AQUEL MACHO ME HIZO VIBRAR ( parte 2)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Danko , cruzado frente a mi, se continúa dejando hacer. Recordemos que me hallaba, tras un primer intento, masturbando a mi perro escondido en unos matorrales, con la sangre a mil por hora y ansioso por descubrir el sexo a manos de mi semental particular.
En esta segunda ocasión, la verga que ocultaba su capullo se había puesto durísima y eso me extrañó, pues no entendía porque antes mostró una pija delgada y ahora luchaba por salir una masa de carne que podía rodear con mi mano entera ( en la otra ocasión le masturbé con los dedos, no había tenido un bulto tan prominente para asirme a él). Danko estaba levemente alterado, respirando de manera agitada, mientras yo le acariciaba con mi mano izquierda la cabeza y el fibrado lomo. Estaba barajando la posibilidad de abandonar, por si me veía alguien (aquello me ponía más nervioso aún de lo que ya estaba) y porque dudaba si estaba lastimando a Danko, cuando por el orificio negruzco- amarillento de la funda, vislumbré un pedazo de su miembro apareciendo. Le estaba encantando, sin duda, el roce de la funda contra el pene, y no podía cesar ya en ese momento y dejarlo de aquella guisa.
Yo me volvía loco observando como a su polla le costaba liberarse de aquella bolsa que le presionaba, preguntándome que es lo que el animal todavía escondía detrás, pues solo con ver un parte de su punta se intuía algo importante aguardando a asomar. Mantenía al final la bola que me llamó la atención la primera vez, pero ahora se trataba de un bulto realmente imponente. Apreté su pito fuertemente y , lanzando mi mano hacia adelante lo más que pude, retiré la piel a tope, aunque la bola seguía oculta.
Si no habéis visto el pene de un perro de tales dimensiones en erección, no podéis imaginar la verga que se gastan estos chuchos. El pollón que sacó no se parecía a lo que había contemplado antes, era mucho más rojo, inyectado en sangre, recorrido en toda su longitud por venas azules, más rugoso y de apariencia menos húmeda. Yo estaba perplejo, y debo decir que, tal vez no me había fijado anteriormente, pero emitía chorritos de líquido transparente por la punta, que se estrellaban en mis pantalones y suéter, pues le tenía agarrado el pito hacia abajo, para que no me cayeran en la cara sus chorros, que salían ahora sin parar, como de un surtidor.
Pensé que debía volver a tocar esa magnífica tranca, amorfa, granulada y gordísima ( años después he tenido relaciones con unos cuantos hombres, y aseguro que de aquel tamaño no recuerdo ninguna).Sin embargo, no debió gustarle, porque lanzó un quejido. Le detuve antes de que se alejara y , de esa forma, aprendí que no hay que tocar con las manos secas la polla de un perro.
De todas formas, su herramienta seguía intacta, empalmada y gruesa, y yo giraba mi mano sobre la piel del capullo que le quedaba cubriéndole la bola. Tensó los musculos a lo largo de todo su cuerpo y ….. todo el pellejo lo empujé dejando expuesta la bola y todo el pollón que lucía delante. ¡¡¡Pensé que iba a herniarse!!!Yo ya no podía estirar más hacia atrás la bolsa, y no comprendía como, en aquella funda del principio, podía esconderse semejante pollón. Ahora se humedecía por momentos, y escupía intermitentemente los chisguetes de lo que en su momento incluso pensé que era orín.
Danko jadeaba, y yo no sabía qué hacer con todo eso frente mi rostro. Ensalivé mis dedos y, me disponía a cogerle por detrás del nudo, cuando le roce nuevamente sin querer. No se movió, y parecía no haberle dañado, aunque sabía que no había que tentar a la suerte.
CONTINUARÁ.
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