La parte que nunca leiste en la relacion de una mujer con su perro
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Martín era un sujeto particular, adinerado y poco amable con su mascota, o sea con migo. Y Claudia era una bonita y graciosa ama de casa, aburrida y poco satisfecha. Atrapado en el cuerpo de un can en ese hogar una idea empezó a rondar mi mente.
Cierta mañana Claudia termino temprano sus quehaceres. Se sentó en el sofá y pronto se hallaba apaciblemente dormida. La mire desde mi camastro con detenimiento, llevaba una remera blanca sin corpiño, como era habitual cuando limpiaba, que dejaba adivinar sus pezones sobresaliendo de sus prominentes senos. A pesar de mi físico note que me seguían exitando perversamente los deliciosos y contorneados senos de aquella mujer.
Sus piernas entrecruzadas estaban solo cubiertas por una pollera de tablitas y sus delicados muslos me llamaban.
Me estire disimuladamente para confirmar que dormía. Me acerque con cierto sigilo y comencé a olfatear cerca de sus rodillas, pronto me halle empujando dulcemente con mi nariz su rodilla a fin que cayera a un lado de la otra, y sorprendentemente funciono. Durante un instante, la mire meditando lo que pensaba hacer, entre sus piernas relajas podía entrever su bombachita a lunares rosas por debajo de la pollera. Me decidí y colando mi hocico por debajo de la pollera respire suavemente sobre entre sus piernas, tal vez el olor mi aliento no le agradara, pero la humedad de mi respiración evidentemente encendió sus instintos. Relajando su cuerpo dejo frente a mi aquellos lunares casi hipnóticos. Con mi lengua áspera y ancha abarque toda aquella bombachita de un solo lametón. Se estremeció, pero no disimulo su agrado. A pesar de la media sombra de su pollera sus labios vaginales se distinguían con armonia por debajo de su bombacha húmeda con mi abundante saliva. La lamí una vez más, ligeramente mas profundo que la vez anterior. Y note que mi lengua podía abarcar toda esa preciosa vulva, sentí la hendidura por sobre su ano, la deliciosa zona inferior de su vagina, todo el largo de sus labios vaginales y el monte de su clítoris en toda su extensión a través de su bombacha, pero lo que más la éxito fue el contacto con el canto interior de sus muslos de mi húmeda pero texturada lengua. Allí entendí que había tenido éxito, sus piernas se abrieron para mi y la pelvis se elevo minimamente. Comencé a lamerla con entusiasmo. Una caricia tras otra de mi lengua comenzaron a despertar sus propios instintos y pronto estaba muy mojada, los olores de sus fluidos me editaban extrañamente. Y su bombacha ya era una linea media hundida en su vagina. Sentir sus labios fue la gloria para mi. Las texturas eran tan reales. Tan profundas, cuando de repente se estremeció.
Rápidamente me heche al piso, como si durmiera a sus pies. Ella se levanto un poco, sin desesperezarse. Levantando su pollera, se toco la bombacha empapada de su exitacion y mi saliva. Evidentemente le desagrado. Comenzo a bajarla, preparándose para levantarse, por un momento pensé que todo estaba perdido, pensé que se la cambiaría. Y la oportunidad habría pasado. Pero en cambio solo llego a las rodillas y decidió no parase. Dejándola caer a sus tobillos volvió a acomodarse.
Ahora estaba a pedir de boca. Había dejado la bombacha húmeda en sus tobillos y la pollera semi levantada sobre su pelvis. Su sexo se encontraba totalmente descubierto para mi. En cuanto volvio a conciliar sus calido sueño acerque con sigilo mi hocico a su vagina. Y la lami suavemente, casi superficial, y eso fue suficiente. Sus piernas se abrieron sin restricción y ya sus labios externos brillaban de extinción. Decidido lamí con profundidad. Sentí como mi lengua abarco toda su vulva desde lo más bajo de su vagina entrando en su sexo, pude sentir con exquisitez los labios interiores, el calor de sus pliegues y la textura de su piel me enloqueció, y a ella también, en sueños un pequeño gemido escapo de sus labios. Trate de no abarcar su clítoris demasiado pronto. Y tras varios lamidos húmedos y decididos toda su piel comenzó a estremecerse y el botón de su placer de erizo frene a mi.
Cuando lo alcance con los miles poros de mi lengua estallo. Para aquel momento ya debia fingirse a si misma estar dormida. Porque sus genidos se prolongaban sin tapujos. Cada “Uhh”, se alargaba con un nuevo “beso”. Un hombre debe elegir que estimular cuando besa a una mujer, pero con aquella lengua podía recorrer todo su sexo en cada lamida, una y otra vez penetrar dentro de su vagina, recorrer sus paredes exitando cada centímetro de piel en su interior y acabar abarcando todo su clítoris húmedo de mi saliva. Y sus gemidos se elevaron, escalando en su placer. Mis lamidos se sucedían a una velocidad sorprendente y sus piernas comenzaron a endurecerse. Podía sentir cada músculo de su cuerpo tensandose debajo de mi lengua humedecido en mi aliento. Comenzo a agitar su cabeza, hacia un lado y otro su cuerpo empapado en un frio sudor que la invadio se retorcia aparentemente para escapar de mi, pero solo elevando su cadera dejando màs abierta su vagina y expuesto su clítoris. Y en una sucesión de gritos entrecortados se contrajeron sus muslos elevando unos centímetros sobre el sofá, vibro unos segundos y cayó rendida de satisfacción exhalando un largo, suave y terso suspiro de relajación total. Me moría por abrazarla pero con mi cuerpo solo pude apoyar mi cabeza en su muslo izquierdo. Y ella pareció apreciarlo. En ese dudoso sueño que seguía inmersa. Lentamente me deje adormecer a sus pies.
