Visitando un motel por primera vez…
A veces el deseo nos hace hacer cosas inimaginables.
Después de 4 largos meses de trámites administrativos Alma por fin se había divorciado del padre de su hijo, se dictaminó que ella se quedaría con la custodia del niño y la casa; la cual, decidió poner en venta casi inmediatamente de que quedara concluido el divorcio para comprar otra en una nueva ciudad donde ella y su hijo pudieran comenzar de cero con cierta tranquilidad. Sin embargo, esa mujer desconocía que aquella decisión haría testigo a éste de una serie de acontecimientos que impactarían en su vida de manera no muy positiva.
Alma, de 32 años, era una mujer muy atractiva; de 1.70 de estatura, cabello lacio color castaño oscuro que le llegaba casi a la mitad de la espalda, ojos negros, de tez apiñonada, muy linda de la cara y con un buen cuerpo, del cual, sobresalían sus pechos firmes y sus bellas piernas que acompañaban un trasero bastante deseado por los hombres. El padre de su hijo se había mudado a otra ciudad una vez que se llevó a cabo la separación, mucho más lejos de lo que su ex esposa y el niño lo harían. Por lo que ahora su convivencia con él se limitaba a llamadas telefónicas y esporádicas visitas al año. En otras palabras, Alma asumía prácticamente toda la educación del pequeño.
Ricardo, el hijo de Alma, estaba a punto de terminar el ciclo escolar en el colegio de su anterior residencia; así que la ahora nueva madre soltera dispuso que mientras su niño cursaba sus últimas semanas de clases al cuidado de sus abuelos, ella iría haciendo la mudanza para que cuando Ricardo llegara todo estuviera listo y en orden. Para la realización de este plan, Alma se mudó 2 o 3 semanas antes que su hijo. Se había instalado en un pequeño condominio donde las casas, a pesar de no ser de gran tamaño, eran bastante cómodas.
Durante el proceso de mudanza Alma se comenzó a llevar muy bien con sus vecinos más cercanos, los Hernández, conformados por un matrimonio: Esperanza y Jorge, quienes estaban alrededor de los 45 años, y sus dos hijos, un joven de 14 años y una niña de 10. Tanto Esperanza como Jorge se habían mostrado muy amables con Alma, incluso este último se había ofrecido a ayudarla en varias ocasiones con la mudanza. No obstante, fue inevitable para Jorge fijarse en lo tremendamente guapa que era Alma; y ésta, a su vez, miraba con gran agrado a aquel hombre por sus atenciones desde que había llegado a dicho lugar.
Por varios días las sensaciones morbosas habían quedado de lado, hasta una tarde en que Jorge, que se disponía ir a trabajar, vio a Alma salir de su casa; después de saludarla como acostumbraba le preguntó a donde se dirigía, a lo que ella respondió que, a la primaria de la localidad para checar la inscripción de su hijo, quien llegaba la próxima semana. Fue entonces que Jorge se ofreció a llevarla en su coche, ya que supuestamente le quedaba de paso a su trabajo. Alma aceptó gustosa.
Para no demorar más con este panorama de la situación, me limitaré a decir que aquel día significó el primer encuentro sexual de estos dos. En el coche de Jorge, Alma le hizo sexo oral, mientras que él la cogió en el asiento trasero de manera muy apresurada por temor a ser descubiertos, bajándole los pantalones junto con la ropa interior, y tocando sus tetas sobre la ropa. Evidentemente esa experiencia no dejó completamente satisfechos a ninguno de los dos, pero debido a su cercanía de viviendas y conocidos en común, no podían hacer nada al respecto, o por lo menos no en el momento.
A partir de aquí relataré lo sucedido desde el punto de vista del pequeño Ricardo para una experiencia mucho más cercana y morbosa.
Por fin, después de unas cuantas semanas voy a conocer mi nueva casa, mamá me había dicho por teléfono que era un poco más grande que la que teníamos antes, donde vivíamos con papá. Yo trataba de imaginármela mientras iba en el coche con mis abuelos, jugando con mi psp con los audífonos conectados.
Cuando llegamos, mamá me esperaba en la puerta, la saludé con la mano aun estando dentro del coche, ella me regresó el saludo con una sonrisa. Al bajar corrí hacia ella, me sentí muy contento de recibir nuevamente sus abrazos y besos en la frente después de varias semanas sin verla, me pregunté si mi mamá habría estado aburrida el tiempo que estuvo sola. La casa lucía impecable, aparte de estar bonita se veía que mamá se había esforzado para que todo quedara impecable, incluyendo mi habitación, que estaba repleto de todo lo que me gustaba. Una vez ya instalado, mamá me dijo que ya había visto una escuela para que fuera al terminar las vacaciones, y que la próxima semana iríamos a que me inscribiera.
Durante esa semana me dediqué a conocer a fondo mi nueva casa, pero también, pude conocer a los vecinos al lado nuestro, quienes parecían llevarse muy bien con mi mamá, bueno, o por lo menos la señora Esperanza, porque con el señor Jorge a penas y se saludaba sin voltearse a ver y de manera muy rápida; parecía que no quisieran verse ni hablarse.
– Ma, ¿Te cae mal el esposo de la señora Esperanza? – le pregunté una ocasión a mamá.
– No, hijo ¿Por qué?
– Es que te ves muy seria cuando pasa y te saluda- Mamá sacudió ligeramente la cabeza de un lado a otro y sonrió un poco.
– No, mi amor, no me cae mal, nada más que casi no nos conocemos y ya- Terminó diciendo mi madre. Aquella respuesta en su momento que dejó satisfecho, pero eso cambiaría una tarde que estaba con ella en unos juegos que estaban cerca de la casa. Mamá me empujaba del columpio, fue entonces que vimos pasar frente a nosotros el carro del señor Jorge, quien, al vernos, detuvo bastante la velocidad con la que iba manejando y sé que nos quedó viendo por unos segundos; alcé la cabeza para ver a mi mamá y me di cuenta que ella también lo miraba, seguía con la cabeza el carro, mientras que sus ojos parecían como de nerviosismo o asombro o no sé, pero definitivamente no era una mirada normal en mamá.
– ¡Mamá! – dije para llamar su atención. Ella reaccionó como si hubiera estado totalmente ida.
– ¿Qué pasó?
– ¿Qué quería el señor?
– No sé, hijo, a lo mejor le llamó la atención algo.
– ¿Cómo qué?
– Ay no sé- dijo en un tono un tanto molesto, así que decidí dejar de preguntar al darme cuenta de que no me diría nada más. Podía ser que la separación de mis papás y el tiempo que estuve sin ver a mi mamá me hiciera sentirme celoso de cualquier hombre que siquiera la viera, pero, aun así, tenía la sensación de que ella ocultaba algo.
