Kamila. Parte 2
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Leinad191.
Capítulo III Primer Celo.
La primera vez que Kamila se tragó mi leche… Recuerdo que a los cinco minutos me puse a reflexionar, sobre si lo que había hecho podía llegar a ser nocivo para su salud.
En ese tiempo ni siquiera sabía algo acerca de mi propio semen.
Inclusive llegue a pensar que podía ser perjudicial su consumo hasta para un humano (Ya sé que el yo del pasado era muy imbécil… lo sigue siendo en realidad.
Me disculpo por eso.
) Sin embargo, no encontré nada en internet sobre el tema.
Ni la típica noticia a lo “¡Expertos descubren que consumir semen puede matarte! ¡Mucho cuidado!”.
En realidad, descubrí que era bastante bueno y para nada peligroso.
“Proteína en estado puro”.
“Excelente fuente de nutrición” "Una mascarilla es perfecta para el cutis" … Al menos eso decían algunos artículos que leí.
Así me di cuenta que era una buena idea dejar limpiar a la perra hasta la última gota de leche.
Era un acuerdo beneficioso para ambas partes: Por un lado, ahorraríamos una pequeña fortuna de papel higiénico, y evitaría las molestas manchas que terminan por quedar impregnadas en las sabanas o la alfombra, en algún descuido mío.
Por el otro lado, Kamila estaría recibiendo una excelente alimentación de parte de un atleta nato… de hecho se veía más sana, y juraría que su pelaje brilla más, desde que recibe todos sus nutrientes de mi leche… ja, ja, ja, ja.
Pasaron aproximadamente dos meses y medio desde el día que comencé a ver a Kamila como un depósito de fluidos cuadrúpedo (suena terrible, pero no puedo negar que así pensaba años atrás.
) En ese tiempo rara vez le permitía lamer mi verga.
Tan solo me corría en su tazón, y la observaba tragar… Kamila había crecido desde aquella vez, pero su vagina todavía se veía muy pequeña y poco apetecible a mi gusto.
En algún momento se me ocurrió introducirle mis dedos, pero me aterro la idea de lastimar a tan inocente criatura… Así que fui descartando la idea de penetrarla en alguna ocasión… Al menos… hasta que llego esa mañana.
Kamila dormía en mi habitación, en una caja de cartón diseñada por mí (me refiero a dibujitos con marcadores de agua y estampitas de mi hermana je, je.
) Aunque casi siempre terminaba acurrucada y calentita en mi cama.
Mi madre me decía que la sacara ya de mi habitación (supongo que presentía algo…) Me decía que ya había crecido bastante (Kamila, obviamente) y me llenaría la ropa de pelos.
Pero, note que algo más, aparte de eso le preocupaba.
No sabía qué, pero notaba cierto nerviosismo cuando intentaba darme más razones… Creo que al final descubrí que era eso que traba de contarme.
Esa mañana desperté, y al mover la cobija que cubría a Kamila, pude ver una pequeña mancha rojiza.
Estaba seca, pero por el fuerte olor que desprendía pude deducir que era sangre.
Me asuste bastante… Llegue a pensar que era sonámbulo e inconscientemente termine haciendo una estupidez con la pobre perrita, o simplemente Kamila había contraído una enfermedad mortal… Estaba muy confundió (Repito, en ese tiempo era un imbécil… Y apenas sabia acerca de perros, o de cualquier otra cosa.
)
Inmediatamente fui a contarle a mi madre lo que había visto.
Ella solo dijo —Ya se había tardado.
No te preocupes, voy a revisarla… ya sé que le pasa a tu perra.
Ella fue a revisarla como prometió.
Lo primero que hizo fue tomarla por la cola y alzarla con cierta brusquedad.
La inspecciono en menos de un minuto y esta vez me dijo —Está un poco irritada… ha de ser porque se lamio toda la noche… Hoy no la vayas a sacar a correr.
De hecho, no la saques a ningún lado hasta que te diga… o la calle va terminar llena de perros callejeros.
Como buen ignorante pregunte sin pensar, la razón por la cual se llenaría de perros la calle.
Grave error.
Me gane una clase de biología canina, y de paso una de sexualidad humana que hasta mi madre quería evitarse.
Pero supongo que después de esa pregunta tonta, se determinó completamente en hablar del tema y curar mi notoria ignorancia de la vida.
Esa mañana me fui al colegio pensando lo ocurrido con Kamila.
Por el camino me puse a recordar, y desde hace algunos días parecía lamerse la vagina más de lo habitual… Incluso con un poco de desesperación.
