CUANDO COMPARTI A MI PERRO
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por zoohot.
Tenía entonces 19 años y desde los 17 que cojía a mi perro, cuando podía y estaba solo en la casa con él.
Ese año, fuimos de vacaciones con mi familia a un lugar de la costa argentina, y llevamos al perro por no tener con quien dejarlo. A mi me entusiasmó la idea, por si se presentaba la oportunidad de estar solo con él largo rato algún dia.
En el lugar de vacaciones, hice amistad con otro chico vecino, menor que yo -tenía 15 años- que residía en forma permanente en ese lugar con su familia. Hablando con él cada día, noté que estaba -como todo adolescente- muy encendido con los temas sexuales y allí no tenía muchas oportunidades de lograr una experiencia.
El chico -que llamaré Luis- era atractivo como machito, moreno, de cabello lacio algo largo. Pese a su corta edad, había formado un muy buen cuerpo, y se le notaba en los shorts que usaba un importante bulto, señal que había desarrollado muy bien. Repito, constantemente hablaba de sexo, obsesionado. Por eso, comencé a imaginar una situación erótica para compartir.
Le hablé mucho de situaciones sexuales, lo cual lo excitaba todavía más. En esos relatos, le dije que muchas veces me desahogaba con mi perro, que eso era de mucho placer. Lo desafié a que no se animaba a hacerlo, junto conmigo. Para hacerlo entrar en mayor confianza e intimidad, varias veces -estando solos- nos masturbamos juntos. Asi fue que Luis me aceptó el desafío, caliente como estaba siempre.
Aproveché un día que toda mi familia decidió pasar la jornada en un balneario mas distante y yo les dije que prefería quedarme allí, lo cual aceptaron. Fue entonces que, al partir mis familiares por la mañana temprano y quedar solo en la casa que ocupábamos, invité al vecino para disfrutar de la situación propuesta. Luis estaba entusiasmado y excitado, le brillaban los ojitos por el deseo.
Nos encerramos en la casa y llevamos a mi perro Tony a la habitación más apartada. Enseguida le propuse que nos desnudemos los dos y lo hicimos. Yo ya estaba erecto y ansioso, pero al desnudarse Luis exhibió una verga ya hinchada y enorme, roja, totalmente descubierta, y noté que jadeaba. Le dije que se calmara para disfrutar más.
Puse una manta sobre la cama e hice subir a mi perro allí, haciéndolo recostar de costado. Hice que Luis se acerque y entre los dos empezamos a acariciar a Tony en el lomo y en la panza para que se tranquilice. Empecé a masajear la verga del perro y le propuse a Luis que lo haga también. Estuvimos así un rato, hasta que Tony -estimulado por las caricias- sacó su pene del capullo, se le hinchó y también apareció el bulbo. Enseñé a Luis a masturbarlo, y a acariciarle el ano con los dedos, masajeándolo en forma circular.
Si bien el perro estaba tranquilo con la presencia de Luis, para evitar sorpresas decidí atar las patas delanteras de Tony con una correa. Para incitar más a Luis sexualmente, le pedí que siguiera masajeando el ano del perro, mientras yo empecé a tocarle la verga y las bolas a él.
Cuando noté que Luis no daba más de calentura, arrimé la parte trasera del perro al borde de la cama. Tomé un frasco con vaselina liquida que -por las dudas- había traído a escondidas en mi equipaje, y le enseñé a Luis a lubricar el ano del perro, primero en la superficie y luego, lentamente con los dedos, introduciendo vaselina en su recto. Primero un dedo, luego dos, luego tres… lubricando mucho. Cuando Luis tenía 3 dedos dentro del recto, para dilatar al perro, le dije que los mantenga así un breve rato, haciendo movimientos de saca y ponga y suaves movimientos circulares para dilatarlo bien. Mi amigo explotaba de calentura, yo temí que se corriera, tenía su pija roja e hinchada.
Entonces yo, con mi propia mano, llené de vaselina la verga de Luis cubriendo bien el glande y el tronco. Ël me miraba, confundido y excitado por la situación. En ese momento, le indiqué que penetre a Tony y le enseñé como ir haciéndolo lentamente, primero empujar con el glande y luego introducir la primera parte del tronco. Así lo hizo, jadeando, y el perro dió algunos quejidos fuertes dado que Luis tenía la verga muy grande.
Tomé al perro y lo acomodé panza arriba y le dije a Luis que lo tome de la patas traseras, que las mantenga abiertas, separadas, y que vaya completando la penetración. Mi amigo lo hizo, jadeando y gimiendo de placer, seguro ya sentía el calor y la presión del recto. Hice que comience a bombear y a revolver, y mientras lo hacía, yo -desde atrás- le acariciaba las bolas a él diciéndole para excitarlo más: "Dale macho, cojelo, es todo tuyo, cojelo bien…".
Luis, siendo su primera experiencia zoo y estando tan caliente, se descontroló y empezó a bombear con toda su fuerza hasta que lanzó un grito cuando comenzó a eyacular dentro del recto de Tony.
Mi amigo, por mi indicación, se mantuvo abotonado con el perro unos minutos y luego comenzó a sacar la verga lentamente, que salió hinchada, roja y mojada. Noté que del ano de Tony salía líquido, por la tremenda acabada que le había puesto Luis.
Toda la situación me había excitado muchísimo a mi, tanto que no pude esperar más protocolos. Me lubriqué la verga con vaselina y se la clavé a Tony. Como estaba muy dilatado, entró enseguida hasta el fondo. Sentí en mi verga la cantidad de semen que estaba colocada dentro, y eso me excitó tanto que también yo empecé a bombear con fuerza y eyaculé abundantemente, mezclando mi leche con la de Luis.
Ambos nos higienizamos en el baño, todavía jadeando y bañados en sudor. Descansamos un poco y ya repuestos y de nuevo calientes, volvimos con Tony que seguía recostado y con sus patas delanteras atadas. Luis y yo nos recostamos a cada lado del perro, acariciandole la panza y su verga.
Yo deseaba seguir enseñando cosas a mi amigo, por lo que sin decir nada y viendo que Tony habia sacado nuevamente toda la verga y el bulbo, comencé a lamérselos y chupárselos. Luis miraba sorpendido y excitado. Después de hacerlo yo, le dije a Luis: "animate a hacerlo vos". Lo hizo, primero con algo de rechazo, pero después con gusto. Yo traté de que se pusiera toda la verga del perro dentro de su boca, y le sostenía la nuca a Luis mientras él chupaba y yo le acariciaba el pelo y la espalda, y le tocaba su verga y sus bolas para mantenerlo excitado. El perro hizo movimientos con su cadera y eyaculó en la boca de Luis, que era lo que yo quería, que tuviera una experiencia más.
Enojado por haberse mamado la guasca del perro, Luis se lo volvió a cojer, esta vez frenéticamente como con venganza. Al terminar él, volví a cojerlo yo, porque estaba otra vez caliente y para demostrar que ese culo era mío, que yo era el dueño del cuerpo de mi perro.
Después de un descanso, decidimos terminar poniéndonos alrededor del perro -sostenido panza arriba- y masturbándonos furiosamente, Luis a mi y yo a él. Al acabar, por mi pedido, lanzamos nuestras leches sobre la verga y las bolas del perro, que quedaron chorreando. Finalmente, le dije a Luis: "macho, lo cojimos y lo llenamos de leche, por dentro y por fuera".
Para Luis fue una experiencia fuerte y placentera, ya que necesitaba tanto sexo. Para mi, además del placer, fue la primera ocasión en que compartí mi perro con otro macho y permití que otra leche lo llenara.
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