Abotonado por un inmenso animal
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por entrecanoardiente.
Soy electricista y hasta no hace mucho trabajaba en la zona norte del Gran Buenos Aires. Gracias a Dios tengo bastante trabajo pero ahora no trabajo más en esa zona, en donde por lo general me tocaba hacerlo en obras en construcción o casas de fin de semana. Es decir, que salvo el muchacho que me ayudaba la mayoría de las veces me tocaba hacer el trabajo a mi solo.
Soy hetero, tengo esposa e hijos, tengo 45 y no soy para nada feo, al contrario.
Cuando era más chico, aproximadamente entre los 16 y los 25 he practicado sexo con perros. Me encantaba hacerme montar y quedar abotonado por largos ratos. Eso se terminó cuando me casé.
Pero hace unos meses me volvieron las ganas de sentir el placer de ser abotonado por un perro grande. Esa idea me rondaba la cabeza cada vez con más insistencia.
Un día me tocó hacer un pequeño trabajo que me demandaría tan solo unos días en una casa cuyos dueños la habitaban solo los fines de semana. El cuidador trabajaba de mañana en otro lugar, de manera que por las mañanas la casa quedaba sola. Inmediatamente la calentura me invadió al apreciar que el cuidador dejaba suelto un inmenso ovejero alemán para cuidar la casa mientras él no estaba.
No era malo, de manera que el primer día que fuí a la casa esperé el momento que se fuera el cuidador y me dediqué a intentar congraciarme con el animalito. Le silvaba, lo llamaba, pero al principio el perro desconfiaba, hasta que de a poco comenzó a acercarse.
Una vez que lo tuve junto a mí lo acariciaba mucho bajando lentamente del lomo hasta la pancita, y de allí, hasta la verga, rozándola de vez en cuando como sin querer, esperando la reacción del animal.
Era muy grande y tenía un poquito de miedo de que reaccionara mal y me mordiera, pero mi calentura era tal que no iba a dejar escapar esa oportunidad de cumplir con mi deseo despues de tantos años.
El primer roce de mi mano sobre la verga del animal casi no produjo efectos en él, pero a la segunda vez dió un saltito y se inquietó un poco.
Entonces me dediqué a acariciarle solamente la zona cercana a la verga y los huevos. El animal comenzaba a sentirse muy a gusto moviendo mucho la cola y lamiéndose la verga y mi mano. Entonces tomé coraje y empecé a acariciarle solamente el capuchón de la verga que comenzaba a ponerse dura. Ahí el animal se excitó de verdad y comenzó a moverse en forma inquieta. Entonces lo tomé firmemente de allí y comencé a pajearlo.
Inmediatamente empezó a asomarse la puntita roja mientras el perro hacía movimientos como para cojer. Eso hizo que mi calentura me encegueciera, y entonces me lo llevé al baño, me bajé el pantalón y me arrodillé frenta a él.
Al principio el pobre animalito no sabía que hacer conmigo. Yo lo agarraba de la verga y parecía muy contento, pero no lograba hacer que se subiera sobre mi espalda. Intenté varias veces, pero el perro se iba, y hasta parecía que se estaba enojando por lo que yo intentaba.
Eso me frustró un poco, y pensé que no iba a poder lograrlo. Entonces decidí pajearlo hasta que saliera buena parte de su verga, una vez así, sin soltarla me fuí acomodando muy despacito debajo del inmneso animal hasta que con mucho cuidado puse la puntita de su verga en la puerta de mi culito. Mientras tanto el perro había comenzado a acelerar sus movimientos y los chorritos de su leche me habían mojado la ropa.
Cuando el animal sintió la tibieza de mi agujerito se enloqueció y comenzó a moverse como un demonio. En los dos primeros intentos su verga no acertó mi culo. Pero en el tercer empellón, con la ayuda de mi mano, me la enterró hasta los huevos, y a partir de ahí fué una locura que casi hace que me desmaye.
El perro me daba tales empujones que pensé que quería metermela hasta el estómago. Despues de aproximadamente un minuto de traqueteo se quedó quietito, mientras yo sentía como su bulbo crecía y crecía dentro de mis entrañas. Su esperma no paraba de llenarme los intenstinos. Lo sentía muy dentro mío. Eso hizo que me acabara sin siquiera tocármela. Su verga palpitaba dentro de mi cola, y en cada palpitación soltaba un chorrito de leche tibia. Como extrañaba eso, como lo disfruté.
De pronto es bestia comenzó a tirar intentando salirse. Pasó su pata delantera sobre mi espalda, se giró y quedamos culito con culito. Abotonados ¡Que hermosa sensación! ¡Que cosa más rica! No entiendo como aún hay gente que no ha probado semejante placer. Quedamos así unidos por casi media hora, hasta que abri la ducha de agua fría y en momento se sintió el ruido como una sopapa y nos despegamos.
Me abalancé sobre la hermosa herramienta del animal ¡Era enormeeee! Debería medir unos 25 cms y su bulbo era grande como una naranja. Aún le salían chorritos que por supuesto no quise desperdiciar y me engullí aquella hermosa verga. Tomé un montón de leche de perrito ¡Que placer!
Mientras se la chupaba volví a acabarme encima. Fué una de las mejores cojidas con un perro que he tenido en mi vida. Pero lamentablemente ahora trabajo de electricista en una empresa, de manera que ya no tengo posibilidades de disfrutar del sexo con algún perro.
Ahora vivo en un departamente, así que no tengo ni perro ni lugar.
Este relato además tiene por objeto llegar a gente que le gusta la zoofilia para charlar con ellas, intercambiar experiencias (sea hombre o mujer), y de paso me gustaría encontrar gente del gran buenos aires o capital federal, con un perro para que me haga jugar un poco con él. Me gustaría que nos juntemos y disfrutemos de buen sexo, de todo tipo, pero a mí primero me encantaría que me hiciera cojer por su perro.
Espero encontrar alguien así.
Si te gusta la propuesta escribime a calidoabril@yahoo.com.ar
Gracias
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