Huevos con tocino
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por kein.
Eran las 14,00 horas de una tarde de primavera, el verano estaba ya cerca y el calor se hacia sentir. No era la primera vez que visitaba aquellas pocilgas apartadas del pueblo, hacia tiempo ya que las frecuentaba, primero por las noches y después, según fui conociendo los horarios de los capataces y cogiendo seguridad y confianza empecé a visitarlas hacia el mediodía. Se dedicaba a la producción de cría por lo que dentro de sus cochiqueras abundaban las cerdas preñadas y con lechones, así como otras tantas listas para ser inseminadas. En la zona mas apartada se hallaba el cobertizo de los machos reproductores, un par de verracos grandes, de unos casi 200kg. Eran sonrosados y uno de ellos estaba cubierto por manchas mas oscuras en la piel como si de una vaca frisona se tratase.
Nunca me plantee relaciones con ellos, solo con las rollizas y olorosas hembras, pero aquella tarde se disparo algo en mi, me estaba rondando la idea por la cabeza y me excitaba sobremanera, la contemplación de los verracos días antes en sus pocilgas me llevo a decidirme a conocer algo nuevo y bestial, no pude evitar imaginarme el tener unas relaciones homosexuales con un macho de tan tremenda especie, la contemplación de sus enormes testículos, su brutal cabeza animal y el fuerte hedor animal me revolucionaban los recovecos mas ocultos de mi mente.
Fríamente emocionado complete el ritual ya tan conocido de colarme por la apartada esquina en la que ni tan siquiera había cercado alguno, un hueco lo suficientemente ancho para pasar sin demasiados problemas, camine por las instalaciones pasando por las largas hileras de cobertizos para las marranas, las escuchaba gruñir con cortos “gronks” en sus pocilgas, el olor era muy fuerte a cerdo pero ya mi olfato se había acostumbrado, nunca antes había dado un paso a plena luz del día a través de el patio de las instalaciones, con aire de naturalidad cruce lo mas rápido que pude hasta llegar a la zona de enfrente en donde se encontraban unas estancias cerradas con llave y al lado un cobertizo de ladrillo blanco en el que se hallaba la pocilga de los verracos.
Pase el umbral de la puerta y me introduje dentro, los dos verracos gruñían placidamente, estaban separados por tres pocilgas vacías entre ellos, el primero estaba tumbado y dormitando, sacudiendo sus orejas por el molestar de las moscas, fui caminando por el pasillo y fijándome en las pocilgas que había entre los dos, en una de ellas estaba el banco para montas, una estructura de metal de cuatro patas y una sucia y raída envoltura superior que hacia de lomo de la cerda, las pocilgas llegaban a la altura de mi cintura y estaban cerradas con unas medias puertas metálicas con un simple pasador como cerrojo, en la ultima cochinera estaba el verraco a manchas oscuras, estaba levantado, mirándome mientras movía sus hocicos, me fije en su largo cuerpo y en la funda del pene que le colgaba a todo lo largo de su panza, estaba rematada con un mechón de gruesos pelos ensuciado por los orines, podía ver como le colgaban por detrás los enormes testículos. Las paredes del recinto estaban sucias por el uso y el roce de los animales, el suelo estaba cubierto de virutas, serrín y paja por lo que no había lodazal pero si heces y orines que ensuciaban el suelo, temí que me mancharía mucho al hacer aquello que tenia en mente, estuve sopesando las posibilidades de peligro de ser pillado o visto, el momento era el adecuado tenia una hora y media por delante y tan solo había unos ventanucos alargados en lo mas alto de la estancia por lo que no podría ser visto desde el exterior.
