Argo, el perro que me inició en la zoofilia
Tenía 14 años cuando conocí el zoo y experimenté por primera vez.
Tenia 14 años cuando leí por primera vez un relato de zoofilia. En ese momento no lo sabía, pero había abierto un mundo del que no iba a salir jamás. Recuerdo llegar todos los días de la secundaria y entrar a diferentes páginas de Internet a leer nuevos relatos de hombres siendo abotonados por sus perros. Poco a poco los relatos no fueron suficiente y comencé a encontrar videos en la web. A esa edad, la calentura es muy grande y en mi caso era tanta que me encantaba el morbo y la adrenalina que me causaba ver zoofilia. Entre más videos veía, más era mi necesidad de encontrar un perro que me hiciera suyo. Anhelaba sentir al perro montado sobre mi dando estocadas profundas y llenándome de su leche, quería sentir su pelaje sobre mi espalda y su nudo abriéndome el culo, pero siendo yo un prepuber de 14 años y sin ninguna mascota lo veía difícil, así que me conformaba con ver videos y masturbarme. Hasta que por fin se cumplió.
Un martes mi mamá llegó diciéndome que uno de mis tíos se iría de vacaciones el fin de semana con su familia y necesitaban a alguien que cuidara a Argo, su perro y le diera de comer por la mañana.
Después de tanto desearlo, obviamente acepté. El corazón me latía de la emoción de pensar que por fin iba a cumplir mi fantasía de comerme la verga de un perro y que ahora sería yo el que haría lo que tanto había visto en videos.
La semana pasó lentísima, pero por fin llegó el sábado. Ese día me desperté muy temprano, me puse un short holgado sin ropa interior, un sport blanco y mis tenis y me fui a casa de mi tío. No vivíamos tan lejos, así que en 10 minutos caminando ya estaba ahí. Le había dejado la llave de la casa a mi mamá un día antes así que sabía que la casa estaba vacía. Al entrar, me recibió Argo, un perro mestizo muy grande y pesado de color negro, con patas enormes y temperamento muy enérgico. Tenía algo mas de un año y nunca había sido cruzado. El perro brincaba de emoción alrededor mío y se levantaba en dos patas. Yo era un chico muy bajito y delgadito así que fácilmente quedábamos rostro con rostro, de la emoción, el perro comenzó a lamerme la cara y yo me dejé totalmente, así como en los videos que tanto había visto, estaba tan caliente que quería cumplir todo lo que pudiera. Sentía su lengua enorme llenar de saliva mi cara, incluso en un momento abrí la boca y Argo la introdujo dentro, llenándome de sus babas. Mi verga estaba a reventar y lejos de darme asco, me sentía muy exitado por el morbo de lo prohibido que era la situación. No quería esperar más tiempo así que me llevé a Argo al patio, donde había un cuarto de bodega y me metí ahí con el. Yo tenia una fuerte erección en mi short y mi corazón latía muy rápido por lo que estaba apunto de hacer. Le serví un poco de comida en su plato, se la acerqué y me senté junto a él. Mientras comia, comencé a acariciarlo en el lomo y poco a poco fui bajando por su estómago hasta llegar a su verga. Tenía mucho miedo de como iba a reaccionar, pero al ver que siguió comiendo, continué. Tomé firmemente la capucha de su verga y comencé a hacer un movimiento con la mano jalándosela. Como les dije, Argo era un perro joven y sin cruzar, por lo que instintivamente comenzó a hacer movimientos de mete y saca. Poco a poco la punta roja se fue asomando y comenzó a tirar un líquido transparente. Yo estaba vuelto loco, no había vuelta atrás y todo el porno zoofilico que había visto me había cambiado totalmente la vida. Ni siquiera dudé en llevarme el liquido a la boca con los dedos, no sentí asco, estaba ahí cumpliendo mi fantasía y no podía poner ningún pero. Había esperado muchísimo tiempo para esto. Y al sentir el sabor del semen de perro y ver como su verga se asomaba cada vez más de la capucha, algo conectó dentro de mi. Sentí la necesidad de comerme esa verga, de seguir probando ese semen y llenarme la boca de él. No sabía si tanto porno zoofilico me había atrofiado el cerebro, pero no me importaba. Era una necesidad, necesitaba sentir esa verga en mi