Así me inicié en la Zoo
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por luislopespas.
Cuando cumplí 13 años, ya tenía algunos meses con sensaciones sexuales muy fuertes en el ano y cuando me masturbaba, empecé a tocármelo aumentando con ello el placer que sentía, pero con el tiempo acariciarme el culo no era suficiente, así que comencé a utilizar juguetes que yo mismo hacía de madera o que aprovechaba de artículos que había en casa; sin embargo esto no fue suficiente, tenía muy fuertes deseos de probar algo vivo, algo que no dependiera de mi mano que entrara y saliera de mi ano por su propia voluntad, o sea un miembro de sexo masculino que me penetrara sin que yo tuviera que moverlo. En esos años, a finales de los 60´s era muy difícil, si no imposible conocer algún chico activo y no existían ni lugares de encuentro ni sitios donde tener encuentros sexuales gay, de modo que siempre quedaba insatisfecho.
En unas vacaciones escolares, decidí pasar una temporada en casa de mis abuelos en la que había un patio grande y al fondo unos cuartos que servían de bodega. Los cuartos estaban llenos de tierra todos excepto uno, que se mantenía cerrado y por lo tanto bastante limpio.
Mis abuelos tenían un perro pastor alemán que me encargaron que entrenara un poco pues era muy salvaje y ya había tirado al abuelo en un par de ocasiones. Yo tenía algo de conocimientos en lo del entrenamiento y logre hacer que el perro no brincara al saludar. Al segundo día de estar con él, noté que cuando que iba a verlo tenía pequeñas erecciones, y lo atribuí a la emoción de jugar conmigo, sin embargo asociando mis deseos de ser poseído con la calentura del can, me atreví a masturbarlo y noté que al tocarle un poco el pene, el perro se arqueaba y hacía los movimientos propios del apareamiento así que decidí dar el siguiente paso. Me metí al cuartito con el perro y me desnudé desde la cintura. Me puse en cuatro y traté de hacer que me montara él solo, pero el perro no sabía que hacer, lamía mi ano y yo me ponía cada vez mas caliente y deseoso, pero no sabía como hacer para que me montara. Lo tomé de las patas delanteras y me lo subí pero en cuanto le soltaba una pata para guiar su pene hacia mi culo que ardía de deseos, perdía el control y se bajaba, el perro daba vueltas y estaba evidentemente excitado pues buscaba mi mano para que le siguiera tocando la verga, pero no lograba que se subiera.
Analicé la situación y lo fui arrinconando en un espacio que había entre dos baúles y donde no podría irse hacia los lados. Cuando lo encerré y me puse frente a él su reacción fue la que esperaba, trató escapar por encima de mí y subió su patas a mi espalda, estando en esa posición, rápidamente tome su pene por debajo y al sentir mi mano comenzó a embestir como loco sin darme oportunidad de guiarlo correctamente pero con la suerte de que inició su erección y dejó salir la punta de la verga de su funda, yo estaba que no podía mas de caliente así que volví a tomar el pene y con mucho esfuerzo logré colocarlo en la entrada. En cuanto sintió el calor de mi ano se volvió loco y empezó a moverse como muy rápido penetrando mi culo de manera salvaje y descontrolada, gemí de placer deseando que no parara nunca. Yo sabía lo del nudo y la verdad era muy estrecho para aguantarlo así que apreté el ano lo mas que pude para evitar que me metiera toda al verga y lo dejé hacer solo con la parte recta, durante algunos segundos me cogió como un loco haciéndome sollozar de placer y emoción, luego cuando ya tenía su verga en todo su esplendor, me dediqué a meterla y sacarla cuanto quise gozando a plenitud.
El se quedó muy quieto y me permitió satisfacer mis deseos al menos en principio, recibí su semen dentro de mi durante unos 15 o 20 minutos y después llevé el tremendo falo a mi boca durante otro buen rato, hasta que el color azulado verdoso de su verga cambió a rojo y comenzó a contraerse. Yo no tuve orgasmo, pues esperaba que me hiciera sentirlo su gran penetración. Lo dejé enfriarse, de mi culo escurría su semen, cuando sentí que ya no saldría mas, me vestí y entré a la casa con la emoción al 1000. Tanta fue la emoción que creí no haber disfrutado lo que debería, había logrado mi objetivo de ser penetrado pero no me había dado la oportunidad de darle libertad para que hiciera lo que quisiera. Por la tarde durante la segunda sesión de entrenamiento, el perro se sentaba frente a mí y levantaba ambas patas delanteras como pidiendo algo. Entonces terminada la sesión para no parecer sospechoso, lo fui encaminando hacia el cuartito y tal fue su emoción que levantaba la pata y jalaba mis pants tratando de quitarlos. Cuando entramos al cuarto, se levantó sobre sus patas buscando montarme sin darme tiempo siquiera a que me quitara la ropa o me pusiera a gatas. Tuve que calmarlo para que me diera espacio.
