AQUEL MACHO ME HIZO VIBRAR (Parte 1)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por derrison.
Hola a todos. Ante todo decir que he seguido atentamente todos los posts del foro zoofilia, y he leido bastantes de los relatos. La verdad, la mayoría de los cuentos son eso, cuentos, y no dudo del valor que tienen, pues juegan con el morbo, a veces con gran efectividad.
Lo que voy a relatar es totalmente real, y me sucedió hace ya bastantes años. Mis padres tenían una finca rústica que custodiaban algunos perros, aunque no sólo había canes allí. No me había fijado en si me llamaba la atención la zoofilia, tenía otras cosas en mente, ya que era entonces un adolescente, sin embargo, un día vi a Danko coger con una perra que vagabundeaba por la zona, y contemplar aquella visión , con el duro estilete de Danko entrando y saliendo sin control de su hembra, me congeló la sangre.
A partir de aquella vez, sólamente me rondaba por la cabeza cómo sería tocar aquéllo. Ya había tenido tiempo de pensar en penes, pero se me brindaba la oportunidad de jugar con uno verdadero, que no habitara únicamente en mis fantasías.
Todo en ese perro me despertaba curiosidad: era un gran danés oscuro, de porte solemne, musculado, muy cariñoso, y solo mirando la funda de la polla ya podías hacerte una idea del pedazo de macho que debía ser, con toda su virilidad esperando recibir mis caricias. Vamos, era un semental en toda regla, que se pasaba el día alrededor de la finca rondando perras para destrozarlas.
Tengo que decir que aquella excitación era proporcional a mi desconocimiento sobre la morfología canina. No sabía qué había que hacer para poner cachondo a un hombre, y mucho menos a un perrazo como aquel. Nunca había contemplado un cipote masculino adulto, y Danko debía ser mi herramienta de aprendizaje.
Salimos a pasear Danko, una perrita que me seguía a todas partes y yo. Caminamos largo rato, y la perrita exhausta decidió marcharse. Asi pues, ya en una rambla apartada, llena de matorrales, donde antaño había discurrido un rio, y que me permitía la intimidad necesaria para relacionarme con mi gran danés, decidí sentarme en una roca, poniendo a Danko, que aguardaba curioso mirando alrededor, cruzado frente a mi.
Era más alto que yo sentado, y gracias a ello, su bolsa quedaba frente mis ojos, completamente cercana para poderla examinar detenidamente. Empecé a acariciarle el lomo y , a continuación, me dirigí al capullo que le colgaba, masajeándolo con vehemencia, de atrás hacia adelante. No era muy peluda su funda, por lo que se palpaba perfectamente algo duro dentro de ésta. Me fijé en que tenía una abertura con una especie de residuo amarillento, que luego informándome descubrí que se trataba de esmegma o semen residual. Emitía palabras suaves, preso de una excitación tremenda, mientras seguía en mi tarea. Yo solo se la había visto a considerable distancia, cuando follaba en el campo, y recordaba algo rojo y brillante, como lapiz de labios, fino, pero nada más.
Fue entonces cuando el can, que se dejaba hacer gustoso, se arqueó y comenzó a liberar una especie de palo rosado, húmedo, mientras la piel que le recubría se retraía mostrándolo cada vez más. Seguí masajeando, a la vez que me ponía a cien contemplando la musculatura tensa de Danko, que a esas alturas ya no veía como un animal, sino de la manera en que veía a los tios buenos de las revistas porno, como un macho que me brindaba su pija empalmada para que hiciese lo que quisiera con ella.
Estaba concentrado tocando cuando mi mano tropezó con algo grueso. He sabido luego que era el nudo, pero en aquel momento, me sorprendió sobremanera. Danko, no obstante, se inquietó y se alejó de mi lado. Le llamé, le volví a acariciar y le agarré el miembro por segunda vez, que se había ocultado.
Quizás fue porque me impacienté, lo cierto es que le masturbé más rápido que la vez anterior, y notaba como en esta ocasión no se trataba de algo estrecho y duro dentro, sino de una polla pesada y muy gorda.
CONTINUARÁ
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