Pero, en ese momento no tome en cuenta ese detalle, por alguna razón… Aunque ahora sabia el motivo, y lo que era un celo.
Cumplí mi condena mínima de colegio ese día y regresé a la casa directamente.
Ninguno de mis padres estaba como era habitual, por sus responsabilidades laborales y eso.
Y mi hermana ya se preparaba para salir.
Esta vez le tocaba a ella irse al colegio.
Le pregunte qué había pasado con Kamila (su caja ya no estaba en mi habitación.
) —Mi mami me dijo que subiera la caja y a Kamila al cuarto de arriba.
También me dijo que le dejara comida y te recordara que no la vayas a sacar a la calle —Me dijo con su irritante manera de hablar.
Subí al cuarto y ahí estaba Kamila, echada sobre una montaña de ropa vieja.
Cuando me vio inmediatamente se lanzó sobre mí, y con gusto salude a mi perra hermosa, con unos besos de hocico a boca (eh… que raro fue eso…) La euforia se pasó en cuestión de minutos.
Con más tranquilidad, concentre mi atención en algo de lo que me había percatado mientras jugaba con ella… Tenía una especie de bulto que se asomaba de su parte trasera.
En principio me quede muy extrañado por lo que estaba viendo.
Pero a ella no parecía molestarle en absoluto.
Daba vueltas y movía su cola de un lado a otro con mucho entusiasmo.
Seguí mirando, hasta que me decidí investigar más de cerca.
Ese bulto no era otra cosa que su vagina… Mirándola con más detenimiento… parecía una especie de dona rosada… y estaba vez, sí que se veía apetecible.
Sigo sin entenderlo, pero me sentí terriblemente atraído por el coño de mi perra.
Me atrevería a decir que instintivamente.
Lo único que quería era besar esa parte rosadita… Pero mi hermana todavía no se había ido, así que no pensaba a arriesgarme a que me viera haciendo tal cosa con Kamila.
También me entraron unas ganas tremendas de sacarme la verga y metérsela sin más… Podía sentir mi verga cosquilleando y a punto de estallar en el pantalón… Pero seguía sin estar muy seguro de penetrarla.
Tuve una idea.
Mientras mi hermana esté preparándose, yo aprovecharía e investigaría en Internet (Dios Internet que todo lo sabe) que tan seguro es tener relaciones con una perra, literal.
Bueno, descubrí que no podía quedar preñada (que alivio ja, ja, ja, ja.
) Y que al parecer era una práctica relativamente común.
Encontré vídeos, y no perecía difícil.
Hasta encontré tutoriales de cómo hacerlo… Ridículo, pero eso me dio la seguridad necesaria.
Tenía que penetrar a Kamila, no podía dejar pasar esa oportunidad… Llego el momento.
Mi hermana al fin se fue al colegio, y ya tenía la casa para mí solo unas siete horas aproximadamente.
Capítulo IV Primera vez.
Me senté en el sillón de mi habitación y las manos me temblaban.
Veía pasar a Kamila frente a mí restregándome su apetitosa parte… me quede bloqueado un buen rato y no podía hacer más que mirar y pensar sobre lo que estaba por hacer.
Finalmente me decidí, y la llame.
Ella corrió hacia a mi muy exaltada.
La tomé por la cadera, ella se puso rígida, y yo puse su coño frente a mi cara.
No pude evitarlo, sumergí mi nariz y un olor indescriptible, pero eso sí, muy agradable inundo mis fosas nasales.
No olía nada mal, así que comencé con lo siguiente.
Besar lentamente y placenteramente esa hermosa vagina.
La textura era suave y elástica por así decirlo.
Comencé a detectar cierta humedad en el interior.
La abrí cuidadosamente y me percaté que había algo de sangre dentro.
La verdad no me importo.
De hecho, me éxito tanto que sin pensarlo ya tenía la lengua adentro lamiendo la sangre que salía de su coño.
El sabor no me desagrado del todo, pero la mejor parte de eso es que Kamila parecía disfrutarlo bastante.
Continúe lamiendo el interior de su coño unos quince minutos.
Y ella ya perecía satisfecha… Ahora me tocaba a mí.
Salí corriendo a la habitación de mi hermana.
Me pareció haber visto que guarda una botella con una especie de aceite para humectar la piel, o alguna de esas cosas para mujeres.
No leí la etiqueta, pero supuse que serviría para lo que necesitaba.
Me encerré en mi cuarto con Kamila y sin pensarlo más, me desnudé completamente.
Dejé que lamiera mi verga un rato, mientras me frotaba las manos con el aceite que conseguí.
Tenía olor a coco, era bastante agradable… solo esperaba que mi hermana no se diera cuenta que lo use.