El resto de la semana pasó sin mayores novedades. Había llegado el día de irme a inscribir a la escuela. Mamá me dijo que para llegar teníamos que tomar el autobús, así que llevé mi psp y mis audífonos para entretenerme en el camino. Era un día muy caluroso, así que mamá se había alistado con un vestido holgado color azul marino con lunares blancos de manga corta y que le llegaba un poco arriba de las rodillas, también llevaba zapatos plataforma de tacón no muy altos color beige y su bolso; llevaba el cabello con una media cola de caballo, lo cual, juntado con lo demás, la hacía lucir bellísima. Al salir de la casa nos encontramos a la señora Esperanza que estaba regando sus plantas, actividad que interrumpió un momento para saludarme a mí y a mi mamá como ya era costumbre, la señora le preguntó a donde íbamos, a lo que mi mamá respondió con la verdad; mientras ellas seguían hablando un momento, pude ver que el señor Jorge estaba muy cerca de ahí lavando su coche (yo ya lo había visto llegar unas horas antes, seguramente de su trabajo). Finalmente, mamá se despidió de la señora Esperanza y partimos hacia la escuela, al pasar al lado del señor Jorge, mamá como siempre le dio las buenas tardes de manera seca, él la saludó de la misma forma.
Después de un par de horas mi inscripción en la escuela había quedado lista, ya estando fuera nos preparábamos para tomar el camión de regreso, cuando de repente, el carro del señor Jorge se estacionó enfrente nuestro. Tanto yo como mamá nos quedamos sorprendidos.
– Hola- dijo el señor Jorge asomándose por la ventana.
-Hola- respondió mamá de manera dudosa – ¿Qué hace aquí?
– Es que me hablaron de trabajo para algo rápido, y como escuché que venían para acá, pasé para ver si querían raite. Súbanse, para que no se vayan todos apretados en el camión- Mamá estuvo pensativa un par de segundos, yo la voltee a ver esperando su respuesta; fue entonces que tomó una decisión.
– Bueno, gracias- Aquellas palabras me provocaron un frío intenso por todo el cuerpo, pero no podía hacer nada para impedirlo. Mamá me mandó a sentar en la parte de atrás mientras ella se fue en el asiento al lado del señor Jorge. Una vez bien acomodados el señor comenzó a manejar. Había mucho tráfico, por lo que el camino era muy lento, la radio iba encendida. Mi mamá y el señor apenas intercambiaban algunas palabras de manera tan bajita, que yo no alcanzaba a escuchar bien, algo me decía que ese era su propósito, ya que en más de una ocasión vi como ambos me miraban por el retrovisor; así que para engañarlos saqué mi psp y me puse los audífonos, haciendo la pantalla sin tener ruido alguno en éstos. Tal como pensé, al verme con los audífonos y supuestamente distraído jugando, comenzaron a hablar con un poco más de confianza, entonces que pude escuchar todo lo que se decían.
– ¿Entonces qué? Ya pasaron casi dos semanas de aquello ¿no? – Le dijo el señor Jorge a mi mamá.
– Shh…¡Cállate! va a escuchar mi hijo- contestó ella
– Está con los audífonos- Ambos quedaron en silencio un par de segundos hasta que el señor volvió a hablar.
– ¿Entonces? ¿A poco si fue suficiente para ti esa vez? – Mamá no contestó.
– ¿Mmmhh…?- emitió el señor Jorge tratando de obligar a mi madre a responder.
– Pues, aunque no ¿Qué le hacemos? – dijo ella.
– Pues no sé. Si tú quieres, podemos hacerlo como dios manda.
– Pero ¿Cómo o cuándo?
– Ahorita- dijo el señor mientras tenía su vista puesta en el volante.
– ¿Cómo que ahorita? – Le dijo mamá mientras lo veía sorprendida.
– Sí, vámonos a un motel, a quitarnos las ganas.
– Estás loco, ¿Qué no ves que traigo al niño conmigo?
– Tengo un conocido que trabaja en motel de por aquí, podemos encargárselo en lo que tú y yo estamos en lo nuestro ¿Qué dices?
– Como crees que se lo voy a dejar a un extraño.
– Ándale, es buena onda, seguro nos echa la mano- En ese momento, el señor Jorge estiró su brazo para acariciar el cuello de mamá. Yo observaba de reojo mientras simulaba tener la cabeza agachada jugando con el psp; mamá al comenzar a sentir las caricias de Jorge volteo a verme, en ese momento yo pegué por completo mi mirada en la pantalla de mi aparato. Escuchaba como la respiración de mamá se comenzó a acelerar un poco.
– Pero… ¿Seguro que nos va a ayudar? – preguntó mamá dirigiéndose nuevamente a al señor.
– Sí, es más, si quieres le marco ahorita a ver que nos dice- El celular del señor estaba pegado al lado del volante, con trabajos pude ver como buscaba entre sus contactos y le picaba a uno de nombre Daniel. A través del estéreo del carro comencé a escuchar los tonos que hacen los teléfonos cuando están llamando a alguien; hasta que, por fin, después de unos segundos, se escuchó una voz masculina que contestaba.
– Bueno- dijo la voz del estéreo.
– Bueno, Daniel, ¿Cómo andas? – respondió el señor Jorge.
– Bien mi Jorge, aquí chambeando ¿Y tú?
– Igual, bien. Oye, te quería pedir un favorzote.
– A ver, dime.
– Es que fíjate que ahorita estoy aquí con una amiga y le queríamos dar una visitadita al motel donde trabajas.
– Ajá
– Pero la bronca es que también trae a su morrito- Después de que el señor dijera eso hubo un silencio del otro hombre como de un par de segundos.
– ¿Y qué quieres que haga?
– Pues queríamos ver si te lo podíamos encargar un ratito en lo que su mamá y yo estamos en lo nuestro, nada más una media hora.
– ¿Qué edad tiene el chavito?
– Como unos 5 o 6 más o menos.
– Híjole, no, es que si te ven entrar con él si se pueden meter en una bronca, hasta la patrulla les andan echando. Y yo la verdad no puedo, tengo que estar de aquí para allá y no puedo estarlo vigilando.
– O que se quede un ratito en un cuarto ¿No se puede? – Al escuchar toda esa conversación, empecé a sentir un escalofrío que me hacía temblar sobre todo piernas y brazos, tenía que hacer esfuerzos sobre humanos para no hacerlo notar tan fácil.
– No es que, por ejemplo, en los cuartos de servicio, aunque estén desocupados, siempre están entrando las recamareras para acomodarlos y limpiarlos; y lo mismo pasa hasta con los cuartos de limpieza, hay gente entrando y saliendo a cada rato, así que no…
– Ándale mi Dani, échanos la mano y te doy pa’ tu chesco.
– Pues mira, yo de plano no puedo estar ahí al pendiente, eso sí ni cómo. Pero lo que pueden hacer, si quieren, es que los ayude a que pasen al chavito a escondidas y lo metan con ustedes a la habitación; ya ahí ustedes se las arreglan para no los vea. Por ejemplo, lo pueden poner en el baño en lo que están cogiendo, por decir algo ¿Qué les parece?
Mamá y el señor Jorge se vieron por unos segundos comunicándose a través de ciertos movimientos de cabeza y pequeñas palabras que decían tan suavemente que nos alcanzaba a oír. Fue entonces que el señor Jorge contestó a su conocido.
- Órale, va, está bien mi Dani, muchas gracias.