Al poco rato me despertó al sacar su húmeda bombachita de debajo mio. Parecía un tanto enfadada, pero lo que había despertado dentro de su cuerpo era indudable. Con un poco de rabia, abrió la puerta y en tono severo dijo que salga al patio.
La espere con un nudo en el pecho, pero no tardo en salir, me grito que era un perro sucio y oloroso, con tono de resinación dijo que tendría que bañarme.
Los preparativos para el baño fueron escasos, me llevo al lavadero y comenzó a mojarme las patas traceras y esparcir nerviosamente un jabón que jamas hecho. Me distraje en verla. Su sudor había transparentado su remera y sus senos mostraban unos pezones endurecidos y exitados. No se había vuelto a poner ropa interior, pensé.
Pero pronto me saco de mi cavilaciónes sentir sus manos sobre mi miembro. El “beso” que le había dado me tenia exitado sobremanera y la punta de mi pene se sobresalia de su funda. Sus curiosas manos con la absurda excusa del baño comenzaban a convencerla que su perversa idea era posible. Pero pornto la idea la asusto y dándose vuelta se apoyo sobre el lavarropas. Al verla me invadieron unas ganas increíbles de hacerla mía.
Casi con rudeza me alce en dos patas por detrás de ella. Apoyando mis patas delanteras a ambos lados de ella sobra la mesada. El leve contacto de mi pene con su nalga me éxito los suficiente para seguir, y creo que a ella también. Porque bajo el peso de mi cuerpo se dejo arrastrar hacia abajo. Y retrocedió unos pasos atrás para apoyar sus codos en el piso así como las rodillas, y si saber como ya la tenia como mi perrita debajo mio. Inmediatamente a moverme. Mi impericia canina hizo que mi pene chocara contra sus nalgas y su ano en mis locas arremetidas. Mi pecho apoyado sobre su espalda y mis patas casi colgando a sus lados no ayudaban a posicionarme para penetrarla. Pero a ella eso la exitaba, pronto bajo su pecho y cuando sus pechos tocaron el frío piso de cerámica se decidió y llevando su mano hacia entre sus piernas me guió con decisión a su vagina. La penetre con violencia, la increíble humedad de su vagina permitió que no le doliera, en cambio apoyo su frente en el piso y exalo suspiro de placer. Pudiendo apoyar mis patas encontré la pose para moverme y rápidamente mi cadera se acerco y alejo de su sexo. Cada embestida le arrancaba un gemido que se fue transformando en un grito. Y sin previo aviso la funda de mi pene se introdujo en su vagina. Y empezó a hincharse. Se asusto un momento, pero el placer de mi semen caliente como el fuego invadiendo su interior la rindió. Y desplomando su pecho sobre el piso separo las rodillas y subió su pelvis. Pronto la penetraba a mi gusto. Mi funda trabada dentro de su cuerpo hinchaba los labios de su sexo, mientras mi pene inundaba su vagina. Con mis fuertes y rápidas embestidas comenzó a gritar ahogadamente. Podía ver su rostro, con la mejilla pegada al piso de cerámica, sus ojos bien abiertos hinchados en cada movimiento y sus gritos ahogados se perdian en su boca tan abierta que comenzaba a babear.
El gozo de aquella mujer hermosa debajo de mi cuerpo me enloqueció y mis caderas no daban abasto. Hasta que sucedió, con mi semen fluyendo dentro de su cuerpo, presionando el gigantesco tapón que mantenía mi pene dentro de su vagina, todo su cuerpo se tensiono elevando sus caderas al punto de suspenderme en el aire, llevándome más y más dentro de su cuerpo. Vibrando por la energía de su cuerpo en un abrasador orgasmo y estallo.
Sus senos, que jamas se habían levantado del piso vibraron al son de su relajación y estirando su cuerpo bajo lentamente su cadera. En cuanto mis patas tocaron el piso el tapón se aflojo y mi pene salio en un estallido de semen que mojo sus muslos, nalgas y pelvis e hizo un charco en el piso debajo de su cuerpo. Lentamente me corrí de arriba de ella, y la mire totalmente relajada sobre el piso de cerámica, con su vagina, cadera y muslos empapados de mi semen, bañada en su sudor y con su mejilla sobre un pequeño charco de su propia saliva aquella mujer me pareció lo más hermoso en el mundo. No se cuanto tiempo se mantuvo así. Ella totalmente relajada, extasiada en el piso del lavadero empapada de nuestro sexo y yo miarandola tiernamente.
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