LA MEJOR CULIADA CON UNA LLAMA
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Me reí de estas creencias y comencé a frecuentar con Rosa las trompillas que criaba, saliendo temprano al cerro a la mañana y regresando a la tarde para así aprender sobre su cuidado, aclaro que Rosa es una joyita de unos 16 años muy bien puesta físicamente que a poco de empezar a salir juntos al cerro aprovechábamos para coger tranquilos. Ya hacia algunas semanas que salía con Rosa, cuando me mostró una llama cogiendo con el macho, a diferencia de otros mamíferos la llama se acuesta, o se estira, dejando estiradas sus patas traseras y el macho queda sobre ella cubriéndola de esa forma, no pude de dejar de ponerme al palo a ver esa demostración animal de sexo, lo que aproveche para trincarme a Rosa por su culito, cosa que no me había dejado antes, así que entre sollozos y promesas de que no dolería , se terminó comiendo toda mi pija, estuvimos así un rato mientas mirábamos las llamas coger y me corrí en su culo, saque la pija y me desafió, a ver si me animaba a ver como a ella la cogía uno de los machos de la manada, yo ya estaba muy excitado y acepte la apuesta, allí nomás trajimos el macho que había estado sirviendo a la llama hembra y Rosa se acostó de espaldas subiéndose la pollera y sacándose la bombacha
Acaricio un rato la pija del macho que me sorprendió por lo parecida a la de un hombre, y casi naturalmente el llamo se tendió sobre ella que guió la pija con la mano a su concha, el llamo la penetro y comenzó a coger con verdaderas ganas, Rosa gritaba de placer y se corrió varias veces hasta que el macho acabo llenándole la vagina de leche que quedo chorreando. Rosa se sentó y me confeso que desde los ocho años que comenzó a salir de pastora tenía un macho llamo que siempre la satisfacía, que la pija es más larga que la de un hombre, pero no la lastimaba, que muchas mujeres hacían lo mismo, sobre todo las que quedaban viudas o solteronas.
Pero como yo había perdido, pregunte que tenía que hacer, me dio dos tareas, tenía que hacerla correrse besando su cocha sin penetrarla y después tenía que cogerme una llama que ella me daría.
Comencé una chupada de concha espectacular, y casi a los veinte minutos Rosa pidió el basta, se había corrido más de tres veces, y en mi boca aún quedaba el gusto de la leche del llamo de a ratos se escurría de su interior. Me dejo descansar y después trajo una llama nuevita, me dijo que no había sido aún servida, me indico que comience a penetrarla con los dedos, lo que empecé a hacer, la concha de la llama era ajustada, y me costaba introducir más de dos dedos así que entube un rato en eso, hasta que la llamita se hecho de panza al suelo estirando las patas traseras y dejando al descubierto su concha, Rosa me dijo que podía penetrarla, que ya estaba lista, con la pija en la mano, enfile la cocha y sentí que la cabeza se desplazaba en su interior en forma ajustada, pero la llama empezó a pechar hacia arriba facilitando que la totalidad de la pija la penetre, era como un guante ajustado y cálido que se cerraba y ajustaba como con palpitaciones a todo el largo de la pija, además parecía que los músculos de la vagina de la llama efectuaban un movimiento de succión muy fuerte, para mi sorpresa no pude contenerme ante esos movimientos y me corrí mientas sentía como la concha me succionaba toda la leche.
Rosa me pregunto que sentí, se lo conté, me explico entonces que de allí que las mujeres no dejan que los hombres cuiden a las llamas, ya que las llamas los hacen gozar más que cualquier mujer, que el hombre que se acostumbra a coger con una llama, ya no siente placer con las mujeres, lo entendí ya que había sentido sensaciones difíciles de explicar, pero muy placenteras, al otro día le pedí coger la llama otra vez, acepto con la condición que de mañana la cogiera a ella, y que a la tarde me dejaría coger con otra llama, así lo hicimos, esta vez dure un poco más sin correrme, pero me encontré gozando aún más que antes, en forma tal que acabe en la concha de la llama y cansado quede acostado sobre ella, sin sacar la pija de la concha, cuando me di cuenta por las succiones y elasticidad de la concha mi pija estaba parada otra vez y sin sacarla volví a correrme, me apure a sacarla pija, ya que me di cuenta que prácticamente estaba dentro de lo que parecía una ordeñadora.
Compre la tropilla de llamas para mi amigo, y para mi compre tres llamitas jóvenes que Rosa me ayudo a elegir, al despedirse me dijo que sabía le sería fiel respecto a otras mujeres, y tuvo razón, ahora entiendo las creencias y costumbres de la Puna, para que mujeres si mis llamas me hacen gozar mucho más que cualquiera de ellas, solo extraño a veces un par de tetas para chupar
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