LA CERDA SEÑORITA
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
En mi último relato les había comentado que me trasladé a otro lugar a trabajar, porque así lo permitía mi trabajo, y que tuve relaciones por primera vez con una cerda, que estaba preñada y por lo mismo tenía una vulva grande y exquisita, pero que en los chiqueros habían otras cerdas que esperaban ser montadas por el fenomenal Mandíbulas el cerdo cemental que tenía Don Mario.
Haaaaaaaa como envidiaba al tal Mandíbulas porque tenía tantas cerdas a su disposición y a la hora que quisiera. Pues bien entre esas cerdas logré descubrir a una en especial, era una cerda blanca corpulenta, con una gran vulva, como de un año de edad y que sobre todo era señorita. Que ¿cómo lo sabía? pues me lo dijo Don Mario, pues la estaba reservando para su venta a un rancho cercano que también se dedicaba a la crianza de estos preciosos animales.
Como recordarán yo vivía en la planta alta de la casa y abajo Don Mario tenía los chiqueros, así es que no me costaba nada visitar a los animalitos. Por lo mismo bajaba de vez en vez a verlos y consultar principalmente a esa marranita blanca, para verla en que momento se encontraba dispuesta para dejarse montar. Y en uno de esos días empecé a notar que su vulva estaba hinchadísima, grandícima y destilando líquidos, <<pensé>> es el momento de hacerle el amor salvaje, ese que me transportaba al inframundo, que me envolvía en la espiral del sexo animal y producía una excitación tremenda, que de sólo pensar en estarle metiendo mi miembro me hacía también sacar líquido preeyaculatorio.
Y lo planeé para esa noche, era una noche oscura, sólo alumbraban las lámparas que dejaba Don Mario prendidas, esperé que dieran como a las dos de la madrugada, para estar seguro de que todo mundo dormía. Tomé mi lámpara portátil y principié a bajar las escaleras que me llevarían a los chiqueros, les puedo jurar que para esos instantes ya tenía la polla bien parada nada más de imaginar los momentos de lujuria animal que estaba por pasar, a punto de reventar y mojado los boxers, se sentía venir el dilubio de semen que le depositaría a la cerdita en su vulva exquicita y cerradita. Pasé a echarle un vistazo a Mandíbulas y mirándolo a los ojos le dije <<sabes Mandíbulas te envidio, pero éste polvo que le voy a echar a la cerda más bonita, va a tu salud>> y me dirigí a donde se encontraba mi próxima amante.
Cuando llegué a su lado se encontraba muy inquieta, restregaba su vulva en las paredes del chiquero, entonces entré y comencé a acariciarla para calmarla, estos animales les gusta que se les rasque la panza. Ya un poco más calmada, dirigí mis manos a su vulva, estaba calientita, palpitando, destilando sus fluidos y se abría y cerraba frenéticamente. La acaricie, le metí un dedo para probar, estaba apretadita su vulva, pero entró fácilmente, luego metí dos y después tres, también entraron sin dificultad y los metía y los sacaba, para ese entonces la cerda ya se daba cuenta de que se trataba el asunto, era su instinto animal, se hacía para atras
y adelante, esperando el momento de recibir mi polla.
Me quité los boxers y me aseguré de que no hubierá nadie a la vista, me pare de tras de la cerdita linda y dirigí mi verga apuntando su preciosa rajita, para ese momento la cerda se encontraba a cien % y se quedaba quietecita, que ricura, le metí la polla de un sólo tajo, era tanta mi excitación que no pude esperar hacerlo con delicadeza, eso pareció gustarle a mi animal amante, era un tremendo calor que despedía su vagina, como un horno tratando de calcinar a mi polla, su apretadita vulva, apretaba y soltaba a mi verga, lo sentía en cada una de las venas de mi grueza verga, era el delirio, era el volcán a punto de hacer erupción, sólo mi experiencia en estos menesteres, me condujó a controlar la situación.
Tomé mi miembro con la mano derecha y empece a frotarle la vulva, con un giro hacia la derecha, para luego hacerlo hacía la izquierda, para inmediatamente, hacerlo de abajo a arriba y de arriba a abajo, cambiar bruscamente de movimiento en sacar y meter la verga rápidamente, para después hacerlo lentamente, muy lentamente, estaba sudoroso por el esfuerzo, resoplaba de placer, me dolía la columna vertebral como anuncio de la gran exploción de la culminación del sexo animal que estaba realizando, me había conservado un tiempo sin tener relaciones, para poder disfrutar como lo estaba haciendo y también ella lo estaba disfrutando, lo sabía, lo notaba porque su vagina se abría y cerraba con tal rapidez, que succionaba a mi polla como queriendo dejarla clavada para siempre y seguir pegados como dos amantes para la eternidad.
Fueron como veinte minutos de placer desenfrenado, en hacerle a mi linda cerda todo tipo de movimiento sexual, pero lo que más le gustaba era que se la metierá y sacará lentamente, pero en un momento de tanta lujuria, de tanta excitación, realice movimientos muy rápidos y ella también apretaba y aflojaba con loco frenesí y con esa vulva tan caliente, húmeda y apretadita, vino lo inesperado, sí lo inesperado, porque les juro que no quería terminará esa cogida, ni ella también lo deseaba. Pero llegó el big bang, le dejé caer mis jugos, fue una exploción tras otra, algo que jamás había sentido en otra ocación; toda mi leche que había guardado por unos días se la brindé a esa cerdita encantadora, su vulva aún se abría y cerraba después de haberle sacado mi verga y la misma se estremecía vibrando y sacando los últimos lechasos. Terminé agotado por tanto movimiento, pero con una gran satisfación de haber cumplido con mi fantasía sexual, de aventarme un buen polvo con tan linda y señorita cerdita.
Fueron muchas las veces que bajé a visitar a mi amante animal y cada vez fueron mejor los polvos que nos aventamos, pero llegó el día en que se fue a cumplir con su destino, hasta la quice comprar, pero Don Mario me dijo que ya estaba comprometida y que su palabra era su palabra.
Hacer sexo animal con una cerda es lo máximo, que hasta en éste momento que escribo éste relato tengo la verga bien dura y creo me aventaré una paja en recuerdo de mi amor por esa cerda.
Atentamente: EL OAXACO
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