Fin de semana de lujuria
Cuando se tiene la oportunidad de gozar hay que hacerlo, sin prejuicios ni miedos.
Saludos a todos mis amigozoos, como les narraba en mi anterior publicación, cuando le estaba metiendo una culiada a una camura, el macho me dio un golpe muy fuerte y literalmente me noqueó, sin embargo el domingo estuvo más movido que el sábado.
La casa donde tenemos una de las fincas está dividida en cuatro partes, la primera es una construcción muy grande donde tenemos un comedor y cocina con capacidad para unas 30 personas, la segunda es la sede habitacional con cuatro alcobas con baño, dos salas, cocina, un estudio y un kiosco con chinchorros, la tercera es una enramada donde está un tanque de agua, lavaderos y un sanitario externo con varias duchas (ahí me inicié en la zoofilia), el cuarto en una construcción dividida para guardar herramientas (acá es donde me encierro con las hembras), insumos químicos y una bodega para alimentos de todo tipo.
El domingo inicié las actividades desde las seis de la mañana cuando llegaron los ordeñadores, a las 10 de la mañana despaché a las personas que nos ayudan quedando solo, una vez almorcé fui a hacer un recorrido, como sabia que una de las personas que ocasionalmente nos ayuda tiene dos burras, fui hasta esos lados haber si estaba, ese instinto animal y esos deseos me hicieron ir, efectivamente no había nadie y se había llevado la burra de carga y dejó la otra suelta en un potrero cerca a la casa, al acercarme me di cuenta de algo completamente particular, la burra agachó la cabeza, echo las orejas hacia atrás, chasqueaba, levantó el rabo y brincaba, estaba en celo. Era mi gran oportunidad de confirmar o desmentir lo que alguien comentó, tenía dos opciones ahí mismo o secuestrarla, cayendo el día regresé con una cuerda y me la llevé para la casa, la metí en el cuarto de las herramientas, le puse panela partida y agua abundante, encendí las luces externas, eche un vistazo por los alrededores y me regresé donde mi burrita, sentía muchas ganas, tenía ansiedad, sentía literalmente ganas de hacer de todo, me quité toda la ropa, me puse RINO en la verga, al acercarme a la burra tomó la misma postura del potrero, con precaución me ubique de lado recostado sobre sus ancas, me puse a sobar su vulva, frotarla hacia arriba y hacia abajo, de vez en cuando le resbalaba mis dedos por dentro, se la apretaba, luego la burra levantó el rabo y trataba de gaznar, miraba como entraban mis dedos y le tocaba ese clítoris, sentía su calor, literalmente le salían gotas de orina, hasta que se puso a hacer pucheros y volteaba esa vulva exponiendo ese clítoris, cada vez que lo sacaba se lo acariciaba, eso me puso a mil y me hizo fundirme de placer, bien prevenido por si brincaba o pateaba, acerqué mi boca a su vulva y cada vez que hacia pucheros le lamia el clítoris, noté que la burra hacia pucheros bien prolongados permitiendo que le chupara esa protuberancia la cual estaba durísima, cada vez que le hacia esa ricura la burra literalmente se fruncía y movía las paticas temblorosamente, no me aguanté mas la ganas y me ubique detrás de ella para clavarla, justo a la medida sin tanto esfuerzo se lo mandé hasta los testículos y me puse a darle con toda, esos pelos me rosaban aumentando mis ganas, hasta que de un momento a otro inicialmente sentí unas contracciones en la medida que aumentaba la intensidad de los pucheros vulvares, levantó aun más el rabo abrió bien las patas y soltó un chorro de líquido caliente, baboso, espeso que me escurría por los testículos y las piernas, cundía un olor muy diferente a orina, era algo parecido al del semen, así que arrecié el movimiento de mi verga, sonaba es flujo de aire en la medida que botaba otro poco, era tanta mi excitación porque estaba confirmando que no era mentira lo del orgasmo de las burras, experiencia casi que imposible de repetir, que sin ningún temor le pasé mis dedos por la vulva y me los llevé a la boca lamiendo su orgasmo y probar su sabor, es algo amargo, salado, huele como a carne y orina, es muy baboso pero ese era un fetiche que tenía desde siempre y se hacía realidad, saqué la verga y me bajé nuevamente a su vulva, se la abrí lo mas que pude y en la medida que podía le chupaba el clítoris, eso hizo que literalmente rebuznara, luego seguí clavándola bastante rato, cuando no aguanté más me vine dentro de ella, no tenía casi nada de leche por mi faena de la noche anterior, estaba cansado y me dolían las piernas así que me recosté en las ancas a esperar para ver si podía continuar pero la verga no me respondió porque iba perdiendo la erección, la burra se encorvó y me dio su ultimo regalo como lo fue una rica lluvia dorada, por todo me fui para la ducha a bañarme, al caminar sentía pegajosas las piernas, luego de bañarme fui donde la burra, todo era un desastre, olor a orina, el piso todo mojado al igual que ese culo de la burra, se notaba la culiada que le había metido, en la madrugada le metí otra culiada y la llevé de donde la había secuestrado, el día lunes rematé con una cerda que si lo escribo es lo mismo de siempre y nada fuera de lo normal.
Estuve chateando con un venezolano y me comentaba que tenían chigüiros domesticados y que él se clavaba una hembra, ¿será verdad?, yo lo que si tengo ganas de clavar son ganzas, porque gallinas ya perdí la cuenta, piscas ya probé y les comento que son bien generosas y ricas, leí algo de un ammigozoo que afirma haber probado, más temprano que tarde estaré escribiendo y sé porqué lo digo.
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