Respire profundamente, el fuerte olor de la pocilga me taladro el cerebro y me estimulaba aquel instinto bestial, abrí el cerrojo y me deslice al interior del receptáculo cuadrado en el que se hallaba el verraco rosado a manchas, el se revolvió un poco y gruño, se me quedo mirando mientras me acercaba a el a la vez que giraba mi cabeza contemplándole los gruesos testículos, le acaricie el lomo y sentí como su olor se impregnaba en mi mano, ya supuse que acabaría saliendo de allí con un fuerte olor a cerdo encima, tendría que darme prisa en volver a casa en el auto (en el que guardaba una muda de ropa) para darme una buena ducha. Su piel era áspera por las gruesas cerdas que le cubrían pero era extremadamente calido por su piel vista sin pelo, fui llevando mi mano por el lomo del animal hasta llegar a la base de su enroscado rabito, lo rodee con el dedo índice y nerviosamente acaricie su ano con el, podía sentir sus espasmos musculares, me quede un rato pasando mi dedo por su año notando esa fuerza muscular latiendo, empecé a agacharme despacio y apoye mi otra mano sobre su lomo, al arrodillarme la mano que tenia en su culo se planto en el perineo del cerdo, note su tremendo calor y empecé a acariciarle los testículos, su pellejo era grueso y llegue a sujetar en mi mano uno de sus huevos, pesaba bastante y casi no cabía en mi mano, el animal estaba tranquilo moviendo sus pringosos hocicos, me fije en sus ojos de mirada casi humana, mi otra mano recorrió su costado e incline mi cabeza hacia su vientre, contemplándolo mientras con la otra cojia la funda de su pene y la eche hacia delante y atrás esperando ver asomar su polla.
El enorme verraco arqueo su lomo y respiro mas fuerte, empezó a moverse nerviosamente y observe como asomaba una roja punta que giraba sobre si misma del interior de su funda, la note en mi mano deslizarse por el vientre del cerdo, este comenzó a patear y excitado me incline bajo su panza intentando lamer aquello que asomaba. La visión de el orificio de salida de su pene y el fuerte olor de su cuerpo tan cerca de mi cara me repugno unos instantes pero cerré los ojos y abrí la boca y con la mano dirigí la embestida hacia mi boca, sentí un fuerte golpear en mi costado, eran las patas delanteras del animal y tan solo llegaron a rozar sus sucios pelos de la funda del pene sobre mis labios, el verraco estaba nervioso intentando subirse a mis espaldas y me hacia daño con sus pezuñas, temí que me rasgara la camiseta y además de ser incomoda la posición me estaba manchando con las inmundicias del suelo, me retire y me levante, el animal giraba sobre si, entonces caí en la cuenta de lo que buscaba.
Era un semental acostumbrado al banco de montas, como no me di cuenta antes, le acaricie el lomo y me lleve la mano a mi nariz, ¡apestaba a cerdo!. Salí del recinto y me fije en que la puerta al abrirse bloqueaba el pasillo así que decidí cambiar al animal de lugar en vez de traerme el banco que parecía algo pesado, me sacudí un poco la suciedad y la paja de mis pantalones pero estos ya estaban manchados de mugre en las rodillas y olían mal, me asuste un poco pensando en el regreso pero a la altura que estaba ya no iba a dejar la faena a medias. Abrí la portezuela del recinto del banco de montas y deje que bloquease el pasillo a continuación abrí la puerta de la cochiquera verraco, este como sabiendo lo que hacer salio hacia el fondo del pasillo en dirección a la pared, cerré la puerta y quedaba un corto trecho hasta el lugar de montas ¡Eh cerdito! Le grite en media voz mientras le daba toques en el lomo con mi mano, gruño y se dio la vuelta y pasando a empujones se dirigió hacia la puerta que bloqueaba el pasillo, giro y se metió el solo en la otra estancia, me di prisa y me introduje detrás de el cerrando la puerta, ahora si, pensé.
Nervioso y emocionado arrastre el banco en medio de la estancia, inmediatamente el verraco lo olisqueaba y hacia ademanes de subirse encima, El suelo era de cemento y estaba seco y algo mas limpio, me arrodille de costado al animal y este subió sus patas delanteras sobre el banco, le agarre la funda del pene y ahora si, en un par de empujones lo fue sacando, lo agarre con la mano y note como se retorcía en mi mano, ¡aquel pene salía en espiral de su funda! Después de girarse un tercio note que echaba sus patas traseras hacia atrás y salio todo su pene, era fino y largo lo circundaba un canalillo y estaba recubierto de finas venas y un par de ellas mas gruesas que lo recorrían a lo largo, su punta estaba enroscada como el extremo de un berbiquí, olía fuertemente a algo químico y fresco y según salía de su vientre salpicaba unas gotitas de liquido que no pude distinguir si eran orines. Incline mi cabeza y contemple de cerca esa polla roja que terminaba en un extraño capullo retorcido, sujete con fuerza el pene por detrás de la espiral y me lo metí en la boca, sentí un sabor metálico y mi lengua palpo la intrincada punta notando el orificio de la uretra, rápidamente en una sacudida del animal recibí un chorro de sabor amargo en pleno paladar, lo note pringoso pero a continuación empezó a salir en palpitantes corritos lo que supuse que era algún fluido lubricante pues era muy liquido para ser semen.