boca. Así que me acosté boca abajo en el piso, justo con su pene a la altura de la cara e introduje esa enorme polla roja llena de venas y muy húmeda en la boca. Que delicioso era ese sabor metálico, que increíble era sentir ese mástil en la boca creciendo cada vez más. Argo comenzó a moverse muy rápido cogiéndome la boca y comenzó a llenarme de leche. No me habría imaginado jamás la cantidad de leche que un perro sacaría. Sentía en mi boca que Argo me estaba dejando litros y litros de leche y la sensacion de sentir como se acumulaba era muy exitante. No tuve de otra que comenzar a tragarla e incluso comenzó a derramarse por la comisura de mis labios. Argo me cogia fuertemente la boca y la leche me mojaba toda la cara y la ropa. En ese momento nisiquiera pensé en eso, estaba en extasis cumpliendo mi fantasía por fin. Estuvimos así un par de minutos y Argo se detuvo. Me saqué la verga de la boca, me tragué todo el semen canino que había dejado y miré su verga. Era enorme, al menos unos 20cm muy gruesos y un nudo del tamaño de una manzana. Estaba impresionado y, para mi pesar, estaba seguro que una verga así de grande me iba a romper el ano siendo un chico de 14 años sin nada de experiencia anal.
Seguí masajeando su verga y note qué seguía sacando semen. El morbo me prendió tanto que nuevamente me la metí a la boca pero ahora era yo el que controlaba la mamada. Chupaba fuertemente y me metía lo más que podía a la boca, tragaba todos sus mecos y le pasaba la lengua desde la base y hasta la punta. Jugaba con su puntita con la lengua y succionado para tomarme toda la leche posible, no quería desperdiciar nada. Me metí sus huevos peludos a la boca y los chupé uno a uno mientras seguía masturbando a Argo. Estaba en extasis, sabía en ese momento que había nacido para eso, que no había nada más en el mundo que quisiera que seguir probando vergas caninas.
Laminado, chupé y succioné por unos 15 minutos y la verga de Argo seguía durisima, su nudo intacto. Lo lamia todo lo que podía y no podía dejar de imaginarme esa polla abriéndome el culo y preñándome. Quería que me abotonara, ser su perrita y que me usara. Sabía que en ese momento no sucedería, pero tenía que planearlo y prepararme para conseguirlo. Sentía la necesidad de estar en 4 recibiendo la verga de ese macho semental, de aceptar mi rol como perra sumisa y dejarlo insertar su nudo y su leche dentro de mi.Y mientras fantaseaba con ese momento, seguía chupando la verga y los huevos de mi macho y masturbándome hasta que en una explosión y en el mejor orgasmo de mi vida, me vine. Mis piernas temblaron y la leche salió disparada y al soltar la verga de Argo y liberarlo, hizo algo que no me esperaba.
Mi macho dirijió su lengua a mi verga y comenzó a lamerme toda la leche que había soltado. No les puedo describir el morbo, la exitación y todo lo que sentía en ese momento. Su lengua áspera rodeaba mi verguita de unos 12cm y la enguillía. No podía más con tantas sensaciones, así que alejé a Argo de mi verga y acercé mi cara a la suya y nos fundimos en un intercambio de saliva juntando nuestras lenguas para cerrar esta primera experiencia con el.
Abrí la puerta del cuarto de bodega, lo dejé salir y yo me quedé dentro procesando todo lo que había pasado y pensando como me iría a mi casa de regreso con la ropa llena de semen de perro.
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Me llamo Didier, tengo 28 años y vivo en una ciudad al sureste de México. Los hechos narrados en este relato y en los próximos son una mezcla de mis fantasias y de mi realidad.
Agradeceré muchos tus comentarios y sugerencias para seguir escribiendo más.
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Que buena historia 10/10 espero que sigas contando más de tus historias
le doy 5 estrellas
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Muy bueno tu relato, me encantó espero la próxima parte donde te dejes montar y que te abotone, si quieres que contactemos te dejo mi correo.
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Hola, excelente relato siempre quise vivir esa experiencia. @luchoco