lo que heredaría en unos años de su padre, después mirando hacia el suelo distraído según yo para darle tiempo a irse me dirigí lentamente hacia la puerta, mi hijo fue rápido y cauteloso y se esfumo del pasillo, cerré la puerta y le puse seguro.
Bueno chicos espero que mi relato les sirva para hacerse la paja o al menos para que lleguen más tiesos con sus hembras, tengo planes de seguirles contando todas las anécdotas desde entonces hasta el día de hoy.
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