Vestuario masculino y empleadas de limpieza 2.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Bueno, lo primero les pido disculpas porque se que ha pasado mucho tiempo, pero dicho esto voy a continuar con la segunda parte de este relato, espero les guste.
Después de aquella primera vez con las dos chicas, hubo más encuentros.
No demasiados, pero suficientes para que todo fluyera mucho más natural y cada uno supiera a lo que iba.
Era un martes y me dirigí al gimnasio por la mañana, porque últimamente tenía que acudir por las tardes por motivos laborales.
Y ya que iba a ir por la mañana, lo hice calculando la hora para que coincidiera que a las 13.
00 estuviese yo en el vestuario.
Pero cuando llegué, la chica española, la pequeña (a la que llamaremos Marta porque en el primer relato todavía no le había puesto nombre) ya estaba por allí limpiando y me saludó con una enorme sonrisa “¡Hombre! ¡Tenía yo ya ganas de verte! Jajaja”.
Yo le contesté: “Y yo a ti, jajaja, pero es que ahora tengo que venir por las tardes y no coincidimos”.
Y sin cortarse, sin prejuicios, ni tapujos fue directa al grano y dijo: “Venga, pues no pierdas más tiempo despelótate ya”.
Como ya os había contado en la primera parte, esta chica aparte de echarle bastante cara, y ser muy directa, también tiene un puntito de dómina que ya me había demostrado anteriormente y ahora me confirmaba con la autoridad que me dijo que me despelotara.
Lo cierto es que la manera de ser de Marta, su decisión y su seguridad, me gustaban bastante y me excitaba mucho que se comportase así.
Yo la hice caso, ni siquiera abrí mi taquilla y no tardé ni un minuto en estar completamente desnudo y con ella al lado de mí.
He de decir que nada mas verla, estando aún vestido ya había comenzado a excitarme, así que para cuando me desnudé mi polla ya mostraba un tamaño bastante superior al normal.
Ella se acercó y mordiéndose el labio inferior, me agarro el miembro con su mano derecha, me hizo un par de sube y baja, se puso de puntillas y me dio un beso en los labios, pero con lengua y todo mientras seguía agarrada a mi pene.
Marta: ¿Qué tal? ¿Te parece un buen principio después de este tiempo sin vernos?
Yo: ¡Perfecto! No podía ser mejor…
Y siguió besándome y tocándome la polla de una manera casi ansiosa.
Se notaba que ella también estaba bastante cachonda.
Como estaba sola, nadie vigilaba la entrada, tampoco habíamos tomado ningún otro tipo de precaución, y estábamos en un sitio donde era imposible no ser vistos, me desconcertó la idea de que pudiese entrar cualquier otro socio del gimnasio.
Entonces le dije: “¿No está tu compañera hoy, para que vigile la entrada?”
Marta: “Que va, está de baja desde hace unos días.
”
Yo: “¿Entonces estás tu sola?”
Marta:”No, han traído a una suplente, pero como no conoce esto, soy yo la que le va diciendo las cosas que tiene que hacer y ahora mismo está ocupándose del vestuario femenino.
Si quieres luego le digo que se pase por aquí, jajaja.
”
Yo: “Ufff!!! No sé.
Me da un poco de corte.
No la conozco de nada.
”
Marta: “Jajaja, si el mismo corte que te dio el primer día conmigo, que tampoco me conocías de nada, ¡no te jode!”
Yo: “Hombre, pues tienes razón, pero ahora como ya te conozco, pues es todo distinto.
Además ¿Has tanteado a la suplente y sabes cómo se lo puede tomar?”
Marta: “No tengo demasiada confianza con ella, porque la conozco hace solo cuatro días, bueno ¡que coño! Ha sido poco tiempo, pero si que he cogido bastante confianza con ella.
Además, la he tanteado un poquillo porque ella misma me ha preguntado que como hacemos para limpiar el vestuario masculino, y le he dicho que a las horas que hay menos afluencia de público, pero que en alguna ocasión vemos a algún tío en pelotas y que a algunos les importa y a otros no.
Pero que, en cualquier caso, si algún día le toca limpiar aquí, le he dicho que la norma siempre es preguntar primero y que sea el socio el que decida.
Le ha hecho bastante gracia e incluso ha continuado haciéndome preguntas, o sea que yo creo que tiene mucha curiosidad.
Después hemos seguido hablando del tema y le he contado alguna aventurilla de las nuestras, a lo que no ha mostrado reticencia alguna y me ha bombardeado a preguntas mientras tenía los ojos como platos y se reía sorprendida.
