Vanessa: Una ingenua ama de casa.
Vanessa es una chica de pueblo, criada de una manera tan recatada y conservadora, que no tiene malicia alguna, lo que la ha conducido desde adolescente a varios encuentros con hombres que, a sabiendas de ésta situación se aprovechan de ella..
Vanessa era una jovencita de veintitrés años, recién se acababa de casar con Gerardo, su novio de toda la vida. Ella era de un pequeño pueblo al centro de México, en el cual su familia se dedicaba a trabajar su granja, su padre, Pablo, cerrado, machista e ignorante, siempre la mantuvo en una burbuja, únicamente ayudando a su mamá en la casa. Su mamá, Felipa, sumisa e inocente, igual que la hija, había crecido en ese pueblo y era todo lo que conocía. Por lo que era ignorante ante muchas cosas, entre ellas, sobre sexo, lo único que conocía, era lo poco que había aprendido con su marido, nada fuera de lo convencional. Y jamás se le pasó por la cabeza hablar de sexo con Vanessa o de los cambios que esta sufriría, por esta razón, cuando a Vanessa recién le vino la regla a sus 11 años, casi se muere del susto, pensando que se desangraba, fue en ese momento que su mamá le habló de la regla, pero sólo lo necesario, lo que ella sabía.
Por la situación en la que siempre vivió, Vanessa era demasiado ingenua, sólo para que se den una idea de que tan ingenua es, diremos que cuando era una adolescente sus vecinos, que eran unos pillos bastante astutos, mientras jugaban al futbol en la calle de su vecindario, mandaban a volar el balón a los techos de las casas, y con el pretexto de que estaban demasiado cansados de correr, como para trepar una escalera y «temían» que pudieran caerse debido a ello, convencían a la pobre de Vanessa, que compadecida por la cara de pena que ponían, se apiadaba de ellos y les ayudaba a conseguir el balón, trepando por las escaleras rústicas de madera, mientras los bribones de sus vecinos la espiaban al subir la escalera, para asomarse bajo su falda en bola, eran 6, todos amontonados para intentar ver mejor como ya sus incipientes carnes empezaban a formar a la delicia que es ahora, a veces también la espiaban por la ventana cuando se cambiaba por las noches en su habitación, ya que su casa era de un solo nivel y siempre tenía la ventana abierta, o incluso la llegaron a espiar por la ventana del baño cuando por las mañanas se aseaba y aunque alguna de esas veces Vanessa llegó a detectar movimiento y ruidos raros, ellos astutamente (o al menos eso creían ellos) hacían sonido de maullidos o ladridos, para que ella pensara que fue algún animal del vecindario, cualquier otra persona se daría cuenta de que eran falsos, pero no Vanessa, aunque se le hacían algo «raros» los sonidos de aquellos gatos o perros, siempre terminaba convencida de que seguro el animal estaba enfermo y por eso sonaba tan extraño.
Cuando terminó la secundaria, desafortunadamente por la situación precaria del pueblo en el que vivían, para continuar sus estudios tuvo que ir a vivir a una ciudad cercana con sus tíos, los cuales recién hacía un año se habían mudado ahí, Pablo, su padre, al principio, reacio a que esto sucediera, desde luego, cómo su hija señorita se iba a ir sola, pero después de que su esposa Felipa lo convenciera, éste aceptó, con la condición de que los tíos, la hermana de él, y su marido, fueran tan estrictos como él en su crianza, pues ella era una señorita de apenas 15 años, es así que Vanessa por fin salió de su pueblo para ir a la ciudad. Pero como señorita obediente y criada en una familia conservadora, iba de la escuela a la casa y de la casa a la escuela sin rechistar y sin desviarse, desde luego empezó a hacer amistades, pero nada fuera de la escuela.