Me quité lo único que traía que eran los pants pues me había preparado sin ropa interior, apenas pude ponerme en posición y cuando acabé de acomodarme ya lo tenía encima intentando cogerme pero no lograba atinar. Busqué bajando la cadera y abriendo un poco mas las piernas hacer coincidir la punta de su verga con mi culo, luego de algunos movimientos sentí el puntazo en pleno ano y como ensartó todo su pene dentro de mí deliciosamente, su miembro crecía dentro de mí, otra vez apreté el culo para no dejar pasar el nudo que aún no tomaba todo su tamaño. Su verga pronto alcanzó su gran tamaño llenando mi culo de carne caliente y resbalosa de manera deliciosa, esta vez, me moví de manera que yo obtuviera el mayor placer. A ratos el daba unas cuantas embestidas cuando yo dejaba casi todo su pene afuera, quería estar dentro de mí y vaciar todo su seminal jugo. Me toque el pene y después de unos cuantos movimientos descargué mi semen sobre mi mano y lo llevé a mi boca para tomarlo, luego me llevé su verga a mi boca para que terminara de vaciarse hasta que volvió a contraerse totalmente. Sin tardarme mucho e intentando contener sus fluidos dentro de mí, fui al baño llevando un recipiente para vaciarlos ahí y poder medir cuanto había dejado. Un poco mas que un cuarto de tasa lo que logré contener, olía delicioso y su sabor entre salado y acre me encantó, tomé unos tragos del brebaje sexual para saborearlo y me gustó tanto que guardé algo para la noche.
A día siguiente me levanté temprano y fui a buscar a mi pareja, ya sin tanto preámbulo, entramos al cuartito me puse en posición y lo dejé que hiciera lo que quisiera. Como no atinaba, acabé bañado en semen pues se me montaba de lado, por la cara, por otro lado, en un brazo, así estuvo intentando una y otra vez, pensé que se cansaría y desistiría y a ratos se quedaba sentado junto a mí, dos o tres veces me puse de pie pero en cuanto lo hice él se me subía y buscaba mi cola, entonces me ponía nuevamente en posición y el volvía a intentar. Yo no quería ayudarlo, quería que aprendiera a colocarse bien y atinar en mi rincón oscuro del placer sin que yo tuviera que hacer nada.
Eso me excitaba mucho pues el realmente deseaba cogerme como lo había hecho el día anterior. Después de estar intentando, finalmente se acostó a mi lado y yo me acosté junto a él poniéndole el culo muy cerca del hocico para que me lamiera y se volviera a prender. La estrategia funcionó, por que de inmediato se paró y buscó montarme. Me acomode ofreciéndole mi ano deseoso caliente y dilatado, esta vez, subió una de sus patas traseras sobre mi pantorrilla y para mi dicha atinó justo sobre mi ano ensartando su pene lo mas que pudo. En la maniobra, una de sus garras quedó casi clavada cerca de mis costillas y me causaba dolor, de modo que con la mano retiré su pata para que la apoyara en mi cadera y piernas, pero eso me distrajo y cuando quise apretar el culo para evitar su penetración total, ya era demasiado tarde, sentí como el nudo aún pequeño paso la barrera hacia adentro, pero ya no hacia afuera.
Cuando lo sentí todo adentro me asusté un poco pero como no me causó dolor, me relajé y decidí disfrutarlo. La sensación era increíble, cuando un perro te coge y te abotona, te obliga a coger con él al menos por 20 minutos. Cuando sintió que me había abotondado, aumentó su ritmo embistiéndome mucho mas fuerte y mas rápido, lo que fue súperdelicioso, poco a poco después de unos segundos, fue bajando su ritmo hasta quedarse quieto. Yo tenía el culo lleno de verga de perro y eso me excitaba tanto por lo que estaba sintiendo como por lo que sabía, estaba trabado y no sabía cuanto iba a tardar en soltarme, sentí aquel miembro llenando mi culo plena y deliciosamente. Mi ano se había adaptado como guante a su verga y nos hicimos uno gozando ambos, yo lanzaba gemidos de placer quería moverme pero gozaba tanto sin hacerlo que me quedaba quieto, no sabía que hacer por que cualquier cosa me daba muchísimo placer. Di un par de jalones para comprobar que no se soltaría si decidía moverse o voltearse, aún estaba sobre mí y eso lo excitó por que me dio una dosis más de deliciosas embestidas.
Cuando disminuyó el jadeo, levantando las patas traseras intentaba voltearse y lo ayudé a lograrlo, quedamos culo con culo con el mío deliciosamente atiborrado de verga. Me quedé quieto por unos minutos y después empecé a moverme hacia los lados y culeando hacia él, de modo que sentía su nudo oprimiendo hacia adentro, hacia afuera y trabado hacia los lados. Cuando estuve así sintiendo aquella ricura de verga totalmente ensartada en mi hambriento culo me arrepentí de no haberlo permitido desde la primera vez.
Yo estaba excitadísimo, sentía cosquilleo en el culo en el abdomen y en la verga, así que fui buscando un lugar en donde él no tuviera como moverse demasiado y yo poder hacerlo de manera controlada, así que lo llevé entre los baúles y ahí me moví como quise; cada movimiento hacía que las palpitaciones de mi culo aumentaran así que pronto me encontré dándole culazos descontrolados y muy fuertes a medida que sentía mi orgasmo cada vez mas cerca; cuando sentí que no iba a llegar mas arriba en el placer puse mi mano sobre mi miembro y en cuanto lo toqué saltaron los chorros de mi verga teniendo el mejor orgasmo que hasta entonces había tenido nunca. Mi culo palpitaba, yo jadeaba y gemía de placer y las contracciones anales de mi orgasmo me hicieron sentir aún mas placer en el ano. A partir de ese momento amé a ese perro con todo mi ser y fui su puto hasta el final de sus días. Hubiera querido que muriera abotonado a mí, pero no fue posible.
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