Yo creo que esta es una guarrilla, como yo, jaja, y que si la introduzco en el juego no va a poner objeción alguna, es más que le apetece bastante.
Y además yo creo que te va a gustar porque la chavala está bastante bien.
Yo:”¡Joder tía! Pues pinta bastante bien el asunto ¿no?”
Marta: “Hombre, pues tu verás…jajaja.
Además, mira cómo se te está poniendo el rabo.
”
Yo:” Ya, y por cierto me tiene bastante inquieto que pueda entrar alguien, porque además ni siquiera he abierto la taquilla y no tengo ni toalla.
”
Marta: “Y ni se te ocurra cogerla, que eso hace mucho más interesante y excitante el tema.
”
Yo: “Si, ya… será para ti, porque siempre tienes la opción de darte la vuelta y hacer como que estás limpiando, pero yo a ver como justifico esto.
”
Marta: “Bueno, de momento no te preocupes por eso y déjame hacer a mi que te tengo preparada una sorpresita.
”
Entonces cogió una especie de neceser que tenía ella con sus cosas de la limpieza, me agarro de la polla como ya había hecho otras veces y tirándome de ella me condujo hasta las duchas.
Como ya comenté en el capítulo 1, me excitaba mucho que me llevase así totalmente en pelotas y ella vestida, pues ese puntito de dominación te hace sentirte más vulnerable y un poco sometido.
Una vez en las duchas sentí algo de alivio pues al menos si entraba alguien podía de alguna manera “refugiarme”, aunque estoy seguro de que, si se diera el caso, ella no me habría traído la toalla y me habría hecho salir totalmente en pelotas.
Marta me dijo o más bien casi me ordenó, que me metiese en una, que me mojase el cuerpo y que apagase el grifo, algo que hice obedientemente mientras observaba que sacaba algo del neceser.
Antes de nada, os diré que yo llevo el pubis arreglado, pero con algo de pelo, aunque parece ser que Marta había decidido cambiar mi estilo y dejarlo a la manera que más le apetecía.
Comenzó a sonreír y se acercó se metió en la ducha con un bote de crema en una mano y una cuchilla de afeitar en la otra, y sin preguntar ni pedir permiso, me embadurnó de espuma de afeitar toda la polla, huevos y pubis.
Lo de la polla, era absolutamente innecesario porque salvo algunos por la base, no hay pelos, pero la maestría con la que me untaba la crema desde el capullo, la suavidad con la que movía su mano por todo el pene en erección total, hicieron que no pusiese yo ningún impedimento, es más, poquito, muy poquito faltó para que me corriera.
Creo que ella se dio cuenta, paró y me dijo: “tranquilo resérvate para después que será mejor, ja,ja,ja”.
Entonces comenzó a pasarme la cuchilla por los pelos del pubis para dejarme totalmente depilado mientras que la otra mano la posaba en mi culo y con un dedo jugueteaba por mi ano, también me la pasó por los huevos y la base del pene hasta dejarme sin un solo pelo en toda la zona.
Como podréis imaginar, yo tenía la polla al 100% y con algunos restos de espuma.
Así que se retiró un poco para mirarme a cierta y distancia y mientras asentía con la cabeza dijo: “bueno, esto ya está.
Abre la ducha y límpiate lo que te queda de espuma”, pero de pronto y como acordándose de algo me dijo: “Espera, espera, que cabeza la mía ¡si todavía no he terminado!” “Daté la vuelta”, esta vez lo acompañó de un “por favor”, yo le hice caso y como me esperaba, comenzó a darme crema por todo alrededor del ano mientras me separaba las nalgas con la otra mano.
Pero como se le hacía un poco difícil hacer las dos cosas a la vez, me pidió que fuese yo mismo quien con mis manos me abriese las nalgas dejándole expuesto y accesible el ano y sus alrededores, por donde ya comenzaba a pasarme la cuchilla y dejarlo como el resto de mis genitales sin un solo pelo.
Yo nunca me había afeitado esa parte, pero en cuanto hubo terminado he de confesar que me produjo una sensación bastante placentera.
Marta me dijo: “Ahora si, límpiate bien con agua que voy a por una toalla para secarte.
” Desapareció un momento y volvió con la toalla y un bote de crema hidratante.
Me secó el cuerpo, con esa mezcla suya de entre suavidad y firmeza a la vez y cuando hubo terminado se untó las manos en crema y fue esparciéndomela mientras me masajeaba todas las partes que hace un momento me había afeitado.
Puffff!!! Casi exploto de placer, cuando con su masaje me pasaba sus expertas manos por el ano a la vez que se entretenía con un dedo introduciendo un poco la punta, también me sobeteaba los huevos.