Cuando pasó a segundo de preparatoria conoció a Gerardo, un jovencito no muy agraciado, un poco regordete que le daba ese aspecto de bonachón, tenía totalmente la pinta del típico «nerd», moreno, regordete, sin caer en el sobrepeso, con lentes, y bajito, apenas el 1.65 de estatura.
Cuando Gerardo la vio, automáticamente quedó prendado de ella, pues Vanessa, a pesar de su origen humilde era bastante atractiva, con unas caderas pronunciadas, un culo ni grande ni pequeño, pero eso si, bastante firme y unas tetas deliciosas que ya alcanzaban la talla 34B, de tez morena clara, ojos café oscuro, cabello castaño oscuro y de estatura promedio, 1.62 cm.
Desde luego Gerardo comenzó a intentar acercarse a ella, pero él también era bastante inexperto en cuanto a experiencias con el sexo opuesto, jamás había tenido novia y mucho menos le había hablado a una chica y menos aún, una tan hermosa como Vanessa.
Vanessa para ese entonces ya era una chica bastante popular en la preparatoria, todos los chicos querían con ella, pero todos eran bastante «lanzados», cosa que por sus enseñanzas, a Vanessa la espantaban, y prefería juntarse sólo con sus amigas, aunque de vez en cuando sus amigas llegaron a hablar de sexo o sus experiencias con algún muchacho, pero, a sabiendas de que era «malo» hablar del tema, se apartaba de sus amigas con cualquier pretexto con tal de evitar dichas conversaciones.
Para ese entonces, ya estaban a mitad del curso, en segundo año cuando Gerardo por fin, se atrevió a hablarle, tímidamente como era su forma de ser, pero esto fue, de cierta manera una «ventaja» para él, ya que su timidez le abrió las puertas a su amistad con Vanessa, ya que esta, al notar su nerviosismo y que nunca fue lanzado como los otros chicos, ella comenzó a sentirse cómoda con él, convirtiéndose pronto en buenos amigos, después de un tiempo incluso la acompañaba a su casa después de la escuela, ya que él, aunque un poco más alejado, vivía por el mismo rumbo.
Poco tiempo después ellos se hicieron más cercanos, hasta que irremediablemente, se hicieron noviecitos, aunque al principio fue de manita sudada, cual dos jóvenes inexpertos que eran (por sus formas de ser), ya que ellos para ese entonces, ya tenían diecisiete años, un tiempo después de comenzar a andar, mientras se encontraban en un parque cerca de la vivienda de los tíos de Vanessa, por primera vez Gerardo, sucumbió a sus deseos y le robó un beso en los labios a una extrañada y sonrojada Vanessa, ella, al sentirse invadida, debido a su crianza, se indignó y se fue corriendo a su casa, dejando ahí a Gerardo lamentándose por su atrevimiento.
Aunque desde luego, después de pensar las cosas por varios días, Vanessa llegó a la conclusión de que quizás había sobre reaccionado, después de todo, ellos ya eran novios y se supone, según en las novelas que alguna vez vio en su casa, que eso hacen los novios. Por lo que retomó su relación con Gerardo, que se disculpó infinidad de veces con ella, y aunque ella le dijo que estaba bien, fue muy clara con él diciéndole que sólo con su consentimiento la podía besar, cuando ella quisiera.
Él desde luego, aceptó los términos ante la posibilidad de perder semejante portento de mujer. Gradualmente, los besos fueron subiendo de intensidad, aunque no estaban seguros de si lo estaban haciendo correctamente, eran las únicas personas que habían besado el uno al otro, sólo tenían experiencia de lo que veían en la TV para deducir cómo se hacía aquello, pero igual a ambos les gustaba hacerlo.
Al terminar la preparatoria, Gerardo se metió a estudiar la Licenciatura en Administración de Empresas en una universidad dentro de la misma ciudad, Vanessa, no quiso seguir estudiando, por lo que, a petición de sus tíos, se puso a trabajar de mesera en un café que habían abierto recientemente, con los ahorros producto de su trabajo en esos años.
