De la tristeza al placer…
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Llevaba días esperando a que llegase ese sábado. En aquel entonces estaba enamorado de un chico bien simpático y había estado saliendo con él, me encantaba su trato, mas no teníamos algo formal. Ese sábado le pediría formalmente que fuese mi novio…
Así que, llegó el día; salimos a un centro comercial, todo bien, una buena tarde, y finalmente, ya casi llegada la noche nos sentamos cerca a una fuente. Le dije lo que sentía, y lo hice con gran ilusión y cariño. Pero, él me dijo que ya le gustaba alguien más, y que se inclinaba más por esa persona. Me dijo que podíamos ser amigos.
Yo no quería eso. Me fuí enseguida. Trataba de no llorar, de ser fuerte, mas no podía; iba sollozando todo el camino, y así llegué a casa. Entré y me eché a llorar en mi cama. Golpeaba el colchón y la almohada y lloraba aún más. Yo lo amaba y me había tratado como basura… En esas, no me dí cuenta que el perro de mi primo (el cual me lo dejaba cuidando a veces y ese fin de semana me lo había dejado a cargo) entró y se subio a la cama. Comenzó a lamerle el rostro, como tratando de secarme las lágrimas. – Aw, que tierno eres, por lo menos tú si me quieres – Le dije mientras acariciaba su pelo. Entonces él se recostó quedando boca arriba y pude ver su pene.
No sé por qué, mas no podía dejar de verlo. No era la primera vez que se lo veía a un perro (pues ya había tenido experiencias zoofílcas en el pasado) mas esta vez era como si estuviese viendo algo nuevo para mí. Mi instinto pasivo se despertó y comencé a acariciárselo. Ja! A él le gustó y se quedó quietito. Mis lágrimas desaparecieron al tiempo que su pene crecía.
No lo dudé. Estábamos solitos él y yo. Me desnudé, fui a la cocina, tomé leche y miel que habían en la nevera. Volví al cuarto, saqué una colchoneta y me acosté en ella. Él rápidamente se subió; me unté miel en mi culito y en mis nalgas, me corría hasta las piernas, y él gustoso lamía y muyyyy ricooo…. Y yo gemía despasito al tiempo que me masturbaba lentito, jijij… Luego me eché leche en ele pecho y el pene, y él igual lamía. Luego, leche y miel en mi pene y testículos y él… Ohhh… cómo me hizo gozar con ese riquísimo oral que me estaba haciendo!
Después de un rato, me puse como perrita, separé mis piernas y de una, me montó, le atino a mi hoyito y me folló a todo dar!!
– Aaaaaaaaaaaaahhhhhh…….. OOOOOOOOOOOOHHHHHHHH…… Síííííííííí……. Eso!! Ummmm hazme tu nena, tu perrita, Sí!! Ohhh qué ricoooo…. Aaaaahh Aaaaaaaaahhhhh AAAAAAAAAHHHHHHH!! – Gemía sin parar siendo fantásticamente envestido una y otra vez por mi amante canino. Era DEMASIADO el placer que me estaba dando. Al abotonarme, se dio media vuelta, nos quedamos así pegaditos como 15 minutos mientras descargaba todo su semen al interior mío. Oh qué deilicia, me corrí yo también y luego se despegó, quedando mi orificio anal deliciosamente ensanchado y llenito de su rico semen (ummm…. 🙂 ).
Se volteó, me lamió y me hizo gozar de nuevo; yo me acerqué a su pene y logramos un 69: El me lamía el culito y yo le mamaba su pene (ufff rico). Luego, me duché y volví a la cama. Dejé allí el colchón y me dormí felíz. Le tristeza había quedado atrás.
Al día siguiente me desperté dichoso, y se volvió la repetir la rica experiencia varias veces, jijijijiji… De aquel chico, ja! ni cosquillas me despertaba pues en casa tenía suficiente cariño y placer por parte de ese tierno animalito… Tierno y fantástico a la hora de darme placer.
Definitivamente, en muchas ocasiones, a falta de hombre, un perro es más que excelente compañía y amante. Espero les haya gustado este relato. Hasta una próxima ocasión que vuelva a publicar.
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