El animal dejo de culear y se recostó sobre el banco de montas, me saque el pene de la boca para ver su cuerpo y me fije en la cantidad de espesas babas que soltaba por su boca, olían a sudor humano. Me desabroche la bragueta pues mi pene estaba ya mas que erecto hacia rato y comencé a masturbarme, mire al suelo y también observe que estaba soltando bastante liquido por la polla, me pareció mas denso y volví a chuparle el venoso y fino pene, recibí dentro de mi boca unos chorros de un liquido mas espeso, lo saboree, era salado con sabor almidonado y picaba en el paladar, cerré los ojos y me lo trague… Efectivamente, ¡aquel animalote se estaba corriendo en mi boca y yo me lo estaba tragando!.
Llevábamos cerca de 10 minutos en esas situación, el cerdo bombeando semen y yo tragándomelo cuando empecé a notar que algo grumoso se estaba formando en mi boca, era pegajoso y amargo, escupí un poco para ver lo que era y vi como se quedaba colgando por hilos de mis labios, era una masa grumosa y blanquecina pero no me importo ya que estaba en ello iría hasta el final y me dispuse a disolverla con mi lengua y tragarla, podía notar como mi estomago se iba llenando de algo caliente, como si me hubiese tomado un plato de sopa, no se cuanta cantidad de semen de cerdo podría haber ingerido pero tenia que ser bastante, además empezaba a cansarme esa posición. Yo seguía masturbándome pero sin rapidez no quería correrme antes de lo debido, mi cuello empezaba a notar cierta tirantez, mi nariz estaba pegada al vientre del animal y sentía todo su calor y olor encima, me disponía a apartarme de el cuando note como su polla se retiraba hacia dentro de su funda, el cerdo arqueo su lomo hacia abajo y su rabo se metió en su cuerpo chorreando semen, trague lo que me quedaba en la boca y contemple al animal con sus hocicos pringados en espesas babas amarillentas.
Estaba muy caliente por la experiencia y por tener dentro de mi la semilla de aquel animalote, le seguí hasta donde se había retirado y me volví a colocar junto a el pero esta vez en su trasero, comencé a lamerle los huevos y meter mi cara en aquellos tremendos testículos y sin pensar en cualquier tipo de repugnancias le lamí el esfínter, pegue mis labios en aquel anillo apretado levantando su enroscado rabo, lo notaba palpitar y encogerse, me quedo un sabor almizclado y retire mis labios de su culo, le metí primero un dedo por el ano, pero lo note seco así que me lo ensalive y su resistencia fue poca, vi que podía maniobrar con holgura y le introduje dos dedos, haciendo tijera con ellos para dilatar su esfínter.
No paraba de masturbarme y mi excitación iba a mas, me puse en cuclillas tras el y me ensalive el pene, lo dirigí hacia su ano y me metí dentro de el, note el fuerte calor del interior de su cuerpo y la musculatura del ano haciendo fuerza sobre mi miembro ¡Estaba follándome a un cerdo macho por el culo!, podía imaginarme la escena desde atrás de un culo humano con dos pelotas colgando por encima de los enormes cojones del verraco. Me recosté sobre su lomo y comencé a follarmelo lentamente, agarraba sus flancos con fuerza, mi cara estaba pegada al espinazo del animal podía sentir todo su calor por fuera y por dentro. El animal emitía pequeños “groinks” y estaba relajado, yo ya no podía aguantarme mas, aquella enculada me estaba derritiendo de placer lentamente, me corrí en el recto del cerdo, me imagine a mis espermatozoides perdidos en un organismo extraño rodeados de mierda. Respire profundamente y me quede un rato encima de aquel bicharraco, lamí su piel y deje que mi polla saliese de su culo, hizo un esfuerzo con el ano y salio un poco de semen del que le había depositado en su interior, me levante y me subí los pantalones, mire el reloj habían pasado mas de treinta minutos en toda aquella faena.