Aunque desde luego, el noviazgo de Gerardo y Vanessa seguía, y en los ratos libres que tenían los dos, pasaban tiempo juntos, en el cine, cenando o cosas así.
Como ya planteamos antes, Vanessa era inocente, ingenua y sobre todo confiada de las demás personas, por lo que nunca faltaba el zorro que se daba cuenta de ello y se aprovechaba de esa situación. Cierta ocasión, cuando no tenía mucho tiempo que había entrado a trabajar ahí y teniendo 18 aún años, ya entrada la noche y a punto de cerrar, cuando ya habían cambiado el letrero de abierto a cerrado, para que ya no entrara más gente y mientras sus tíos ya se habían ido a su casa, Vanessa limpiaba con esmero el pequeño pero acogedor café, como era su labor, antes de cerrar e irse a casa.
El último cliente disfrutaba de un café y un cuernito mientras se deleitaba la pupila con Vanessa, la cual, como buena mesera, llevaba como uniforme un vestido blanco con un mandil, y en un descuido, al agacharse, dejó ver su ropa interior y su culazo al individuo que, embelesado por tan deliciosa imagen, tiró por «accidente» su café en el piso, justo al lado de su mesa y de su silla. Vanessa volteó a ver lo que había sucedido y aquel hombre puso su mejor cara de pena que pudo, deshaciéndose en disculpas. Ella, al verlo con cara de sufrimiento, le dijo que no se preocupara, que enseguida limpiaba, yendo a la parte de atrás por más jabón para limpiar el café derramado, percatándose de que sólo quedaba un chorrito en el bote, pero sería suficiente para terminar de limpiar.
Vanessa fue a seguir con su labor, mientras entablaba una conversación con aquel cliente:
—Menos mal que ya había terminado de limpiar la tienda—Dijo Vanessa.
—¿Por qué? Contestó aquel hombre, ya entrado en años y con unas presentes, pero escasas canas.
—Porque me he quedado sin jabón y sólo tengo lo suficiente para limpiar esto.
—Lo lamento mucho, no ha sido mi intención, me distraje un poco.—Dijo el caballero, mientras se acomodaba con su silla apuntando directamente a donde estaba Vanessa, para ver «cómo limpiaba».
—No se preocupe, está bien. —decía ella mientras se ponía de rodillas, para posteriormente ponerse a cuatro patas y comenzar a tallar con fuerza, dejando ver con más claridad su ropa íntima bajo su uniforme.
—Muchas gracias, es usted muy amable señorita.—Decía él mientras se acomodaba la verga que ya comenzaba a crecer bajo su pantalón de mezclilla.
—Dígame Vanessa, ese es mi nombre …¿Y con qué se distrajo?—Preguntó con curiosidad.
—Muy bien, mucho gusto Vanessa, yo me llamo Damián. Y me distraje porque se me antojó un biscocho… De esos que tienes ahí en la vitrina.—Dijo Damián con una sonrisa burlona y con un tono sarcástico, que pasó desapercibido para la ingenua Vanessa.
—Oh, ya veo. Lo siento mucho, pero ya cerraron la caja con llave y no le puedo vender ese biscocho que tanto se le apetece.
—No se preocupe—Dijo Damián casi babeando al ver semejante culo moviéndose en un vaivén mientras Vanessa restregaba el piso, dándose cuenta que Vanessa era… o muy puta o muy ingenua, ya que no se había percatado de que le estaba enseñando todo el culo a su cliente.
—Listo, ya acabé.
Vanessa se puso de pie y fue a dejar sus artículos de limpieza a la parte posterior, mientras el viejo zorro de Damián ya planeaba su siguiente movimiento. Recordó lo que Vanessa había dicho hace unos instantes y rápidamente se apuró a derramar el café que le quedaba en la taza.