- Va que va, nada más que cuando lleguen escondan bien al chavito, por la señora que recibe a los coches.
- Va, Dani, ya estás, muchas gracias.
Seguido de eso el señor Jorge colgó, después se dispuso a girar el auto a una dirección diferente a la que íbamos. Mamá volteo a verme y me hizo una seña para que me quitara los audífonos, yo obedecí.
-Oye mi amor, se me olvido que tenía unos pendientes con el señor Jorge, entonces ahorita vamos a ir a un lugar para arreglarlos rápido ¿Sí?
– ¿Qué pendientes, mamá? ¿Y a dónde vamos?
-Unos pendientes que tenemos desde hace unos días, no nos tardamos en arreglarlos.
– ¿Pero a dónde?
-Un lugar aquí cerquita, nada más que te voy a pedir que cuando lleguemos te agaches tantito para que no te vean. Yo te aviso cuando lo hagas.
– ¿Por qué no me pueden ver mamá?
-Porque a veces no dejan entrar niños, pero como no te puedo dejar en otra parte vas a entrar con nosotros, tu nada más calladito y agachadito y ahorita te digo que más vamos a hacer ¿Vale, amor?
-Sí, mamá
Seguido de eso mamá volvió a voltear hacia el frente. Momentos después vi como el señor Jorge le miro las piernas a mi mamá.
-Qué ricas piernotas….- Mamá me miró nuevamente.
-Bebé, ponte tus audífonos otra vez y juega con tu psp, por favor.
“Obedecí” a mi mamá haciendo el truco que había estado haciendo durante casi todo el viaje. Después de que según ellos que había distraído por completo, el señor Jorge comenzó a tocarle una pierna a mi mamá, ella a esto no hizo nada más que quedarse quieta. Después de unos segundos observé que la mano se había recorrido más a la derecha, quedándose y acariciando la zona de la entrepierna.
– ¿Traes condones? – preguntó mamá
-No, pero no te preocupes, no me voy a correr adentro
-Mejor pasemos a comprar unos, no quiero correr riesgos
-Ya así, para no perder tiempo, además, la otra vez lo hicimos así naturalitos.
-Pues sí, pero esa vez porque fue de rápido, ahora va a ser más tardado
-No pasa nada, de todas formas, con condón se siente menos rico
-Ándale, ya
-Bueno, me pongo condón con una condición….
-A ver ¿Cuál?
-Qué dejes que tu hijo nos vea…- Al escuchar eso mamá se giró de golpe a ver al señor Jorge.
-No digas pendejadas
– ¿Qué? ¿A poco no estaría rico?
-Claro que no idiota, si de por sí me estoy arriesgando al llevarlo ahí, como crees que aparte le voy a hacer algo así. No, prefiero hacerlo sin nada, entonces.
-Bueno, yo nomas decía, no te enojes.
Después de todo eso el señor Jorge por fin dio vuelta para meterse a un motel, antes de entrar mamá me pidió que me agachara, a lo que yo obedecí, el cuerpo me temblaba como cuando me daban escalofríos por fiebre, estaba muy nervioso, sentía como mariposas en el estómago. Estando agachado sólo sentí que el carro se detuvo y escuchaba como Jorge hablaba con una señora por unos segundos, después el carro avanzó otra vez.
– ¿Ya puedo sentarme bien, mamá? – pregunté
-No, mi cielo, aguántate otro ratito, ahorita te digo cuando ya.
Sentí que el carro se estacionaba y escuché como el señor Jorge le dijo a mi mamá “Ahí está el Dani”
-Ya puedes subirte – Me dijo mi mamá. Cuando me levanté vi a Dani, un chico de unos veinte y cinto años que al acercarse al carro solo le dijo al señor Jorge.
-Es la 108, vayan rápido antes de que alguien los vea
-Sale, muchas gracias, mi Dani- respondió el señor Jorge. Antes de irnos pude ver que Dani miró a mi mamá un poco feo y moviendo la cabeza ligeramente a los costados, como diciendo “no”, a lo que mamá pasó a barrerlo de pies y cabeza con mirada de desagrado.
Mamá me tomo de la mano y comenzamos a caminar como con un poco de prisa detrás del señor Jorge; mientras subíamos unas escaleras mamá me decía.
-Hijo, ahorita el señor y yo vamos a estar hablando de los pendientes que tenemos en un cuarto, necesito que en ese rato me hagas el favor de quedarte en el baño un momentito nada más, mijito, jugando con tu psp ¿Puedes?
-¿Pero por qué no puedo estar con ustedes, mamá?
-Porque son cosas de grandes, mi amor, pero te digo que nada más es un ratito ¿Sí? Por favor
-Bueno…
-Gracias, corazón
Mamá caminaba muy segura, pero por la forma en que apretaba mi mano y como iba volteando a todos lados creo que por dentro también estaba nerviosa como yo. Finalmente llegamos al cuarto, el señor Jorge abrió la puerta y entramos los tres. El cuarto no era muy grande, había una cama matrimonial con sábanas blanco con rojo, enfrente había un espejo muy grande donde se podía ver toda la cama, al lado, había algo que parecía una resbaladilla pequeña, pero con más curvas y de color rojo también; había una televisión, un mueble debajo de la tele y un par de sillones individuales. En una esquina cerca de la televisión había una pequeña plataforma circular con un tubo largo en medio. El baño estaba en otra esquina, pero estaba dividido de la cama por una pared no muy larga.
Una vez estando dentro, el señor Jorge nos pidió a mi mamá y a mí que esperáramos en la habitación por un momento, ya que él iba a salir a comprar algo. Los momentos que estuvimos solos yo intentaba preguntarle varias cosas sobre el cuarto a mi mamá, pero ella parecía no hacerme caso por las respuestas simples y cortas que me daba. Por ejemplo, cuando le pregunté para que servía el tubo que estaba ahí, ella solo me contestó “no sé”. Me prohibía hacer de todo, no me dejó prender la tele, porque decía que lo que había ahí no era para niños; tampoco me dejó subirme a la resbaladilla roja, porque según ella estaba sucia…A lo que sí parecía estar muy atenta era al baño, ya que cuando entró estuvo un par de minutos checándola, parecía revisar tratar de ponerle seguro, pero creo que no servía, porque sus reacciones eran como de enojo.
Fue en eso que regresó el señor Jorge, llevaba una bolsa de esas que venden en las tiendas de ropa. Cuando vio a mi mamá batallar con la puerta del baño fue a preguntarle que pasaba, a lo que ella respondió.
-Pues es que creo que no le funciona el seguro a esto – El señor Jorge se quedó callado unos segundos.
-Ahorita vemos que hacemos – respondió
-Mientras ve lo que te traje para ahorita – abrió la bolsa sólo para que la viera mamá, ella en cuanto vio lo que había dentro abrió los ojos de sorpresa y volteó a ver al señor Jorge con una ligera sonrisa
– ¿Vas a querer que use eso ahorita?
-Pues claro, ahorita para el tubito…
-Shh.. Todavía no digas esas cosas, mi hijo sigue aquí – Yo me acerqué a donde estaban ellos.
