Cuando dos perros me abotonaron
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por entrecanoardiente.
Tendo 45 años, no soy gay, pero me gusta mucho la zoo. Hace unos años, por razones de fuerza mayor (vivo en un depto chiquito y no puedo tener animales aqui) he tenido que dejar de practicarla, y la extraño mucho, por eso busco gente que tenga perro y me invite a jugar con su mascota (y con su dueño/a si quiere).
A veces recuerdo las experiencias que he tenido y me caliento mucho. Una de ellas en particular me levanta la temperatura por las nubes, y aqui la voy a compartir con ustedes.
Yo tenía mas o menos 20 años y trabajaba de empleado contable en una pequeña fábrica del cordon industrial de la zona norte del gran buenos aires. Casi siempre era el último en retirarme cuando el dueño se encontraba de viaje, entonces mi tarea antes de irme a mi casa era cerrar las puertas de la oficina, soltar a los dos grandes ovejeros alemanes que había en el fondo, y luego cerrar el porton.
Un día se me había hecho más tarde que de costumbre pues tenía que cerrar un balance complicado y ya se había hecho de noche, entonces decidí soltar a los animales antes de irme. Una vez hecho esto, volví a la oficina para continuar mis tareas, pero los animales me siguieron y se recostaron en la puerta de mi despacho.
Yo nunca había tenido experiencias con un perro, por eso no podía dejar de mirar como uno de ellos se pasaba la lengua por la verga, que de tanto en tanto asomaba de su capullo. Eso me inundó de curiosidad pues siempre me había preguntado qué tan grande tenían la verga los perros, pero al mismo tiempo tenía un poco de miedo de tocarlo porque eran perros bravos.
Entonces me dirigí al refrigerador y les dí un trozo de carne a cada uno, y luego de comerlos se sentaron mas cerca mío. Yo comencé a acariciarlos, hecho que los puso contentos (yo estaba muy atento a cada gesto de los animales).
Entonces tomé a uno de ellos, el más grande, y lo llevé hasta el baño de la oficina y dejeé al otro afuera. Allí el perro pareció esperarse algo porque pareció excitarse y comenzó a ponerse un poco ansioso, yo lo tranquilicé acariciándolo.
Entonces comencé a bajar mis caricias hacia su vientre, cosa que al perro le encantaba, de a poco rozaba como sin querer su verga para ver como iba reaccionando el animal. Como lo notaba a gusto, y como mi calentura iba en aumento, entonces decidí tomarle la verga sin más preámbulos.
El animal se excitó mucho porque enseguida comenzó a salir del capullo una hermosa verga, mientras el perro excitado al máximo intentaba hacer algo (no sabía qué), y unos finos chorritos comenzaban a saltar de la punta de su miembro.
Eso hizo que no aguantara más y me saqué la ropa para ponerme en cuatro patas. Pero el perro no sabía qué tenía que hacer. Yo lo ayudaba a que se subiera sobre mis espaldas, pero el perro no entendía lo que yo quería. Entonces lo tomé de la verga, me puse debajo de él y la enfilé hacia mi culo. Cuando el perro sintió mi culito caliente entonces enloqueció.
Comenzó a moverse frenéticamente, aunque su verga entraba de tanto en tanto en mi culito, hasta que de repente, de una estocada certere, me la hundió hasta los huevos. Ahí realmente el perro se agitó como un demonio, hasta que en unos minutos quedó quieto y con la lengua afuera.
Yo sentí un dolor en mi colita, como si fuera un corte, que de a poco si iba haciendo cada vez mas intenso, y un liquido tibio comenzó a correr por mis piernas.
Cuando lo vi, era un hilo de sangre. Entonces me asusté muchísimo y quise sacarme de encima a esa bestia pero no pude por mas esfuerzo que hiciera. Además el perro aullaba de dolor cada vez que tironeaba. Casi entré en pánico, pero me tranquilicé al darme cuenta que estaba en el baño y había una ducha. Yo recordaba que cuando los perros quedaban enganchados se les echaba agua fría. Entonces con gran esfuerzo arrastré al animal debajo de la ducha, pero no la abrí de inmediato, sino que me abandoné a disfrutar de eso.
Estabamos pegados culo con culo y yo sentía como palpitaba su miembro dentro mío mientras los chorritos de esperma caliente iban inundandome hasta chorrear tambien por mis piernas.
El otro perro ladraba mucho y eso me hizo temer que alguien escuchara y se acercara a averiguar, asi que lo hice entrar y todavía con el otro perro enganchado, comencé a masturbarlo. Una gran verga palpitante tenía en mi mano, y otra todavía mas grande en mi culito. Esa sola escena hizo que me acabara sin siquiera tocarmela.
Yo estaba tan caliente que deliraba, entonces me engullí desesperadamente la verga del otro perro en mi boca para que me echara todo el esperma en mis fauces.
Así estuvimos un rato y yo volví a acabar, despues de media hora abotonado decidí abrir el agua fría y pude desengancharme.
Pude ver la enorme verga que me había metido aquella bestia. Medía como 24 cms y su bola basal era un poco mas grande que una pelota de tenis.
Como el otro perro quería cojerme tambien, no me quedó mas remedio que darle el gusto, entonces cambiamos de posición. Me hice abotonar por el perro al que se la había chupado, y se la chupé al que me había abotonado.
Yo volví a acabar como loco una vez mas, hasta que salió de encima mío.
El disfrute fué como un extasis que me hizo sentir sensaciones inimaginables.
Lo hice unas cuantas veces mas, y creo que fueron mis mejores experiencias con perros.
Pero de eso hace muchos años, y ahora busco gente que tenga perro, para charlar (contarle mis experiencias) y si la situación se presta, para que me preste su perrito y deje que me abotone mientras mira. O si quiere, como me sucedió una vez con una chica, le meto mi verga mientras su perro me tiene enganchado. Pero esa es otra historia que dentro de poco se las contaré.
SI quieren escríbanme a calidoabril@yahoo.com.ar. Y si tienen perro por favor invítenme.
Besos. Jorge
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!