LA PRIMERA VEZ DE BONGÁ
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
La primera vez de Bongá
Mi primera experiencia de Zoofilia fue a los 17 años.
Vivia en Rio de Janeiro y consegui un trabajo sustituyendo el administrativo de una pequeña empresa familiar, que funcionaba en la parte de atrás de la casa de los padres mayores de los dueños.
El administrativo se marchaba a otro trabajo y a mí me habían cogido porque éramos casi vecinos, el enorme chalet estaba en mi mismo barrio, y también por la amistad que tenía con el hijo de mis jefes, que era de mi edad.
Antes de que surgiera la oportunidad de trabajar allí, siempre pasaba delante de aquella casa en la calle, y me fijaba en el perro que la protegía.
Un dogo alemán blanco y negro llamado Bongá.
Siempre ladraba a los que pasaban por la calle, era un perro muy grande, impresionaba por su tamaño, subido al muro era más alto que yo, que ya tenía a los 17 años mis 1,86m de altura.
Después de empezar a trabajar allí, empecé a llevarme muy bien con Bongá, que me seguía todo el rato y como la puerta de la oficina se quedaba abierta y daba al patio lateral de la casa, era normal tenerle a Bongá siempre en la oficina, aquél perro enorme que descubrí que a pesar de que parecía peligroso, en el contacto con la familia y conmigo era muy muy dócil.
Ellos pasaban poco tiempo en la empresa, en días de entrega y facturación había mucho trabajo, pero era normal que muchos viernes mis jefes, mi amigo y sus abuelos se marcharan a la playa para el fin de semana, dejándome a mi cerrar la oficina cuando terminaba el expediente y irme a mi casa, y dejando a Bongá para vigilar la casa mientras ellos estaban fuera.
No tardé mucho en comenzar a fantasiar en la polla enorme que tendría Bongá, siempre que podía le acariciaba mucho, para crear confianza y perder el miedo que era inevitable por su tamaño y mientras estaba sentado en la silla de la oficina, que me dejaba a la altura de su torso, empecé a fijarme en su enorme prepucio.
Me intrigaba y excitaba pensar de que tamaño sería la polla de aquél perro gigante, observando como le colgaba el prepucio, y sus enormes bolas.
En las oportunidades de los viernes por la tarde, solo en la oficina con Bongá siempre haciéndome compañía, aprovechaba para acariciarle el pecho, y no tardé en no resistirme y empezar a deslizar mi mano por toda su barriga hasta llegar al prepucio, tocándolo como en un roce accidental, acostumbrándole a estar a gusto mientras le tocaba.
Siempre se levantaba las orejas cuando yo tocaba con la mano a su polla.
Al principio me dio mucho miedo.
Miedo de que le resultara incomodo y me mordiera o algo, pero poco a poco empecé a notar que cuando yo le tocaba, se quedaba parado, en el mismo sitio, como esperando a que yo siguiera.
Después de tocarle la polla yo llegaba a mi casa con el calzoncillo bañado de presemen,
me la ponía super dura tocarle, me excitaba a lo más grande.
Hasta que un dia no pude aguantarme más.
Cuando mi deseo finalmente venció mi miedo, empecé a acariciarle la polla, siempre empezaba en el pecho y terminaba en la polla, y cuando llegué allí me quedé masageándole, empecé a empujar el prepucio para trás, viendo que le salía para fuera una parte, cogiéndole el prepucio en la posición correcta para sacar fuera la polla, que era muy larga, fina y rosa.
Lo hice varias veces, poco a poco probando sacarle más y más, y entonces lo llevé al otro patio de la casa más retirado, donde finalmente le saqué fuera toda la polla hasta el nudo.
Bongá empezó a moverse freneticamente mientras yo mantenía mi mano detrás del nudo, arqueando el cuerpo y cuando finalmente dejó de moverse, me di cuenta que su polla había crecido y era enorme, gruesa, roja y el nudo era gigante, y él no tardó en empezar a correrse de manera continuada, mojando todo el suelo, la cantidad era brutal, me moría de ganas de mamarle, y probar su semen y cuando puse su polla en mi boca Bongá gruñó de placer, mientras me iba llenando la boca con su semen dulce y que no dejaba de salir, yo iba bebiendo todo, totalmente loco de placer.
Bebí todo el semen que pude de Bongá, mientras sujetaba por detrás de su nudo, maravillado con el tamaño de su polla dura, con su enorme nudo, y me sentía bien por haber sido el primero en proporcionarle placer en lo que seguramente era su primera vez, ya que Bongá era un perro solitario, destinado a guardar aquella casa dia y noche sin jamás salir.
Finalmente le solté y me quedé observando como su pollón enorme y pesado le colgaba, y me pajee a su lado para finalmente explotar de placer.
Ha sido uno de los orgasmos más intensos que he tenido.
Después de este día, siempre me pone super cachondo recordarlo, nunca jamás he podido repetirlo, espero algún dia poder volver a disfrutar mamar una polla enorme como aquella y beber los litros de semen dulce y caliente que solo quien ha probado mamar a un perro grande puede contar.
Tengo pareja, mi pareja no sabe que secretamente fantasio con perros machos, soñando algún día poder probar que me follen el culo y me abotonen, quedándome enganchado a ellos con su nudo latiendo dentro mío, mientras me llenan entero con su leche abundante.
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