– ¿Qué hay ahí, mamá? – El señor Jorge en cuanto trate de asomarme a la bolsa la cerró de golpe.
-Nada, mi cielo, unas cositas que necesitaba – me contestó mamá mientras tomaba la bolsa
-Ahorita vengo entonces, voy a hacer eso al baño – le dijo mamá al señor Jorge. Después se metió al baño y cerró la puerta.
Estar solo con el señor Jorge me incomodaba mucho, después de todo lo ocurrido hasta ese momento no me caía muy bien. Yo me le quedaba viendo, estaba viendo su teléfono cuando de repente volteó a verme, yo luego luego quité la mirada, pero entonces él se me acercó un poco y me dijo.
– ¿Sabes que había en la bolsa? – Dije que no moviendo la cabeza
-Una tanguita bien chiquita y rica, tu mamá se la está poniendo ahorita para mi – me quedé en silencio.
– ¿Crees que tu mamá es bonita? – Contesté que sí también con la cabeza
-Yo también, y por eso le voy a hacer el amor, porque es muy bonita y me gusta mucho… ¿No quieres ver a tu mamá en acción? – Sólo levanté los hombros
-Pues si no le dices nada a tu mamá yo me las arreglo para que puedas vernos, pero guarda el secreto ¿Estamos? – Volví a decir que sí sacudiendo más rápido la cabeza esta vez.
Nuestra conversación se interrumpida cuando mamá salió del baño con toda su ropa puesta, no le vi ningún cambio.
– ¿Qué pasó? Pensé que ibas a salir así – le dijo Jorge, mamá sólo le puso cara como diciendo “no seas tonto” y después me vio a mí.
-Hijito, ya metete al baño como habíamos quedado, corazón. Te prometo no tardar mucho, juega con tu psp y ponte tus audífonos, por favor. Puede también que a lo mejor llegues a escuchar algunos sonidos raros, pero escuches lo que escuches todo está bien, quédate quietecito en el baño, no salgas para nada, y se necesitas algo me gritas ¿Vale? – contesté una vez con la cabeza que sí.
En cuanto me metí mamá cerró la puerta y le dijo al señor Jorge.
– ¿Cómo atoro la puerta? ya ves que no le sirve el seguro
-Le podemos poner uno de los sillones si quieres
-Ándale, pásamelo, por favor – después escuché como recargaban algo en la puerta del baño
-Creo que ya quedó – le escuché decir a mi mamá. Luego escuché como sus tacones se alejaban de ahí.
Por supuesto nunca me puse ni a jugar, ni mucho menos los audífonos, al contrario, pegaba bien la oreja a la puerta para ver si lograba escuchar algo. Después de un par de minutos se comenzó a escuchar música. “Ponte a bailar, chiquita” le escuché decir al señor Jorge entre la música, también lograba oír zapatos cayendo y cinturones siendo desbrochados, ya que la música, a pesar de todo, no estaba muy alta. También oí sonidos como chasquidos que se cortaban seguido.
Me di cuenta de que mi cuerpo estaba caliente y sudando un poco, pero la verdad no era por el baño, si no algo más, estaba muy deseoso de ver que hacían mi mamá y el señor Jorge, éste me había dicho que se las arreglaría para yo pudiera ver, pero no me dijo como le iba a hacer. Comencé a dar vueltas por el baño por mi nerviosismo, en esos minutos me pasó por la cabeza que tal vez lo mejor era hacerle caso a mamá, esperarme ahí en el baño hasta que ella abriera la puerta, así me evitaría de problemas; pero justo cuando pensaba en eso, vi sobre la tapa del escusado algo que me hizo decidir que quería ver qué pasaba afuera a como fuera lugar. Se trataban de unos calzones negros de mujer. Los tomé para verlos bien y fue entonces que se me hicieron conocidos por la marca y el encaje. Después de observarlos por un rato estaba seguro que eran los de mi mamá
¿Por qué se los había quitado? ¿Entonces no llevaba nada abajo cuando salió del baño? Tenía que saberlo en ese momento sí o sí. Giré la manija de la puerta y en efecto, se abrió, creí que se atoraría por el sillón que habían puesto, pero me llevé una gran sorpresa al ver que la puerta se siguió de corrido, sin ningún impedimento. Así que antes de salir apagué la luz del baño y salí por completo, el sillón estaba casi totalmente despegado de la pared, no parecía un accidente o coincidencia. Fui avanzando muy cuidadosa y lentamente pegado a la pared que dividía al baño de la cama, me asomé con muchísimo cuidado hacía la parte del cuarto y fue ahí que me quedé con la boca abierta al ver a mi mamá desnuda bailando en el tubo que según me había dicho que no sabía para que era, toda su ropa estaba en suelo, sus zapatos; su brasier (que también era negro) y su vestido. Tenía el cabello suelto y solamente llevaba puesto un calzón que apenas se veía, era muy chiquito (fue entonces que comprendí que esa era la tanga de la que me había hablado el señor Jorge). Era de color rojo, por delante apenas le tapaba la vagina, pero por la espalda dejaba totalmente al descubierto sus nalgas, que eran completamente redondas, se podría decir que solo le tapaba la raya.
Mientras tanto, el señor Jorge se encontraba sentado al borde de la cama completamente desnudo viendo de frente y muy de cerca a mi mamá. Con una mano se tocaba el pene que estaba super parado, y con la otra sostenía su teléfono apuntando a mamá, parecía estarla grabado.
Mamá bailaba dándole la espalda al señor Jorge, moviendo sus caderas de un lado a otro y restregando su trasero contra el tubo. Se poco a poco se iba agachando al ritmo de la música (después sabría que la canción que bailaba en ese momento era “erótica” de la cantante Madonna). Mientras esto pasaba el señor Jorge sólo le decía a mi mamá “Ah, sí, síguete moviendo, chiquita, qué culaso tienes, qué rico” al mismo tiempo se seguía deslizando su mano sobre su pene. Su cuerito se bajaba y se subía cada que su mano pasaba por ahí, parecía estarlo disfrutando mucho. Mamá por parte ahora bailaba de frente mostrando sus senos, ella los agarraba y los apretaba apunta hacia el señor Jorge. Desde luego ya había visto los senos de mi madre antes, pero no recordaba verle los pezones así le parados como estaban en ese momento.
Mamá volvió a darle la espalda al señor Jorge, y lentamente fue quitándose la tanga hasta que terminó en el suelo. Al quedarse totalmente desnudos los dos, el señor le dijo a mi mamá “vente”, mamá bajó de la plataforma del tubo y caminó hacia su amante, al estar frente a él se arrodillo, le abrió un poco las piernas y así sin más, se metió el pene del señor a su boca. En ese momento me quedé impresionada por completo, ya que no sabía que las mujeres chupaban el “pajarito” (como mamá y yo le llamábamos); y también me daba un poco de asco, porque me preguntaba si mamá también se iba a tomar la pipí del señor.