—Aaahh soy un tonto—Exclamó Damián en voz alta, para que Vanessa se percatara.
—¿Qué ha ocurrido?—Preguntó Vanessa al llegar corriendo a la escena.
—Perdóneme señorita, quiero decir Vanessa. Soy un idiota, un tarado, otra vez lo volví a hacer, no fue mi intención.
—No se preocupe, fue un accidente, usted no es esas cosas. —Esbozó una sonrisa Vanessa, para que el pobre hombre no se sintiera mal.—El problema es que ya no tengo jabón para limpiar.
Damián se quedó con cara de pensativo un momento, como para convencer a Vanessa de que se le acababa de ocurrir.
—Ah, ahora que me acuerdo yo traigo un poco de jabón líquido aquí.—Dijo Damián sonando lo más natural que pudo.
—¿En serio?—Dijo Vanessa con cara de asombro.
—Si, justamente lo traigo porque soy propenso a accidentes como estos, donde termino manchado o manchando otras cosas.—Soltó Damián con una sonrisa «apenada».
—Pues, me gustaría que me de un poco para terminar de limpiar.
—Es que… El envase es un poco complicado.
—¿Cómo es eso?—Dijo Vanessa.
—Pues verá… Conoce esos envases con un pivote que se levanta y usted tiene que apachurrar el envase para que salga el jabón. Como el jabón líquido de trastes.
—Pues claro.—Dijo Vanessa—Pero no le veo lo complicado.—Añadió.
—Bueno, pues este envase es similar, pero en lugar de apachurrarlo, se tiene que mover la mano de arriba a abajo y es difícil de hacer para mi, pues vengo cansado del trabajo y a mi edad ya no tengo tanta fuerza. No sé se tú me pudieras ayudar.
—Ah claro, ya sé de cuales envases me dice.—Dijo Vanessa tratando de sonar convincente, para no sentirse como tonta, pues no sabía de qué hablaba aquel hombre.—Si, claro, con tal de terminar con la limpieza, yo le ayudo a sacar el jabón.
—Muchas gracias.—Dijo Damián con una sonrisa maliciosa, de saberse ganador.
Damián tomó el cierre de sus jeans y lo bajó por completo, liberando su pene a media erección, a la espera de ver la reacción de Vanessa, pues podría haberse equivocado y si la chica salía corriendo y lo denunciaba, sería su fin. Pero no contaba con que Vanessa era pura ingenuidad, la cual quedó con los ojos como platos y la boca abierta, era la primera vez que veía un pene en su vida y ni siquiera sabía que era un pene. Miró extrañada aquella herramienta, le parecía muy raro que eso fuera un envase de jabón líquido, pero no dijo nada porque Damián había dicho que eso era y ella no quería quedar como una tonta si lo contradecía y al final si era…
Si les gustó el relato y quieren leer la continuación, los invito a hacerlo acá:
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Muchas gracias. 🙂
No he llegado a la mitad del relato pero ya voy a hacer dos cosas:
*Ponerte 5 estrellas
*hacerte una sugerencia
Las cinco estrellas te las has ganado, de mi humilde parte, cuando leí lo de que los chicos la engañaban para verla treparse y mirarla por debajo. Un buen relato, a mi parecer, siempre debe incluir anécdotas picarescas, y esta me ha encantado.
Y la sugerencia, porque tu estilo la merece, es que no describas a tus personajes con magnitudes físicas. No menciones tallas o des estaturas en centímetros. Puedes describir a las personas de muchas formas y ser poético, y no bajar la magia del relato.
Por ejemplo, di que sus senos eran de los que le daban sombra a su vientre (solo es un ejemplo). O dí que era pequeñita, que la confundían de lejos con una morra de secundaria.
Seguiré leyendo y si tengo más para comentar, lo haré, espero que no te moleste.
La siguiente parte , que el link que dejaste no funciona. Por cierto muy buen relato
buen relato, bastante divertido