La polla la dejó para el final, y con un buen chorro de crema comenzó a mover su mano de arriba abajo, otras veces se concentraba solo en el capullo demostrando que dominaba la técnica magistralmente, mientras me daba ardientes besos con lengua.
Yo estaba que no podía mas, haciendo verdaderos esfuerzos para no correrme e intentar prolongar el placer todo lo que pudiese.
Ella también contribuía a esto, pues como auténtica experta que es, notaba perfectamente cuando estaba a punto de correrme y entonces aflojaba un poco.
De pronto se detuvo y me dijo: “Espérame un momento que voy a por una cosa, es una sorpresa” “Sique tocándote tu un poco si quieres, pero ni se te ocurra correrte antes de que vuelva, es solo un minuto ¿ok?” Yo solo alcancé a aprobarlo con un leve movimiento de cabeza.
Cerró la cortina y se alejó.
No pasó ni ese minuto que decía y escuché otra vez pasos en el vestuario, pero esta vez eran de al menos dos personas.
Pensé, “que putada, ha entrado alguien, ¿Ahora qué hago, así con este empalme y sin siquiera una toalla?” Escuché como los pasos se acercaban hasta la zona de las duchas y pensé en abrir el grifo para que se notase que esa ducha estaba ocupada, pero solo me dio tiempo a pensarlo, porque de golpe Marta abrió la cortina riéndose y apareció con la chica suplente delante de mí, mientras decía: “Aquí tienes la sorpresa, jajajaja”.
Yo me quedé bastante cortado, paralizado casi podría decirse, pero en el fondo satisfecho, excitado y con ganas de jugar.
La polla se me había bajado ligeramente, lo que era prácticamente una ventaja, porque al no estar apuntando al techo y con el pubis completamente afeitado se podía apreciar enterita y se veía de un tamaño casi descomunal.
Eso unido a que como ya expliqué en el capítulo anterior, el capullo está siempre a la vista porque físicamente no existe piel con la que taparlo.
La chica suplente, se llevó una mano a la boca que tenía entreabierta mientras me miraba alucinada el pene y exclamaba ¡MADRE MÍA!
Entonces Marta le dijo:” ¿Qué, no te había dicho yo que te iba a merecer la pena? Que pollas como esta no se ven todos los días, ja,ja,ja.
”
Suplente: (aparentemente cortada o todavía en estado de semi shock) dijo.
“No, no, si eso es indiscutible ¡qué barbaridad! Y las dos se echaron a reír.
”
Marta: “Pues nada chiquilla, todo tuyo.
Yo me quedo por aquí vigilando por si acaso.
”
La situación era verdaderamente cortante e incluso un poco humillante y a cualquiera le avergonzaría.
Marta, la chica con la que tenía más confianza me la había jugado sin avisar y me había ofrecido como un objeto para que una desconocida me utilizase, sin haber dado yo mi consentimiento y sin demasiadas posibilidades de escapatoria.
Solo acerté a decir un: “Hola” a lo que la suplente me contesto igual, pero no se atrevía a moverse.
Entonces escuchamos a Marta decir desde donde estaba a unos metros de distancia: “¡Vamos mojigata! ¿No tenías tantas ganas? ¡Pues venga que no tenemos todo el día! ¡Hazle lo que te apetezca! Te he dejado ahí la crema por si la necesitas o lo que tu prefieras… ya me entiendes, jajajaja”
Entonces la suplente se armó de valor, se acercó y me agarró la polla mirándome a los ojos.
Se notaba que era la primera vez que tenía un rabo así entre sus manos porque su inquietud le delataba.
Aun así, comenzó a meneármela torpemente al principio, fruto de su corte, pero en un momento yo estaba otra vez empalmado al 100%.
Continuó un poco más, mientras se soltaba y me acariciaba los huevos y el cuerpo, en un momento dado dijo: “Joder! La tienes enorme y muy apetecible, además me encanta que tengas el glande así visible en todo momento, mhhhhh”.
Yo solo sonreí y le dije: “Gracias” “Por un ratito soy tuyo para que disfrutes de mi como te apetezca” y le metí las manos debajo de su falda, llegando hasta las bragas para introducirme también dentro de ellas y sobarle el culo y chochete todo lo que permitía el hándicap de su uniforme.
Pero cuál fue mi sorpresa cuando vi que se agachaba demostrando que lo que realmente deseaba era llevársela a la boca.