Mamá subía y bajaba su cabeza haciendo desparecer el pene dentro de su boca por momentos. El señor Jorge solía decía recostado “Ahhh….” mientras apuntaba su teléfono a la cara de mamá, ella a esto a veces voltea hacia el aparato y se le quedaba viendo fijo al mismo tiempo que seguía chupando el pene. Después de estar chupando mamá pasó a sacar la lengua y empezar a lamerle el pene de principio a fin, llevaba su lengua y sus labios al miembro de Jorge como si se tratara de un delicioso helado, incluso hasta lo hacía con los ojos cerrados. Por momentos dejaba el pene para besarle y chuparle los testículos también.
-¿La chupo rico? – dijo mamá después de estar mamando durante un buen rato.
-Riquísimo, sigue así, chupando y arrodillada ante mí – le contestó él señor Jorge haciendo gestos como si estuviera aguantando algo.
Todo eso provocó en mí una sensación rara, mis piernas temblaban como pocas veces, o más bien, nunca. El ver a mi mamá de esa forma era algo desagradable, pero a la vez quería ver más. De repente sentí algo raro en mi “pajarito”, algo que no había sentido antes. Cuando bajé la mirada para ver de qué se trataba noté que había un bulto en mi pantalón, mi pajarito se había puesto duro y se había levantado. La verdad cuando lo toqué se sintió bastante bien, me preguntaba si era más o menos lo que estaba sintiendo el señor Jorge mientras se agarraba el pene viendo a mi mamá.
Parece que toda esa experiencia me hizo distraerme y perder cuidado de ocultarme bien detrás de la pared ya que cuando el señor Jorge abrió los ojos para ver a mi mamá volteo hacia donde estaba yo, y me vio, su reacción inmediata fue de sorpresa, pero después del ver el bultito que había en mi pantalón me volvió a ver a la cara me sonrió. Para esto mamá seguía chupando con los ojos cerrados, así que él le agarró la cabeza y me miró como queriendo decir “qué rico”; después de eso me hizo una seña para que me volviera a esconder detrás de la pared, yo obedecí.
-Ya estuvo, vamos a coger – le dijo el señor Jorge a mamá, ella se sacó el pene de la boca.
El señor se levantó y caminó hacia el mueble debajo de la tele, puso su teléfono recargado apuntando hacia la cama. Mamá mientras tanto se quedó acostada boca arriba sobre la cama estirando los brazos y las piernas.
– ¿Me vas a pasar los videos? – le preguntó mamá al señor.
-Claro, vas a ver que ricos están – le dijo él en lo que regresaba a la cama.
Jorge se subió con las rodillas y pasó al levantarle las piernas a mi mamá para ponérselas en los hombros.
-Ahora sí vas a sentir lo grande que la tengo – dijo el señor Jorge.
Y sin más, pasó a meterle su pene a mi mamá, ella al sentir la estocada dio un gemido que se escuchó en toda la habitación, la verdad, estuvo riquísimo. El señor iba aumentado poco a poco la velocidad la fuerza con la que le metía el pene a mi mamá, ella gemía y gritaba de placer sin ningún cuidado, ya que seguramente creía que yo tenía los audífonos y no podía escucharla. Mamá entre sus gemidos decía cosas como “así, así” “qué rico, más fuerte, no pares”
-Ah… ¿te gusta cómo te estoy cogiendo? – le preguntó el señor.
-Sí, mucho, coges bien rico – le respondió mamá con los ojos cerrados. Al decir eso, el señor Jorge volteo a verme y me levantó las cejas, para luego señalar uno de sus ojos con un dedo como diciendo “mira”.
El señor pasó a tomar a mamá por sus tobillos y penetrarla más rápido, ella gemía más, sus pechos se movían bruscamente por las estocadas. El pene le entraba con mucha fluidez por la vagina y sus pies rebotaban al estar colgando. Así estuvieron otro rato hasta que el señor se detuvo y se agachó a preguntarle algo a mamá muy cerca de su cara, ella le dijo que sí con una sonrisa muy grande, al levantarse ella le plató un beso en la boca el señor Jorge. Mamá se volteó boca abajo y se acomodó en cuatro patas viendo hacia las almohadas, pero Jorge le dijo que no, que mejor viendo hacia la ventana (que tenía las cortinas cerradas), o sea, dándome la espalda a mí, ella obedecía todo lo que él le decía. Ya estando en la posición que Jorge quería él comenzó a sobarle con los dedos la parte de atrás, también aprovechando para darle una que otra nalgada, mamá seguía gimiendo. Antes de seguir, el señor Jorge me miró y me dijo con la mano “ven”, yo temeroso le hice caso. Me quedé a unos cuantos pasos de la cama, prácticamente tenía las nalgas de mi mamá en mi cara. Jorge entonces le sobó el trasero a mi mamá.
-Qué nalgotas te cargas – le dijo el señor a mamá
– ¿Sí? ¿Te gustan?
-Me fascinan – Jorge entonces tomó una de mis manos y dirigió mi dedo índice hacia el trasero de mamá; pasó mi dedo por uno de los glúteos de arriba hacia abajo mientras para disimular seguía diciendo “Ah…qué rico”, la piel de mamá se sentía suave. Después soltó mi mano y dijo
-Mira nada más que ano tan rico – Jorge tomó las nalgas de mamá y las abrió, mostrándome, en efecto, su ano.
Finalmente, Jorge se puso por completo detrás de ella y lentamente le clavó el pene por atrás. Yo ahora veía mucho de más cerca la forma en que el pene le entraba a mamá, ella gemía aún más agudo “ahh..ahhh…ahhh.hhhhh….mmmm….” era lo que repetía. Jorge la levantaba un poco jalándola del cabello. La piel de los glúteos y los muslos de mamá temblaba con cada metida de pene que le daban.
– ¿T e gusta estar de a perrito?
-Sí, se siente muy rico – decía mamá entre gemidos.
Todavía penetrando a mi mamá por detrás, Jorge me hizo una seña para que regresara a mi escondite. Fui casi corriendo. El señor Jorge se levantó de la cama, mamá detrás de él, y fueron al sillón rojo que parecía resbaladilla. Jorge se sentó en la parte de arriba, mamá se puso enfrente de él y comenzó a agarrarle el pene. Mamá le hacía al señor Jorge lo que éste se hacía a sí mismo al inicio, la diferencia era que mientras mamá le estrujaba el pene ella bailaba al ritmo de la música, que había cambiado a reggaetón, un género que, según mi mamá, no le gustaba. Desde ese ángulo yo le podía ver bien las chichis y la vagina. Mamá de vez en cuando se llevaba la mano a la boca y la llenaba de saliva para seguirle agarrando el pene a Jorge, quien sólo hacía la cabeza hacía atrás haciendo ruidos de placer, realmente lo disfrutaba.
-Déjame cogerte de pie, súbete a mí – le dijo el señor a mamá, quien había soltado el pene.
-Va, pero antes déjame ver cómo está mi hijo – en ese momento un pánico horrible me llenó el pecho. En cuanto escuché eso me puse detrás de la pared por completo, no sabía que hacer, tenía la respiración muy agitada, seguramente mamá se enojaría mucho conmigo si me descubría espiándola. Pensé incluso correr al baño, pero antes de eso escuché al señor Jorge decirle.
-No, espérate ¿para qué?