Estaba impregnado en olor a cerdo, mi camiseta y pantalones estaban sucios así que me dispuse a irme a cambiar al coche en el que tenia otra muda, antes de irme contemple al otro verraco en su pocilga, estaba excitado por los olores del otro macho, le mire a los ojos y le dije, “tranquilo amigo, también tu te correrás dentro de mi y probare los jamones de tu culo”.
Fue entonces al decirle eso que otra idea mas excitante aun se me paso por la cabeza, ya tenia cierta prisa pero a pesar de ello retire el cerrojo de la pocilga y me introduje donde el cerdo blanco, este era algo menor de tamaño que el otro al que acababa de mamársela y de dar por culo pero grande también. Esta vez me quite la camiseta y me baje los pantalones hasta las rodillas y me acomode en el suelo de paja a cuatro patas, el marrano se levanto olfateando con sus hocicos me coloque frente a el y me di unas palmadas en mi culo, el cerdo acerco su nariz y repentinamente se abalanzo sobre mi, sentí el duro golpear de sus pezuñas delanteras arañándome la espalda, se agarro a mis costados con sus codos y sentí sus resoplidos sobre mis omóplatos, el peso del verraco era enorme pero podía aguantarlo, note como culeaba y buscaba un agujero de entrada, algo áspero y húmedo se frotaba contra mi culo y con mi mano derecha agarre lo que sobresalía del pene como ya había echo antes y lo note girar y engrosar la espiral de la punta, lo dirigí hacia mi ano y el cerdo alcanzo a introducirme unos 12 centímetros de un golpe sintiendo como algo caliente se retorcía dentro de mi recto, así estuvo un rato culeando adentro y afuera hasta que paro y se quedo quieto, tumbado sobre mi espalda.
Me dio algo de miedo que me mordiese pues había sentido como abría la boca y babeaba sobre mi espalda, pero no paso nada mas que el sentir de su caliente aliento sobre mi, el animal se dispuso a bombear lentamente, sentí que un calor enorme me inundaba el interior, gran parte de la polla del cerdo estaba fuera sin introducir, el fuerte olor, el enorme peso, el babeo continuo sobre mi y el tiempo que empezaba a apurarme me hicieron retirarme de debajo del animal pero este no me dejaba, cada vez que avanzaba a gatas para escapar de su atornillamiento el me seguía apoyado en mi espalda y caminando con las de atrás así que le deje un rato mas que se descargase dentro de mi.
Aproveche para deslizar una de mis manos hasta mi espalda y recoger con el dedo algo de la espuma de sus babas que estaba salivando sobre mi, me la lleve a la boca y la saboreé, sabia acida y a sudor. Aprovechando que estaba mas relajado el animal me encogí de hombros e intente deslizarme bajo su panza, note un tirón que me rasgaba el ano y de el broto una gran cantidad de semen de cerdo que se deslizaron por mis muslos manchando también mas aun mis pantalones. Sentía unas fuertes ganas de cagar, mi intestino estaba lleno de ese semen grumoso y pegajoso, me fui a una esquina y en cuclillas defeque casi todo aquel liquido. Rápidamente me levante y subí los pantalones y me puse la camiseta, ya empezaba a tener prisa por salir de allí en 15 minutos estarían los capataces de nuevo en la finca.
Salí completamente sucio, apestando y relleno por todos mis orificios de espeso semen porcino, ya en el coche, algo mas tranquilo, me cambie de ropa y me fui de las pocilgas con destino a casa a darme una buena ducha que en realidad fueron unos buenos baños pues la peste era difícil de quitar de encima.
Aquellas experiencias me cambiaron mi forma de ver a aquellos animales, a partir de entonces de los cerdos me gusta absolutamente todo, hasta mas allá de sus andares.
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