Antes de continuar, hay que decir que la suplente era una chica de unos treinta años, de altura muy parecida a la de su compañera, normal en todos los aspectos, ni guapa ni fea, aunque si que tenía una cara que imantaba y rasgo por rasgo no tenía ninguno feo.
Llamaba la atención el color muy rojo de sus labios sin estar pintados que los hacía parecer más grandes y carnosos, lo otro más destacable que se le veía a pesar de su uniforme era un culo bastante respingón que le sobresalía.
La suplente me sorprendió gratamente pues era mucho más hábil con la boca que con la mano.
Se notaba que comer pollas era su fuerte, que ella lo sabía y se encontraba cómoda haciéndolo.
Mi polla le entraba aproximadamente a la mitad dentro de su boca, y aunque me estaba proporcionando mucho placer pues se desenvolvía muy bien con la lengua y la chupaba con verdadero empeño, yo lo que deseaba era introducírsela más adentro, así que empujaba con mis manos ligeramente su cabeza contra mi, pero con cuidado para que no se atragantara.
Entonces como si el cielo escuchase mis peticiones, cuando ya estuvo mucho más suelta, la suplente se introdujo la polla por la garganta y se la tragó enterita como una verdadera profesional del porno hasta el final.
No hay demasiadas chicas que sepan hacer eso, pues requiere de entrenamiento, técnica, una pasión especial por comer pollas y muchas ganas de agradar al hombre.
Cualidades todas ellas, que según estaba demostrando la suplente, no solo cumplía sobradamente, sino que se veía que las disfrutaba apasionadamente.
Que una tía te coma la polla así, es lo que verdaderamente marca la diferencia y el placer experimentado no tiene nada que ver con que te lo hagan sin llegar a ese nivel de habilidad y destreza.
Lógicamente no pueden pasarse mucho tiempo, tan solo unos segundos con la polla metida hasta la tráquea porque durante esos momentos no pueden respirar, así que van alternando entre chupar la parte que le cabe en la boca y de cuando en cuando, hacen el esfuerzo y se la introducen bajando por la garganta y con los labios llegando a tocarte los huevos y el pubis, y aunque solo pueden aguantar unos segundos la sensación es parecida a estar dentro de un coño o incluso yo aseguraría que aún mejor.
De repente alcé la vista y pude ver a Marta, que estaba frente a nosotros y no se perdía detalle de la soberbia mamada que me estaba haciendo su compañera.
Me miró, movió la mano a modo de exclamación y espetó un: “¡Joooooder!” Es la primera vez que no la veía reírse con uno de estos juegos, sino más bien sorprenderse.
Para entonces yo ya estaba a punto de explotar en la boca de la suplente, ¡Ya no podía más! Le avisé y no hizo amago alguno de retirarse, así que me corrí la mitad dentro de su boca mientras la suplente se notaba que disfrutaba tragándoselo todo sin mostrar desagrado ni inapetencia alguna.
Después se sacó la polla que continuaba teniendo espasmos y soltando chorros de semen y la meneó con la mano dejando que las gotas de la corrida aterrizasen en su cara, y en su boca que mantenía abierta y con la lengua fuera.
Esta tía había sido un descubrimiento insólito y excepcional.
Su habilidad, su conocimiento, su talento y su vocación le hacían única e inimitable, superando incluso a las profesionales.
Se podría pensar que esta chica debía haberse dedicado profesionalmente a esto en algún momento de su vida, pero lo dudo porque el deleite y la satisfacción que profesaba al comerse mi polla, no se pueden fingir y eso estaba muy por encima de lo puramente técnico que practican las profesionales.
Más bien me inclinaría por calificarla, como una auténtica come pollas vocacional, y muy viciosa, pues no he visto a ninguna otra mujer deleitarse empleando esa fruición y disfrutar tanto con ello.
El caso es que una vez hubo terminado, me miró, me dijo “Ha sido todo un placer, ha sido maravilloso, me ha encantado de verdad que tienes una polla súper apetecible, ¡Gracias! jajaja”.
Yo le contesté.
“No, no.
¡¡¡Gracias a ti!!! Tienes una boca maravillosa y eres muy, muy especial “.
Ella sonrió, como agradeciendo mis palabras, me dijo: “Espera que ahora te traigo la toalla”.
Salió, y se limpió los restos de semen que todavía tenía por la cara en los lavabos que hay frente a las duchas, y se dirigió a la zona donde estaba Marta.
Entonces escuché a Marta decir: “No te preocupes, ahora se la llevo yo”.
Supongo que se referiría a la toalla, pero viniendo de Marta, no me inspiraba mucha confianza pues podría sorprenderme con alguna otra de sus bromitas o sorpresa inesperada.
