INICIARME CON UN GATO
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por zoohot.
A mis 13 años, había explotado mi sexualidad con toda su fuerza y ardor y, salvo masturbarme, no tenía cómo canalizarla.
En mi casa familiar no teníamos perro todavía, pero si un gato como mascota, CHOFI, lindo macho, grande, corpulento. Me excitaba ver su sexo, su bulto en forma triangular. Un día, manoseándolo, presioné la punta de ese bulto y comprobé como salía su corto pene cónico. Manteniendo la presión, froté con frenesí hasta que el gato eyaculó. Descubierto eso, lo masturbaba muchas veces cuando nadie me veía.
Pero tenía deseos de poseerlo sexualmente y no sabía cómo hacerlo, además del obstáculo de vivir en familia y tener que esperar la posibilidad de quedar largo rato a solas con Chofi quien, por otra parte y como todo gato, se resistía a mis presiones y escapaba. Esa espera me excitaba todavía más, estaba siempre muy caliente y erecto.
Un día, estando a solas en la casa, lo atrapé y lo llevé a mi cuarto a puerta cerrada. Me desnudé, lo puse sobre mi cama tratando de mantenerlo panza arriba. Con mi mano y con mis dedos acaricié su bulto suavemente y lo masturbé como siempre hasta hacerlo acabar.
Mi intención era penetrarlo por el ano, lo tomé y lo senté sobre mi frotándole alli mi verga, pero -en mi ignorancia y calentura- comprobé que era imposible clavarlo ya que el ano era demasiado pequeño.
Opté entonces por tomarlo de su cadera y frotar mi verga sobre su bulto y su ano, hasta que acabé y llené su panza de semen. El escapó debajo de un mueble de mi cuarto, y se lamía la leche que llenaba su pelaje.
Pese a su rebeldía típica de felino, noté que se sometía bastante. Un rato después, volví a acostarlo en mi cama panza arriba, sosteniendo su cuerpo con una mano y con la otra me masturbé furiosamente. Elegí eyacularle sobre su bulto pulposo, se lo llené de semen, que -cuando lo liberé- él volvió a lamer para limpiarse.
Cuando estaba mi familia en casa y no podía hacer nada con el gato, pasaba el día maquinando distintas formas de disfrutarlo sexualmente, dentro de las limitaciones que existían.
Otro día, estando solo y libre en la casa, volví a atraparlo y llevarlo a mi cuarto. Desnudo, me senté en una silla, tomé al gato y poniéndolo con su lomo sobre mi vientre, coloqué mi verga erecta entre sus patas traseras de modo que mi miembro rozara su bulto. Con mis piernas cerré sus patas traseras para hacer presión, y comencé a bombear con mi pija -ya muy dura- hasta que acabé, llenándole su cuerpo de leche.
En otra ocasión, se me ocurrió recostarme en la cama en decúbito, el gato frente a mi también en esa posición, y frotar mi verga sobre su bulto. Cuando sentí que estaba por acabar, lentamente lo fui montando hasta que quedó aprisionado bajo mi cuerpo. Alli comencé a bombear con fuerza hasta que eyaculé, llenando de semen su panza pero también mi vientre y mi pecho. El gato chilló y se retiró corriendo bajo un mueble, a lamerse.
Asi fueron mis desahogos con el gato. Como verán, son limitados por la imposibilidad de penetrarlo, pero igual placenteros, más para un adolescente que recién desarrollaba su sexualidad con toda la potencia de los 13 años.
Algunos años después, al tomar como mascota el perro, mi goce pudo ser más completo al ser posible penetrarlo por el ano y disfrutar de su cuerpo con mayor plenitud.
Espero que mi experiencia sea útil para cualquier lector que, teniendo gato, no sepa como hacer para disfrutar sexualmente de él.
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