-Nada más quiero ver si está bien, si no necesita nada
– ¿Vas a querer que te vea así? ¿En pelotas?
-Obvio no, nada más le voy a hablar por la puerta
-No te preocupes, está bien, está jugando. Mejor acabemos rápido y ya lo ves, ándale
-Bueno, está bien – dijo mamá después de un silencio de unos segundos.
Después de eso escuché unos chasquidos. Yo me volví a asomar solo un poco, y vi como mi mamá y el señor Jorge se besaban en la boca con unas ganas enormes, parecía que se querían comer uno al otro. El señor Jorge sacó su lengua y mamá la chupaba tal y como chupaba su pene momentos antes.
Mientras se besaban fueron girando hasta que mamá nuevamente quedó de espaldas a mí, donde podía ver su trasero. Entonces, todavía acomodándose, Jorge tomó a mi mamá por la cintura con ambas manos y ella sin pensarlo mucho saltó para quedar colgada a la altura de la cintura del señor; sus pies quedaban flotando mientras el resto de sus piernas estaban recargadas sobre las del señor Jorge, éste se agitó un poco de arriba abajo haciendo saltar un poco a mamá y también haciendo rebotar su pene que había quedado debajo de ella. El pene se hacía también de arriba abajo chocando un poco con las nalgas de mi mamá. De repente vi como la mano de mamá se asomaba por debajo de su trasero; tomó el pene de Jorge; lo dirigió hacía ella, y finalmente se lo metió por las nalgas.
La verdad le entró tan rico que volví a sentir como mi pequeño pene se ponía duro otra vez. Mamá parecías rana subiendo y bajando para que el pene entrara y saliera, sus pies estaban sobre las pantorrillas del señor, y él tomaba a mi mamá por las nalgas, aprovechando para apretarlas en cada penetración que le hacía. “Ohh..ohhh….” era lo que decía mamá junto con los gemidos que había estado dando durante todo el acto.
Jorge pasó sus brazos por debajo de las piernas de mamá y las alzó haciéndolas quedar flotando, al parecer eso lo hizo para que ella se levantara más y fuera aún más fuete la penetración. Eso lo pensé al ver a mamá azotándose más fuerte contra el cuerpo del señor Jorge y el aumento de sus gemidos. El ver como el pene le entraba a mi madre, más el sonido de sus gemidos y del choque de los cuerpos hizo que mi excitación fuera a tope, fue entonces que comencé a tocarme mi pene al tiempo que veía como penetraban a mi mamá. La sensación era de lo más rico; por momentos el pene de Jorge se salía del cuerpo de mamá, pero él mismo se encargaba de volver a acomodarlo para seguir con sus “pendientes”.
Ya después de estar un rato en esa posición, el señor Jorge, con mamá en sus brazos, caminó hacia la cama, dejándose caer y dejando a mi madre arriba de él, quedando ella otra vez de espaldas a mí. Mamá estando arriba se estiró quedando por unos segundos con las piernas rectas florando, restregándose su vagina con el pene de Jorge, quien tenía las piernas abiertas para recibir a mamá, podía ver como ella levantaba un poco su cabeza mientras decía otra vez “Ahhh….ah….ahhhh…..” de la forma más sexy. Yo entonces decidí desabrocharme y bajarme un poco el pantalón, porque sentía que me estorbaba para jalarme el pene. Y así fue, en cuanto comencé a tocarlo solo con el calzón puesto se sintió riquísimo. Era de lo más raro que madre e hijo estuvieran teniendo un placer delicioso al mismo tiempo.
Mamá se cansó de tener las piernas estiradas y mejor las puso en forma de rana para seguir embarrándose sobre el señor Jorge; él por su parte apretaba con sus dos manos las nalgas de mamá, dándole varias nalgadas. Escuchaba también como se besaban con pasión.
– ¿Te gusta cómo te cojo? – le preguntó Jorge a mamá entre sus sonidos.
-Mm….sí….Está muy rico…
-Di que eres mi puta…
-Soy tu puta….
– ¿Qué? Dilo más fuerte.
– ¡Qué soy tu PUTA!!!…
-Imagínate que tu hijo nos estuviera viendo…. – Mamá a eso no contesto nada, sólo siguió moviéndose sobre Jorge mientras gemía.
– ¿Quién te coge mejor? ¿Su papá o yo? – siguió el señor Jorge.
-Pues tú…. – Le respondió mamá con una voz muy sensual que hasta a mí me puso el pene más duro.
Mi madre siguió haciendo “ranas” hasta que de repente se levantó de rodillas viendo de frente a Jorge. En esa posición podía verle las nalgas y la espalda desnuda entera, además de que ahora podía ver muy bien cómo el pene parado de Jorge la penetraba. Mamá se hacía para delante y para atrás de manera deliciosa, en cada uno de esos movimientos podía ver clarito como el pene le entraba y salía de sus nalgas; movía su coxis muy rico y rápido.
Vi como el señor Jorge alzó sus brazos y los detuvo a la altura del pecho de mamá, creo que estaba tocando sus bubis.
-Ahh…sí, sí…así, qué rico – decía mamá
El señor Jorge se empezó a mover para penetrar a su ritmo a mamá desde abajo.
-Ah, ah, ah…así así así…así así así…oh my god… – seguía diciendo mi mamá.
Se ve que todo eso emocionó mucho a mamá, porque en ese momento dejó de menearse como lo estaba haciendo, y mejor pasó a empezar a dar de saltos sobre el pene de Jorge, parecía loca de los grandes que daba sus saltos. Al mismo tiempo, comenzó a darse nalgadas a sí misma con ambas manos. El sonido del choque de las pompas de mi mamá con los testículos del señor.
– ¿Vamos a seguir cogiendo? -Le preguntó el señor Jorge a mamá.
-Sí… – contestó mamá con esfuerzos entre sus gemidos – ahora que entre mi hijo a la escuela podemos pasar aquí todas las mañanas…
No podía creer que en los próximos días mientras yo estuviera con mis cuadernos y mis libros, mi mamá iba a estar chupándole y metiéndose el pene del señor Jorge como ahora. No quería perderme esos espectáculos, pero no iba a poder hacer nada, así que tenía que disfrutar esa que iba a ser mi única vez de ver a mi mamá haciendo el amor. Fue entonces que me bajé los pantalones hasta los tobillos, me pegué de frente a la pared donde me escondía y me comencé a frotar el pene haciéndome arriba y abajo mientras veía como ese otro pene, mucho más grande y grueso que el mío se metía en mi mamá.
-No vayas a subir el video a internet… – le dijo mi mamá al señor Jorge
-Ya veré…
-No, por favor, me da miedo que mi hijo lo pueda llegar a ver más grande
– ¿No crees a tu hijo le alegraría ver a su querida madre disfrutando y gozando?
-Ya…en serio, o si lo vas a subir tápame la cara, aunque sea…ah…qué rico…
-No te preocupes… – le dijo el señor Jorge a mamá para luego levantarse y quedar sentado frente a ella.