De pronto también escuché la voz de un hombre que decía: “No muchachas, no hace falta que os salgáis, seguid con vuestro trabajo tranquilamente, si yo no me voy a duchar, solo a cambiarme de camiseta y arreglarme un poco el pelo”.
Y vi aparecer en los lavabos a un hombre de unos sesenta años.
Yo estaba empezando a tener frío y allí nadie me traía la toalla, hasta que al poco veo aparecer a Marta pero solo con un cepillo de dientes y crema bucal.
Se acercó hasta mi ducha como si no me conociese y dijo: “Tome señor, lo que me había pedido” Mientras esbozaba una sonrisa, pícara, maliciosa y juguetona.
La muy puta, lo había dispuesto para que tuviese que salir en pelotas delante del señor que se peinaba en los lavabos y yo quedara ante él como lo que era un exhibicionista salido.
A pesar de haberme corrido a conciencia hacía un rato en la boca de la suplente, mi pene se conservaba a medio empalme, mientras que Marta se puso a limpiar los espejos de los lavabos y la suplente también apareció en escena a unos metros fregando.
No me quedó otra opción y tuve que salir.
El señor al verme, no se cortó en absoluto y dijo lo suficientemente alto como para que yo lo escuchase: “¡Joder! ¡Qué poca vergüenza tienen algunos! ¡Delante de dos señoritas!” Mientras notaba que me miraba la polla depilada a través de los espejos.
Marta dijo: “No se preocupe, si con él estamos acostumbradas, jajajaja” “Le hemos visto muchas veces”
El señor dijo: “Pues no entiendo nada, y él desde luego que me parece un desvergonzado”
Yo podría haberle contestado, pero preferí no entrar al trapo, mientras veía como Marta y la suplente se descojonaban en cuanto el señor no las miraba y yo me cepillaba nerviosamente los dientes esperando que pasara el temporal y el señor se marchase de una puta vez.
Pero de repente una especie de despertar me vino a la cabeza, y pensé: “¡Que coño!” “A esto le doy yo la vuelta a la tortilla” “Esta me quiere hacer pasar a mi vergüenza y lo que va a ocurrir es que va a quedar como la puta que es, jejeje”.
Entonces le dije bien alto: “¿Bueno Marta me vas a traer la toalla o me voy hacia las taquillas y me secas tu como haces otras veces?” Fue la primera vez que vi a Marta ponerse roja como un tomate, mientras el señor que se notaba un conservador de los de otra época, la miraba de arriba abajo casi con desprecio y dijo entre dientes: “Que bárbaro, vaya puterío que se tienen aquí montado estas”.
Marta intentó defenderse como indignándose, y muy altiva: “¿Pero que dice?” Mientras que yo me acerqué a ella, le di un azote en el culo y dije: “Veeeenga tonta, no te hagas la estrecha ahora” “O si prefieres, vete abriendo el cuarto de rayos uva y te ocupas de mi allí como otras veces”.
Ahí la dejé fuera de combate y ya no supo cómo reaccionar.
El carca trasnochado, se echó las manos a la cabeza y prácticamente salió corriendo, mientras que yo me sentía orgulloso de como había dado la vuelta a la situación y con el agravante de estar en pelotas.
Según el hombre salió refunfuñando por la puerta Marta me puso de cabrón para arriba y se intentaba excusar diciendo: “¡Joder! Que es mi trabajo” A lo que yo le contesté: “Y mi gimnasio ¡no te jode!¡Además has empezado tu”.
Y ahí Marta no tuvo mas remedio que contenerse con un aire de resignación.
Nos quedamos mirándonos el uno al otro como reprochando sendas actitudes cuando de repente, nos echamos ambos a reír y Marta dijo: “Menuda cara se le ha quedado al carca, jaja” “Solo espero que no de parte arriba en recepción, jajaja, y si lo da, pues bueno ya sabemos a negarlo todo jajaja”.
Se me acercó, me cogió del rabo y dijo: “Ahora te vas a enterar” “Vamos al cuartito de los UVA” Yo: “Por mi encantado, jajaja”
Le dio un silbido a la suplente y le dijo: “¿Qué? ¿Te apetece un poco mas de juego con este cabronazo y su rabo depilado?” “Pues vente”.
Y antes de que Marta terminase la frase, la suplente ya había tirado la fregona y se venía con nosotros con cara de felicidad y mucha impetuosidad, mientras Marta como siempre, me conducía, ella vestida, yo desnudo, agarrándome de la polla y tirando de mi como si fuese de su propiedad…
FIN
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