En el bosque
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por George.
Me llamo Jorge y me gusta mucho leer sus relatos.
Espero no defraudarlos y demostrarle que me gusta compartir mis experiencias
Hoy tengo 45 años y mis primeras relaciones zoo comenzaron a mis 13 años con una perrita que tenía en casa. De noche cuando todos se dormían o cuando me quedaba solo en casa, la llevaba a mi cuarto y la ponía a que me mamara la verga. Mi perra era chiquita pero su lengüita me alcanzaba para hacerme gozar ya que en ese momento mis gozos pasaban o por ella o por unas buenas pajas.
Nunca me atreví a tratar de penetrarla ya que era de porte chico. Más adelante comenzaron mis aventuras con mujeres hasta que ya casado y con 27 años descubrí que a mi mujer le atraía el tema. Nos gusta ver películas porno de zoo, nos recalentamos y nuestros mejores polvos los tenemos después de haber disfrutado una buena película.
Desde hace años venimos de esa forma, hasta que por mi profesión he podido tener mis primeras experiencias serias en la zoofilia.
Soy viajante y me gusta mucho la vida al aire libre. Eso hace que muchas veces en mis viajes decida parar a comer al mediodía en algún lugar tranquilo, campestre y debajo de arboledas (sobre todo en verano por el calor)
Así fue que una tarde estaba tomando mi refrigerio leyendo el diario recostado sobre un árbol cuando se me acercó una pareja de perros de raza indefinida, de esos que abundan en el campo. Aparentemente atraídos por el olor de los restos de mi comida se esforzaban por olfatear dentro de mi auto, hasta que me decidí a entregarles los restos de comida que los hicieron más que felices. Como bien dice el hombre, la nobleza de estos animalitos no tiene límites y se dieron a la tarea de echarse a mi lado a la sombra como para cuidarme de cualquier acontecimiento.
Después de un rato, me di cuenta que la perra se había acostado mostrándome la vulva de la cual salía un líquido rosado que pienso es el que vuelve loquitos a los perros.
Seguí en mi lectura pero la imagen de esa vulva me taladraba la cabeza. Cada vez era más necesario desviar mi vista del diario y mirar ese manjar que destilaba calentura. Luego de darme cuenta que el lugar no era muy apropiado porque pasaban autos y camiones cada rato, decidí internarme en una especie de bosquecito que estaba a mi lado y chisté a la hembra para que me siga como se sigue a un amo. Era tal maleza que prácticamente la luz del sol era nula. Ya para ese momento, en todo el recorrido desde mi auto hasta el lugar elegido para sentarme dentro del bosquecito, empecé a sentir que en el interior de mi pantalón me explotaba la verga. Antes de correr riesgos, decidí comprobar si mi percepción era correcta y comencé por acariciar la cabeza de la perrita. Como no se el nombre la mencionaré como ELLA. Muy mansa se dejó hacer y de la cabeza pasé mis caricias al lomo y luego me interné en la parte baja de su entrepierna. ELLA empezó a bajar el anca y mi mano comenzó a subir por su entrepierna hasta llegar de abajo hacia arriba a tocar esa vulva que me pareció tibia y húmeda.
ELLA miraba hacia delante y reaccionó meneando el anca cuando mis dedos le acariciaba sin disimulo su vulva. Por mi parte estaba perdiendo los límites y me desabroché como pude con mi mano libre mi pantalón y saqué mi verga que era una roca para ese momento. Traté de acomodarme mejor y le arrimé la punta de mi pija a su boca, y ELLA comenzó primero una mamada tranquila con una lengua de generosas dimensiones y después comenzó a acelerar envolviendo todo el diámetro de mi verga con esa lengua áspera, tibia y hermosa.
Ya las cosas iban a mayores por lo que sin dejar de acariciar su vulva me acomode detrás de ELLA y una vez que me arrodillé y corrí su melenudo rabo, la punta de mi pija quedaba a la altura de esa concha reluciente que ya goteaba líquido en abundancia. Así fui compartiendo las caricias en círculo sobre esa zona, primero con mis dedos y luego los alternaba con la punta de mi pija, hasta que mi verga pasó a ser la exclusiva encargada de atender esa conchita. Todo el líquido que destilaba favoreció que mi verga no tardara en querer buscar un lugar más cálido, y poco a poco mi glande dejó de estar a la vista. Su dulce conchita lo fue deglutiendo poco a poco.
A todo esto ELLA cada vez que miraba hacia atrás tenía la lengua más afuera y parecía que estaba gozando por el lentísimo meneo de su trasero.
Era para mi un éxtasis poder manejar a mi antojo esa penetración, y teniendo en cuenta que en esas circunstancias de placer los minutos parecen siglos creo que lo máximo que pude estirar el tiempo para llegar a la penetración total fue tres minutos.
Después de ese momento, ya estaba mi pubis rozando su concha y comencé un lento mete y saca que debe haber durado otros 5 minutos.
En todo ese tiempo fui sintiendo: una funda de carne blandita que empezó a abrazar mi glande, luego una tibieza que lo hizo poner más grande que de costumbre. Más tarde la empecé a ver a ELLA con esa lenguaza y sus ojitos entrecerrados y comencé a sentir como que un mecanismo succionador pedía “cógeme, cógeme” y así le fue entrando toda. Después de eso mi pubis sentía el roce de su pelo cada vez que se la clavaba hasta el fondo y ELLA era como que empujaba hacia atrás para darnos mas placer.
Ya imposibilitado de aguantar me vi en la difícil tarea de decidir si le inundaba de leche la concha o le depositaba mi semen en la lengua.
Me imaginé que por ser mi primera vez corría el riesgo de desperdiciar parte del caudal que tenía pronto a salir si me ponía en la tarea de tratar de llegar a su hocico con mi verga en llamas. Una vez decidido esto puse más fuerza que nunca y en tres embates comencé con una sucesión de espasmos que acompañé con sonidos guturales e interminables chorros de leche que me imagino habrán inflado el incomparable receptáculo de ELLA
Traté de portarme con ELLA como un caballero y aguanté dentro de su conchita el mayor tiempo que pude mientras le acariciaba el lomo. Finalmente le fui retirando mi verga a la menor velocidad posible y comenzó desde esa vulva una lenta evacuación de un líquido mas rosado que el original debido a la mezclas de los jugos de ELLA y de mi acabada.
Todo el camino de vuelta a mi auto (100 metros) sirvieron para que ELLA caminara a mi lado demostrándome que había sido bien atendida.
Finalmente me despedí de ELLA y continué mi viaje. Después de esa primera experiencia (ocurrida hace poco tiempo) tuve otras dos que si desean intercambiar mails conmigo les puedo relatar.
Y fundamentalmente me encuentro pensando como hacer para cumplir mi mayor sueño: poder hacer participar a mi esposa en un encuentro donde un macho canino pueda hacerla bramar adelante mío.
Quedo a la espera de alguna respuesta
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