Mamá dejó de saltar, pero ahora se meneaba de atrás hacia adelante hacia Jorge. Él la besaba en la boca, para después pasar por el cuello y terminar chupando sus chichis; las chupaba con tantas ganas que hasta pensé que quería tomar leche de ellas como yo lo había hecho hace años. Mamá sólo apretaba la cabeza de Jorge contra sus bubis con sus manos y echaba la cabeza un poco para atrás. Yo seguía restregando mi pene en la pared tan rápido que ya hasta estaba parado de puntas.
Estaba ardiendo de todo el cuerpo, parecía que tenía fiebre, aunque la verdad no me sentía débil ni nada, tal vez era por toda la emoción que tenía en ese momento; pero realmente estaba disfrutando mucho de lo que veía y hacía. Fue justo en ese momento que el señor Jorge estiró una de sus manos y se hizo una seña para que me acercara nuevamente, esto mientras él seguía mamando los senos de mi mamá.
Yo me acerqué tal y como me lo dijo, sin haberme levantado los pantalones. Cuando él me vio con los pantalones abajo sólo se rio un poco aun teniendo una chichi de mi mamá en la boca. En cuanto estuve tan cerca como la otra vez, Jorge me levantó las cejas y así sin más, giró cargando a mi mamá, tirándola sobre la cama dejándola abajo para inmediatamente penetrarla.
Mamá en cuanto quedó acostada tenía una sonrisa en la cara, que se le borró de inmediato en cuanto giró su cabeza hacia un lado y me vio ahí, al lado de la cama donde le estaban haciendo el amor. Su primera reacción fue lanzar un grito mientras tenía los ojos super abiertos. Lo que hizo el señor fue tan inesperado para mí también, que no corrí ni nada, sólo me quedé ahí parado. Ella comenzó a golpear al señor Jorge en la espalda con la palma de la mano como desesperada.
– ¡Quítate! ¡Mi hijo se salió, nos está viendo!!! – a esto Jorge no hizo nada y siguió moviéndose sobre mamá con normalidad.
– ¡Oye!! Mi hijo nos está viendo, ¡quítate!
-Nos está viendo desde hace rato – le respondió Jorge a mi mamá sin detenerse
– ¿Qué? ¿Lo viste? – el señor Jorge que le dijo que sí a mi mamá con un sonido mientras besaba su cuello.
-! ¿Y por qué no me dijiste nada?! – Mamá dejó de hablar un par de segundo y me volteo a ver con mucha vergüenza – Ricardo ¿Qué haces? ¿Por qué no estás en el baño como te dije? – Yo me quedé callado y sólo miraba como Jorge la penetraba.
– ¡¿Qué estás viendo, niño?! ¿Y por qué traes los pantalones abajo? ¿Qué estabas haciendo? ¡Vete de aquí! Regrésate al baño.
-No, niño – me dijo Jorge sin mirarme – quédate viendo cómo me cojo a tu mamá – Mamá lo miró con sorpresa, pero, sobre todo, con coraje.
– ¿Qué te pasa? ¿Por qué le dices eso?
-Porque quiero que sepa y vea como es de puta su mami.
-Quítate ya!! – le gritó mamá
-Ni madres – le respondió el señor Jorge sin dejar de penetrarla y besarle el cuello – No me voy a quitar hasta que termine…
– ¿Cómo que hasta que termines? No te vayas a venir adentro, en eso quedamos
-Ahh…imagínate que bonita te verías con tu pancita de embarazada…
-No, no se vale, acepté coger sin condón si no te venías adentro… y no lo hagas enfrente de mi hijo, le puede hacer mal.
-De todas formas, ya ha de estar bien traumando, pues si ya hasta te vio cuando te puse de a perro.
– ¡¿Vio eso?! – gritó mamá mientras me volteaba a ver. Yo seguía perdido viendo como el señor Jorge se movía en mi mamá.
-Ah… Sí, no sabes que rico… vio me penetraba a su mami por el culo… – Le dijo el señor Jorge – También vio cómo me la chupabas – Fue en eso que Jorge comenzó moverse más rápido en mi mamá mientras no paraba de decir “qué rico”. A mamá por las metidas de pene que le estaban dando se le escapaba involuntariamente uno que otro gemido
-Hijo, no veas, por favor, no quiero que me veas así, vete para allá – me decía mamá mirándome de reojo – Ayy… ¿Por qué lo traje?
-Porque eres una puerca, preferiste tu calentura a tu hijo…eso es bien de putas – seguía diciéndole el señor Jorge.
-Por favor, Jorge. Imagínate que fuera uno de tus hijos, es más, si no te quitas se lo voy a contar todo a tu familia.
-Pues hazlo, total, a mí no pasa que me corran. Pero a ti no te van a bajar de puta que sólo llegó a destruir familias, y a tu hijo tampoco lo van a dejar de chingar con que es un auténtico hijo de puta…así que tú sabes…
-Hijito, por favor, te compro algo si dejas de vernos…
– ¿Sí o no que tu mamá coge bien rico, niño? – mamá se tapó la cara con sus manos.
-La chupaba bien rico ¿verdad? – seguía diciéndome le señor Jorge.
Yo al recordar todo lo decía el señor, me dieron ganas otra vez de restregar mi pene contra la pared. Así que sin pensarlo fui hacia el borde de la pared donde me escondía, y así de pie, hice lo mismo que antes. Me embarraba por toda la pared mientras veía a mi mamá abierta de piernas y al señor Jorge. Ella al verme tenía cara como de espanto, mientras que él se comenzó a reír.
– ¿Ves? Hasta tu nene sabe que abres bien sabroso las patas.
Después de un par de minutos sentí como las ganas se me terminaron y paré de hacerlo. Jorge se seguía moviendo; la cama rechinaba mucho. Mamá por la penetración ya había alzado las piernas, las apuntaba hacia el techo mientras que sus gemidos se oyeron nuevamente, Jorge rugía de lo más ruidoso hasta que de repente dijo “ahí te va mi leche”, y después de eso se quedó encorvado hacia mi mamá con la boca abierta y los ojos cerrados lazando un gran suspiro; mamá lanzó gemido que aguantó apretando los labios. También tenía los ojos cerrados.
Sentí que se tardaron en esa posición como 10 minutos, hasta que, por fin, Jorge se quitó poco a poco de encima de mi mamá. Entonces vi que cuando sacó su pene de la vagina de mi mamá salieron, junto con el pene, como unos hilitos pegajosos que caían en la cama. Jorge, sin siquiera mirarme, caminó desnudo enfrente de mí hacia el baño. Su pene estaba un poco caído ahora, pero, además, parecía estar cubierto como por un líquido, los hilos pegajosos le iban cayendo. Le perdí la vista en cuanto entró al baño.
Mamá, por su parte, sólo se quedó acostada sobre la cama boca arriba, pero ahora tenía las piernas rectas y cerradas. Seguía con la cara tapada. Yo no me atrevía a decirle nada, la había desobedecido, seguramente estaría muy enojada conmigo; así que sólo me subí y abroché los pantalones.