Le puse un poco a Kamila en la entrada de su vagina, e intenté meter dos dedos lo máximo posible.
Ella soltó un pequeño suspiro y después un estornudo un poco raro.
Se sentía muy bien ahí dentro.
Me emociono pensar cómo se sentiría en mi verga, pero estaba siendo extrañamente paciente con esta situación.
Quería empezar ya, pero algo en mi interior luchaba por no hacerlo… por posponerlo lo más posible.
Fuera lo que fuera, no lo consiguió por más tiempo.
Comencé a frotar mi verga con su carnosa entrada.
Se sentía espectacular.
Por instinto solo quería empujar hasta la culminación del acto.
Y eso intente… pero a pesar de estar como una piedra, mi amiguito no conseguía entrar con facilidad.
Parecía imposible.
El calor que desprendía desde el interior me llamaba a gritos, pero no podía traspasar esa invisible y frustrante barrera.
Me desespere.
Kamila también parecía estar ansiosa… Ella intentaba pegarse a mí, y comenzó a soltar pequeños chillidos.
Tenía que ser eso, ni siquiera había podido penetrar… no pude haberla lastimado.
Me puse a pensar como un perro podía hacer esto sin problemas, aparentemente.
Y fue ahí cuando me ilumino un pensamiento.
Un perro callejero no intentaría esto con tanto cuidado como lo estaba haciendo yo.
Un perro callejero no tendría tanta consideración.
Simplemente llegaría y se follaría a su hembra sin más.
Sin importar nada, más que el mero acto… Está bien.
Basta de mierda, me dije.
Hice que la perra lamiera mi verga un poco más.
No quería usar el puñetero aceite de coco en mí.
Prefería esperar a que Kamila lo ensalivara bien.
Lo hizo muy rápido.
Esta vez la tomé de sus caderas y pude sentir como se estremecía.
Kamila se puso rígida una vez más… Puse mi verga en la entrada y empuje con todas mis fuerzas.
Pude sentir la gloria durante un instante.
Esos escasos segundos en los que entro fueron la mejor que había sentido en mi vida, pero la perra termino soltando un enorme quejido y pegando un enorme salto, que termino por sacar mi verga al momento.
Esta vez completamente enfadado la tomé con más fuerza y lo hice de nuevo.
Esta vez entraron poco más de cuatro centímetros.
Deje que Kamila se relajara mientras la tenía adentro.
Ella no paraba de moverse.
Podía notar lo acelerado de su respiración… Podía sentir el ardor que me envolvía, pero no estaba llegando al punto máximo.
Quería meterla completamente… Pero me temblaba todo el cuerpo, podía sentir una especie de corriente eléctrica recorriendo mi cuerpo.
Jamás había sentido algo remotamente parecido.
Era lo mejor del mundo.
Y entonces… Paso.
Kamila se aventó para atrás cuando menos me lo esperaba.
Esta vez entro la mayor parte de mi verga, y soltó otro gran quejido, y esta vez yo igual… Me doblo un poco el asunto la hija de perra, literal.
Aún más furioso me dispuse a terminar de una vez.
La tomé lo más fuerte que pude y comencé a bombear como un campeón.
Las rodillas me dolían a horrores, pero eso no impido que continuara.
Estuvimos así un buen rato.
Ella con la respiración acelerada, lanzaba uno que otro gemido que me ponía a tope.
No sentía ganas de venirme.
Esta vez la sensación me llego de repente, y en menos de un segundo ya estaba disparando mis fluidos dentro de ella.
Sentía como esa vagina absorbía todo mi ser.
Creo que jamás me había corrido tanto de una sola vez.
Pero no me sentía débil ni con ganas de terminar.
Seguí bombeando esta vez con más facilidad.
Veía mi leche desbordándose de su orificio que esta vez serbia de lubricante.
Pero no quería terminar, quería seguir sintiendo ese calor… y continúe sacando y metiendo hasta que Kamila comenzó a temblar, apenas podía mantenerse e intentaba separarse de mi violentamente.
La sometí con lo que me quedaba de energía.
Pero eso fue tan excitante que la pura emoción me pudo, y termine por correrme dentro de ella otra vez.
Kamila quedo más rellena que un pavo de navidad.
Un poco de leche continuaba saliendo de su coño y termino por lamer directo de su vagina… Yo quede exhausto, me tumbe al suele y podría decir que me desmalle unos minutos.
Las horas se me pasaron volando.
Tenía que asegurarme no dejar indicios de mis actos, antes de que alguien llegara.
Eso fue lo máximo.
Definitivamente tenía que repetirlo…
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