El señor Jorge salió de baño, justo después de que él abrió la puerta mamá se levantó, y también, totalmente desnuda y sin mirarme ni decirme nada, caminó hacia el baño. Sus pechos rebotaban un poco con cada paso que daba, y de su vagina también cayeron algunos hilos de los mismo que caían del pene de Jorge. Entró al baño y cerró la puerta como si nada.
El señor Jorge se vestía de lo más normal, recogió su teléfono del mueble y escuché un sonido que salió del aparato; mientras se abrochaba el cinturón me volteo a ver rápido y me dijo.
-Coge bien rico tu jefa, ¿no? – Yo no le respondí nada.
Mamá salió del baño, ahora sólo traía puesto el calzón que había dejado ahí. Empezó a recoger toda su ropa del suelo para ponerla sobre la cama y vestirse; así se fue poniendo su brasier, su vestido y, por último, se abrochaba los zapatos mientras el señor Jorge fumaba en la ventana del cuarto. Mamá al terminar de ponerse los zapatos tomó su bolsa y me dijo de seria “Vámonos”. Y así salimos sin que ninguno de los dos le dijera algo al señor. Todavía alcancé a ver que la tenga que llevaba mi mamá al principio se quedó tirada.
Ya sin importarle a mi mamá, salimos caminando del motel, ella iba con la mirada seria y fija hacia adelante, no me hablaba ni me tocaba para nada, yo simplemente caminaba algo rápido al lado de ella. Al ir rumbo a la salida, algunos trabajadores del motel nos veían con sorpresa, sin decir nada; mientras que algunos otros si miraban a mi mamá con descontento, pero eso no parecía importarle mucho.
Ya fuera del motel, esperábamos en la avenida un taxi, y en esos momentos mamá sólo me habló una vez.
– ¿Por qué te saliste del baño?
-No me gustaba estar ahí – le respondí después de unos segundos y muy apenado. Ella ya no me dijo nada
Por fin llegamos a casa después de un día muy raro, pensé que mi mamá me regañaría o hasta me pegaría, pero, al entrar ella sólo me dijo.
-Metete a bañar y vete a dormir, hoy no cenas por desobediente – Yo obedecí esta vez.
Me costó mucho dormir esa noche, mamá también se había metido a bañar. Mientras daba vueltas en mi cama escuché que un carro se estacionaba cerca, así que me asomé por mi ventana y ahí vi el carro del señor Jorge que se acomodaba enfrente de su casa. Al verlo me vinieron a la mente todas las imágenes que había visto hace unas cuantas horas: mi mamá moviéndole las nalgas al señor con la tanga puesta; como le chupaba el pene; la forma en que Jorge la penetraba agarrándole los tobillos, cuando me hizo tocarle una de sus pompas y se las abrió para mostrarme su ano; como le metía su pene por atrás; como la cargaba, como mamá le agarraba el pene mientras bailaba; como saltaba sobre el pene del señor, sus gemidos. Al pensar y recordar todo eso mi “pajarito” se puso duro otra vez, así que me puse boca abajo en mi cama, tomé una de mis almohadas, la puse debajo de mí, y me empecé a mover sobre ella como el señor Jorge se movía encima de mi mamá para meterle su pene. Estuve haciendo eso como por 5 minutos según yo hasta que me cansé, me acosté normal nuevamente y me quedé dormido.
Al otro día me despertó mi mamá, que estaba sentada al lado de mí acariciándome la cabeza, estaba todavía con su camisón para dormir.
-Hola, mi amor ¿Cómo dormiste? – me dijo al ver que ya me había despertado.
-Bien, ma – en eso vi cómo le comenzaban a salir unas cuantas lágrimas de los ojos. Ella me levantó un poco y me abrazó.
-Perdóname por lo que viste ayer, mi cielo, no debí llevarte a ese lugar. Tu no tuviste ninguna culpa, fue toda mía. Perdóname, por favor. – Yo no sabía que decirle, así que me quedé callado. Ella siguió hablando.
-De verdad no quería que vieras nada de eso, no tenías que haber visto a tu madre así ¿me perdonas?
-Sí, mamá – contesté inseguro
-Por favor, mi amor, sé que no tengo derecho, pero te pido que no le cuentes nada de lo de ayer a nadie; ni a tu papá, tus primos, nadie ¿Te puedo pedir eso? – Yo sólo le dije que sí con la cabeza mientras la miraba,
-Muchas gracias, mi amor – me empezó a besar en el cachete – Te prometo que eso no se volverá a repartir nunca.
– ¿Por qué estabas sin ropa con ese señor, mamá? ¿Y por qué te metía su pajarito? – Mamá se quedó callada mirándome por varios segundos.
-Porque es así como se relajan los grandes a veces, cielo. No es nada malo, pero no lo deben ver los niños. Pero de eso hablamos mejor cuando estés un poco más grandecito. Ahorita ya no me preguntes de eso, por favor, bebé.
-Bueno…
-También te prometo que ya no vamos a ver a ese señor nunca. Nos vamos a ir a vivir con tus abuelitos un tiempo, ya hablé con ellos.
Fue así como dejamos esa casa y en efecto, no volvimos a tener contacto con el señor Jorge o su familia. Ya han pasado seis meses de esto que cuento, eso lo sé porque, un mes después de haber visto a mi mamá “en acción” como me dijo Jorge, ella me dijo que iba a tener un hermanito. También me pidió que si mi papá me preguntaba con quién iba a tener al bebé, le dijera que con un novio que ella tenía. De hecho, ahora estoy recordando esto sentado en la sala de espera del consultorio mientras a mi mamá le están haciendo algo que se llama ultrasonido adentro. Ella ahora tiene una panza muy grande, ahí está mi hermanito según lo que ella me dice.
Por cierto, algo que olvidé decir fue que el día que nos mudamos de aquella colonia, yo encontré algo detrás de una de las plantas que teníamos cerca de la puerta. Cuando salí a ver cómo iba la mudanza vi algo como rojo escondido, me asomé un poco para ver que era. Y resulta que se trataba de la tanga que había usado mamá ese día. Sabía que el que la había puesto ahí había sido el señor Jorge, pero no sabía si la había puesto para mi mamá, o para mí…Fuera como fuera, yo la agarré y la escondí debajo de la sudadera que traía. Todavía la tengo escondida.
Esa fue la historia de Ricardito. Después de haber dado a luz, Alma decidió mandar a su hijo a terapia, ya que notaba a Ricardo mucho más distraído y lo había cachado un par de veces haciendo “ranitas” en su cama. El señor Jorge por su se separó de su esposa un par de años más tarde, ya que uno de sus hijos descubrió que tenía aventuras con otras mujeres desde hace varios años (nunca se enteraron que Alma, su ex vecina fue su amante). Ahora Jorge vive solo, llevando a una que otra mujer a veces para saciar su apetito sexual. También seguido, estando a solas, pone aquel video con Alma en la televisión para masturbarse; el cual, también subió a paginas porno, tapando la cara de Ricardo y de la misma Alma con el título “Mamá soltera puta, lleva a su hijo al motel y él siente rico viéndola coger”. El video ya cuenta con un poco más de un millón de vistas.
no manches wow en este mundo pasa de todo sigue contando saludo… 🙂 😉 🙂 😉 🙂 😉